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Adrián Abonizio presentó su álbum "Tangolpeando" en la Plataforma Lavardén

Adrián Abonizio presentó "Tangolpeando", su nuevo álbum de tango, con un concierto que ofreció anoche en la Plataforma Lavardén, Sarmiento y Mendoza.
Abonizio aborda el tango con el primer disco de la serie "Tricota", que denominó "Tangolpeando" y reune 12 temas de su autoría con músicas de Rodrigo Aberastegui. (Foto: H.Río)

Adrián Abonizio presentó "Tangolpeando", su nuevo álbum de tango, con un concierto que ofreció anoche en la Plataforma Lavardén, Sarmiento y Mendoza. El compositor e intérprete rosarino actuó acompañado por Erica Di Salvo (violín), Rodrigo Aberastegui (guitarra y piano), el "Muerto" Sainz (contrabajo) y Federico Pereiro (bandoneón).
El artista aborda el tango con el primer disco de la serie "Tricota", que denominó "Tangolpeando" y reune 12 temas de su autoría con músicas de Rodrigo Aberastegui.
Como un equilibrista de la música, más acostumbrado al riesgo que al camino seguro, Abonizio justifica su incursión en el tango tras ser considerado uno de los mejores compositores argentinos de música urbana y de haber integrado la denominada Trova Rosarina. "Obviamente por nacer acá y con toda la influencia sanguínea, hormonal que uno tuvo, las resoluciones filosóficas, retóricas y poéticas van a estar vinculadas con el tango", reflexionó el músico en un diálogo que mantuvo con Escenario.
—¿Por eso hace tango?
—Es como un mal necesario. Es como la gripe: todos nos hemos engripado, todos hemos silbado un tango y todos hemos compuesto un tango. Un amigo de la Academia del Tango me dijo: «Bienvenido; ahora sos un hombre de tango». Para mí fue como que le digan a un chico «Vas a jugar a la pelota con los grandes».
—¿Antes no hacía tangos?
—Estoy seguro que no hacía tangos. Obviamente por nacer acá, con toda la influencia sanguínea, hormonal que uno tuvo, las resoluciones filosóficas, retóricas y poéticas van a estar vinculadas con el tango. Pero la forma no era tango, porque uno odiaba al tango en el sentido de que representaba todo eso que uno negaba. Y es bueno negar a la generación anterior, hasta que te vas avivando y tratás de modificar para bien. Entre Jimi Hendrix y Troilo, era más atractivo Jimi Hendrix. Pero uno también escuchaba a Troilo. 
—A Pugliese le atribuyen la frase: "El tango te espera a la vuelta de los 30". 
—Los encontronazos en la sociedad nutrían al compositor de tangos. Actualmente las cosas han cambiado. Hasta que no descubramos qué tango hay que contar vamos a estar a media agua, anhelando el pasado y con miedo por el futuro. Pero yo pienso en tango todo el tiempo.
—Mencionó la época en la que el rock se contraponía al tango cuando la expresión juvenil pasaba a través de ese género. ¿Hoy el tango podrá ocupar ese lugar?
—La respuesta musical ya la dio. Yo veía que muchos grupos sonaban tan bien como Piazzolla pero les daba vergüenza parecerse. El tango es un ambiente muy faccioso, muy pudoroso, entonces muchos pibes, instrumentalmente pasaron esa línea y empezaron a mezclar con cosas más bien del Río de la Plata. Por ese lado está bárbaro. Lo que no está bien equilibrado es por el lado de los letristas. Hay un montón de tipos sueltos —entre los que me incluyo—, que no nos decidimos formalmente porque es un desafío muy importante y por ahí te dicen: "Mirá que está Manzi....". El tango tiene que ver con el afecto y no con romper lo anterior. Todo lo contrario; se trata de mantener lo anterior, cuidarlo, entederlo y honrarlo, pero ser uno. Yo no sé si voy a escribir como Manzi o como Discépolo, pero no tengo porqué considerar que no voy a escribir como ellos.
—¿Entre los que le dieron la bienvenida al tango alguno lo recibió con una sonrisa sobradora, como diciendo: "En algún momento ibas a caer"?
—No. Desde los 20 años aclaré que siempre me gustó el tango. Mi entrada al tango fue espiritual, en la noche de Buenos Aires. Un día dije: "Soy un hombre de tango", porque estaba repitiendo los modismos, la forma de vivir de los tangueros que yo me imaginaba: la relación con la noche, la no relación con el día. El tango me penetró, con perdón de la palabra. Yo vivía en Buenos Aires, entonces me llaman de la Academia del Tango para hablar de las letras del tango. ¡Había tipos de la academia dispuestos a escucharme! Entonces dije: "No solamente soy un hombre de tango que anda en la noche, sino que también me escuchan". Me cayeron todas las fichas y sigo adelante tratando de generar la mayor cantidad de tangos posibles.
—¿Para hacer tangos cambió el método de trabajo?
—No. Lo que te permite el tango es abordar temáticas que en el rock no existen. Les paso una data a todos los escritores: "Escriban tangos, porque con el tango se van a permitir largar todas las miserias".
