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Los oficios religiosos


Sensaciones encontradas. En el paisaje de mi amor adolescente, de mi escuela nocturna Zona Parque Comercial que de día es la Bolivia, No 610, Francia y La Paz, voy a votar. Sufragio. Sufrir al agio. Juegos de palabras de un lejano surrealismo que jugábamos en la nocturnidad de los recreos spinetteanos. Atracción con unas gotas de indiferencia. Brebaje disuelto en el mate primerizo y el olor cordial de las tostadas. En la calle que no termina de otoñizarse, el pasto irregular, las banderolas entornadas de las casas, la gente en las incipientes filas, el sol mediano aureolado de llovizna.

Ya soy un hombre maduro, democratizado, expectante y decepcionado. Sensaciones encontradas en la vereda que alguien perdió y resulta ser un sujeto igual a mí, el de la anterior votación que hoy vuelve a corporizarse físicamente como un vampiro que estuviera de vacaciones lejos de su cuerpo y regresa a la cueva de arterias. Vuelvo a sentir lo mismo: una vacuidad enturbiada con una sed religiosa, un fervor patrio con ganas de faltar, todo disimulado entre las arrugas de mi frente malhumorada y en mis ojos con gafas oscuras, allí, en el café solitario de calle Lagos donde bebo esquinado en un bar de tahúres que aún no se anotició que esta mañana hay votaciones y la patria espera. Las caras de los candidatos me persiguen hasta en sueños y me hostigan. Patéticos, serios como enterradores, sonrientes, anhelantes como novias antiguas, variados, desde chicas bonitas a cataduras espeluznantes.
Son como los semblantes de los destrozos que aterrizan en las vedettes mayorcitas: todas con el mismo modelo de boca y nariz; rictus replicados como si el Cirujano del Tiempo o el Publicista Divino les hubiese ordenado el gesto: denotar confianza, miradas brillantes, semisonrisas de comodidad, sin tensiones, mirando al futuro con optimismo en el irremediable paisaje de nubes detrás. "¿Todos tus muertos?", me digo, pero es el aire matinal como en un Amarcord de confesión en la iglesia, el hormigueo en el estómago, la sensación de culpa, castigo, redención y salvataje lo que promueve mi clima de creencia primitiva. Ellos, ellas. Son la promesa, son lo que vendrá. Se ofrecen, dan garantías, se nos acercan, quieren mostrarnos un edifico sólido con andamios fuertes y vigas poderosas. Honradez. Lealtad. Fe. Son así de olímpicos burladores de la duda; inexcrutables y raros; como especies extrañas, igual al original vino escanciado, como el olor del río: iguales a sí mismos, por ende, todos iguales, más allá de sprays, maquillajes, pelos o calvicies, sexo o ropa nueva, deportiva, casual, atildada. ¿Qué quieren de nosotros? ¿Por qué nos buscan? ¿Por qué raspan nuestros oídos con cumbias y abrazan niños en los spots? ¿Por qué, por qué lo hacen y lo vuelven a hacer? ¿De qué se ríen? ¿Por qué están tan serios? Me he preguntado en esta mañana incierta y ferviente como cuando antaño, confiado pero con un resquemor en las tripas, entraba a misa, atontado de religiosidad y de las lágrimas de la Virgen Mamá allí arriba mientras que en el atrio un desconocido casual cura ya momificado nos prometía cielos redentores y nos santiguaba y ofrecía, de paso, nuestros cuerpos y almas en sacrificio a la divinidad que reinaba, cruel, en algún Cielo distante augurándonos tanto paraísos como las coronas de espinas. Dios, me digo. ¿Dónde estás? Dios mío, mi Dios antiguo, poderoso, libre.
El diosito que abandoné dentro de la iglesia y encontré luego tirado en los campitos. El de mi instinto y mi rebeldía adolescente. El de Spinettalandia. ¿Guiarás esta mañana la mano errante de mi voto para que triunfe alguien digno? ¿U ofenderé tu corazón estropeado a stents con mi recelo, más por temor al castigo que por la honra de creer? Oh, Dios, debo repetírtelo porque te suelo encontrar algo sordo: algunas caras me dan pena, risa, miedo, indiferencia y hasta repugnancia. ¿Cuántos kilómetros de árboles fenecidos para la voracidad de papelería de campaña los candidatos han tumbado? ¿Lo advertirán, Dios mío?
Me escucho pensar como un profeta antiguo, anquilosado, verborrágico e improcedente. Y que si bien es cierto que muchos políticos respiran honradez, la mayoría son asmáticos. Ni exprimiendo todos los políticos se saca un caudillo. La política suele ser el arte de obtener la plata de los ricos y los votos de los pobres. En política nadie muere del todo. Los candidatos no nacen, se hacen. Frases, frases. Soy el que no guía, el que no ha visto emerger a candidato alguno con una oración feliz, una metáfora que libere una poética viva. Toda gramática usual, estigmatizada en sus vísceras de frankensteins criollos; espíritus temerosos de la voz del pueblo, almas que serían capaces de regalar pesados tornillos para construir el arca sin medir el peso de la barcaza, la calidad de la madera, la tempestad oceánica. ¿Pido demasiado?
Pido calidad no cifras: exijo belleza, no palabras. Pido remolinos, no certezas. Necesito dudas, no exactitud. Pido permiso, no garantías. Quiero la nada y por ende el todo, un todo para moldear como la plastilina. Pido una figura que se irradie de luz y se haga génesis de algo que ignoramos pero presentimos delante de nuestros ojos: pido humanos suprahumanos. No las calamidades.
Pido que entiendan que las penas son enormes y no pasan por el hueco de las cloacas nunca abiertas. Pido un milagro. Pido pan no me dan. Pido queso me dan hueso. Pienso en un viejo cuento: "Estaba el mago y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y desapareció el racionamiento. El político, en cambio, hizo un gesto y lo que desapareció fue el mago". ¿Magia en estado puro, el paraíso perdido, el país soñado estoy pidiendo? ¿La manzana encantada o la cruda realidad de los codazos para salir airoso de las contradicciones?
Oh, Dios, he cometido el pecado de leer demasiado y desear mucho, de denostar a quien no vuela en las alturas sin photoshop, al que huelo temeroso de vivir y recubierto con una corteza de barniz dulce cual torta empalagosa. Voto, luego bebo, harto de tanto menjunje tempranero de sortilegio, superstición, la didáctica ecuánime y que ruego me devuelva a tierra: que si no te ocupás de política la política se ocupará de vos.
Y al despedirme de mis rezos advierto que a pesar de no entenderme, o que descalificarán esta nota por absurda, ellos, los que hemos elegido, se han convertido en nuestras caras, a imagen y semejanza, de nosotros los pecadores y los confesores, los dominadores y los dominados; los errantes y los iluminados. Aquellos que seremos tratados como dioses hasta que cierre la última urna el domingo veintidós, para luego volver a ser mortales, numerales, ceros, enigmas que nadie conoce hasta que nos vuelvan a necesitar para el próximo oficio religioso. O que nosotros podamos cambiar de caras.


Te asesino de placer



* En el baño de la terminal entra apurado a un retrete. En la puerta, del lado de adentro, bien grande en marcador alguien ha escrito: "Soy Johnny, recién llegado. Quiero amarte bajo la ducha. Te asesino de placer y me gusta que me filmen". Tanta explicitación y exactitud le parecen un hallazgo macabro.
*-Por día muchas mujeres están detrás mío y hasta me pagan en efectivo. Hace un silencio, bebe la cerveza y estira las piernas. ﷓Soy taxista, dice el tipo. Y cierra el primer chiste de su tarde libre.
* Ostentaba cara de enterrador y carácter mudo; se vestía como un granjero dark de las pelis yankis. Parecía un oscuro diácono de civil más que un joven argentino. Sufría de un amor imposible con el que nunca había hablado. Se anotó en un taller literario y creyó que las palabras se anticipaban o lo seguían. Lo consultó con el profesor. ﷓Dejá ese laburo que tenés, vas a sonreir de nuevo, le aconsejó. El tipo era notificador de desalojos domiciliarios pero aspiraba a ser poeta. Murió como corresponde: Baleado por un deudor enloquecido.
* Su papá lo boxeaba, reproduciendo un juego que decía practicar con su abuelo ﷓!Armá la defensa!, le increpaba en medio de resoplidos. Y la punta de sus dedos, infamantes, le rozaban la pera y los pómulos. Era una pelea encubierta de enseñanza. Entonces el chico bajaba la guardia. Aquello duró años. Una tarde, ya crecido durante un entredicho sucedió aquello de levantar a su viejo de la silla como una pluma y ponerlo contra la pared con su puño sobre la cara. ﷓Bueno, bueno, así me gusta, sorprendió el padre. Estaba gustoso: Su hijo lo había desafiado y vencido. Pero él se sintió triste por haberlo avasallado y por la rabia que había encontrado dentro suyo. A los días el padre lo invitó a ver una pelea de box juntos, pero le contestó: ﷓Eso es para los fracasados. ﷓Puede ser, pero soy yo quien te trajo al mundo, retrucó. El se sintió peor. El padre siempre parecía ganar el match.
* El viaja en un taxi a medianoche abstraído con la música de cumbia del taxista y de sus charlas. De pronto siente en la radiollamada la voz chispeante del operador: ﷓¡Sánchez está tan enfermo que hasta el auto que maneja vive medicado!. Va a usar el chiste cuando se acuerde a la vez que se identifica en su hipocondría galopante.
* El pibe observa con detalle el mechón negro que flota en la pileta del campo. ﷓¿Qué son papá?. El padre las mira entre sus dedos y dictamina. ﷓Pelos de caballo. ﷓¿Y cómo vinieron a parar acá?. ﷓Se los cortaron y vinieron por el aire. ﷓Si los caballos no vuelan. ﷓Son las cerdas, hijo, son las cerdas que le cortan. Y ante la cara de asombro del hijo él entiende que ha de sobrevenir una larga charla acerca del juego de palabras y de la zoología.
* Lee en un arcaico libro con olores a humedad. "En el siglo XIX en USA se aplicaba la 'ley del pulgar' consistente en que el marido podía azotar a la mujer con una vara siempre y cuando ésta no superase el grosor del pulgar del golpeador". Se mira los dedos, imagina el cuadro: El tipo llevado al juzgado, apremiado y castigado porque sobrepasó el ancho. ﷓Soy corto de vista, imagina que argumenta. Y al instante lo dejan libre.
* Cuando el se sentía interrumpido bruscamente, ella decía que estaban intercambiando ideas. Cuando a él le empezaron a asquear ciertos olores o ruidos corporales ella retrucaba diciendo que la naturalidad es sana. Cuando confesaba ruindades con desconocidos ella afirmaba que no eran hipócritas. Cuando ella tuvo un amante y lo confesó argumentando que lo mejor era siempre la verdad, a él le pareció un naufragio. Pero siguieron. Una día ella cayó por toda la cuenta, sin arte y expuesta a su dolor y a su endeble entereza. No pudo más andar pero él la protegió, cobijó y trabajó mucho más para mantener a ambos. No admitió jamás una disculpa y se alejaba cada vez que ella pedía perdón. Todos los días ella lo hacía, por vez primera, sinceramente. El no oía. Ella creía que eso era amor: La venganza tiene formas sublimes.
* El taxista ve una dama pulposa en la vereda cuando él la descubre evanescente. Es una ternura de belleza. El que maneja, un gordito tatuado murmura: ﷓!Está tan buena que dan ganas de cagarla a trompadas!. No lo puede creer. Entiende en ese momento de fatal epifanía por qué el mundo se encuentra en guerra y sin poesía.

