Letra de: Príncipe del manicomio


Soy el rey , de la charca más sudaca
comprendí que no se ataca la mano que da’ e comer
me contaron me bajaron de la rama
me marearon en la cama
de este barco japonés,
en un hueco , de electrodo y pis de gato
desayuno, asesinatos con fondo de Luis Miguel
me nombraron príncipe del manicomio
de tanto ver al demonio en la borra del café.
Por eso amor te pido , no me olvides.

Siempre creímos que lo cerca estaba lejos que lo blanco del espejo
era polvo del común activistas para un mundo estrafalario
marionetas sin salario manejadas al tun-tun
hoy soy héroe de un electro medicado un cobayo transtornado
por la granza del doctór tanto tiempo abonado a este abismo
me hice guía de turismo recorriendo el pabellón.

Por eso amor te pido, no me olvides.
por la noche desvelados enfermeros
me dicen “sos el primero que se va a tomar el tren”,
en papel de medicamento antes de que me haga efecto
la redonda que tome , ya es de noche las estrellas en el frasco
sobre el hospital Carrasco simulan amanecer
y te escribo calladito y tan contento
hoy por fin al fin recuerdo tu nombre que olvidé.

Por eso amor te pido, no me olvides
por eso amor te pido
querida Inés
por eso amor te pido Ester
por eso amor te pido Grisel
Por eso amor te pido Mariel
por eso amor te pido Raquel
por eso amor te pido como te llames,
yo grabé nombres que quiero
yo grabé nombres que quiero.

Por eso amor te pido...

Letra de : Y Ahora


YO SE QUE TE MARCO, LA LUZ DE LAS ESQUINAS
Y EL OLOR DEL TALLER, Y EL DOLOR DE ESA VECINA
QUE UNA NOCHE, ... SE OLVIDO DE RESPIRAR
TU MAMA ESTA BIEN, VENDE LIBROS DE COCINA
TU PAPA NO ESTA BIEN, LO ECHARON DE SOMIZA
Y SE LA PASA,... EN LOS BILLARES TODO EL DIA
Y AHORA TE TOCA A VOS, Y AHORA TE TOCA A VOS
SER UNO EN UN MILLON
ESTO ES ARGENTINA, CAMBALACHE DE OCACIONDO
TURISMO DE AVENTURA PARA TU CORAZON
PORQUE......
TU VECINO SE FUE, A TRABAJAR DE UNIFORME
DICE ES PARA COMER, NO ES QUE LE GUSTEN LOS BOTONES
PERO LO MANDAN,... A VIGILAR A TUS AMIGOS
LA LUNA YA SALIO, EN ESTE BARRIO PERDIDO
PARECE UNA PASTILLA, DENTRO DE UN VASO DE VINO
CON ESTA MEZCLA MI AMOR,... LA NOCHE YA ESTA EN PELIGRO
DECIS QUE ME QUERES, PERO QUERERME TE ASUSTA
LA CULPA ES DE LA TV, VES DEMASIADAS PELICULAS
VOY A QUEMARLA UNA NOCHE, ... ASI TERMINA TU ANGUSTIA

Letra de: Rieles de San Pedro

Que me importaba el tiempo
que había entre tren y tren
una ciudad descascarada, ciudad siempre lloviendo
Languida voz de la tarde
por la noche duele más
en los kioscos venden siluetas
Irene Paraná
Tristeza de los rieles
tristeza la de tu ca aaa aaa sa
y tu ge-eee-eente
Aprovecha ahora que te vas
vas al único vas hacia el único lugar
la tristeza que veses la tristeza que traes
prende una luz mojada
que no es ta-a-aaaaaaarde
Como se levanta el polvo
allí en la terminal
y en que lugar de esta provincia
sin tomarme una copa ire e-e-eeee!!!

Autor: Adrián Abonizio

Letra de: Te hablo


Te hablo desde el corazón
yo se lo que es vivir en las tinieblas
parece que el alma se queda
sin salir a escena
Te hablo desde más acá
sigo buscando lo imposible
hacer qu la vida sea vivible
y no engañar
Habrá pasado mucho tiempo largo
habrá quedado tanto en el costado
habrá llegado un tiempo tan distinto
seguro te habrás enamorado
Si esto es la vida
no se que hacer para que creas
te han confinado te han lastimado con mentiras
no puedo prometerte nada
no puedo decirte nada
más que vivas
Te hablo desde el corazón
no vala ya vivir arrepentido
no hay deudas posibles,ni culpas
te matean pero te dejan vivo
Habrá pasado...
Si esto es la vida... más que vivas, más que sigas, más que vivas, más que sigas.

