La mujeres siempre triunfan



Yo tenía catorce años y debía trabajar, por eso mis padres me enviaron a lo del doctor Monteleone, a su casa, a su estudio a ver si me ganaba los garbanzos en la escribanía. ¿Qué hacía yo allí? Diría que nada y todo. No limpiaba. Era mandadero. Solía atender el portero eléctrico que se multiplicaba en sus rings por toda la mañana. Luego, al mediodía, iba a los bancos a realizar pagos o trámites y pasada la hora pico me dejaban ir a almorzar a mi casa. Al otro día rendía los papeles y seguía la rutina. Creo que el doctor me descubrió y me pidió: había visto mi esmero entre ceja y ceja, mi seriedad y claro, la necesidad en los muebles de mi casa, las pocas veces que estuvo retenido en el living, por mi madre y un café torrado.
Allí habrá comprobado los cuadros imitación, las paredes sin reboque, el olor a comida y se le habrá ocurrido darle una mano a mi papá. Al que puntualmente le cobraba el crédito por la casa. Yo le hice creer que era aplicado, mi padre exageró "-Un técnico propiamente", dijo absurdamente para definir mi precisión. No pudo ser más desubicado. El DT que me dirigía habíame echado la semana anterior. Fue en un córner, marqué el primer palo y un negro -Pelé le decían- me anticipó y cabeceó a la red, -"¿Pero usted es puto que no marca?", gritó. Un fracasado de apellido Gamez. Lo cierto es que me saqué la casaca y me fui al vestuario. Nunca más pisé el club. Y me había puesto raro: Un huracancito rojo, lleno de humo y apisonada violencia me empezaba a ladrar en los intestinos.
Al otro día me trompée con Claudio, el gordo de la imprenta por una pavada. Por esas jornadas en que andaba en pie de guerra me pidió Monteleone. Los adultos confunden seriedad con contracción al trabajo. Laburaba en su estudio?casa de luna oval con entrada de vitreaux, una servidumbre extensa, especie de familia portátil que el doctor había fabricado tratando a todos bien, pagando en término, regalando de vez en cuando camisas para el chofer, cuadernos para la hija de la mucama, ropa nueva para Sarita la secretaria que se decía andaba con él a pesar de estar casada.
Un dios malefico, ponzoñoso, cobrizo y maloliente me condujo hasta la verdad, esa ganzúa que abre el cofre personal cuando solo uno tiene la réplica, pues se sabe, para la verdad nunca hay una llave original: La tal Sarita resultó ser la esposa del técnico que me habia echado. En el cordón de Castellanos dirimíamos la escena mientras una luna rojiza subía por los álamos. López razonaba como ante una batalla. "Si la mandás en cana lo jodés al técnico, pero también al doctor que decís es buen tipo, y tiene la hipoteca de la casa". Toledo extendió su mano con el gesto de los cuernitos. "Además de que se enteren que está coronado también te ponés en evidencia". Lo miramos, usaba una jerga magnífica. "Un técnico en el arte del análisis de los casos policiales", dictaminó Antonioni. "Termínenla con la palabra técnico", rogué yo. La cuestión es que se venía la noche, encendimos el primer cigarrillo y buscamos aquello que significaba hacer el daño sin que se sepa el causante.
-"¿Está buena la Sarita?", ofertó Lopez. -"Unas tetas así grafiqué". -"Bueno, con esas tetas y mi labia vamos a hacer el negocio", levantándose, magnífico con la idea, cerrándose la campera y feliz en haberle encontrado la vuelta al asunto. Al día siguiente suena el portero y abro. Lo veo a Lópecito con un morral al hombro como los que usan los carteros. Vacilé, lo miré como a un zombie. "Qué..¿qué haces acá vos?" -"!Carta para la señora Sarita Zampapietro de Gámez!", chilló estruendosamente. Al oir su nombre vino por el corredor, con sus labios rojos, su perfume a naranjas y su escote. "Sí, precioso, ¿qué es?. Qué raro ¿acá?".
-"Soy correo privado, señora. Suyo", extendió la bic sin dejar de mirarle los pechos; firme acá y alargó un papel. Los dejé en la puerta y me metí en el estudio. Regresó Sarita y no pude soportar verla abrir el sobre asi que salí como alma que lleva al diablo para los bancos. El sábado por la mañana me llamaron del club que vuelva a entrenar porque "Ese bruto de Gamez se rajó sin avisar y usted, mi viejo, sabemos si que abandonó el club fue por él y ahora lo necesitamos ya!", me urgía el Señor Floritti, el propio presidente del Horizonte Club. Jugué, hice un gol y por el atardecer vimos a López que venía fumando y nos invitaba a sentarnos al cordón. Contó todo, el anónimo escrito en la máquina de su hermana, la obligación que deje el club su marido caso contrario se iba a enterar que ella lo gorreba con Monteleone. Una luna enorme y perfecta crecía tras él."¿Y cómo habrá hecho para convencer al cornudo?", inquirió Toledo. Lopecito, mirando el humear de su pucho susurró. Estaba sobre el tobogán, las manos en la nuca. "Ah, las mujeres. Cuando quieren algo lo logran.. las mujeres. Qué tetas lindas que tiene la señora Sarita. Las mujeres, para que vayan sabiendo siempre triunfan, che".