Figuritas



* "La difícil", conseguir "la difícil" a cambio de una pelota de fútbol. Harto de la búsqueda y sabiendo que la inhallable era un remoto DT de Racing, tomó una de Maschio y con birome Bic trazo grueso le dibujó un cuello de camisa y una corbata. Y mandó a un ignaro a recoger el botín fraudulento. Se sorprendió cuando su enviado fue echado del negocio como un ladrón. Su venganza posterior, con los años, fue falsificar dinero. Las figuritas y la desigual competencia urden delincuentes. Se decía esto, mientras esperaba la salida en Coronda en el pabellón de evangelistas. A ellos les había hecho creer que creía. Era mejor que estar con los "comunes". Y todo por una figu.
* Ella recuerda el Menemato con repugnancia. En enero del '96 se tiraron casillas de emergencia porque impedían la traza de autopistas. Vió por tevé que un morocho sostenía la bandera argentina como una garantía ante el arrollamiento. De nada le valió. Se lo llevaron puesto. -Macri es Menem pero sin peluquín. Y siente pena por los porteños que son arrasados a toda hora.
* "Un Rolex no cambiará el mundo, pero sí lo harán las personas que lo llevan", está escrito en letras grandes y azules en el copete de la publicidad de la revista que descansa en su falda. No hace nada, sólo decide ir hasta el baño y mear sobre ella. Se queda más tranquilo sabiendo que ha dejado al bodoque ilustrado goteándole las hojas
* Un jovato usa zapatillas negras con laterales y punteras de dibujos llameantes, como las de autos de competición, ultradeportivos y veloces. Pero el viejo casi se arrastra, bastón en mano. El lo mira avanzar y se pregunta si esas llamas no estarán antecediendo al Infierno que le depara al anciano en breve.
* Hay 200 millones de soles. Son las 20.15 y está en una urgencia, la paciente precisa que le abran la muela infectada. Irradia al hacerlo un olor a pantano que él conoce. Ella es delicada, hermosa. El piensa en los planetas mientras le mira las tetas y siente que puede curar, batallar contra el mal, sanar, dar amor como una galaxia plena. -¿Te duele?. No, ya no. ¿Y por que llorás? -De vergüenza.Entonces comprende que podría regalarle un universo, dejarlo a su pies como la mayor carie sanada y luminosa. Salvarla para salvarse el mismo de sus propias ignominias que a veces le suelen doler como si tuviese una muela rota.
* -Tengola, tengola, tengola, era la muletilla que se usaba cuando a uno le mostraban las figuritas para canjear. La tengo, la tengo, la tengo, significaba aquello. Porque había que abreviar, el mundo era insignificante al lado de hallar la figurita preciada, la difícil. Solo una vez la obtuvo y fue tras larga pelea, bajándola a piedrazos de una pilita sobre un paredón, derrotando a su adversario. Pero estaba rota y la cara de Tarabini apenas se notaba. La guardó bajo un vidrio, como una mariposa muerta. No servía para llenar álbum alguno, pero era suya, la había obtenido con puntería y sudor. Suya.
* Su abuelo tenía un cine en el pueblo. Y un jeep celeste y marrón con figuras de chapón de las siluetas de Laurel y Hardy. Por las tardes desde el micrófono anunciaba los estrenos. El lo recuerda en la cocina, dialogando con su socio. -Van una de acción, una de coboys y una de llorar. Ah, y por las dudas guardamos una de pensar. Evidentemente, antes, el mundo era más sencillo.
* Fue Marco Licinio Craso el gobernador de la ex provincia de Siria quien fuera derrotado en tierras de los persas, los partos más exactamente. Confiado excesivamente en sus fuerzas de legionarios romanos fue destruido. De 30.000 soldados sólo 500 se salvaron y se convirtieron en esclavos. Eso sí, el obtuvo el oro que buscaba de la peor forma: sus captores se lo derramaron, caliente, dentro de su garganta.
* Ella lo cuenta con un indeleble orgullo, cual viajera salvada del naufragio merced a sus brazadas. Estaba siendo capturada por la religión hasta que fue a confesarse: de entre la semipenumbra emergió una voz mezclada con olor pútrido quien la conminó a contar sus secretos y así salvar su alma. Dijo cualquier cosa y se retiró descompuesta. Ese olor era el aroma de lo que le iba a deparar el futuro si tomaba la comunión. Por eso abandonó al catecismo, aduciendo un mal nauseoso al que los doctores no encontraron explicación. Pero ella sí, reservándose hasta que creció del todo, el porqué de su malestar.
* A él, todo un hombrecito, le atraen las figuritas de hadas. No tanto por su matiz femenino sino por la delicadeza y el arte ingenioso de pegarles brillitos que él juzga sobrenaturales. Para emparejar sus pruritos, extrajo de unas figuritas de su hermana esos pequeños cristalitos y se los fue pegando a las de jugadores de fútbol. No era lo mismo porque cuando lo mostró en la barra le dijeron mariquita.

Toda esperanza resulta subversiva



* Jorge Cafrune tenía prohibida desde tiempos inmemoriales, ya sea en democracia o dictadura la Zamba de mi Esperanza, que no era de su autoría. Los censores arguían que con sólo mencionar la palabra esperanza se habría de activar un motor siniestro que promovería la sublevación, la lucha armada y el caos. Los fachos pueden ser imbéciles, calculadores, perversos pero fundamentalmente son muy supersticiosos.
* Su esposa con quien estaba casado hacía 40 años se estaba desnudando dándole la espalda. Tenía en sus nalgas una inconfundible marca del tiempo: La piel naranja. El recuerdo de los dichos de un verdulero amigo vinieron en su ayuda. ﷓Las mejores frutas son las que tienen picaduras de los pajaritos porque resultan las más dulces. Le dió una ternura infinita y se durmió envuelto en ese pensamiento amoroso.
* Son los rayos y su mutación. Suben impulsados por las torres de electricidad y en el cielo se abren como los dedos de una mano para caer con mayor furia sobre la tierra. Son engendros; Frankensteins creados artificialmente. Llevan un alma vengativa y detestan a la humanidad que los han hecho nacer sin ganas ni amor.
* El pibe lee en una revista: "Los romanos creían que Sirio, la estrella más brillante de la constelación del Can Mayor, agregaba mayor calor al sol en el verano, así fue quedando eso de 'días de perros' cuando los días son agobiantes". Mira hacia sus piernas, hacia Pingo su pichicho que luce echado junto al almohadón mientras el aire acondicionado lanza invisibles témpanos hacia ellos. Y le parece que la antigüedad era de un salvajismo sin igual, irrespetuosa y bruta. Acaricia al perro en la cabeza que ronronea asintiendo; cómodos los dos dentro la civilización que convierte a las mascotas en seres superiores.
* Hubo una leve incomodidad: Ella y el andaban mal como pareja. Era un cumpleaños. El se acercó al tipo y le dijo como advirtiendo: ﷓Ella es mi mujer. Claro, sabía que ella lo había tenido semidesnudo, en una camilla. Era masajista y el desconocido la estaba saludando como a una profesional cualquiera de la salud. Pero eso, para el doliente, creaba una intimidad abrumadora ya en pleno naufragio que él trataba de salvar como podía, aclarando cosas para oscurecer más aún el mar de fondo.
* El daba clases de ética y otras costumbres mezcladas con new age y perfomances cósmicas de salud, energía y espiritualidad: Pero era una fija que al hotel donde iba se llevaba de recuerdo una toalla, sin reparar que esa faltante la habría de reparar la chica encargada de la limpieza.
* Los amigos, igual de brutalmente honrados habían encontrado un cauce a su crueldad y acendrado machismo: Se juntaban a ver peleas de box femenino y disfrutaban de los tortazos como si fueran ellos mismos los propinadores.
* Había algo de indefinido en su alma que no podía soportar ni explicitar. El terapeuta la encrespaba: Obtenía un tema y pretendía encajonarla y así, miserablmente, tener material para meses. Su marido desocupado igual: La perseguía con mañas de acosador sentimental que la rebelaban, pero ella se inmovilizaba, no podía definir su encono. Un día los abandonó a la vez a los dos en el mismo día y se dedicó a jugar sin esas sombras chinescas y funestas a las que además había que pagarles por mes. ﷓Que se vayan a laburar, dijo apostando en la ruleta, vaso en mano.
* Tantas veces lo invitaron, tantas...el rechazaba el convite pues los consideraba tontos y antiguos. Una noche, atrapado entre fuegos dijo que sí y lejos de aburrirse la pasó de maravillas. Mucho mejor que con sus amigos del circulo áulico. En el nuevo espacio no había filmes, ni jazz, ni se debatía nada. Se comía, bebía y se hacían chistes. Sin darse cuenta llegó a una de las piezas donde terminó compartiendo el lecho con dos mujeres. ﷓Qué tarde me acordé, se dijo con el amanecer en la ventana, mientras ellas dormían entre sus piernas. Pero nunca más lo volvieron a invitar. ﷓Es extraña la gente, se dijo. Pero me lo debo merecer.
* Inglaterra envía menores de edad a combatir en Afganistán: perversiones de un imperio modelo que tiene reglamentado en las aulas el uso del puntero como elemento de castigo. Una pinturita coherente: todo pirata debe hacerse a la mar con alguna cicatriz que atestigue su sumisión a la Corona.