Letra de: Dormite Patria















Dormite patria sobre mi camisa
olvidate pronto de los que te pisan
dormite patria que la noche es fria
y hay un viento blanco sobre la avenida.
Quiero llevarte como cuando era otro
y te lucia flamante sobre el guardapolvo
todavia no habia crecido, y estabas prendida
a mi solapa blanca ,como un papelito

Dormite patria que los corazones
te haran de almohada para los pulmones.
Dormite patria que suena la radio
y alguen que te nombre lo dice cantando
quiero llevarte porque siempre es invierno
y no tenes un techo y estan los lobos sueltos
Malena, Carlitos Gardel y los caudilloslas madres de los pañuelos
y los hijos de mis hijos.El que vende flores yo que canto esas canciones
esas chicas de las tiendas los que arreglan los motores
te vamos a hace una ronda
que abarque todo el mapa y entre provincia y provincia
no habra limites ni nada.
Dormite patria como mi enamorada
llevo tu corpiño atado en mi lanza
el ultimo aliento la cancion que me queda
es que seas distinta a la que vi en la escuela.
Quiero llevarte como cuando era otro
y te lucia flamante sobre el guardapolvo
todavia no habia crecido y estabas prendida a mi solapa blanca
como un papelito.Dormite patria que en la cuadra aqui cerca
suena ya la murga para que te duerma
Dormite patria pero dormi conmigo
para que la muerte se lleve al domingo.

Letra de : Azules



Son azules los cuadernos, hechos de papel araña
azules son los cabellos, en la piel de los fantasmas
son tan azules los huesos en los mares de difuntos.
Azules las medialunas que se comen en Neptuno
azules son los tapados de los ciegos del invierno
cuando mudan de pelaje sabiendo que ven por dentro.
Azules los comisarios ,los dientes de los moriscos
la aleta de las sirenas y el orín de San Francisco
Azules tus ojos negros como azules son las redes
que en un fondo de areniscas ,azules vuelven los muelles
Azules las alambradas, las bielas y los pistones
y azul es el fin del mundo que cabe en esta birome
Azules los relojeros cuando en su casa mortuoria
las agujas son matungos sudando azul en la noria
azul el cordón de vida los higos si están maduros.
Los jazmines de los libros y la lengua del bromuro
y explico que soy azulcianótico de cansancio
cuando escribo en el papel azul del enamorado.


En ésta foto cedida por Adrián muestra una habitación donde se escribió más de una de éstas bellas canciones. Cobijo de musas

Letra de: Todo es Humo



A veces me parece tengo la verdad
Y es la punta de un cometa
A veces en los ojos tengo gusto a mar
Y es sudor apenas
A veces tengo miedo de mirarte
Y que desaparezcas
Todo lo tengo dura un segundo fugaz, fugaz.
Y a veces me entretengo en contar las estrellas
Y no duermo nunca
Cuando la ciudad se estira yo despertare
Antelare que la luna.
A veces tengo miedo de mi mismo
Por lo que me prometí
Todo lo tengo dura un segundo fugaz, fugaz.
A veces me encuentro en fotos de ocasión escuela nocturna
La noche y el deseo de escapar de todo, no termina nunca
A veces me parece estar a punto de develar los misterios
Después comprendo que no hay nada como este momento
Todo lo tengo dura un segundo fugaz, fugaz.
Fugaz, fugaz. Fugaz, fugaz. Fugaz, fugaz. Fugaz, fugaz.
Fugaz, fugaz. Fugaz, fugaz.

Cuando se lanzó el CD se obsequiaba con el compac un billete como éste 10.000 australes sin ya ningún valor, significando que hasta el dinero es Humo y se esfuma.

