Nominado a los Premios Gardel 2013


Los oficios religiosos


Sensaciones encontradas. En el paisaje de mi amor adolescente, de mi escuela nocturna Zona Parque Comercial que de día es la Bolivia, No 610, Francia y La Paz, voy a votar. Sufragio. Sufrir al agio. Juegos de palabras de un lejano surrealismo que jugábamos en la nocturnidad de los recreos spinetteanos. Atracción con unas gotas de indiferencia. Brebaje disuelto en el mate primerizo y el olor cordial de las tostadas. En la calle que no termina de otoñizarse, el pasto irregular, las banderolas entornadas de las casas, la gente en las incipientes filas, el sol mediano aureolado de llovizna.

Ya soy un hombre maduro, democratizado, expectante y decepcionado. Sensaciones encontradas en la vereda que alguien perdió y resulta ser un sujeto igual a mí, el de la anterior votación que hoy vuelve a corporizarse físicamente como un vampiro que estuviera de vacaciones lejos de su cuerpo y regresa a la cueva de arterias. Vuelvo a sentir lo mismo: una vacuidad enturbiada con una sed religiosa, un fervor patrio con ganas de faltar, todo disimulado entre las arrugas de mi frente malhumorada y en mis ojos con gafas oscuras, allí, en el café solitario de calle Lagos donde bebo esquinado en un bar de tahúres que aún no se anotició que esta mañana hay votaciones y la patria espera. Las caras de los candidatos me persiguen hasta en sueños y me hostigan. Patéticos, serios como enterradores, sonrientes, anhelantes como novias antiguas, variados, desde chicas bonitas a cataduras espeluznantes.
Son como los semblantes de los destrozos que aterrizan en las vedettes mayorcitas: todas con el mismo modelo de boca y nariz; rictus replicados como si el Cirujano del Tiempo o el Publicista Divino les hubiese ordenado el gesto: denotar confianza, miradas brillantes, semisonrisas de comodidad, sin tensiones, mirando al futuro con optimismo en el irremediable paisaje de nubes detrás. "¿Todos tus muertos?", me digo, pero es el aire matinal como en un Amarcord de confesión en la iglesia, el hormigueo en el estómago, la sensación de culpa, castigo, redención y salvataje lo que promueve mi clima de creencia primitiva. Ellos, ellas. Son la promesa, son lo que vendrá. Se ofrecen, dan garantías, se nos acercan, quieren mostrarnos un edifico sólido con andamios fuertes y vigas poderosas. Honradez. Lealtad. Fe. Son así de olímpicos burladores de la duda; inexcrutables y raros; como especies extrañas, igual al original vino escanciado, como el olor del río: iguales a sí mismos, por ende, todos iguales, más allá de sprays, maquillajes, pelos o calvicies, sexo o ropa nueva, deportiva, casual, atildada. ¿Qué quieren de nosotros? ¿Por qué nos buscan? ¿Por qué raspan nuestros oídos con cumbias y abrazan niños en los spots? ¿Por qué, por qué lo hacen y lo vuelven a hacer? ¿De qué se ríen? ¿Por qué están tan serios? Me he preguntado en esta mañana incierta y ferviente como cuando antaño, confiado pero con un resquemor en las tripas, entraba a misa, atontado de religiosidad y de las lágrimas de la Virgen Mamá allí arriba mientras que en el atrio un desconocido casual cura ya momificado nos prometía cielos redentores y nos santiguaba y ofrecía, de paso, nuestros cuerpos y almas en sacrificio a la divinidad que reinaba, cruel, en algún Cielo distante augurándonos tanto paraísos como las coronas de espinas. Dios, me digo. ¿Dónde estás? Dios mío, mi Dios antiguo, poderoso, libre.
El diosito que abandoné dentro de la iglesia y encontré luego tirado en los campitos. El de mi instinto y mi rebeldía adolescente. El de Spinettalandia. ¿Guiarás esta mañana la mano errante de mi voto para que triunfe alguien digno? ¿U ofenderé tu corazón estropeado a stents con mi recelo, más por temor al castigo que por la honra de creer? Oh, Dios, debo repetírtelo porque te suelo encontrar algo sordo: algunas caras me dan pena, risa, miedo, indiferencia y hasta repugnancia. ¿Cuántos kilómetros de árboles fenecidos para la voracidad de papelería de campaña los candidatos han tumbado? ¿Lo advertirán, Dios mío?
Me escucho pensar como un profeta antiguo, anquilosado, verborrágico e improcedente. Y que si bien es cierto que muchos políticos respiran honradez, la mayoría son asmáticos. Ni exprimiendo todos los políticos se saca un caudillo. La política suele ser el arte de obtener la plata de los ricos y los votos de los pobres. En política nadie muere del todo. Los candidatos no nacen, se hacen. Frases, frases. Soy el que no guía, el que no ha visto emerger a candidato alguno con una oración feliz, una metáfora que libere una poética viva. Toda gramática usual, estigmatizada en sus vísceras de frankensteins criollos; espíritus temerosos de la voz del pueblo, almas que serían capaces de regalar pesados tornillos para construir el arca sin medir el peso de la barcaza, la calidad de la madera, la tempestad oceánica. ¿Pido demasiado?
Pido calidad no cifras: exijo belleza, no palabras. Pido remolinos, no certezas. Necesito dudas, no exactitud. Pido permiso, no garantías. Quiero la nada y por ende el todo, un todo para moldear como la plastilina. Pido una figura que se irradie de luz y se haga génesis de algo que ignoramos pero presentimos delante de nuestros ojos: pido humanos suprahumanos. No las calamidades.
Pido que entiendan que las penas son enormes y no pasan por el hueco de las cloacas nunca abiertas. Pido un milagro. Pido pan no me dan. Pido queso me dan hueso. Pienso en un viejo cuento: "Estaba el mago y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y desapareció el racionamiento. El político, en cambio, hizo un gesto y lo que desapareció fue el mago". ¿Magia en estado puro, el paraíso perdido, el país soñado estoy pidiendo? ¿La manzana encantada o la cruda realidad de los codazos para salir airoso de las contradicciones?
Oh, Dios, he cometido el pecado de leer demasiado y desear mucho, de denostar a quien no vuela en las alturas sin photoshop, al que huelo temeroso de vivir y recubierto con una corteza de barniz dulce cual torta empalagosa. Voto, luego bebo, harto de tanto menjunje tempranero de sortilegio, superstición, la didáctica ecuánime y que ruego me devuelva a tierra: que si no te ocupás de política la política se ocupará de vos.
Y al despedirme de mis rezos advierto que a pesar de no entenderme, o que descalificarán esta nota por absurda, ellos, los que hemos elegido, se han convertido en nuestras caras, a imagen y semejanza, de nosotros los pecadores y los confesores, los dominadores y los dominados; los errantes y los iluminados. Aquellos que seremos tratados como dioses hasta que cierre la última urna el domingo veintidós, para luego volver a ser mortales, numerales, ceros, enigmas que nadie conoce hasta que nos vuelvan a necesitar para el próximo oficio religioso. O que nosotros podamos cambiar de caras.