Ni noticias de la subversión




*Había hecho la colimba en dictadura por la zona portuaria. Recuerda haber visto todo cerrado, con alambradas y llevar siempre el dedo sobre el gatillo preocupado por la subversión. Muestra su trofeo: una libretita insignificante, negra y carente de insignias. Allí le habían indicado que estaban -a birome con letra de chimpancé- los teléfonos útiles que incluían los de la comisaría por si veía algo sospechoso. Y el del bailable Brasilia, por si algún marinero le preguntaba donde había chicas. -Girls, girls, se impacientaban y él acudía a su libretita mágica a cambio de cigarrillos importados. Los guerrilleros nunca se dejaban ver. Y menos para ir al Brasilia.
*Era chico y ya conocía algunos misterios de la naturaleza. Ahora estaba bajo la canilla del patio, su madre refrescándole la picadura de abeja. -Bueno, no llorés más, que ya pasa, lo consolaba. Pero ella ignoraba que su hijo estaba moqueando -y mucho- porque se había enterado en el Lo Sé Todo que el insecto tras dejarle su aguijón habría de morir. Por eso lagrimeaba. Más por ese dolor que por el otro.
*Ella viste de civil. Deja como todas las mañanas un billete a la señora que pide en la esquina de la zapatería. Sabe que es la madre del pibito que mató en un tiroteo de escruche. No siente culpa: sí un deber que no abandonará hasta que la trasladen o la vieja se vaya. Es dueña de su vida, ahora. Igual a los samurais, se sorprende leyendo en un libro.
*Se viste lo mejor que puede y se llega a las agencias donde venden autos importados. Por internet aprende todo lo que puede sobre modelos y cilindradas. Ante el vendedor luce como un experto. Luego, desdeñoso como cualquier rico de malhumor exige colores que no existen o modelos extraños y asegura estar dispuesto a llevarlo "cash". El vendedor consulta a la casa matriz. -Hay una demora de quince días. -¿Quince? En quince estoy afuera, en la nieve, che, se disgusta. Y se va, envuelto en la parodia, el rencor cordial y simulado. Cuando a los días lo llaman, finge extrañeza y responde que ya se compró otro modelo y que lo siente mucho, che.
*"Un delfín que estuvo en cautiverio al ser soltado mató a dos compañeros de manada. Se cree que la prisión incentiva este comportamiento", explican puerilmente en la tele. Ella la apaga, se sirve un café, mira a los edificios y parte al Juzgado de Menores, donde vive la llaga de su enigma, su sueldo y su ya casi indiferencia y pena mezclados por ser apenas una aliviadora; por no poder hacer nada.
*¡Mala farina! -mala cosa-, exclama la abuela cuando ve en tevé a la diva embarazada del ídolo de rock. -Ahora sí que lo enganché del todo, declara risueña la actriz. La ve también el Edu que está cenando. Risueña le suena a siniestra. -Eso mata al amor, alarga la abuela, mientras acaricia el gato en su falda. Al nieto le agarra un frío en el antebrazo. Piensa en su divorcio y deja de comer. La chica en la tele sonríe, no para de sonreír señalándose la panza.
*"Ya cuando nada soporte y vea unos ojos que no estime y por eso me levante de las mesas, solo para no mirarlos, tal vez empiece a ser feliz. Cuando aprenda a no sentarme en esas mesas fúnebres, ni celebrar Navidades huecas, ni saludar vecinos que ignoro, ni vacaciones inhóspitas, ni carne triste para no estar solo, a lo mejor empiece a ser feliz. Cuando abra el botiquín o lo cierre y me mire al espejo y ya no sienta el hastío de haberme equivocado y entonces deje de escribir y empiece el trajín de volver a caminar para aprender todo de nuevo, capaz que empiece a ser feliz. Como me merezco". Cierra el cuadernito con pudor: lo escribió hace unos años y desiste de hacer balances. Pide whisky doble para apurar de un trago.
*Papá viejo e hijo también. Lo espera a que salga, le ayuda con las valijas para subirlas al baúl del coche suntuoso que los llevará hasta el aeropuerto. Van de viaje juntos. Sin anhelos. Fríos, mutantes de la felicidad, residuales sombras de afecto no manifestado, fantasmones de igual sangre, callados, mustios, sin penas ni alegrías. Ambos comparten un secreto, la caja de acero que ninguno abrirá. El hijo sabe que su padre es un estafador y el padre sabe que su hijo se acuesta con jovencitos. A ambos le avergüenza la actividad del otro. Ambos sienten pavor de ser descubiertos. Por eso vacacionan juntos, para vigilarse, para desearle la muerte al otro, para olvidarse de ellos mismos.
*En el campo, las sierras o el mar uno se despierta por el silencio apabullante; en la ciudad por el ronquido de los aires acondicionados, las máquinas express o los frenos de los colectivos. Acostumbrado a la normalidad del estrépito, se ha desperezado en el medio de una paz sin ruidos sobresaltado, como en peligro. -Dios, que rara que es la naturaleza, se dice. Y enciende un cigarrillo antes de desayunar.

Torino para un obrero



* Era anarquista, como lo había sido su padre. Trabajaba en la fábrica y de tanto insistir con un número se ganó la grande. Siguió cumpliendo con marcar tarjeta para no vivir de rentas y cuando su hijo que despertaba a la adolescencia le pidió de comprar un auto, él le contestó enojado: ﷓¿Cómo un obrero va a comprarse un Torino?. Y adquirieron un Merceditas usado para la familia y una moto flamante para el pibe. El resto del dinero se fue yendo producto de una especie de mutual de préstamo de palabra que el viejo había instalado en una mesa del Bar del Carmen. Se apellidaba Barrera. Nunca agregó intereses.
* En el bar la moza mete la mano debajo y de un frasco saca unas cascaritas blancas que vuelca en el exprimido. ﷓¿Qué es eso?, interroga él en la barra y la sorprende ﷓Sh, son semillas para darle un toque de verdad al jugo. Comprende que las usa para el camouflage de líquido naranja concentrado que agrega a la fruta verdadera. ﷓Todo entra por los ojos, completa ella. El recuerda algunas noches pasadas junto a la dama y trata de reencontrarse con sus gemidos amatorios como quien recuerda con recelo las huellas de un asesino.
* Tiene cincuenta años que está cumpliendo en esta mañana de febrero. Sobre la mesa un jugador de metegol roto, un frasco de acrílico, un mate vencido y la dentadura de artificio de Drácula de su hijo, el menor. El caos lo sorprende pero ya es tarde: no tiene ganas de nada y lo ha invadido una tristeza infinita. Sólo hasta el lunes en que venga su mamá de visita y le ordene un poco mientras conversa. Le da un poco de pudor pensar que la extraña y necesita de ella como cuando debía hacer las tareas de la escuela y no quería. Sólo que ahora es adulto, se ha divorciado y no concurre más al colegio.
* El escudo tiene cinco rayas amarillas y cuatro azules. Y una planta de oro con un quinteto de estrellas. El otro, el de los adversarios es oscuro, nocturno y no le gusta la combinación de pigmentos. En los misterios evanescentes que el aire dispara, él entiende que la luz derrota a las sombras. Un pensamiento infantil pero sincero, que le ayuda. Si fuese DT no daría una charla sobre táctica: le trasmitiría a los jugadores esa inexplicable energía del sol.La táctica del espíritu iluminado, se dijo como para titular algo. No perderían jamás. Luego, persignándose encendió la radio: el partido estaba por empezar.
* Alguien lo llamó para actuar en un corto haciendo de inspector. Estuvo tranquilo y seguro durante todo el rodaje, como si supiera de antemano como era esto de filmar. El policía que llevaba dentro resultó mejor que él mismo, con mayor ética y bondad. Le dió vergüenza y se asustó tanto que se prometió no actuar nunca más.
* Ella evitaba sentir aquello pero desde que vivía en la Reserva a metros de la playa había empezado a sentir repugnancia por el malón que provenía de la ciudad. Le daba encono y pena. Dejaban restos de comida, tubos de bronceadores y ruidos. Después se iban afanosos y colorados. Le asqueaba entender que hasta el año pasado había sido una más de la piara.
* Don Adolfo tenía al gato en su falda y esperaba su serie policial con ansias -"Lo más importante de una casa no es la iluminación, ni los colores ni las habitaciones. Lo mejor de una casa es un buen sillón. Caro, a lo mejor, pero conviene invertir en salud. Un buen sillón es la base de la ventura, no obstante los humanos que andan dando vueltas tratando de impedirla". Sonó el timbre, estaba solo y por más que afuera voceaban su nombre no salió. El gato lo miró aprobatorio porque compartía su idea de la felicidad.
* La sensación era agradable. La jovencita se había dormido y en el asiento una parte de su cadera le rozaba el muslo. Pensó en despertarla para que no piense que estaba intentando una aproximación. Pero era la luz primera del día sobre el campo, estaba cómodo y sería peor si se movía. Tuvo un pensamiento: "Parecemos dos amantes que hubieran dormido juntos". A ese grado de confort extraño se llega cuando se viaja con perfectos desconocidos. A esa teatralidad amatoria.
* Ella pasó la noche con él en ese solo ambiente, tipo rancho. Lo más moderno que tenía era el agua corriente. Pobreza de fraile o de hippie. Cuando entró al baño, tras ser usado por él, y vió en el agua del inodoro dos fosforitos quemados para intentar tapar el olor, le entró una ternura enorme. De estos modos impensados suele comenzar el amor.