—¿El tango es más introspectivo que el rock?
—Sí. El tango te permite ser cruel, así no lo seas; te permite hablar de cómo es la relación con las mujeres. No hace falta ser políticamente correcto. Con el tema del lunfardo, del absurdo, uno puede darse el lujo de decir: "Soy el hijo de puta más grande del universo ¿Y qué pasa?". En el rock lo tenés que justificar. 
—¿El tango es más marginal que el rock?
—Si uno lo toma así, sí. Para el tipo que escribe, te permite hacerlo desde un lugar como más oscuro, o más tragicómico, o más cómico.
—El tango puede interpretar un momento sentimental de alguien que lo escucha.
—El tango se anticipó mucho a los existencialistas franceses. El tango es lo que decía Camus del existencialismo: "Es vulnerable pero obstinado, injusto pero apasionado de la justicia, hace su trabajo sin vergüenza y con orgullo, a la vista de todos, siempre entre la pena y la belleza". El tango siempre está entre la pena y la belleza. La vida está entre la pena y la belleza. 
—Hubo una conjunción de géneros musicales que tuvo que ver con la inmigración: desde el fado hasta la canzoneta.
—Al tango lo hemos matado con todos los cantantes llorones que hemos tenido. Hemos alejado a mucha gente. Yo me quedo con el tango canyengue y criollo de Rivero, y el tango canción de los 40 o 50. Es lo que yo escuchaba. Era como un torbellino de imágenes y cuando salís a la vida decís: "Puta, esto lo escuché en tal tango, pero tengo 18 años y me gusta Jimi Hendrix. Tengo que olvidarme". Tratás de olvidarte pero el tango es una maldición. Siempre te va a encontrar a los 30. Y esto es como un juego: soy un cantor de tangos que no usa gomina, no usa saco, ni corbata. Después de la secundaria ya cantaba tangos y quería cantar como Nino Bravo. Después vinieron Los Beatles y se mezcló todo. Después llegó la Trova Rosarina y uno se va olvidando hasta que llega un momento en que uno dice: "Voy a hacer tres discos de tango".
—¿Ya tiene el material para los otros dos discos?
—Sí. Este —el primero—, es de tango más criollo, súper simple: la voz y una guitarra o dos, que es lo que predomina. Tratamos de copiar el sonido de las guitarras de (Edmundo) Rivero: el guitarrón grave y las guitarras. Es muy despojado este disco. Después tenemos otro disco que es tango-canción y se llama "Tango en años luz" y el tercero es "Psicodelia Tango". La trilogía se llama "Tricota" y éste es el primer disco.
—¿De quién escucha consejos?
—De Rodrigo (Aberastegui). Lo encontré en la calle y es como mi hijo. Lo adopté, se fue a vivir conmigo y, como en las películas, fui como un gaucho que tenía un rancho, lo encontré por ahí y se fue a vivir a mi casa cuando tenía 18 años. La llamé a la madre para que se quedara tranquila ya que estaba viviendo conmigo. Después el tipo —como en las películas de Favio— hizo su vida. Tenemos una afinidad espiritual muy grande. Ahora que tiene 28 años le pregunto: "¿Dónde aprendiste a tocar tango?"."No sé", me dice. Sabe mucho y es un tipo a quien le rindo pleitesía. Con él somos los Batman y Robin de este disco.
—A cierta edad hay que utilizar el tiempo con sabiduría.
—Tengo más de 50 años y sigo corriendo más riesgos que un pibe que empieza en el rock.
—¿Por que no incluyó tangos ajenos?
—Porque quiero tener mi propia voz de tango. Dentro de mi pluma convergen todas las plumas que yo escuché. Yo quiero tener la mía. Quiero mi pluma dentro de los caciques del tango. Me quiero ganar una pequeña estrella en la constelación del tango. No persigo ni fama ni dinero. Quiero ser una pequeña estrellita que titile dentro del firmamento del tango.
Un rosarino en la transición del rock al tango
“Tangolpeando”, el nuevo disco de Adrián Abonizio es el primero de la serie “Tricota”, que continuará con “Tango en años luz” y “Psicodelia Tango”.
El nuevo álbum editado por el sello rosarino BlueArt Records, reune 12 temas compuestos por Abonizio con música de Rodrigo Aberastegui y evoca el estilo bien criollo de los tangos de Edmundo Rivero con acompañamiento de guitarras y un bandoneón que aporta las pinceladas sonoras que terminan de redondear las imágenes tangueras.
El repertorio grabado incluye “Mi flor querida”, “Un bosque en la frontera”, “Lo tuyo está al salir”, “Río Negro”, “Pata flaca”, “Constitución de noche”, “Dealer”, “Afuera”, “Luna de alpiste”, “Paranoia S.A.”, “Calamar” y “Cómplices”.
Todos los temas fueron compuestos sobre letras de Abonizio con músicas del autor y de Rodrigo Aberastegui.
El disco fue producido artísticamente por Abonizio y Aberastegui y se grabó en los Estudios Cuarzo y los Estudios Moebio, con las participaciones de los músicos Gabriel Rivano (bandoneón), Rodrigo Aberastegui (guitarra, contrabajo, acordeón y piano), Erica Di Salvo (violín), Horacio Hurtado (contrabajo) y Hugo Pico (bandoneón).