En las alturas




El Chango Gazznick jugaba en las alturas, las de su metro ochenta y sus catorce años; lo empleábamos para los partidos difíciles y se dejaba llevar, coronado de gloria, homenajeado con una gaseosa y el regalo de una camiseta que le quedaba inexorablemente a la altura del ombligo. Se conformaba con poco. Le sobraba dinero, coraje y bonhomía. Aceptaba todo para no desairarnos, creo. Y sonreía, siempre sonreía. Nos protegía. Dejaba hacer. Era de una familia de gentiles, de puertas abiertas, con hermanos formidables y hembras esplendorosas en su pubertad, de culitos aéreos bajo las polleritas tableadas escocesas de la escuela. Todas mayores que nosotros. Allá en la superioridad de las alturas. Una familia constituida con frontón de lajas, casa de dos plantas, auto coludo en la puerta. El papá dentista y la mamá bioquímica. Familia de alta clase que desentonaba con nosotros, los del llano del obreraje. Lo habíamos conocido en un carnaval cuando disfrazado de extraterrestre nos acorraló en una bocacalle: sus hermanos salieron de las tapias con embudos de colores en la cabeza y nos cagaron a bombitas de agua. Luego se rieron hasta más no poder y nos pidieron disculpas, gesto desconocido para nosotros. Luego del refrigerio nos hicimos como hermanos. La cordialidad en nuestra conversación de gladiadores desconfiados casi no existía. Pero aquella tarde fuimos amables, felices y plenos. El padre nos sirvió naranjada y la mamá torta. Eran bondadosos en aquella casa. Y el Flaco Gazznick, un poco más grande que nosotros y patadura, nos hacía el favor de pararse en el área contraria y allí esperar la carambola de algún centro que le dispensaran para salir a festejar como si el cuadro fuese suyo y el campeonato del mundo estuviese allí, esperando al filo. El papá venía a buscarlo y por ende a los que entráramos en su Kaiser Carabella gris tiburón que le hacía juego con su boquilla plateada y el molar como un escudo refulgente. Nos dejaba en las casas o se empeñaba en que tomemos chocolatada fría, allí -en los fondos- según decía él, pero era un jardinazo, con almenas, fuente, innumerables ventanas, plantas exóticas y dos mucamas. Pero había eso que los chicos descubren en el aire rápidamente y se llama potencia del vivir, alegría de saltar o festejar por cualquier tontería. Eramos brillantes, imaginativos, elocuentes e inspirados a pesar de sentirnos un poco cohibidos, allí en la galería con adornos y helechos gigantes. Una negra de busto enorme en bronce nos mostraba sus prodigios; más allá una Venus delicada dejada entrever un pubis alado entre los nenúfares de yeso. En el aire había olor a jazmines. Fue el gordo Azuli el de la tontería. Sin que nadie lo viera se deslizó por algún hueco y se robó aquello, esa prenda que ostentó flameando en un palo al salir y dejarla entrever cuando ya estábamos de regreso, lejos de la familia Gazznick: una bombacha rosada, con bordecitos espumosos que se llevaba a los labios y debía pertenecer a alguna de las hermanas del Chango. Lo espantamos, se la quitamos y le dijimos que era un pelotudito sin clase, un negro tarambana pata sucia. ?Eh, ¿Que pasa?, gimió buscando ayuda pero nadie le apoyó la broma. ?Andá a devolverla, se plantó López. ?¡Y ahora!, terminó torciéndole la muñeca detrás donde los huesitos parecen quebrarse. Estaba rojo y le sacudía el brazo. Nadie intervino. Hubo un crujido. El coche frenó. Era el Kaiser y su dueño impidió la quebradura de un empellón. Parecía un lord amortiguando las batallas de sus criados. Nadie explicó, la prenda la sostuve hecha un bollo en mi mano, escondida para que no se enterara. ?No hay que pelear entre amigos, alargó el dentista a modo de sermón.
Por la noche, mientras la luna filosa largaba algo de claridad en mi pieza la hice oscilar entre mis dedos. Olía a jabón caro y vainillina. A prodigio, milagro, dinero, romance y melancolía: nunca tendríamos a su dueña dentro de ella, nunca ninguna dama que vistiera aquello osaría mirarnos siquiera, nunca oleríamos en la cama matrimonial aquel aroma. Nunca triunfaríamos en suma, ni accederíamos a los castillos que en las ventanas cuadriculadas custodiaban princesas vírgenes. Todo estaba lejos, en las mismas alturas como la testa del Chango que nos hizo ganar el último desafío, aún cuando nos ladrara, sonriente como siempre. ?Dice mi hermanita que los vio, que no pisen más la casa, que son unos choritos de mierda, ¿saben? Y que si lo hacen les dice todo a mis viejos o yo voy y los cago bien a trompadas, pero no me den bola, guiñó un ojo desde su montaña y nos zurró la cabeza yéndose. Yo la había llevado envuelta en un papel strassa para devolvérsela, pero ni me animé. Terminé arrojándola en una huerta.
Habíamos perdido el reino y al Flaco Gazznick que ya no vino ni a cabecear ni nos atendía cuando a través de la verja, como presos del otro mundo, le gritábamos si por favor quería cabecear para nosotros.