La fidelidad, ja, ja, ja, ja



*"Nadie te ha sido tan leal como yo", enuncia ella adornada de colgantes, pelo en la cara, boca dibujada. Cree que por serle fiel a su hombre, al que ha elegido para su experimento de Niña Drácula, es una heroína. La felicidad es otra cosa. Ambos lo saben y es una pena. Ya no pueden hablar del tema que se enriedan y terminan en guerra. El, sin ser engañado ha dado con su cornamenta por el piso y es tan enorme su fatiga que no puede levantar la testuz y agoniza. -﷓Siempre te he sido fiel, y ella levanta la antorcha para iluminar la escena fatal a la vez que cuelga de una de las astas su medallón de bruja unido al anillo de casada.
*"Nadie sabe donde queda un niño, piensa. Le gusta la idea críptica, fatalista y esperanzadora a la vez. Se le ocurrió en una reunión de padres y la largó en voz alta. -﷓Yo a veces no la entiendo. -﷓Es buena persona pero no se sabe expresar. Todos cloqueos de señoras casadas. Tal vez le envidian su buena ropa, sus modos bellos, su elegancia, su inteligencia, su distancia y su libertad. Es mucho para esta escuela. A sus espaldas le temen tanto como la denostan. -﷓No tiene hijos. ¿Qué puede saber?, elucubran. Pero la escuela marcha con nuevos aires a cargo de esta directora que ignora las reglas y que ha hecho que nadie estudie de modo que haya más tiempo para dedicarse al intento de ser menos aplicados y más felices.
*Un amigo ya mayor contó que en la juntada con compañeros de toda una vida se empezaron a tirar nombres y la abrumadora mayoría pertenecían a difuntos. Entonces él interrogó: -﷓Che ¿A que no saben quien está vivo? Del mismo modo, el tipo recordando la secuencia podría preguntarse algo similar mientras desayuna en este bar de mujeres perfectas y reconstruídas: -﷓Che... ¿A que no saben quién tiene tetas naturales?
*Se lo ve pacífico, un Buda flaco, gesto perfecto de Mona Lisa. Ahora tiene más de cincuenta y padeció una eternidad para que comprendan que su mansedumbre no es indolencia, sus dudas no son cobardía sino prudencia. Nunca maltrató, ni envidió, ni envenenó. Es un ser elevado ganándose la vida en el tercer piso de una ratonera de Tribunales. Una noche de aguacero entró en la penumbra para salvar expedientes que de otro modo se hubieran arruinado. Sus parientes, que ignoran todo de él, consideran que es un fracasado. Dios opera de forma misteriosa.
*Fue en Buenos Aires durante los años de plomo. El estaba huído de todo. Como andaba hambreado se sentó en un bar frente al Hospital de Clínicas y desayunó hasta hartarse. Luego hizo un paga dios. A los años, ya en democracia volvió al sitio y le quiso abonar al mismo mozo la adicción. -﷓Hombre, contestó el gallego. Cuando se es un estudiante o un jovencito yo les perdono. El hambre, para el que estuvo en la guerra, es algo serio. Y dio por culminada la charla. El anduvo emocionado un buen rato, aturdido de agradecimiento.
*Tiempos de dictadura. Era ayudante colocador de membranas. Consiguió un trabajo grande y lo hizo partícipe a su compañero, quien desechó la oferta. El patrón enterado lo amonestó para luego echarlo a la calle. Le recriminó la falta de lealtad a la empresa. El le contestó que para ser leal hay que cobrar mejor. Entonces el tipo gordo lo amenazó con denunciarlo por subversivo, porque tenía "contactos". Huyó despavorido: no eran tiempos de libertad en ningún sentido. Esperó a la salida de una obra al traidor y le acercó un billete: -﷓Tomá, vengo a traerte tu parte. El otro, sin entender la ironía, se le quedó mirando como a un loco.
*Tulio se enteró que su esposa lo engañaba con uno de sus mejores amigos, pero guardó el secreto yéndose a vivir solo. Ninguno en el grupo lo supo, hasta que dedujeron el asunto, puesto que a ambos nunca más se los volvió a ver juntos. Pasó el tiempo y Tulio seguía como si nada. Una noche, volviendo en auto del trabajo, otro se encargó de hacerle la pregunta fatal sobre que sentía o había sentido. -﷓Nada, cosas que chocaban. Vergüenza ajena, a lo mejor. No supe que hacer, porque a los dos los quise mucho. Ahora el problema es de ellos. Y encendió, impasible, un cigarrillo.
*Por el parque, cerca del Laguito, hay un enchufe en un árbol que lleva su carga por un cableado hasta la altura. Lo usan quienes cortan el pasto y el dueño del carrito de hamburguesas. Una vez vio caído cerca a un gran pájaro y constató que tenía el pico chamuscado, seguramente por querer quedarse con algo de aquella chispa invisible, con la energía articial que manaba desde aquel árbol eléctrico.

Les juro que puedo volar



Ocurrió en Córdoba. El loco del pueblo se había propuesto volar, definitivamente. Como en el lugar común de todas las poblaciones, siempre habrá uno que lo intente. Armó una mochila de maderas y dispositivos erróneos, unas alas de nylon, cosidas burdamente y subió en aquella mañana de domingo hasta El Nevado. Todo el pueblo lo seguía o esperaba a los costados de la pendiente, antes del precipicio. Ninguno lo detuvo. Ya era hora de que el tipo compruebe aquello. Sin más ceremonias tomó valor y se largó corriendo hacia abajo para lanzarse al vacío. No hizo más de veinte pasos que enredado en sus piolines, tropezó y llegó rodando hasta la base de lanzamiento, hecho un despojo de sangre, tela y plástico. El detalle fue que de la perrada que ladraba enervaba surgió su pichicho y al no reconocer que aquello era su dueño lo mordió. -﷓Soy yo Boby, tranquilo, fueron sus últimas palabras.
 Le trajeron un reloj de New York comprado en el barrio chino, muy berreta. Impresionaba de lejos. De cerca un pedacito de plástico bien dispuesto. La perillita se falseó, la malla de descascaró pero le quedó adentro la magia oriental. Descubrió que al detenerse, trabado en sí mismo, las agujas quedaron marcando una hora que invertida era igual: las 20.10 -﷓al revés serían las 13.40 o las 20.10 si uno no mide el tamaño de las agujas--. Es como el amor, donde no hay ley aunque todo es circular y según se mire.
Son feas pero sonríen: pasean, recorren el circuito deportivo con una fe que las hace victoriosas.Y se tornan lindas porque tienen ganas de serlo. Para él, que se encuentra deprimido, aquello es una epifanía, un mensaje de que todo no está perdido. Pasa y las piropea como lo haría si se encontrara con la mismísima Pampita.
 Ya divorciado trajo a vivir a su hijo adolescente con él. Por la privacidad es que ha hecho un despliegue único; concederle una entrada aparte con un tabique y de un viejo garage hacer la habitación para el pibe. En algunos sábados siente las llaves, murmullos y luego una risa de mujer, siempre distinta. El intenta concentrarse en la película. Cada vez las voces y los gemidos amatorios van subiendo en calidad y cantidad. Una noche se descubrió con el oído en la mampara e imaginándosela, pues la había espiado cuando bajaron del taxi. -﷓Una bestia hermosa, se dijo. Avergonzado, se sentó a ver 2001, Odisea del Espacio con una mezcla de orgullosa envidia.
 "¿Cuando una ropa de salir se hace para todos los días? ¿Cuando una zapatilla se torna chancleta?". En estos detalles ella piensa regando las plantas, mientras coteja que ya no la piropean o la miran con estudiada concentración y nada más. Entonces sin resentimiento tira a la basura algunos adornos que la acompañaron por siglos cree ella. Se desnuda frente al espejo, oye a Serrat, se sirve un té frío con vodka y se acaricia intuyendo que ya deben ser las siete y su novia está por visitarla.
 Aquí, comida al paso, parecen decir los autos estacionados, porque los gorriones dan vuelta y vueltas sobre la trompa y el parabrisas del Citroen azul. A él le encanta la coincidencia, mirando el sitio donde han quedado impregnados los insectos de la ruta. -﷓Parrilla a la parrilla sería ¿no? --le cuenta a la moza, quien apurada por los pedidos le dispensa una sonrisa, pero sabe que no entendió.
 En la calle en una esquina de viento, huyendo de un conteiner abierto empiezan a escapar hojas y mas hojas de cuaderno. Ella las recoge por su instinto profesional de maestra. Son de una nena y le impresiona como si tuviera en sus manos restos de mortaja. Junto al caparazón verde de la basura empieza el reguero de dibujitos, oraciones, escrituras. Se le pone la piel de gallina. Parece tener en sus manos la marcas inocentes de una muertita.
 Los restaurants al paso en las inmediaciones de la zona bancaria y cerca del mediodía le dan arcadas: ve en lugar de gente, pollos sentados, comiendo granza en un criadero
 "Dios no es perfecto: muchos no creen en él". Y este pensamiento pueril lo deja a mano con quien hasta hacía poco había sido su guía, protector y amigo. Su perfección empieza desde el momento en que dejamos de adorarlo, lee. Pero todo se desarma, se torna áspero, legítimo y bélico cuando enciende la tevé y ruega o increpa a su dios para su equipo no pierda.

Somos todos como niños


* Ambos son jovencitos implumes y atienden un kiosco de revistas de calle Córdoba. Dibujan con frenesí pero sin arte en los ratos libres que son muchos. Caballos dibujan. Caballos criollos. De cuerpo entero. Cabezas. Cuando recibieron una revista con las reproducciones de Dalí uno dijo -¿Los relojes chorreando es como de los faloperos, no?- No, eso se llama subrrealismo, le respondió el otro. Y empezaron a copiar al español. -¿Por qué no dibujan lo de antes en vez de esas boludeces?, les inquirió el padre, tutor artístico y asignador del sueldo de ambos. Como respuesta ahora dibujan caballitos chorreantes: Son espantosos, pero les asegura la dignidad vulnerada.

* Escuchó hablar del reloj biológico; El, quien tiene horarios rotativos y trabaja una semana de mañana, la otra de tarde y la restante de noche. Escuchó delirios sobre mutaciones. De mañana es un hornero, de tarde un cascarudo y de noche un murciélago. En las horas libres duerme, hibernando como un oso. Se aparea cada dos meses. Es el único animal que paga por tener sexo.

* La noche era escandalosamente bella, salieron a la terraza tras un ensayo. El patio, las plantas en la altura, los pigmentos fosforescentes cercanos al farolcito amarillo. Y la luna que creció de golpe, llena, redonda. Esos momentos sublimes donde nadie dice nada. Hasta que el brillo delató a un nuevo cartel, más grande que la luna que dejó ver una hamburguesa horrible, gigantesca y la leyenda chorreante de "un cuarto de libra de queso". El asco los invadió a todos.

* Ella es una maestra que llegó del campo, ya mayor, y vino a dar a una escuela exigente, con chicos avispados y padres paranoicos. Los chicos la abruman y los padres la cuestionan. Confunde ser atacada con su incapacidad absoluta para gobernar con arte y eficacia el grado. Se victimiza pero ni le salen lágrimas, no sabe llorar. Es incapaz de indignarse y de sentir océanos profundos en su alma hueca. Por todo ello, para sí, se suele decir ?me discriminan porque vengo del interior.

* Hay sitios que dan miedo porque nos reducen al confinamiento y la prisión: Las comisarías. Y hay otros de implícita ternura desde su fachada como guarderías infantiles o tiendas de bebés. Los primeros suelen estar atendidos por gentiles y los segundos por personas horrorosas. Así es la vida, incongruencia pura.