Por Marcelo Menichetti / La Capital 

Reportaje en el Diario Los Andes de Mendoza

La pluma mayor de la trova rosarina

Adrián Abonizio: “El que escribe respira con distintos pulmones”

Referente de aquel colectivo músico-literario que despuntó en los ’80, es el creador de grandes canciones que hizo populares Juan Carlos Baglietto, pero también viene desarrollando desde hace varios años una silenciosa producción literaria que incluye tres libros y una labor poética de altísimo nivel.
La pluma mayor de la trova rosarina



Adrián Abonizio: “El que escribe respira con distintos pulmones”

Referente de aquel colectivo músico-literario que despuntó en los ’80, es el creador de grandes canciones que hizo populares Juan Carlos Baglietto, pero también viene desarrollando desde hace varios años una silenciosa producción literaria que incluye tres libros y una labor poética de altísimo nivel.

Adrián Abonizio. Una charla con el poeta, escritor y principal representante de la trova rosarina.
 sábado, 24 de abril de 2010

Así como los jueces hablan a través de sus sentencias, se podría decir que Adrián Abonizio habla por boca de sus canciones. “Mirtha de regreso”, “El témpano”, “Dios y el Diablo en el taller”, “Historia de Mate Cosido”, “Corazón de barco”, “Dormite patria”, y “Mami”, son apenas un puñado de las ya incontables historias que llevan su firma.

Todas ellas y tantas más, encontraron en la voz de Juan Carlos Baglietto el merecido éxito masivo, a la vez que sustentaron buena parte del repertorio de su compadre rosarino.

Fue en el despunte de los años '80, cuando junto a otros talentosos de La Chicago Argentina, Abonizio participó del big bang creativo que dio nacimiento a la “Trova rosarina”. una suerte de “equipo de los sueños” integrado por Baglietto, Fito Páez, Rubén Goldín, Jorge Fandermole, Lalo de los Santos, Fabián Gallardo y Silvina Garré.

A su vez, lejos de las luces de la metrópoli porteña, el hijo de don Carmelo Abonizio fue construyendo -sin prisa, sin pausa- un corpus poético de los más sustanciosos del país y al cual dosificó con sabiduría en más canciones, discos, crónicas, aguafuertes y relatos.
No hablar de su música sino de su Jeckyl literario fue la propuesta que se le hizo a este extraño conocido que recientemente editó su tercer libro, “Deportivo Pocho”. Publicado por Ciudad Gótica, está compuesto por una serie de relatos que reflejan “las luces y sombras de una Argentina que al ritmo del olor de potrero se fue integrando o desintegrando con un fondo de repiquetear de pelota en los baldíos o en las esquinas”.