Letra de: La Carta de un ladrón



Quiero segar los campos y detener las mareas
Para que no sufras tanto el día que yo me muera
No soy santo del camino ni ladrón que desconoce
Que no nos matan las balas,
Tan solo algún mal de amores
Dicen que perdimos todas las esperanzas
La ilusión es un río que moja solo las plantas
Y que estamos perdidos, rendidos casi sin fuerzas
Y que andamos fugitivos en nuestras propias leyenda
Pese a todo te quiero amor
Lo que digan de mi es un error
Y si el desierto es mi tumba
Y mi amistad la botella
Tiro una al mar ,
Yva con ella mi amor
Diciéndote que esta no es
Solo la carta de un ladrón, la carta de un ladrón
la carta de un ladrón
Nunca conocí el riesgo que te da libertad
Y elegir el silencio y cuando poder hablar
No soy santo del camino, ni ladrón que desconoce
Que no nos matan las balas,Tan solo algún mal de amores.
Pese a todo...
Solo la carta de un ladrón, la carta de un ladrón
la carta de un ladrón

Letra de :Corazón de barco


Tengo el corazón en dos mitades
que apenas pueden sostenerse, la derecha tira al viento
y la izquierda tira redes.
Y al abrir los ojos de mañana
cuando comprendo donde estoy
veo que el mundo cabe en mi cama
pero me creo lo que no soy.
Corazón de barco, furia reprimida,
marea alta, con las velas cortas
si lo que importa no es esta vida.
Corazón de barco, todo lo abandonas
será tu origen de bosques lejanos
eso de andar buscando lo imposible.
La abulia de los domingos clava su arenal en mi,
estoy desnudo, solo recuerdo el astillero donde nací.
Y me hago daño sabiendo que alguien vendrá desde la orilla
me creo libre, pero dependo que ella se suba a mis costillas.

El Capitán Abonizio en charla técnica


Homenaje a Carmelo



El Gran Pez es una canción que escribí cuando se estaba muriendo mi papá.Va en un disco que se llamará "Embarcaciones".El Gran Pez es una película de Tim Burton que refleja fielmente la admiración y el rechazo de alguien por su padre, cuyo único pecado fue el haber sido demasiado fantasioso.Yo tuve un papá así.Por eso el tema.Va en mayúsculas lo de Padre Celestial-el que está arriba-, Padre Padrone-otra película, creo que de Buñuel sobre la esclavitud en tiempos franquistas-y Padre Mía, en femenino, ya que las deidades contienen ambos sexos.
Escribir sobre mi viejo puede ser largo y tedioso para otros, para mi es fascinante.Porque el lo fue.Fue cruel y honrado, brutal y generoso, sabio y despistado.Esquizofrenia amorosa que heredé.Mi papá tuvo muchos errores, pero tuvo intuición; jamás me puso trabas a nada y si bien le puedo achacar que me dejó "solo" también me enseñó a fortalecerme en soledad.No significa que tuve un ejemplar aprendizaje, sino que me ayudó a escribir el prólogo de un buen libro, espero que largo, donde yo lo debo escribir en solitario y cada hoja intentará ser la más legítima. Con eso me alcanzó.No me dio libros ni intectualidades vanas.Me dió la libertad de elegir, me dió un consejo atinado y otro desopilante.La vida me lo hizo de carnadura humana, sin poses y eso es magnífico, real, y ayuda a consolidarse.También me dió el absurdo, la posibilidad de entre soñarme con pavadas, entreteniéndome sin televisiones, solo con visiones.
Eso tienen que hacer un padre, no impedir, no cerrar puertas y dejar correr como si uno fuese un río o mejor para el caso de este tema, un pez, un Gran pez, hermoso y libre.
Ojalá yo lo logre con el mío, con mi pececito.
El Gran Pez


Yo nací de todos los padres que hay en la vida
Padre Celestial, Padre Padrone y Padre Mía

Yo escuché canturrear la canción más lunar en la tierra elegida
En una canción no se hace la vida pero la obliga

Padre
Padre del ojo ausente y la vigilia
el árbol , el fruto y la furia indebida
Padre perdono tus penas tus hojas cansadas sin clorofila
¿Quien soy yo para hablar del Gran Pez, la dulce mentira?
Alguien habrá de juntar tus ramas caídas
Alguien habrá de juntar mis ramas caídas

Yo no pesqué el Gran Pez lo pescó mi papá con sedal homicida
Y esa noche su carne comimos y así sin querer yo me hice caníbal

Padre el que enseña y ofrece sabiendo que hay peces que tiran y tiran
Y cuando un padre decrece su boya es madera del fin de una vida


Años A


Recital en El Alma Bar


Entrada al recital Alfabeto de locos



¿Como se hace? por Adrian Abonizio



Jueves, 03 de marzo de 2005
¿Cómo se hace?