* Le ocurrió algo exótico y de aire fatal: Llenó sin mirar dentro del termo con agua y mateó hasta terminar el contenido. Cuando vació el resto para llenarlo nuevamente vió caer en la pileta un escorpión muerto, calcinado por el calor hirviente. Hace dos días que aquello sucedió y cada marea o escozor o tensión que siente en su cuerpo lo atribuye al poderoso influjo del veneno que siente circularle por toda su anatomía y que lo terminará fulminando. Pero los días pasan y no se atreve a una consulta.

* "Por favor espere a ser llamado", lee impreso en el vidrio. En esos lugares de trámites ella ha comprobado que inevitablemente las ventanillas son siempre seis. Y dos son los que atienden. Hay un tercero, flotante que los charla, se sonríen, pierden el tiempo, la fastidian y enervan. Hablan de sus cosas. El que los distrae siempre lleva una taza de café en la mano, al descuido. Los ametrallaría, haciendo saltar los vidrios, salpicando todo de rojo. Pero hace palabras cruzadas para no tentarse.

* Es una señora que vive en un pasillo, cuida de su perra, baldea el pasillo y escucha la radio. Laprida al fondo. Se indigna de pronto con las noticias: Las potencias saquean y hacen explotar las ciudades de Medio Oriente cada día. Y nadie hace nada. Para quitarse de encima el odio y la incredulidad, para rebelarse y no sentirse cómplice va hasta el club de la vuelta y se inscribe en un curso de danzas árabes.

* La vendedora de tarjetas magnéticas de Entre Ríos y Urquiza es observada por un caballero que desde el tercer fijo la ojea por la ventana: La posición oblicua cae en un ángulo que le permite ver el rostro y los senos. Ella, un día, lo advierte, mira hacia arriba y lo sorprende, como llamada por un pálpito. Lejos de indignarse a la jornada siguiente se pinta de rojo furioso los labios y se calza una blusa blanca ajustada. En cada señor que adquiere una, ella cree ver que es él quien se ha atrevido a mirarla cara a cara.

* Un niño de seis años lee a Max Cachimba, le gustan los Monty Pyton, Les Luthiers y Cha Cha Cha. En el colegio lo acusan de no "prestar atención". La queja llega escrita a sus padres. El los interroga y se explaya. -Se volvieron locos en mi escuela...¿cómo se presta una atención si capaz que no la devuelven?. Festeja el chiste, pero los papás saben que tienen por delante el enigma mayor de sus vidas, ¿qué hacer con él, cómo explicarle, cómo va a aprender a moverse en la selva donde gobiernan los más estúpidos de la cadena zoológica?

* Tiene caspa y además es semicalvo. El sobrino, jugando sobre él, descubrió el sembradío y le ha dicho que lleva miguitas para que los pajaritos coman. Por la noche, su novia le advierte en la cama sobre la ceniza escamosa. El cuenta lo de su sobrino. Ella hace un mohín. -Lo que quieras, pero es asqueroso igual. Esa noche decide abandonarla.

Quién entiende a las mujeres


* ¿Es acaso una campaña del Imperio Informático para meter miedo? En su hotmail primero sale escrito. Advertencia: cuide su cuenta. Luego: Cómo defenderse con alarmas. Y la definitiva: Aviso, te han eliminado. ?Hay gente de vida cretina que juega a la guerra del miedo, se dice, metiéndose de lleno en el sol de la calle. Y sabiendo que esto no es nada en comparación.

* Casualidad pigmentaria: El conteiner es verde y el pibe que entra, trabando la exclusa con un palo está vestido color loro. Sería Linterna Verde si no fuese morocho, aindiado, anduviera sucio y extrajera de la caverna plástica un par de zapatillas grises que se empieza a probar. Es más ágil que el superhéroe, pues ha salido en segundos y ya está saltando sobre el calzado: Precisa volar por la ciudad y carece de efectos especiales.

* Cada seis meses lo mismo: Se empieza a desmoronar. Es un ciclo perfecto. Siente mareos, depresión, cansancio y abulia. Se hace chequeos que le dan invariablemente mal pero nada grave. Después de pasar por médicos y autorizaciones de órdenes decide un día curarse y se reestablece, aburrido de sentirse mal. -Hasta que un día no salga más y venga la muerte, se comenta para si fatalista y previsible. Pero sabe que no es verdad: Sólo debe aprender a soportarse.

* Ella es como la caja negra de un avión. Así son los secretos de la que cuida el rectángulo lleno de guita del banco español rojizo y aromatizado, mientras afuera bulle la primavera y los reflejos de los autos veloces parecen retazos de filmes que se proyectaran sobre las cabezas de los clientes. Nada de esto dice, con nadie habla de sus imágenes. Algún atardecer va a reventar de colores y la encontrarán en su cama, traslúcida y sin nada adentro. Ese día, recién valorarán su poética.

* Le suena el celular en la cintura, donde ya hace meses ha dejado de usarlo en ese lugar por temor al cáncer. Pero le suena, lo siente reclamarle. Alguien le habla del síndrome del miembro fantasma pero él descree. No obstante, el costado le vibra cinco o seis ves al día. Incluso cuando está desnudo, durmiendo.

* En la ciudad no hay más clásico de fútbol pero lo revive cuando dos empleados de correos, repartiendo correspondencia se cruzan en una ochava. El rubio lleva la auriazul y el morocho la rojinegra, en el diseño de sus uniformes.

* Todo empezó con un casual "-señor, me dice la hora" desde la voz de una jovencita. Luego la notificación que ya falta muy poco para empezar los trámites jubilatorios. En los colectivos ni mira a los chicos sentados por temor a que alguno le ceda el asiento.

* Nunca pensó ni remotamente en la posibilidad homosexual de que gustase de un hombre. Pero ahora que la posibilidad inversa existe -alguien gusta de él, se lo han confirmado-, lejos de horrorizarse se siente calladamente halagado. Sabe que nunca dormiría con otro hombre ni lo besaría, pero gustarle a alguien no deja de ser un viento de nutritivo polen inmerso en la adrenalina del bienestar. Lo reconfortante es que no siente pavor.

* Es rubia, bonita y habla con su celular. Habla apoyada en el semáforo de Santa Fe. Del otro lado la secreta dicha parece estar contestándole. Y sucede que con cada gesto de afirmación de la buena ventura cambia la luz con mayor entusiasmo.

* El la quiere retener en Rosario. Es su hija pero ni la atiende. Lo hace de rabia porque su ex esposa se fue a vivir a España con otro. La mamá, necesita tenerla con ella, pero la hija extraña a ambas familias carnales. Para que entren en razones el juez debería proponerle a los padres que la hija en común se quede a vivir en medio de océano, en una islita donde ellos no la perturben con sus miserias. Pero no tiene imaginación ni sabiduría.

* Sólo su perro y su analista conocen a fondo su doble vida. Ambos a veces lo miran, pero el bicho es el que menos parece cuestionarle alguna cosa. A los dos alimenta puntualmente.

* Ese no encarna más, extiende ella desde el trono arrogante de su soberbia belleza de reina de la videncia adquirida. -¿Por qué?, inquiere él, quien le gustaría atragantarla de un beso o de un baldazo de agua saborizada. Señala a un viejo -es cruel esa basura, susurra. El se siente insignificante y paralizado de tanta altanería. Están bajo una luz violácea y ella le comunica que la rueda de la vida gira en sentido estricto. El suspira -con todo lo que tengo por hacer. -A vos te falta mucho todavía, culmina ella con un apio en la boca. El clima esotérico poco favorece a su idea de llevarla a la cama. Por eso, recio, con la noche perdida, sorprende con un eructo. -!Fantástico! se alboroza ella, !Los espíritus liberan los malos efluvios!. Ahora sí confirma para sí la oración fundacional del macho criollo: "¿Quién entiende las mujeres?".

Por pudor se mezcló entre la gente



* Sube la pendiente natural de la vereda por Maipú hacia San Lorenzo y se sorprende en una vidriera, encorvado como un alpinista ?La vida tendría que tener más de estos altibajos terrenales, así no se notan a simple vista los defectos corporales.

* Cuando alguien cierra el mensaje a su celular con un "bs" que significa besos él deduce que en Buenos Aires el epígrafe resultaría una redundancia abreviada.

* Recibe invitaciones por correo para hacerse crecer el cabello. Alguien le comentó que hay un método que consiste es extraer pelos del culo, de la zanja oscura, para implantarlos pues crecen más firme. Aún no sabe si es una joda o qué. Por las dudas, ayer mientras se bañaba tomó un espejo y se examinó el trasero: Comprobó que de ser necesario tiene de sobra: Luego se avergonzó por ser tan crédulo. Y más aún cuando su novia le preguntó qué había estado haciendo con su espejito que dejara olvidado sobre el borde del bidet.

* Martín le dicen, o Luis algunos. Cualquier nombre que le pongan él acepta pues el suyo es intraducible. Cantonés chino. Lo hicieron de un equipo fantasmal: Tiro Federal y a él le gustó el emblema del tigre pues de donde proviene constituye un animal sagrado. Pero lo que hace no tiene nada de sagrado: Cuenta y recuenta las botellas de vinagre y al llegar a la heladerita con quesos siempre comprueba que le faltan trozos pues se los distraen demasiado algunos clientes veloces ?!Chirizos!, explota en su media lengua. Y refunfuña, pretendiendo decir "chorizos". ?¿Chizitos? ¿Qué pasa con los chizitos?, le contesta la cajera, burlona y parapetada detrás de la registradora gris que conserva su perfume y su aburrimiento.

* Una vez al mes, por motivos laborales se reúnen algunas horas para intercambiar ideas y proyectos en un bar de Barrio Martin: pero hablan de él, terminan haciéndolo. Son ex novias suyas. El lo sabe. Lo que le da mayor aprensión no son las infidencias o que lo destruyan en el recuerdo sino porque tiene la poderosa sensación de que se juntan a hablar como de un difunto.

* Vió a una señora momificada, pero encorvada caminando con cara de mona y progmatismo ?mandíbula saliente? que se le cruzó en la peatonal y llevaba en brazos como ofreciendolo a un bebé de quien no quiso fijarse en el aspecto. Temía encontrarse un feo cuadro de Goya. A veces contempla sin maldad lo espantoso del mundo y se arrima a preguntas tales como? ¿Por qué la alguna gente tiene hijos? ¿Para qué?. Se averguenza un poco pero olvida rápidamente.

* Descubrió en la multitud con la detección certera de rayos X a una ex compañera de la primaria, deteriorada, casi senil y le dió un vuelco el corazón. Por pudor, se mezcló entre la gente y se cruzó de vereda. La sorpresa fue mayúscula: Ella había hecho lo mismo y en sus ojos vió la fingida sorpresa que tenía Lucrecia Bernardi, que así se llamaba, al encontrarse cara a cara.