En el mismo intercambio con Los Andes, el autor de “Cantándole a los vivos” anticipa su primera novela, “Hombre lobo rosarino”, territorio narrativo donde conviven el amor, los criminales y aquellos que buscan la fórmula para salvarse. Ah, y también habla de cómo avivar giles. En otras palabras, de cómo enseñar a hacer canciones.
-Con el antecedente de ser considerado uno de los grandes letristas de este país, sorprende que de tus cuatro libros hasta el momento sólo uno sea de poemas. ¿Apuntar en tus libros más a la narrativa, tiene que ver con despegarte del corset de la poesía musicalizada y darle a tu poética otra respiración, otras posibilidades?

-Es que escribir es un todo. Es como el que se dedica a pintar: tarde o temprano se las agarrará con la cerámica, con el grabado, etc., etc. Soy un escritor en todo sentido, más allá de la escala de valores. Lo demás, que mis libros no sean conocidos es cuestión del odioso mercado y del talento para construir una obra férrea que ilusione con que puede ser leído por muchos. El que escribe respira con distintos pulmones.

-En tus libros recuperás de alguna manera un género bien arltiano: las aguafuertes, la crónica, el relato con mirada propia. Algo que, repasando tus letras, no parece ir por veredas diferentes.

-Es cierto; leí ese género de manera casi fanática porque te obligaba a escribir algo sustancioso en un espacio corto, acotado y como al pasar. Luego, con el tiempo aprendí el aliento largo de una novela, por ejemplo. O la construcción y el repaso de un poema. En cuanto a la temática, la crónica es eso: ser testigo de algo. Y mucho de lo que se ve no es propiamente un mundo maravilloso.

-¿Qué puntos en común tiene “Deportivo Pocho”, tu último libro, con los anteriores y en qué se despega, si es que lo hace?

-Recién ahora voy armando una obra en paralelo con las contratapas que he escrito para los diarios. “Deportivo Pocho” lo es. Pero cuando las publico, en el fondo aspiro a que luego, cuando decanten en el tiempo, poder compilarlas. Aunque también tengo mi trabajo, el novelar, sin necesidad de que pase por la mirada previa del lector.

-Más allá de lo trillado acerca de las bondades -ciertas- de la Trova Rosarina, ¿creés que hay una cierta mística local que se traduce en tus textos y canciones, o simplemente uno cuenta lo que tiene a mano y hace cierto eso de pintar la aldea?
-La mística existe, pero se afirma con los hechos: no éramos “nadie” antes de ser Trova Rosarina. Luego “fuimos” y nos ayudó la previa del mito ambulante de que Rosario tiene una riqueza enorme. Pero, repito, antes éramos una nada y nos lo hacían saber, en el fondo, con intenciones que no prosperáramos. A sus apellidos nadie los recuerda, nuestras canciones están vivas. Creo que ganamos.

-¿Tenés o tuviste “escritores faro”, esos que marcan, que enseñan con sólo leerlos?
-Uf... una larga lista, no podría enumerarlos. Por lo general, uno toma, digamos a Onetti o Marechal, y se lo morfa para luego, como escritor de canciones, decidir: “Debo escribir como este tipo pero en formato canción; así de contundente debe ser”. Eso es. Nosotros leíamos esa clase de cosas, que derivó que nuestras canciones exhiban un lenguaje literario, poco frecuente si se quiere. Era un juego para mí eso de meter “literatura” donde sólo debía haber “letras de canciones”.

-La trastienda de las canciones es algo que desde siempre apasionó a los fans. ¿Por qué decidiste contar cómo nacieron las tuyas, cuando en realidad a la mayoría de los cantautores les molesta hacerlo, con el argumento de que se pierde el “misterio”?

-No creo que se rompa misterio alguno: las canciones salen de la atención que uno les preste a las cosas comunes, a las charlas, a las conversaciones ajenas, a las ideas absurdas que por minimizarlas muchas veces se pierden. Uno debe anotarlas, esté donde esté. Si cuento cómo y dónde nacieron algunas canciones puedo sonar desde idiota hasta escatológico. Y en eso no hay nada de misterio.

-Das un taller titulado “Hacer canciones”. No son pocos los que cuestionan, por ejemplo, la efectividad de los talleres literarios. ¿Qué tiene el tuyo que lo hace distinto o cuál fue tu objetivo a la hora de compartir gajes del oficio sobre la creación?

-Ignoro lo de los talleres literarios. Yo doy clases “avivando giles”, como dice el tango y sin que suene peyorativo.