Cada vez estoy más seguro de mis inseguridades. Si algo sé es que dudo. Si algo conozco es la herrumbre de la brújula, las riendas torcidas de mi cabalgadura, la mellada espada de mi saber. Cada día urdo la trama de mi retórica detrás de donde espío al enemigo que acecha. Cada vez soy más elocuente y escribo mejor: debajo de las palabras uno puede ocultarse con la inmunidad que da el oficio. Aquí va mi testimonial: un amigo de la infancia me hizo empeñar el sueldo y la fe, pero siento que lo ultrajo al decirle que me ha traicionado, pues aún lo quiero. Y humillarlo a él es hacerlo conmigo y con nuestro pasado de hermandad. Lo peor es que él lo sabe y actúa en consecuencia. Soy así de idiota. Cuando tropiezo me pregunto, con sinceridad infantil: ¿cómo se hace, cómo es, cómo era, cómo será? ¿Cómo decir que no a una reunión de ex alumnos sin que crean que soy arrogante? ¿Cómo expresarles que tengo impresión de que vean lo que ha hecho el tiempo con nosotros y que ya no somos los actores en aquella escenografía de errante y sospechada felicidad, tan irreal como antigua? ¿Cómo hacer para eludir esa charla con una ex novia que propone vernos para repasar lo actuado y uno carece de la gallardía de confesar que aquello nunca fue realmente importante para nuestro corazón? ¿Cómo explicar el amor hacia una divisa sin caer en las frases "es un sentimiento, una pasión, algo distinto"? ¿Cómo dar el pésame o una mala noticia utilizando las palabras correctas?

Qué difícil es todo. Qué fobia a la mala praxis espiritual que he desarrollado. Ay, que pavor ancestral de intuir que uno no sabe hacer nada más que lo instintivo, como el comer y el digerir; el amor físico y algunos rudimentos de la caza diaria. Amar sin presentir. Soy así de idiota. No poder evitar mirar a unas señoritas con quienes, de concretar algún encuentro amatorio, nos darían cadena perpetua como pena leve. El no dejar de sentir culpa por el pavor ante ese morocho mal entrazado que en la esquina nos pide algo, una moneda, un cigarrillo, pero no la vida. Sospechar que una obra de arte que los críticos ponderan como sublime resulta ser un bodrio, pero no opinar. Ni poder burlarnos de ese taxista verborrágico y sabiondo que aconseja cómo vivir y no atrevernos siquiera a decirle en la cara (que vendría a ser su nuca) que no lo soportamos. ¿No sería mejor confesar nuestro pánico al dentista, a los perros bravos, a las alturas o las profundidades y a las películas de terror para niños? ¿No sería más sano dejar de lado nuestra torpe elegancia, nuestro rosario de mentiras piadosas, nuestro patético escudo perdonavidas?

