Un discepolín sin arrabal - Lalo de los Santos - Abonizio


Una tarde al fin
Cargo sus trastos viejos y el rodes para Rosario norte
Como un camarín las luces encendidas del taxi recortaban la noche
Fumando en el coche comedor
mirando por las ventanillas
Se dijo: 'así es mejor son tristes las despedidas'
Rana del amanecer
saltando por los charcos porteños
Nunca sabias en que cama dormir y te caías de sueño
Paso el carnaval el invierno
ya te perdono
Un cuerpo de cartones
la luna en los telones
Fuiste sin saber un discepolín sin arrabal
Dibujando en un piano
las brujas de algún barrio
El viejo bar triste el ancho mundo hizo explosión
Y un ángel impedía
la letra para hacer un tango.
Llora una mujer, Y en los perfumes de las naranjas
se hizo junio de nuevo
Central fue campeón,
y en los titulares nocturnos tu alma dejo el cuerpo entero
Viste a la parca entre las luces de una estación de servicio
Se te acerco y te dijo en un desliz
Mi amor ya no hay paraíso.
Huesos sin arma atados con cuatro cables
Oculto en un 'clandestino corazón'
tus teclas silban de hambre
Paso el carnaval el invierno ya te perdono
Un cuerpo de cartones la luna en los telones
Fuiste sin saber un discepolín sin arrabal
Dibujando en un piano las brujas de algún barrio
El viejo bar triste el ancho mundo hizo explosión
Y en la vuelta de Rocha allá empezó otra historia
Repite todo el estribillo con nara na
Na ri na na ni ra ni ra…ra ra la la la la raaaah

Homenaje a LALO en el Teatro La Comedia




Entrevista de Diario Clarin a Adrian Abonizio


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Grandes misterios del mundo adulto


Jueves, 10 de marzo de 2005
¿A quién le importan los pequeños misterios? ¿Quién se interesa por los enigmas devaluados? ¿Qué tienen de atractivo hoy la maldición de Tutankamón, el Triángulo de las Bermudas o la vida sexual del Yeti? Pavadas de la historia. Nomenclatura barata de mitos sin estirpe. Relatos de náufragos aburridos en bibliotecas con aromas a orines de roedores y papeles amarillentos. Ya se sabe hasta cómo pateó Cristo su primer penal, quién fue el arquero y si tomó carrera. Misterios quedan pocos y encima irrumpen en casa desde una pantalla.

Los míos son difíciles de sobrellevar en la adultez sin exponerlos al escarnio de la burla. Aquí empiezo: los jugadores en las canchas se ven chiquitos como hormigas, no obstante los relatores los reconocen en milésimas a pesar que nunca antes los habían visto. ¿Cómo diablos hacen? Los religiosos que aparecen en la medianoche seguramente grabarán sus programas todos en un mismo día; luego, al verse, ¿no les dará impresión esa ristra fatigosa de máximas y pasajes bíblicos? Yo aún me quedo absorto deduciendo por dónde entran los bichitos que yacen momificados dentro de los globos de luz. O que nunca sorprenda a los que escriben los graffitis. No poder comprobar la efectividad de esas botellas dispuestas en las veredas para que los pichichos no orinen. Ignorar si algunos policías ya nacieron con esa pinta de guardianes o el trajín los fue torneando. No encontrar el porqué de las curanderas cuando el empacho hace que la cinta métrica cada vez se acorte más. El misterio de algún artefacto que en la caja se veía esplendoroso y una vez abierto imposible de armar. Desconocer qué mecanismo mágico crece dentro del pabellón del oído de algunos mecánicos para que determinen que achaques tiene el auto con solo oírlo ronronear. Uno se golpea y le crece un chichón, ¿es el hueso que se hincha?. Uno mira la ciudad y tiene un pensamiento extraño: ¿cuántas muertes, cuántos nacimientos y orgasmos simultáneos se estarán produciendo? ¿Habrá alguna máquina para comprobarlo? ¿Por qué parece que la gente buena se muere antes que la dañina? ¿Qué significa ese cartel que nos anuncia que estamos siendo filmados para nuestra seguridad? ¿Será para identificar mejor a los cadáveres en caso de un robo violento? ¿Por qué en las tragedias viales los accidentados pierden sus zapatos? ¿Habrá que entrar a la eternidad descalzos? Debemos ser serios y no pensar en abstracciones. Debemos silenciar al pibe que se pregunta cosas, porque por algo crecimos y nuestras conversaciones deben versar ahora sobre los motores diesel o la consabida frigidez femenina. Sería suicida entrar a un bolichón de extramuros con tauras y asesinos en donde uno, además de ser un extraño, empiece a cuestionarse estos tópicos y provocando a los señores con acertijos, pullas y pedorreos. ¿Le parece peligroso? Mucho más lo es ir tapiando los enigmas, sintiéndonos mayores sólo porque nos aburrimos como ostras. Lo insano no está en exponerlo en sitios inconvenientes, sino en esconderlos en lugares convenientes. Por eso, amigos, yo ando con mi candidez ilustrada siempre a mano. Alguna noche pretendí sacar a bailar a la musa de los misterios para develar bajo su máscara de rouge la verdad de las verdades, pero tras mis pisotones me invitó a que no entre más a una milonga donde acceden sólo los buenos bailarines. ¿No son esas obras de arte modernas similares a las que realizan sin saberlo los albañiles en los laterales de edificios reparando la gusanera de la humedad, o los chapistas torciendo el metal? Hay mujeres que al besarlas evocan el gusto a malvón en sus labios y a animal marino en su sexo, y hombres que huelen a las cebollas crudas en su axila y a bosques quemados en su aliento ¿No seremos naturaleza plena y no lo admitimos? ¿No será el misterio mucho más sencillo de lo que parece pero que no conviene explicar? Yo admiro muchas cosas como un chico: el políglota es para mí un poseído; el que derrama una estrategia de ajedrez con eficacia un médium, y un semidiós al que dibuja una carambola de billar un gol prodigioso. Debo ser un imbécil que quiere creer en magias. Un bicho exótico que no encaja en el manicomio. Soy capaz de ver bella a una mujer sin fortuna ni gracia por el sólo hecho de haberme mirado de alguna forma particular. Soy capaz de admirar el sonido sinfónico que despide un matricero trabajando en una pieza. Y no crean que finjo ser un sensible permanente, amigos. Todo esto lo mastico en silencio. No me creo nada, pero creo en todo. No soy nadie porque soy muchos. Veo cosas que son sagradas y gratuitas sin pagar entrada. Oigo el mar o el viento sin salir de playa ni internarme en los bosques. Aprendí a ser callado y a disimular. Es que muchos me han llamado idiota por esto o impostor o aficionado a los brebajes alucinógenos. Sepan disculparme la arrogancia pero prefiero ser un boludo alegre a un inteligente triste.

