*"Nadie te ha sido tan leal como yo", enuncia ella adornada de colgantes, pelo en la cara, boca dibujada. Cree que por serle fiel a su hombre, al que ha elegido para su experimento de Niña Drácula, es una heroína. La felicidad es otra cosa. Ambos lo saben y es una pena. Ya no pueden hablar del tema que se enriedan y terminan en guerra. El, sin ser engañado ha dado con su cornamenta por el piso y es tan enorme su fatiga que no puede levantar la testuz y agoniza. -Siempre te he sido fiel, y ella levanta la antorcha para iluminar la escena fatal a la vez que cuelga de una de las astas su medallón de bruja unido al anillo de casada.
*"Nadie sabe donde queda un niño, piensa. Le gusta la idea críptica, fatalista y esperanzadora a la vez. Se le ocurrió en una reunión de padres y la largó en voz alta. -Yo a veces no la entiendo. -Es buena persona pero no se sabe expresar. Todos cloqueos de señoras casadas. Tal vez le envidian su buena ropa, sus modos bellos, su elegancia, su inteligencia, su distancia y su libertad. Es mucho para esta escuela. A sus espaldas le temen tanto como la denostan. -No tiene hijos. ¿Qué puede saber?, elucubran. Pero la escuela marcha con nuevos aires a cargo de esta directora que ignora las reglas y que ha hecho que nadie estudie de modo que haya más tiempo para dedicarse al intento de ser menos aplicados y más felices.
*Un amigo ya mayor contó que en la juntada con compañeros de toda una vida se empezaron a tirar nombres y la abrumadora mayoría pertenecían a difuntos. Entonces él interrogó: -Che ¿A que no saben quien está vivo? Del mismo modo, el tipo recordando la secuencia podría preguntarse algo similar mientras desayuna en este bar de mujeres perfectas y reconstruídas: -Che... ¿A que no saben quién tiene tetas naturales?
*Se lo ve pacífico, un Buda flaco, gesto perfecto de Mona Lisa. Ahora tiene más de cincuenta y padeció una eternidad para que comprendan que su mansedumbre no es indolencia, sus dudas no son cobardía sino prudencia. Nunca maltrató, ni envidió, ni envenenó. Es un ser elevado ganándose la vida en el tercer piso de una ratonera de Tribunales. Una noche de aguacero entró en la penumbra para salvar expedientes que de otro modo se hubieran arruinado. Sus parientes, que ignoran todo de él, consideran que es un fracasado. Dios opera de forma misteriosa.
*Fue en Buenos Aires durante los años de plomo. El estaba huído de todo. Como andaba hambreado se sentó en un bar frente al Hospital de Clínicas y desayunó hasta hartarse. Luego hizo un paga dios. A los años, ya en democracia volvió al sitio y le quiso abonar al mismo mozo la adicción. -Hombre, contestó el gallego. Cuando se es un estudiante o un jovencito yo les perdono. El hambre, para el que estuvo en la guerra, es algo serio. Y dio por culminada la charla. El anduvo emocionado un buen rato, aturdido de agradecimiento.
*Tiempos de dictadura. Era ayudante colocador de membranas. Consiguió un trabajo grande y lo hizo partícipe a su compañero, quien desechó la oferta. El patrón enterado lo amonestó para luego echarlo a la calle. Le recriminó la falta de lealtad a la empresa. El le contestó que para ser leal hay que cobrar mejor. Entonces el tipo gordo lo amenazó con denunciarlo por subversivo, porque tenía "contactos". Huyó despavorido: no eran tiempos de libertad en ningún sentido. Esperó a la salida de una obra al traidor y le acercó un billete: -Tomá, vengo a traerte tu parte. El otro, sin entender la ironía, se le quedó mirando como a un loco.
*Tulio se enteró que su esposa lo engañaba con uno de sus mejores amigos, pero guardó el secreto yéndose a vivir solo. Ninguno en el grupo lo supo, hasta que dedujeron el asunto, puesto que a ambos nunca más se los volvió a ver juntos. Pasó el tiempo y Tulio seguía como si nada. Una noche, volviendo en auto del trabajo, otro se encargó de hacerle la pregunta fatal sobre que sentía o había sentido. -Nada, cosas que chocaban. Vergüenza ajena, a lo mejor. No supe que hacer, porque a los dos los quise mucho. Ahora el problema es de ellos. Y encendió, impasible, un cigarrillo.
*Por el parque, cerca del Laguito, hay un enchufe en un árbol que lleva su carga por un cableado hasta la altura. Lo usan quienes cortan el pasto y el dueño del carrito de hamburguesas. Una vez vio caído cerca a un gran pájaro y constató que tenía el pico chamuscado, seguramente por querer quedarse con algo de aquella chispa invisible, con la energía articial que manaba desde aquel árbol eléctrico.