Muchos me creen un arrogante, otros un pusilánime; no soy ni uno ni lo otro: soy apenas uno que no sabe como actuar en ciertos casos. Se me presenta un señor de hábitos y pretende darle la extremaunción a un pariente que está al partir de donde no se vuelve. ¿Cómo disimular que estoy aturdido por el absurdo de que alguien crea ser intermediario de turismo en semejante viaje? ¿Cómo poner cara de entendido ante las explicaciones de nuestro mecánico que engorda sus honorarios pues intuye que uno apenas sabe que el auto tiene una varillita para medir el aceite y un laberinto de cosos y cositos extraños? Sólo a mí me han elegido para levantar las copas en un casamiento o aniversario y tener que desear buenos augurios que todos sabían no se cumplirían. He comido en restaurantes mucho después de haber trabajado en la cocina de muchos de ellos y para no contrariar la invitación comí disimulando la repugnancia. He entrado a concesionarias a preguntar precios de bólidos inalcanzables y a pesar de la mirada despectiva del vendedor seguir adelante cual Isidoro Cañones dilapidando fortunas. He sido sometido a entrevistas laborales en donde invariablemte debía ser agradable, sabiendo que sería imposible y que ya estaba perdiendo el puesto de antemano. He sido conminado a opinar sobre algún trabajo artístico a requerimiento de su inoportuno autor y no me he atrevido a expresar que jamás había asistido a algo tan horripilante. He asistido a reuniones de bien pensantes donde estaba mal opinar a favor de un poquito de pornografía, la mano dura de Perón o la belleza de las canciones melódicas, temiendo que a uno lo arrojen por el balcón. Alguna dama me ha inquirido en su alcoba por sus formas o su celulitis o su ropaje y en todos los casos he dicho que estaba todo en su lugar y combinaba con armonía, a pesar de ver panoramas de derrumbes. He sido abordado por un enjambre de pibes angelitos que venden porquerías en las mesas y a todos les he comprado por temor a que me vean como insensible. He tenido pensamientos funestos sobre nuestros rivales en la cancha, tales como quebraduras expuestas, descuartizamientos por perros policía, ahogamientos en el pozo, más luego, arrepentido, hasta les he deseado que nos hagan un gol.

Ay, amigos, me siento un idiota con buenos sentimientos, cobarde, mediador sin temple, esquizo del amor y del odio, verde para grandes batallas, viejo para las pequeñas. Apenas un rudimento de hombre. Siento pena por mí pero más por la especie humana. Hay que mentir, fingir con crueldad, aparentar denuedo, pasión y generosidad, tal vez me vaya mejor. Habrá que tomar con suficiencia los elogios infundados; con falsa humildad la gloria que nos adjudican y no nos pertenece; usar la condescendencia en los triunfos equivocados. Me irá un poco mejor y no tendré que andar balbuceando sobre el cómo se hacen o se dejan de hacer las cosas que no sé llevar a cabo, esta nota incluída, esta falsa modestia.