* Encuentra los parecidos de una gran familia invisible. Sube al colectivo una chica y detrás un señor mayor: por el perfil, el aire similar deduce que son hija y padre respectivamente. Pero no sucede lo que preevé. Ella pasa la tarjeta y él la suya. Y se sientan separados. La genética no existe ni existe el presentimiento, menos aún el golpe de visión. O bien todas estas cosas hermanadas que no dejan de asombrarlo. Somos una interminable manada mutante y a la vez iguales, muy iguales quienes no se hablan entre sí por miedo a que las devore un lobo ancestral.

* La doctora es joven alta, atractiva y levemente andrógina. Se han hecho amigos. El juega en el consultorio, le pide medicación exótica y se pesa distrayéndose con la balanza: Le cuenta chistes, enigmas; ella sus experiencias de guardia. De pronto, en un alto de la charla mientras le mide la presión, ella se confía. ?Vos que sabés tanto, tenés que ayudarme?. El atiende ?Preciso algo para el alma, algo que me cure. El se conmueve y se decepciona. Le da la mano y se apena por la soledad que suele haber tras los títulos y los guardapolvos blancos.

* En televisión hay un coro de hipoacúsicos dirigidos por una señora que ladra, destrozando sucesivamente Merceditas y el Ave María. Será un coro de señas, sordos plenos pero ignoran que quien las conduce es una burra que las conduce al naufragio auditivo. La gente, tal vez se conmueve más, pero él siente un hormigueo de verguenza en el pómulo que lejos de causarle gracia lo apena. ?Hay que avisarle a esta gente, se dice. Y toma la dirección del coro. Cuando era chico fue a cantar para los ciegos y le rayaron con unas pezuñas de peludo la guitarra flamante. Y sintió, con culpa, una leve repugnancia que no supo identificar y menos aún poner en palabras.

* El cortejo fúnebre pasa despacio por el Parque Independencia pero a la vez como una exhalación tortuosa. Distingue a un gordo morocho al volante que preside y que llena toda la ventanilla con su corpachón; detras otros autos y cerrando la fila tres taxis: Toda la gente va apretada, encimada, con la ventanillas cerradas por el frío. El único que viaja cómodo es el muerto.

* Hablando de muertos, el portero limpia todas las mañanas un rectángulo de mármol, marrón veteado, recién puesto. Es cerca de la cortada Verano, al sur. Parece el lateral de un gran panteón. Dentro, ?era el piso seis? en otra década de sangre joven el supo acostarse con una señorita que podía hacer revivir a los muertos. Pero ya esa loza y la falta de recuerdos la han sepultado y las únicas flores posibles son el rememorar aquellos melancólicos polvos del atardecer, mientras su esposo abría el restaurante.

* La felicidad es leve, poderosa, menguante e inhallable. Se la puede descubrir acccidentalmente, impalpable pero rotunda. Es una felicidad sin testigos que le va a durar todo el fin de semana: Dos chicas al pasar; la más bonita lo miró de lleno al cruzarse en la entrada de una tienda. Son esas miradas que liberan del dolor de sienes y la ausencia de besos. Salvan la vida. Por eso a la tardecita, mientras oía pesares se encontró sonriéndole a quien los contaba porque estaba recordando esa mirada. Lo han amado en segundos y sin testigo alguno. Le están narrando un infierno, pero la avenida Pellegrini se parece a la puerta de un Edén.

Fotografiando la zona


* Se suele despertar en los albores del día con nombres de jugadores de fútbol retintineando en la oscuridad. -Vanderley, le dice la voz. Y lo ve con la camiseta de Peñarol. -O Willington o Candau o Bernao. No sabe qué significa el llamado de esos nombres. Tal vez un anhelo del fútbol pausado, como el andar de los astronautas. El jugar elegante y práctico de otra epoca. O aludirán a un pasado de radio, sin cuerpos ni siluetas ni colores. Pero lo que más lo inquieta es el relato de un anónimo cronista que susurra!. "!..Viene..viene el centro cruzado, un buscapie propiamente!". A veces en esos momentos abre los ojos y otea por las hendijas de la ventana que aún no es de día y él está despierto, malgastando esa media hora previa al campanazo del reloj, enredado en figuritas viejas, en el álbum que nunca pudo completar porque la difícil era Didí.

* Las mujeres lo desesperan. El ve belleza donde nadie la ve, él siente acordes complejos donde hay apenas un instrumento intocable, él sabe lo que hay dentro de cada mujer y a la vez no sabe nada. El completa sus vidas cuando las ve de espaldas. -Una nuca, la cadenita, el pelo húmedo camino al trabajo o volviendo de él. Y presume que en esa cabellera sin rostro lo espera la felicidad que le es negada desde el comienzo de los tiempos.

* Se encuentran en la calle. Son dos amigas. -Estemos en contacto, dice una. -!Dale!- chorrear de entusiasmo lleno de dientes -!A ver si nos vemos un día de estos!, retruca la otra. Se sonríen. El afirma que se volverán a ver seguramente, pero claro, en otra dimensión o dentro de una década. Le dan ganas de acercarlas y regalarles una hora de café para que se pongan al día con sus mundos y no necesiten mentir tanto

* -Ja,ja, le responde la amiga por el mensaje que él ha enviado y que a ella le causa gracias. Ese ja,ja congelado en letritas cuadriculadas lo desespera. -Qué ja, ja, pelotuda, se dice, pero no lo pone, claro. No hay ningún ja, ja. La risa no se escribe. Los libros se leen y la voz es la voz siempre, no esos arrebatos comunicacionales donde se escribe sin sonido, se transpira sin correr y se hace el amor sin desnudarse.

* Hay ropa tendida en un patio, toda violeta. Uniforme de un restaurant. ¿Cómo se lavarán las manchas de grasa, tuco, vino, sopas, manteca?. Tarea imposible. Habría que quemar cada pila con cada lavado: Una fogata azulina y gris y rehacer toda esa humanidad manchada de los efluvios de una civilización que engorda como un cerdo. Pobre, se dice. Distingue a la madraza lavando a mano toda esa torre de ropa mugrosa y construye un mal tango de piletón y viejita que lo desanima. Por suerte el lavadero simplifica todo. Que lo hagan todo las máquinas que para eso le damos de comer fichas manoseadas.

* Tiene cerca de cuarenta y aún hoy se sigue preguntando sin resolver el enigma de dónde afloran esa gotitas de agua pernennes que están en todas las farolas encastradas en el cemento del piso y que suelen enmarcar las entradas de algunos edificios. Y ni hablar de los insectos muertos atrapados en los globos de vidrio: Un misterio todavía insondable.

* Hay una dama que le escribía por el messenger que el descartó porque andaba con la panza llena y además que no lo satisfacía físicamente. Le parecía vulgar y ansiosa de un encuentro. Ahora que volvió a estar solo, se arrepiente y la añora, transformándola en la más atractiva de las mujeres, la mas apetecible y la más misteriosa. Pero ella lo bloqueó.

* Por la Plaza Montenegro, domingos a la mañana en la cola del 137 esperan siempre un grupo de negros haitianos. Pertenecen a una congregación que viene de rezar por allí cerca. Siempre la ve: es una reina ancestral, diamantina, de piel azulina. Viste de violeta y de negro. Zapatos en punta y una cara preciosa. Siempre anda con un chaperón que puede ser su hermano o su novio. Cree que lo mira, pero no sabe cómo acercarse. Sueña con cambiar de vida rotundamente y este cambio la incluiría si no mediaran las distancias.

* El colectivo tiene una barra a la altura de las caras que al estar dispuestas en una elevación errónea, hace que para ver por arriba uno tenga que estirar el pescuezo y para ver debajo encorvarse. Cuando le toca uno de estos modelos suele meditar acerca de la crueldad humana como la una acechanza brutal y sin arreglo.

* Obama aparece en el noticiero: Tiene las sienes grises. Ya empezó con los crímenes, y no toma helados en su Hawai natal o besa a los niños: ahora apunta a las barriles de petróleo y continúa la saga de cowboys. -Un sherif negro, piensa. Un Ku Kux Klan al revés. Le hace acordar a Antonioni, el morocho cabeza mota de la cuadra de su niñez que en busca de aventuras se fuera a Norteamérica a trabajar de sastre en Hollywwood. Mira a Obama y se pregunta si no será su amigo de la infancia con la identidad cambiada.

* En el parque las parejas jovencísimas sueltan el mantel y toman mate, como lo hacen los viejos. Ella, la chica vestida de aldeana tirolesa tiende con practicidad la mesa sobre el césped, saca mermelada, unta, ceba mates. Parece su madre cuando lo llevaba al Parque Alem y deduce que todos, más allá de los almanaques, nos terminaremos pareciendo a alguien.

* Lejos, en alguna parte del final del domingo suena la sirena de un barco y el aullido de un gol en la garganta de un locutor. Reconoce que están en mismo tono y eso lo amansa como si al fin hubiese en el universo un poco de certeza, cordialidad y un abrazo entre las cosas invisibles.

* Cuando piensa y siente en la posibilidad de ser plenamente feliz lo inunda una generosidad que le permite ver a sus enemigos con un odio mesurado, objetivo y hasta fraternal. Pero le ocurre muy, pero muy pocas veces.

* El día es soleado, apabullante de pajaritos,luz. -¿Cómo está el día?, pregunta ella, aún en la cama y bajo las colchas, depre y con la culpa a flor de piel. -Para los optimistas es un día perfecto, contesta él para reconfortarla en algo.

* Recuerda que tiene que llevar el lunes sin falta la partida de nacimiento para un trámite. ?Toda partida es un nacimiento y todo nacimiento es una partida, escribe en su cabeza. Igual a la pintada del Parque España: El cuerpo tiene fecha de vencimiento, el alma no. Le da pudor, quisiera no ser tan obvio. Al fin se toma el 128 hacia los confines de Rosario.

Aldo busca un horizonte


-Tengo la que me cuelga que parece un bonzai, se reconoce en el espejo, chanchina rosadita, de orificios oscuros con pelambre amarronada. -Cuanto hace que no la meto, a ver...y enumera hasta perderse en los polvos malhabidos; abonados entre las mesitas de luz con vidrio encima, el vaso de alcohol dulzón en la petaca, el tabaco apretado en los pulmones, los cortinados que simulan discreción pero ocultan vidrios agujereados y refaccionados malamente con diarios, el olor a perfumes no tan desagradables pero que el resume como aromas de la pobreza disimulada mientras ella invariablemente gira su cara, siempre la misma, por más que las modelos de su sombra de pesadilla sean siempre diferentes: Achinadas, mofletudas, solas damas pérfidas maduras de corazón helado y pasados luctuosos, muertas a la deriva en el océano donde el mismísimo Aldo navega en una balsita de alcahofa y pasto obligado condescendiente a espiar en la soledad ajena. Ellas controlando el relojito o repasando mensajes de su celular o a lavarse si se puede pero rápido e irse por el pasillito y hasta siempre mi amor, mi gordi querido, chau chau, volvé pronto.