Cuento y pongo en escena las dificultades que se tiene a la hora de escribir, cosa que se naturalice esa forma de trabajo y se haga costumbre ver a alguien componiendo, sin necesidad de que tenga que irse al Tíbet o recluirse para crear. Hay mucha fábula tendida como una trampa para que nadie piense por sí mismo. Y doy clases porque en ningún sitio se enseña ese arte de hacer canciones.

-Danos pistas de “Hombre lobo rosarino”, tu próxima publicación.

-Libro sobre lobizones en formato novela, que habla sobre el crecimiento desmedido en una ciudad donde los estímulos del “progreso” generan criminales y una escala de valores controvertida. En definitiva, habla del amor, de lo horrendo y de los modos que cada uno elige para salvarse de sí mismo.

-¿Cómo te llevás con internet? Lo de canalizar buena parte de tu historia en un blog (www. adrianabonizio.blogspot.com ), ¿fue idea tuya, para ganar un nuevo canal de comunicación, o no te quedó más remedio que subirte a la ola virtual?
-El blog lo hizo un amigo. Internet me sirve para poder escribir más: con la excusa de mandarle algo a alguien me obligo a escribir. Muchas letras salen de esos diálogos y hasta he compuesto vía internet. Pero uno mira afuera y el mundo es mejor tocándolo, oliéndolo.
Aunque más doloroso: internet sirvió para aplacar soledades y tapar heridas. De ser así, bienvenida.

-¿Por qué te quedaste en Rosario en lugar de anclar en el puerto mayor para irradiar más ampliamente tu obra?

-Viví en Buenos Aires más de diez años hasta que me cansé. Y volví por mi hijo y por la revancha de campeones. ¡Quiero el título mundial! ¡Quiero que Rosario vuelva a ser la usina que nunca cerró! Quiero que sepan y se entienda que lo que hicimos no es “historia”. O sea “pasado”. Es cultura, ni más ni menos.

-En general, tu obra -canciones y textos varios- tiene una fuerte impronta tanguera, cierta saudade urbana. ¿Cómo es y qué buscaste en tu disco de tangos, intitulado “Tangolpeando”, que aún no editaste?
-Busqué con naturalidad lo que soy e imagino: un tipo que leyó, oyó mucho de tango y cree saber qué hay que decir para escribir un tango. Me encuentro luego con la dificultad anacrónica de la falta de dinero para producirlo, pero ya es una guerra continua. O la continuación de un tango.
 Por Rubén Valle - rvalle@losandes.com.ar

Entrevista radial a Abonizio

Gracias a la gente de Una que sepamos todos


http://unaquesepamos.blogspot.com/

Entrevista por Alumnos de 4 "A" y "B" del Colegio Parque España de Rosario

Entrevista : a Adrián Abonizio

1- ¿A qué edad diste tus primeros pasos musicales?
A la edad del colegio con el grupo que participaba de los actos escolares, para luego seguir fuera de los claustros, ensayar, estudiar música y así jugando y practicando la amistad y la composición a la vez.


2- ¿Qué papel jugó la música en el desarrollo de tu infancia?
Mucha. Ya que no había reproductores de música se oía solo radio y por ende la audición era variada.En aquella época, aún los temas mas pasatistas estaban mejor confeccionados que cualquiera de los de ahora.Y los programas que se oían constaban de orquesta en vivo, lo que le otorgaba un carácter de “primera mano”.


3- Ser parte de la trova rosarina, ¿fue fundamental en su carrera musical?
Definitivamente.Te da pertenencia


4- ¿Crees que tu obra con la trova fue el detonante para el nacimiento de una nueva música en Rosario? ¿Cuáles fueron los fundamentos de ese movimiento musical?
No sé si “nueva música·” pero sí que ocupamos un lugar que no había.Y fue una convergencia histórica interesante de ahí su particularidad.Por otra parte nos “descubrieron” de Buenos Aires y como somos dependientes de aquella ciudad generó más atención.Pero el germen estaba y tarde o temprano se iba a propagar.


5- ¿Cuáles son los beneficios y las pérdidas de desarrollar una actividad artística en Rosario?
Por un lado te da continente, referencia y cercanía por el otro te limita el horizonte.Para componer, escribir o tocar cualquier lugar es bueno.Cada uno debe medir si tiene la fuerza para irse o para quedarse.Son decisiones muy personales.No creo en los chauviunismos ni defensas a ultranza del sitio donde se ha nacido.El artista es un buscador, por ende, puede tomarse la libertad de salir al camino.