Culpemos a los otros por Adrián Abonizio

Culpemos a los otros jueves, 11 de noviembre de 2004

Hablemos de quienes hacen de su vidas un ejercicio práctico: echar la culpa a los demás de todo, sin reparar en gastos. La viga en el ojo propio. Pero un ojo de aire culto, responsable, único. Empiezan por algo grande y frondoso: nuestro país. Ellos han leído, están muy informados y se creen librepensadores. Saben del granero del mundo y del faro de América. Todo junto mezclado y en conserva. Eramos ricos y se acabó el queso, luego nos endeudamos, dilapidamos la herencia y nos rendimos ante la banca apátrida internacional. ¿Quién propició todo esto? Ellos son inocentes. Han nacido en una familia de inmigrantes enaltecidos por la prosa libertaria. Tienen un pasado obrero, un alma comunista, un origen barrero. Ellos han aprendido la historia. Juzgan con dedo acusador a los políticos y a los militares, incluidos el general Perón y la Evita capitana. Ah, si el pueblo comprendiera, se dicen. Esos desprotegidos en la estafa; los de felicidad escamoteada, los hermanados en solidaridad, los unidos del sur a quienes violaron en el cuarto oscuro. Y hablan del pueblo argentino tan conmovidos como turistas perpetuos. Algún día se liberarán, deducen. Mientras, omiten el pago en término y las reuniones sindicales en su empresita. Atormentados por una pena dulce se rasgan el pecho, lloran en los altares de sus amantes, en los confesionarios psicológicos y hacen de esta dramaturgia un buen libreto. Leen a Benedetti, se conmueven con la sensiblería arrogante de Sábato, escuchan a Víctor Heredia o a Silvio Rodríguez, se orinan por Cuba y, finalmente, luego de un paso fugaz por acuerdos, alianzas y alguna presidencia de mesa, en rencorosa resignación por haberlo intentado todo se dedican a lo suyo. Envidian a los combatientes de Sierra Maestra, pero ellos lo hubieran hecho mejor. Los desaparecidos fueron muy valientes, pero les faltó estrategia. Los líderes usan mucha demagogia. Y así continúan para sus adentros. Yo estudio a estas especies y me sube por la lámpara de la sangre como una luz de piedad. No tengo odio, solo hastío por la brutalidad de doble moral, por sus miserias de alcoba y sus terrores que disfrazan de ideología. Ellos me miran con desdén sugiriendo alguna lectura vivificante y no dudan de mi lucidez: dudan de mi pragmatismo. ¿Para qué mortificarnos si los demás hacen todo al revés? El país se les escapó en algún momento o habrá hablado como oráculo cuando ellos dormían y nadie les avisó. ¿Que la ciudad está sucia, llena de ratas y basura tirada? Obviamente, la culpa es de los demás, los que descuidan lo que es de todos, se indignan; mientras, vacían el cenicero del auto distraídamente mirando la franja marrón del río y oyen noticias desde una emisora bien pensada. No se puede ni ir a tomar un café tranquilo; a cada momento entra un pibe a pedirles una moneda. ¿La culpa? De los padres que los dejan a la buena de Dios, de esta sociedad pauperizada que los encarcela en el vino y la coyuntura. Entienden su malaria congénita pero se indignan: no los dejan abstraerse en sus meditaciones. Siguen ahora con las drogas. Tienen un hijo que anda en cosas raras: la responsable es la sociedad corrupta en modelos y los maestros sin ideas preventivas. Nunca le faltó nada y ellos en su papel rector ya les han prevenido que así, de ese modo suicida, les están haciendo el juego al imperialismo de los alcaloides y a la dominación extranjera. Comprenden su necesidad de ruptura y la búsqueda de tribus alternativas. Han intentado sobornarlos con regalos para que dejen las malas juntas, pero nunca les han hablado al alma del cachorro. Continúan con el sexo: su hija tiene un montón de cortejantes y ningún esposo. La retan, la ofenden, pero no pueden apartarla de la idea fija. Ella está embarazada. Comprenden la revolución hormonal: le han dejado en su dormitorio un video sobre el tema hace unos años. Jamás se sentarán a hablar del asunto hasta que ella no lo pida, porque respetan en exceso su libertad. Pero la terminan dejando sola. Les echan la culpa a sus esposas, presas de un modelo femenino estereotipadamente pasivo y complaciente que fue lo que impidió la enseñanza del autocuidado. Mientras, digieren aun la noticia que, ella, su “compañera” como les gusta decir, se escapó con un tipo más próspero. Seguro que el modelo burgués de una terapia de grupo o una sociedad capitalista y de consumo le están llenando la cabeza. Y cuentan toda esta letanía sin anestesia, al borde del ridículo y el cinismo. Son peores que los que critican. Se comprometen pero de mentirita. Su solidaridad es un enervamiento de ficción. Dicen ser de izquierda y actúan como de derecha. Creen ser sensibles y son bestias; van a cagar como se dice, en la casa del vecino. Una noche cualquiera matan a tiros a ese taxista que les frena delante suyo: él se la buscó. Los quince años de prisión son culpa de la Justicia enferma de este país colonial. Los mete presos a ellos y libera a los mafiosos. Son víctimas del sistema. Enferman como héroes en el exilio. Una vez muertos, la culpa es de Dios, ese opiáceo de los pueblos, por derivarlos a este corredor oscuro sin una luz decente. —Dios, ese ateo, rabian por debajo y lo acusan de hereje y si fuera necesario de judío. El solo, tiene la culpa entera de sus males. —Y así le va, dicen mientras descienden sin parar hasta el fondo del pozo de los tiempos por el peso de la piedra ilustrada que habita en sus corazones

Carnavales de alegría por Adrían Abonizio

No es verdad que los carnavales me ponen melancólico por lo que tuvieron de felices. No constituyen un pasado emblemático de alegrías pasadas ni fervor póstumo. No eran más que la vigilia de las armas en una semana de vértigo y novedad. Mi única melancolía fue comprender, en el amanecer de las cosas, que la pena verdadera estaba en el primer fracaso amoroso, la sordera de un país caníbal y que habría de caminar mucho y mal todo aquel no nacido en cuna de oro. En la escuela obligatoria y en la familia desarmada. La patria de la inocencia. La patria de las cosas mágicas. La patria del anochecer en que uno se dormía protegido por el retumbar de las comparsas que ensayaban en los barracones. Los carnavales no igualaban nada: mostraban lo que éramos.