Se mira -Arco superciliar izquierdo, se dice, hinchado por la piña que le pegara el cana antes que el otro, el grandote policía de apellido Mendiolaza aparecido quien sabe de donde, se apiadara o comprendiera todo ese merengue y lo sacara, destrabándolo del infortunio. Las muñecas con unas marcas de acero que lo indignan y que solo vió en las películas de torturados. Ahora está de pie, con sus patas de búfalo, desnudo frente al espejo, recién bañado, a punto de salir para la terminal y subirse al de las 16.30 con destino a Runcal, donde según el aviso piden personal de vigilancia para empresa ribereña de producción de pescado. Huir de la yeta, rajar, ofenderse pero sacarle el cuerpo al dolor intenso de no poder dar un paso sin salpicarse. Nada más: Un adiós indiferente de los dos. Inteligente era ella, tanto como para darse cuenta que él debía huir del encierro de los dos, se corrige mientras se pone las medias y el calzoncillos y se contempla frente al espejo largo del ropero y se dispara con el dedo hacia el medio del pecho; un tiro certero que lo desnuca y la sangre salta y su nombre que aparece mal escrito en el periódico local, con errores de tipeo y todo el trámite hasta que reconozcan el cadáver y el epílogo funerario.

-Lo haría para darle un disgusto a Mary, y siente temor al evocarla porque ha entendido que el solo pronunciamiento de su nombre le agrisa los rasgos y le da una puntada en el corazón pese a que ya ha sido destrozado de un balazo propio -¿Cómo se verá la cara de ella ante mi, fiambre en la morgue, sabiendo que no tengo nada y debe cargar con el muerto?. ¿Lloraría?. ¿Podría comer después, tendría acidez, pena, depresión, lástima, arrepentimiento? ¿Pensaría en los gastos?. Se persigna como antes de entrar a una cancha y sale de la habitación a la que nunca más retornará. Hotel San Carlos, mufa, baba del diablo, trampera de buche.

Afuera el sol le hace caricias en su narizota colorada y estornuda de placer. Detiene con el brazo un remis blanco, del año de Onganía -A la Estación, le dice al chofer. -¿Cuál? ¿Tren o micros?. Tiene un instante aéreo, de liviandad. Tomo un tren, quien sabe para donde y me bajo quien sabe donde o voy en busca del destino escrito en el diario en el guión que estoy tecleando desde lejos, mientras que desde arriba sobre él, Aldo, Aldito solitario se ve morirse de miedo ante la aventura o ante la posibilidad de no conseguir empleo que le permita comer. -De colectivo, gracias. Y parte, se parte ya mil veces partido en varios pedacitos que saltan y rebotan en el piso de madera lustrada de la terminal con olor a lustre a la vez que llega el colectivo verde y gris plateado que lo lleva hacia un confín donde nunca estuvo y que promete calor, ciénaga y olvido. Eso por sobre todo, olvidar, ser nadie, ser otro, ser padre de dos nenas como de figuirín, lejanas, recortadas en cartón y de una esposa a la que trata de difuminar pero no lo logra porque sabe que sin ser gladiador ni héroe está haciendo lo correcto: Partir, romperse en fragmentos para evitar que todos, que cuatro almas lo hagan en lugar de la de él solamente. Aldo, Aldito, fantasma y angelito de las terminales que de aquí en más habrán de ser tu sino como si fueses ya una hinchada golondrina enferma de pelaje impermeable y habrás entendido que no te deben doler ni la ausencia, ni el horizonte terroso ni el pago que perdiste como también lo perdiera Martin Fierro, allá lejos, en las hojas de un librito que caprichosamente recordás ahora de pronto, con el pie en el primer escalón del colectivo que te lleva quien sabe donde.

Mediolaza salva a Aldo


Algo en su olfato de perro de la policía le dijo que debía seguir al patrullero hasta la taquería. Sabía que habría de desarrollarse algún hecho que él palpitaba molesto, por eso los mantuvo cerca y cuando se detuvieron y bajaron al gordito con las manos en la espalda sencillamente dió un portazo al auto y subió la escalinata. Lo saludó el cabo de entrada quien le preguntó a quien buscaba. El respondió con un apellido japonés y el tipo se rió, moviendo la cabeza "Estos son así. Se les dice cualquier cosa y por tener uno mayor autoridad apoyan aunque no hayan entendido ni jota el chiste posible". Caminó por el pasillito y se sirvió agua helada con una mano: en la otra llevaba la tacita de plástico que le ofreció al reo que estaba en el banco cabeza gacha, todavía con las manos esposadas. -Ey, gritó con voz de trueno que hizo dar un respingo a Aldo. -Vení, vení le dijo al cabito rubión. -Decime, ¿Así se trata a un sospechoso? Mirá: tiene las muñecas hechas mierda, ¿O no ven que le pusieron un talle menor?. Yo, yo...Yo, las pelotas, comprate un yo-yo para el caso. Una mano le detuvo el gesto que señalaba al policía joven- Eh,defensor de solitarios. Era El Colo, el del teléfono, su compañero de apenas 48 horas atrás, cuando dejara la dependencia. Lo llevó a su oficina. -Ja, ¿Ahora defendés pobres y ausentes che?. -Mendiolaza suspiró; nunca se había sentido así, libre, pero con un cuerpo ajeno. En otro momento le hubiesen empezado a doler las sienes y hubiese desentreñado el kilombo en un ratito de análisis pero ahora estaba fuera de la institución y su amigo, el Colo era quien ocupaba su escritorio.

Sacó un cigarrillo y sin preguntar lo encendió. El Colo, por cortesía solo abrió la ventana. -Mirá vos, ya te instalaste en mi lugar rápidamente. -¿A ver? Fotos de esposa, hijos y perro. Yo no tuve ni de Perón, pero son estilos. -Sí, se rió el Colo. Mi estilo es la familia y el amor. -El mío es haberlos perdido. Y ambos carcajearon por las frases que ya parecían de una telenovela. -Dale, servite de este café verdadero que ese parece tinta. ¿Qué te pasa que venís detrás del gordito del pasillo? -No sé, pálpito profesional, a lo mejor mi primer caso como particular. ¿Qué hizo además de robarse una torta?. -¿Torta, que torta?. No sabemos; ayer amasijaron un agente durante el robo a la joyería Lux y el gordito este, Aldo Zampapiglietta como se llama, estaba siendo interrogado por el mismo tipo que lo detuvo presuntamente porque manoseó a una mina, que justo, justo era la socia del choro, ¿me seguís? -Clarito. ¿Y qué hizo además el gordo? -Nada, se dejó detener y anduvo a los gritos proclamando su inocencia, luego boletean delante suyo al agente que lo tenía haciendo declaraciones por abuso deshonesto en la vía pública, todo muy confuso. Encima huye.

Miró el techo que bien concocía y lanzó una bocanada. Luego el gesto de Belgrano en un cuadrito y el ciprés del patio del que sólo se podía ver parte de su follaje -Es un pichi. Debe haberse hospedado en el hotel más piojoso y vuelto a él. Un miembro de una banda no hace eso. Además no anda por los bares cagado de hambre metiéndose una tarta en el bolsillo del saco, sin arte. Yo lo ví. Es un papelonero con mala suerte. -¿Vos lo viste? Ah.. ¿Por eso estás acá? ¿Eso pasó?. Llaman a la puerta, entra el agentito colorado que al ver a Mendiolaza se pone más colorado -¿Usted es homosexual, señor? Cada vez que me ve se ruboriza, espero que sea de odio. -!No señor! y se cuadra. El Colo suspira. -Vaya Martinetti, el comisario no pertenece ya a la Fuerza y tiene un consagrado sentido del humor, retírese. -Con tipos que se ponen nervioso de nada es seguro que los sospechosos mueren en el traslado por algún tiro que se le les escapa. -Dejá de cuestionar todo, que así te fue, alarga el Colo mientras lee el papelito insignificante que le alcanzó el agentito.

-El tipo es de General Villegas. Sin trabajo fijo por ahora. Laburó de mil cosas y jamás tuvo una entrada. Tiene esposa y dos hijos. Ahora le pregunto que hace en la zona y lo largo pero lo voy a tener vigilado. -Dejalo que es tan boludo que se vigila solo. Mira la habitación a la que jura no volver a entrar nunca jamás y agrega: -No hace falta preguntarle nada. Debe ser separado y está huyendo de la Justicia matrimonial no de algún delito. Y está en la zona buscando trabajo. El Colo se cruza de brazos, mira a los ojos tratando de estarse serio -¿Y cómo sabés tanto de un pobre infeliz?. -Olfato de perro viejo y mal culeado: ¿Sabés por qué el agentito ese que achuraron lo tenía en un callejón en vez de llevarlo directamente a la comisaría si lo estaba acusado públicamente de acoso?. El Colo no quiso arriesgar.-¿Porque se habían enamorado?.-Me extraña: se dió cuenta que no tenía un pedo que ver y lo intentaba coimear. En eso se produjo el choreo y el agente corrupto por cincuenta mangos recibió lo que merecía; el cuetazo de un 38 corto.

El Colo enmudeció y buscó un camino alternativo. -Ajá, y además del acertijo genial, ¿cómo carajo sabés que lo bajaron con un 38 corto? -No se va a reventar una joyería ni con un 22 que queda chico si hay kilombo ni tampoco con una bazooka que queda grande. El 38 va justo, amigo. Se largó a reir sinceramente y aplaudió de gozo. -¿Por qué abandonaste esto gil? Si seguís siendo el mejor, te lo juro por ellos, dijo señalando la foto enmarcada de plástico. ?Soy el mejor pero tengo los riñones de plomo de tanto correr en vano. El Colo se tomó unos instantes e inquirió como quien hace la pregunta final con que desbaratar al participante. -¿Y cómo adivinaste que el tipo efectivamente estaba buscando trabajo por la zona? -Ah, por adivinación de vidente...Coincidimos esta mañana en el bar y noté que dejó de lado el diario completo para empezar a marcar en birome la página de avisos, ¿elemental, no?. El integrante de una banda criminal no anda buscando trabajo ni robándose comida torpemente, según creo. Buenos días, amiguito detective.