Islas a la deriva




Y pensar que tenía un poema tuyo acerca de una isla escrito sobre un cartón con tres agujeros de carpeta. Lo lograste, enloqueciste, que es la mejor de todas. Trabajabas en una casa de repuestos y escribías poemas a máquina, sobre las cartulinas de archivo. Pegué uno de ellos sobre la puerta del lado de adentro de mi pieza, junto a Jimi Hendrix, Kempes y la chica Clairol. Y vos te aparecías bajando del 218, escapando de la villa con el bolsito de cuero al hombro y silbando. Vos, el que escribías poemas y querías jugar en el puesto de Ramón César Bóveda. Levantaste los ojos de tu condena previsible de oler eternamente los zanjones, el agridulce aroma del viento cuando se levanta en el barrial y trae eso que ahora odiás: pobreza de vivir en la zona estrafalaria para siempre. Ahora que habías conocido el techo con guardas de yeso, cuadros de verdad,el aire acondicionado y la heladera casi siempre repleta. Dormías en una casa distinta cada noche, esquivabas regresar a tu caverna de Godoy al 6000 alargando el encuentro con tu pasado que estaba ahí a quince minutos del 218. Dejaste la práctica de Central por las tumbadoras. Tocabas para todos, escribías en esos cartones celestes del trabajo que conservaste un poco más, hasta que lo abandonaste y empezaste a vivir la bohemia en serio: no trabajar, fumar de prestado, dormir de sentado en un bar de músicos que salían de tocar en Radio Nacional y se mezclaban con los pelilargos, los primeros de jeans apretados. Vos y tus cartuchos con palitos de batería, vos que me conociste serio, empeñoso en olvidarme también de quién había sido hasta hace poco. Yo también había dejado el expreso donde despachaba estúpidas cartas de porte con olor a ratón y también escribía poemas con remitente impreso. Poemas sobre islas igual que vos. No seguíamos la campaña de Central, estábamos perdidos en otros territorios. Yo también había desertado de la gimnasia y el orden de los entrenadores fracasados. La jugada genial, el codazo entre amigos, la promesa de llegar a jugar en primera, el olor a meada de los vestuarios, la lucha contra uno mismo y la sensación que había otro mundo mejor, basado en una nada expectante: sin trabajo, sin club, sin futuro. Eso también era una vocación. Escribir sobre islas. Pegar los papelitos en la puerta hasta que los padres se cansaban de uno y nos tiraban el diario recién amanecido sobre las colchas, abierto como una mariposa gigante blanquinegra en la página de los clasificados. Y pensar que yo alcancé a entenderte pero te saqué de mi vida porque necesitaba andar sin companía; hacer el camino hacia arriba a la inversa como vos, pero no precisaba de la complicidad ni la camaradería, dos cosas que debilitan el trabajo en solitario. Redención o victoria. Porque se apuesta, es así: uno deja el trabajo, la familia y el fútbol, los amigos y la novia. Todos estigmas de salitre en la llagas, todas estampas peligrosas, todas casas cómodas donde echarse a cambio de una que es eso sobre lo que escribíamos: islas a la deriva. Familias diezmadas por un mal de cobijo que nos ahogaba: esa familia de pertenencia a una divisa o a un amor nos había dado la espalda y la negábamos. Pero, yo decidí que cada uno lo haría por su lado y a su modo. Dejamos de vernos. Yo me mudé, vos te mudaste pero a ciudades distintas. Hoy nos reencontramos en ese cable tendido que es internet en el último día del 2008. Estás en Italia, luego de cruzar islas e islotes virtuales y de los otros. Estás en cafúa. Podés escribir, te lo permiten. Saldrás en meses. Te quedaste con un vuelto de una recaudadora, cansado del vuelto de los otros. Me mandás una foto con la camiseta del Parma que es como la de Central pero horizontal, sonriente, un diente plateado. Debajo una camiseta blanca con el impreso de un isla.
Ambos logramos entrar en una. Como sea, pisamos su arena y nos quedamos dentro. Cuando regreses con la guita me prometés comprar una para ambos. Lo decís en clave, claro. Pensar que tenía un poema escrito sobre un cartón con tres agujeros de carpeta. Y que nadie, salvo yo, daba un mango por tu futuro.