Adrián Abonizio presenta "Tangolpeando"





http://www.laarena.com.ar/culturales-adrian_abonizio_presenta__tangolpeando_-93129-118.html

Con el doble fin de recaudar fondos y simultáneamente ofrecer un espectáculo de jerarquía, la Fundación Vidanimal junto al auspicio de LA ARENA, presentarán un concierto del cantautor y escritor rosarino Adrián Abonizio. La actuación será mañana a las 21.30 en el Teatro Español de Santa Rosa y forma parte de la gira durante la cual el músico presenta los temas de su nuevo disco de tangos llamado "Tangolpeando", con canciones donde, entre el humor y la mirada de cronista de estos tiempos, Abonizio ratifica su condición de gran letrista de canciones argentinas. 
El grupo que lo acompaña está integrado por Rodrigo Aberastegui en guitarra y piano, Sergio "Muerto" Sainz en contrabajo, Luciano Jazmín en violín y Martín Carr en bandoneón.
El rosarino es el autor de reconocidas canciones como "Mirta de regreso", "El témpano", "Dios y el diablo en el taller", y fundador de la Trova Rosarina junto a Juan Carlos Baglietto, Fito Páez, Silvina Garré, Rubén Goldín y Jorge Fandermole. 
Músicos como Litto Nebbia, Joaquín Sabina, Raúl Carnota, Lucho González, Lito Vitale, Amelita Baltar y el propio Baglietto, entre tantos otros, han grabado algunas de sus canciones.
A manera de grupo telonero, actuará el local "Revirados", integrado por Roberto Palomeque en dirección y arreglos, Verónica Baraybar en piano, Santiago Morete en viola, Enzo Ludueña en violín, Darío Gigena en corno francés, Camilo Sánchez en clarinete, Silvano Fuentes en flauta traversa, Jorge Rodríguez en batería y Damián Gigena en contrabajo. 

El disco.
"Tangolpeando" es el último trabajo discográfico de Adrián Abonizio y cuenta con doce canciones de autoría propia. El disco se presentó oficialmente el 8 de septiembre pasado en el Gran Salón, plataforma Lavardén de Rosario, como inicio de una gira nacional que emprenderá junto a su banda. 
Reconocidos periodistas culturales han realizado apreciaciones sobre los trabajos de Abonizio, entre ellos profesionales de medios nacionales como la Revista Cultural Ñ o Sergio Pujol, escritor del libro "Canciones Argentinas (1910-2010)". Este último, periodista e investigador argentino, calificó a la canción "Mirta, de regreso" como una de las mejores letras del cancionero popular argentino en cien años. Además, agregó sobre el trabajo "Tangolpeando" que "tenemos al Abonizio de siempre: afinado en registro medio, de tonos un poco ásperos, cálido y confidente. Definitivamente, no impostó su voz para simular el cantor de tangos que no fue ni será. Curiosamente, esta ausencia o sustitución -un estilo de canto más moderno- termina acrecentando la credibilidad de canciones que, con toda seguridad, serán la delicia de los degustadores de tangos reos. Una voz coetánea, un sonido tradicional y un repertorio a estrenar".