Secretos bien guardados


Jueves, 27 de enero de 2005
Los secretos representan el arcón en cuyo fondo pueden mezclarse los vientos amables junto al olor de los antros sulfurosos. Todo secreto es un imán para la curiosidad y un enigma enterrado. Por la codicia y en su nombre se han derramado sangres inocentes, sucumbido estados, vulnerado doncellas. Por constituir una puerta al oro se han asesinado reyes, comprado voluntades, incendiado ejércitos, traicionado acuerdos. En fin, que los secretos son pesados de llevar. "Tengo un secreto que te quiero contar", me dijo un amigo. ¡Entonces no es un verdadero secreto, le retruqué!, que he sacrificado la audición de escenas tapiadas por el silencio a cambio del fundamentalismo de mi ética trasnochada. Un secreto es un secreto. Y es sagrado. Una tía mía, muy viejita y muy astuta decía conocer los misterios de una larga vida; al llegar a los cien años le empezaron a creer. Ya en el lecho de muerte, muchos interesados se acercaron para que les confesara su verdad. "No guardo ningún secreto, pero el creérmelo me hizo llegar a esta edad", dijo y se despidió.

El poder secreto del secreto, a veces, es ser ni más ni menos que una cosa que no existe. Hay algunos que abatirían un Estado o una religión y otros apenas ocultan cómo obtener el permiso ilegal para abrir un kiosco. Ignoro las dimensiones; sólo quiero repasar aquí algunos que me ha sido visto intuir, merced a la confianza exótica que inspiro en algunos que se abren como flores y vomitan los suyos. O si no lo hacen, me los imagino. Por ejemplo, ¿quién no tiene el secreto de haber votado a alguna ruina humana, algún pusilánime y nunca decirlo? ¿O quién no tuvo agachadas, o "fue para atrás" con uno mismo? ¿O quién no desconfió de alguien solo por su aspecto reconociéndose luego como una bestia montaraz y reaccionaria donde uno creía que habitaba una eminencia iluminada por la conciencia de clase y la bonhomía?

Todos tenemos algo que ocultar entre las ropas, bajo ellas, en el forro, en las manchas que el tintorero borra, anónimo y cómplice. Un sujeto ha sido ferviente católico, simpatizante de la Inquisición, el potro y la caza de brujas; ahora es agnóstico, librepensador y critica con fiereza a la señora que va a misa los domingos. Otro fue el tonto de la clase y hoy es un dirigente exitoso. Otro ha trabajado como ingeniero de la industria alimenticia y sólo él sabe lo que lleva dentro una inocente hamburguesa o dice ni ha dicho ni dirá nada, pero prohíbe a sus hijos comerlas. Secretos como raíces de yuyos que crecen dentro de nuestro vivero. Secretos como barcos muertos en el fondo del océano de nuestra almita perturbada. Secretos de moribundos y cartas quemadas; secretos de pasadizos inundados y mapas de un tesoro que no se puede nombrar.