6- ¿Quién o quiénes se deben hacer cargo de la transmisión de la cultura en una sociedad?
Todos, tomando como cultura a un modo de hacer las cosas o la vida misma.Los referentes artísticos de un lugar deben estar atentos a los cambios en la cultura y ser eficaces a la hora de retransmitir esos movimientos imperceptibles.Descreo de los “artistas oficiales” que trabajan para próceres o los ponen en ese lugar.


7- ¿Cómo componés una canción? ¿Cuál es el detonante que necesitás para componer?
La canción es un ejercicio espiritual y estético que debe hacerse con asiduidad más allá de los resultados.Es como comer o dormir: necesario.De allí que la “sagrada inspiración” es o debería ser resultado de un trabajo cotidiano, arduo a veces y por lo general idealizado.Yo me obligo a componer.


8- De todas las actividades que realizás como compositor, cantante y escritor, ¿cuál es la que más disfrutas?
Escribir te da la soledad necesaria, tocar en público es un riesgo placentero.Ambas cosas en mi caso se complementan y las busco.


9- Si el día de mañana tuvieras que abandonar la música, ¿qué harías? ¿a qué te dedicarías?
Guarda fauna o alguna actividad cercana a la naturaleza.


10- ¿En qué etapa de tu carrera musical te encontrás hoy?
Siempre más adelantado que la realización en objeto de la creación.Tengo tres discos terminados y compongo mucho, de ahí que cuando salen, me “atrasan” como un mal reloj.Pero, siempre aprendiendo.Y con esa buena disconformidad que te empuja a seguir mejorando.


11- Hablando un poco de actualidad, ¿qué solista o banda pensás que está siendo productivo musicalmente?
Muchas.Hay un impasse en el folclore, en el rock y en el tango muy interesante.Se están combinando, fusionando y no se respetan los límites, en algunos casos, por suerte.


12- ¿Qué música no debería faltar o sería imprescindible que escuchen los jóvenes?
Beatles, Yupanki, Goyeneche,Chico Buarque, Jao Gilberto, Frank Zappa,Gershwin, Miles Davis.Utopías musicales lejanas que estan en la cumbre mientras que lo que difunden es de lo más oscuro en cuanto a composición, actitud y liberación del alma.


13- ¿Qué música te gusta escuchar?
Cualquiera, de cualquier lugar que sea con tal que me guste.Oigo más instrumental pues como trabajo con la palabra es un descanso oír algo que no sea la voz humana contando algo.


14- ¿Hay algún género musical que identifique a los rosarinos?
No sé........es muy arrogante decir que la Trova lo es.


15- Si tuvieras que salvar o elegir una canción para el futuro, ¿cuál sería y por qué?
Una sola es difícil, pero pongamos Let it be. Dejalo ser.Dejar ser lo que cada uno quiera o pueda;no poner trabas.Ni impedir, Ser generosos.Repasar nuestros egoísmos.Contribuir a algo mejor.Pasar por este mundo haciendo un bien, chico, minúsculo pero necesario.En algún lado queda escrito y sirve.


16- En tu canción “dormite patria” hablás de la relación del niño, la escuela, y la argentinidad. ¿Cómo creés que se relacionan los niños con su patria hoy?
El concepto de patria es amplio.Lo usan los traidores políticos también.Una cosa noté: que en cada región del país los chicos se relacionan con los símbolos patrios de diferente manera y en el interior más lejano del “centro” esto es Buenos Aires el respeto es mayor, como si se comprendiera mejor la patria.Es una sensación.


17- Actualmente se elijen carreras para el desarrollo de una profesión u oficio que garantice un ingreso económico importante. Muchos jóvenes apartan su verdadera vocación artística en la búsqueda inmediata de una entrada de dinero segura. ¿Qué consejo le darías a quienes tiene vocación de artistas pero dudan en el momento de tomar una decisión?
Wall Street es la respuesta.La especulación, los negocios que van en contra de la salud de la gente terminan mal, en este o en el otro mundo.
La única felicidad posible es poner todo el empeño en lo que uno deba ser.
“Nunca amés sin esperanza” dice el dicho.

Realizada por vía e-mail en el mes de Octubre de 2008, por idea de la maestra de Música Profesora Susana Francesio, del Colegio Parque de España de Rosario.