El abundante cuerno del sol



La franja va desde el Monumento a la Bandera hasta el Macro, los silos pintados que simulan lápices y que fueran trasmutados en museo de arte. ¿Dónde va la gente cuando hay sol? Allí, a dorarse, a verse, a investigarse como en las viejas plazas de las aldeas. Hay un gimnasio que permite espiar muslos y transpiración light merced a una pecera que, ¡oh, paradoja!, da al río donde ya no queda habitante fluvial alguno.

Aquí en Rosario, en fin de semana, todo parece concentrarse en una franja junto al agua —hay carteles de advertencia de Barranca Floja o si se quiere un Barranca Abajo gardeliano—, mas la gente no resiste estar advertida y se aposentaa en un despeñadero tomando mate para tal vez morir con la bombilla en la boca: es la única forma de lograr el anhelo de salir en todos los noticieros.

Luego de la Guerra del Agro, la ciudad está calma. Los basureros piden aumento y en un acto de libertad dejan suelta la basura. Propician un arte entre gótico y modernista camino al norte: pilas sobre pilas negras plásticas. Hay un aire de impasse. Los artesanos no venden, los churreros tampoco, yo no compro ni un alfiler aunque las parrillas están hinchadas de gente devorando carne. “El gobierno pide tregua pero los supermercados no la dan con nosotros”, me susurra un dirigente de Amsafé, mientras lee.

Reticencia. Espera. Desconfianza. Es lo que dejó el piquete agrario. Por eso el sol: la gente viene a drogarse en el olvido como lagartos. Llegan con sus reposeritas, sus módicos 2 pesos para un agua, la radio incrustada en los oídos y a mirar el río que es gratis y grato. De repente, un aroma a infierno que ya nos tiene acostrumbrados: quema de pastizales y el humo lo invade todo. Parece un Blade Runner diurno: la gente casi ni se ve y las chicas elegantes huyen a sus coches japoneses y los pobres montan sus bicis donde suelen tener atrapadas con elásticos una radio futbolera o cumbiera al palo.

Sospechas. Un corredor de sospechas. Por el mañana, por el hoy, por el vecino. Alguien extrae un tomate y lo miran como a un príncipe. Otro arma un sanguche de jamón y corre el riesgo de ser ultimado. Otro con su pedazo de queso teme ser arrastrado hasta los yuyales por el perrerío. Como tiene la fama de ser una ciudad come gatos, hay un cartelito que advierte que los mininos de la zona están protegidos y deben ser devueltos en caso de tentación. Por eso los perros, expectantes.