Al Colo, en cuanto se quedó solo, le entró un torbellino de bronca. Tomó el interruptor. -Soy yo, dejen ir al gordo boludo, ese tal Aldo Zampapiglietta. Decile que lo salvó uno que pasó y declaró su inocencia. ¿Apellido? Qué se yo, poné cualquiera. Mirando el Cristo de bronce agregó: -Escribí que el tipo se llamaba Cruz y fue el mejor sargento de la policía.

Aldo mira el río


Está metido en la noche de perros, hocico bruno al norte desde donde ventea el ruido de la civilización que le llega amortiguado en los chapones del puente cercano que retumban como sobre un tapizado de algodón por el peso de los neumáticos de los camiones rodando indiferentes camino a Santa Clara con fondo de las luces verdosas del puente y los fanales que a cada hora, ostentando que llegan del mar abierto, cursan el trámite del horizonte pidiendo telegráficamente entrada a puerto, a casita que llueve, bajo una llovizna gris, no queremos nadar en lo pútrido del río y quien sabe a expensas de qué monstruosa cosa que se levanta del fondo de estos remansos de pavor que no conocemos, gritan callados los marinos de Africa o de la Rusia que desde sus literas se asoman a ver el porque están detenidos en medio de la nada y perciben solo la orilla que se adivina tras el pantallazo sobre las copas de los arbolitos y la autopista por donde pasan camioncitos de juguete y algunas lucecitas tenues. Una de ellas, es la del almacén-pensión que ahora, justo en este instante es la que se apaga para que Aldo, fumando, mirando por el ventanuco, se vuelva a percibir triste de nuevo. Ignoran que ese hombrecito daría su vida por estarse en alguno de esos barcos, con caracolas en los estantes, una mesa rústica, coñac y barbados compañeros de un truco interminable, mientras se huele la amistad, se habla de cosas añoradas y aconteceres extraños, de las fatigosas enseñanzas y la agradable indiferencia por la espera para entrar al puerto, cortejando el empinado bosque que se adelanta o se levanta allí mismo, cerca de la ribera como un muro y todo no termina de ser porque pesa una nada y la nada se disuelve en un sueño sin vigilia puesto que la llovizna casi no moja y uno puede salir a cubierta a fumarse algo. Aldo lo hace en calzoncillos agarrado a la baranda, tirando el humo hacia abajo, para que suba y busque el orificio cuadrado del patio y se lleve los sinsabores, el malestar de araña que le está picando la barriga y más arriba donde se supone late el corazón, cuando le oprime en algunas de estas noches en que deambula por el pasillo alto.

-Soy un paria, se sorprende pensando. Paria, viene de parir, por ende soy un mal parido, deduce alarmado pero no por ello con la certeza de que hay un error flotante en algún lado de su historial llano que le provoca rebelión y no sabe bien la causa. Le sucede seguido: Está viendo la nada, dejándose llevar de las fatigas cuando le empieza a subir un vapor, un calor que es rabia presa en una jaula y que no sabe como descomprimir. Nunca ha sabido. En movimiento es distinto, se puede uno sacudir, pero en quietud se oye pensar. Recuérdase jugando a la pelota, gritando por un partido de truco o hasta shoteando tenuemente un disparo de casín y aquello le otorga al movimiento un relajado enojo traducido en la concreción de un logro, tapiando la ira de no saber porque se embronca.

Allá lejos suele haber un patio con las baldozas enjabonadas y las piernas de su madre con la escoba odiosa repasando todo; el olor a flit, el padre oscuro llegando para deglutir y dormir la siesta. Con eso solo le alcanza. Un cuadro de soledad, de abismo familiar. -Nadie habló conmigo nunca, se dice, maravillado por el horror. Y la frase es arrolladora, matemática: Un muerto, un pibe muerto se sabe que fue. ¿Dónde? ¿Dónde estuve y quién fui? ¿Cuándo fue que me velaron? ¿Quién me hizo nacer para después ni hablarme? Padres mudos, padres fallecidos, padres sin voz, padres que tendrían que haberse ido antes que el mismo naciera. Padres míos, padre nuestro, amén. Baja la cabeza y entiende que es un sólo un chico solo, al borde de una baranda, mirando pasar barcos como aquel otro, el que veía pasar carros rumbo a la ciudad céntrica y la premonición que debía escaparse escondido en uno de ellos, como ahora que fuma y tira el humo que se arremolina en la bajante de la escalera como antes lo hacía el ollín de la estufa a kerosene entre las batientes de la ventana y él era el negado a salir y ver la vida, solo porque sus padres clausuraban pronto la estancia para oir la radio y el mundo afuera se ponía tormentoso de a poco, era otoño y oía cantar una ronda infantil que lo martirizaba

-El puente va a caer, va a caer....somos lo soldaditos que venimos del Perú...hu,hu,hu. Rondas, juguetes truncos, café con leche, pan con manteca. -Alguien me va ayudar a sacarme este gusano negro que llevo, se dijo sonriente por una vez en la huida,...alguien. Se quedó mirando el río infinito que se hizo un telón oscuro sin él darse cuenta y entonces bostezó y sintió dentro del tumulto de cosas horrorosas algo parecido a la calma de no ser nadie, de no saber nada y de no tener pasado. -Es como andar sin pensamiento, se dijo, como en el tango. Y antes que esa sensación poderosa lo abandonara se metió en la cama del hotel para dormirse acompañado, por fin, de una idea envuelta en algo parecido a la ternura.

Mendiolaza en la noche azul


La noche gira alrededor del bar y lo envuelve hasta depositarlo contra un reservado, de espaldas a la puerta por profesión, enmascarado tras los vidrios viselados: algo que le permite ver sin ser visto. No hay ya cacería, teme que lo confundan con un animal viejo en las pasturas porque la muñeca que ya viene a sentarse en su mesa es delicada y bella, ostentosa y desenfadada, lo que evidencia su edad menor, por más pinturas que se ponga en la cara. Sonríe y es una iluminación. Ante esa certeza Mendiolaza no puede evitar un entrecerrar los ojos para evitar encandilarse. Le sugiere se siente. El mozo atraído como un insecto ante aquella ofrenda a la que no ha dejado de mirar se acerca prontamente sin sacarle los ojos de encima. -?Un coñac del bueno para mí, un jugo para ella y lupas para vos así mirás mejor, ¿te parece? Andá, andá, le dice con un imperceptible girar de dedos. Ella advierte todo pero no entiende. Se queja: -?Yo quería una copa de vino.

-?Sos chica para tomar alcohol.

Lanza una risotada que se atenúa cuando advierte que ha producido un chasquido imprevisto en el aire. Llega el mozo de ceño cerrado. "Mirá -- empieza Mendiolaza--. Yo busqué verte no porque seas hermosa y trabajés de prostituta. No voy a descubrir nada, ni quiero nada de vos".

-?Ya me di cuenta: la otra noche no le gusté.

-?No, todo lo contrario: estabas como para matarme si no te tocaba, pero elegí la muerte, digamos. No me gusta sentirme indigno, ¿se entiende?

El mozo anda por allí cerca, él se interrunpe, luego lo llama y se pone de pie cuando llega.

-?Si no te vas en dos segundos te voy a clavar entre los ojos esta cucharita, ¿estamos? Y da un pequeño empellón con la uña de su índice, como quien empujara una mosca muerta al piso.

-?¿Siempre tan peleador?

-?No me gustan los que escuchan, ni tampoco los que te manejan la vida a vos, ¿entendés adonde voy? Odio a los vivos, a los metidos y a los proxenetas.

"¿Los que?", alarga ella con la pajita en la boca.

-?Nada, te cité para decirte que te cuidés y que tengo algo mejor para vos, un trabajo decente. Ella gira como un girasol en la noche; azul en su vestidito caro, azul los ojos delineados, azul la punta de sus tetitas bajo el corpiño que asoma azul en los breteles. ¿Entonces de modo que así es la vida? ¿La empuñadura falsa de un paraguas para una lluvia que no acaba nunca de caer? ¿Esto? ¿Un raspado corazón de viejo que pretende salvar a la chica y en lugar de caer en la cueva de los malandras a tiro limpio le aconseja como a una virgen y le consigue trabajo? ¿Esto es la vida? Esta quietud exasperante de vigilar la oscura entraña sucia que hace obligarla a desfilar como mascarones de proa en otro desfile de cartón a la belleza para entregarse a viejos inmundos, a malditos hijos de puta que habrán de celebrar por otra cosa después, no por haber pasado en el medio de estas dos piernas y haber rozado la belleza para siempre. La belleza, la belleza. Hay quienes susurran el horror, el horror, antes de morirse y entran también en la belleza. La belleza, el honor, el perfume, la cabriola de la bala que debe buscar el ojo del águila que hace comer carne descompuesta a estas delicias de la vida. ¿Y por qué entonces proteger? ¿Quién soy? ¿Dónde caigo? ¿Dónde mierda caemos todos sin nadie que ponga una red? Mundo hijo de puta, Colorado de mierda, vida, mierda, vida, nada sirve en esta simiente fatigosa. Pero la observa y recompone el gesto.

-?¿Que pensás?, dice ella.

Termina él de hacerlo, vuelve al mundo real y azul que los circunda. Ella bebe; está muy seria. Debería estar en el colegio ahora, uno nocturno y esperarla un novio verdadero a la salida en su moto que los llevaría hacia la casa de extramuros donde ella vive, santamente alegre y un día se habrán de casar. Ella levanta el mentón, le toma el dedo meñique y se lo lleva la boca para besarlo.

-?No hay nada que hacer, mi general: debo mucha plata y mi familia, imagínesela. Es tarde para armar todo de nuevo. El mira lejos por la ventana azul, evita mirarla hacia el azul profundo que emana la figurita preciosa de Klim que se levanta frente a él como un milagro.

-?Además,esta noche también está paga gracias a su amigo. ¿O no se dio cuenta de quién es el director técnico del equipo?

"Colorado, hijo de puta", responde él por dentro. Ella sigue: un equipo grande, muy grande compuesto de chicas muy chicas, ¿caza la onda? Ahora bien: si usted habla, me matan. O lo matan. Déjeme darle solo esto, y le da un besito adormilado a perfume, suave en el medio de los labios. Luego la noche giratoria se la termina llevando afuera, donde desaparece cruzando la calle, subiendo a los techos, hacia la estelita de brillos que deja caer la segunda estrella que se ha animado a salir en esta noche de perros.