Eran una droga poderosa: uno podía sangrar en una pelea que el Rey Momo lo curaba. A uno se le podía morir un tío que el carnaval lo amenguaba. O un padre hastiado molernos a patadas o mordernos un perro rabioso o caer por goleada que el carnaval todo lo sanaba. Ser chicos era una maldición de indiferencia. Lo único nuestro y poderoso era el juego de agua en la siesta, en que uno olvidaba masturbarse o mirar canal cinco, para salir a mojar chicas. Recuerdo que se evitaba gastar agua en las feas y ese estigma me duró hasta hoy: cuando puedo voy hacia una y le declaro un amor de paso como para redimirme. La impiedad y el sarcasmo, el erotismo, la victoria o derrota estaban en los carnavales. Algunos les ponían a las bombuchas piedritas o venenitos de paraíso para que doliera; otros pintura para que manchara y los más osados orina para que oliera. Yo despreciaba esas prácticas pero al tener una puntería endiablada, me solían contratar los más grandes como mercenario a cambio de fotos porno. Cuando me hastié del contrato vil (diez víctimas por una foto de la Sarli) escapé y allí, en el atardecer con olor de glicinas y el recio sudor que exhalaban los mayores que se habían estado corriendo con cubos de agua, descubrí la hilera de cantores que esperaban su oportunidad de inscribirse para trepar alguna noche al escenario. Cantaban cosas tremebundas, horrorosas, lúgubres, pero al ser carnaval la gente perdonaba esas letras mortuorias, esa vergüenza ajena mientras llovían serpentinas sobre sus cabezas engominadas de artistas y resonaban los compases fúnebres de sus vidas de tango.

Nada importaba, la gente era bestial pero feliz; los ignoraba o compadecía con aplausos, nada importaba y esos tipos habrían de ser prontamente olvidados en las postrimerías de una bacanal inocente y con luz de amanecer, sin sexo ni borracheras de cuchillos y en una claridad de patios mojados con la evocación de besos que no fueron. Mirábamos a esos cantores. Los veíamos pasar derrotados y pese a que veníamos de una carnicería y éramos curtidos soldados de línea, jamás se nos hubiera ocurrido burlarnos. ¡Ah esos cantores amateurs caminando la plaza del barrio cabizbajos, tomando agua de los bebederos porque no tenían ni para una gaseosa y regresaban a sus oscuros barrios metiéndose en la noche de los vencidos! ¡Ah, esos gorditos tímidos, esos flacos venosos, esos colorados refunfuñantes! Esa sí era una Señora Melancolía; era la derrota, la auténtica derrota de un pueblo. Lo comprendí después, cuando uno ya no vería jamás las cosas desde afuera. Una noche fuimos al desfile y pasaron mascaritas, marcianos con cabezas de engrudo, parsimoniosos carros con guirnaldas, triunfadoras gentiles de dientes blancos, reinas del disfraz perfecto, candomberos falsos con hollín en las caras, negros ficticios, todos seguros de sus vidas y el podio que los aguardaba. Entre la gente, cubierta su cabeza con una bolsa de nailon dura, andaba un tipo que besaba en la boca a los hombres. Aquello me sacudió, algo siniestro se estaba incubando bajo las farolas y yo lo había descubierto: era el margen, la pobreza, la miseria. Eran los cantores sin laureles, las feas a quien nadie mojaba ni sacaba a bailar, eran los mariquitas que debían esconder su cara.

Allí, en ese espacio perfumado, con estrellas simulando bombitas sentí que me alcanzó un rayo y me abrió una herida con la comprensión cabal de mi destino: jamás sería como los triunfadores, jamás me compraría un traje luminoso y jamás estaría del lado de los ganadores. Lo supe ahí, como supe también que escribiría para redimirlos. Eso marcó mi vida y signará mi muerte. Y la gente habla tontamente de los carnavales como con melancolía tenue, como la postal de un cielo perdido y maravilloso. Melancolía legítima en suma, pero no entienden la mía y es razonable: la gente en general elige a los ganadores, pero ignoran que la sombra que proyectan sobre ellos es de falso oropel, de un agua florida descompuesta y de un Rey Momo que se les está riendo en la cara desde siempre. 8 de Febrero de 2005