Yo mismo amigos he decidido no tener cada vez menos: me pesan como torres de acero en mi conciencia. Yo he temblado de miedo viendo El Exorcista y mi novia quinceañera ha salido del cine envuelta en risas. Yo he dado una vuelta en círculos alrededor de cinco manzanas para evitar pasar frente a esa barra que me pronosticaba el escarnio y algún chichón. He transpirado frío en las cercanías de un cuzquito insignificante al que veía como un tirano saurio rex. Yo he debutado sexualmente tarde y mal. Yo me he desgraciado de los esfínteres en una primera cita: solo la dama y yo sabemos lo sucedido en ese noviazgo de una hora. He negado por tres veces y más mi amistad con un sujeto más valiente e idealista que yo por pánico a la cárcel. He distraído vueltos públicos y pasiones privadas. He fraguado la firma de mis padres en el boletín. Inventé una rifa fraudulenta. Falsifiqué un poema adjudicándomelo. He mirado a algunos hombres con deseo y me he acostado con mujeres indebidas. En mi adolescencia hambreada, a una de ellas hasta le robé el jornal y otras la confianza. Me dirán: no es grave. Para todo esto existe la confesión anochecida ante algún amigo, una noviecita comprensiva que nos absuelva con besos, la hipnosis de la religión o de la terapia. No me alcanza, amigos. Ahora que he volcado mis secretos reconozco que no me siento más liviano por ello. Al contrario, claudiqué en mis fuerzas y ya no tendré motivo para sentirme aprisionado en el mundo y convertirme así en un nostálgico cantor de tangos, en un escritor nocturno apesadumbrado. Llevo ahora algo peor, una paradoja. No conviene contar cosas escondidas pues podrán decir como yo: tengo el peor de los secretos, hago que tengo muchos pero ya no me queda ninguno.

Y no tener nada que mostrar es peor que esconder, créanme.

Letra de: Amigos de lo ajeno - (Todo es humo 2002)



Amanece en la ruta dicen las putas de esta canción
Yo que fui camionero conozco el quiero truco sin flor
Me echaron del paraíso por un petiso hincha e Colón
Me sorprendió en una playa con su Canalla novia de Unión
Y a quien voy a convencer con mi forma de querer
Siempre lo ajeno, me pagaron por bueno,
y no hay devolución
Me llamaban el cuervo en el recuerdo del pre-escolar
Le robaba a un gordito hijo querido de un concejal
Hoy lo he visto en los diarios con su prontuario de funcionario
Eran tantas macanas que el mismo diablo se persignaba
Y a quien van a convencer con su forma de querer
Siempre lo ajeno, les pagamos por buenos,
y no hay devolución
Amanece en la ruta oyen las putas mi confesión
Le he robado a los grandes pa’segurarme cien años de perdón
Me quede con el vuelto de un viaje incierto al Paraguay
Y en la fonda de Marga vendí la carga aun sacristán
Y a quien voy a convencer con mi forma de querer
Siempre lo ajeno, nos pagaron por buenos y no hay devolución
Amanece en la ruta veo tu foto sobre el tablero
Para cuando te encuentre no habrá perdón ni siquiera del cielo
Te me fuiste en la mitad de una noche en navidad
Con mi dinero, en el bolso de cuero iba mi corazón
Te me fuiste en la mitad…Amigos de lo ajeno pierden el corazón
Te me fuiste en la mitad…Esta es la ley del juego y no hay devolución

Y a quien voy a convencer…Y no hay devolución…

Letra de : Cuerdas Auriazules



Tengo sangre de Central
Auriazules son mis venas
En mi vida paralela al convertirme en artista
Pesaron más sus conquistas que mi triunfo personal
Me pasaban a buscarLos muchachos de la esquina
Fue bohemia mi rutina acostarme con los gallos
Dormía tan solo un rato todo por ver a Central
Nunca es magra la semilla
Si crecen los corazones
La riegan las emociones
Que pueblan los arrabales
Todas mis cuerdas vocales
Son azules y amarillas
En mi oficio de cantor
En distintos escenarios
Al recordar a Rosario yo extrañaba ese calor
Que me dormía abrazado a las diez del matador
Nunca es magra la semilla...

Autor: Adrián Abonizio

Recital en Café Cultura Nación


Carnet de prensa para ver a los Canallas!!


Cuenta Adrián que cuando más jovén y nadie lo reconocía,
su pasión por los canallas lo llevó a hacer cualquier cosa.
Entre ellas un amigo, le hizo un carnet de periodista para que él pueda entrar todos
los domingos a para ver al equipo de sus amores sin tener que pagar, pero sentado
al lado de un montón de periodistas que no tenían mucha pasión por Rosario Central, je!
Y bueno, que no haría uno por ver a su equipo favorito ?

Nominado a los Premios Gardel


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