Con la humareda disipada, todo vuelve a la normalidad. Parejitas ansían malamente ser llamadas a ocupar una mesa del bar bacán: la moza repasa la lista de espera y sus nombres los delatan: —El 13, Milagros. El 14, Candela— Así acceden sin vergüenza al premio de pertenecer a un sitio. Si esto no es humillación, yo soy Muhammad Alí. A escasos treinta metros, unos morochones se han adentrado por las rompientes para poder extraerle algo de comida a este río traficado de barcos imperiales con sus bodegas hartas de soja. Pasa un dandy en su bicicleta de 5.OOO pesos. Lo sigue un pirincho con una robada tal vez, hecha flecos. Ambos mundos en un territorio cuadrado, una parcela, un muestrario del universo rosarino. Los lavacoches lavan y repasan suntuosas carrocerías nunca ensuciadas. Una pareja con su prole incontable desciende de un fitito como quien visita Egipto.

Me topo con Cuadrante, un meditador solitario que está urgido por hablar. “La polarización del poder económico y su necesidad de un rédito político dan la sensación de que en el gobierno no había nada que salvar. Lo hicieron confusamente, tarde y muy declamatoriamente. De ahí, mi pregunta. ¿Cómo se defiende algo que el pueblo ignora? ¡El crecimiento del País Sojero está dado no sobre la base de una riqueza proporcional y una recomposición salarial en el mundo! ¡El Imperialismo está en crisis!”, me amonesta. —Claro—, retruco con lucidez. Me toma de los hombros como si yo fuese el culpable de alguna cosa terrible. “Todo es veloz y aún para la derecha es difícil establecer el enemigo, pues todos van mutando también y los bandos se han convertido en timbas multinacionales. Hay renegados de la vieja oligarquía, políticos zorros, todos aventureros, rapiñeros. ¡La soja puede ser un crecimiento pero zizagueante en cuanto deje de rendir! ¡La derecha aclara sus ideas con los gobiernos débiles!”—, me grita. La gente nos mira. “La crisis de USA con su poder aflojando las riendas, en retroceso, y su pérdida de horizonte en Latinoamérica. Por eso el alarde de la Cuarta Flota”.

Miro instintivamente hacia el canal. Me deshago de Cuadrante y me siento bajo una estatua. Una ciudad baldeada de dinero y de hambre a la vez. Ambos mundos. Un paralelo de luz y de sombras. Por la calle lateral se oye un tango tocado tal vez en un patio y unos pibes con sus patinetas pasan a mil haciendo sonar algo así como un acid jazz, pero intuyo que la denominación ya debe ser antigua. Precedido por una agradable melancolía me dejo llevar por la guitarra rasposa que declama el valsecito. Me arrimo a la puerta y al entornarla un grito me para en seco. —¡No entre que llamo a la policía!— aúlla el malevo aterrado, a la vez que suspende el rasguido. ”Guapos eran los de antes”, me digo y regreso al sol.

Justo cuando paso entre una troupe de ancianitas que con sus gorros con pañuelos enganchados tienen un aire de milicianas de Legión Extranjera, se nubla y sorpresivamente, truena y en segundos un granizo de pororó percute el paisaje. Se oyen chillidos, piafar de batallas, puteadas. —Ni esto, ni esto se puede—, lagrimea una vieja con su canastita en brazos. Un fieltro blanco, una capa espesa cubre lo que era antes la luz. Luego, comienza a llover y cinematográficamente vuelve a salir el sol. Todo en quince minutos. Lo que duró la batalla de San Lorenzo. En vez de caballada destripada observo las bolsas de basura esparcidas transformando la Avenida del Valle en un Guernica espléndido. —Espero que esto no nos arruine las cosechas—, dice una señora al marido. Reflexiono, hoy que se me ha dado por pensar. Pobres, como si el Campo fuera de ellos o de todos, como si la guerra emprendida fuera generosa, amable y pródiga con los que menos tienen. Solo nos queda un poco de sol y encima cada dos por tres se nubla.


Referencia ; Revista Zoom
Autor: Adrián Abonizio

Llegaron los marcianos




Aquel es, dijo la voz apuntando con un dedo sucio, señalándolo. Sobre la mira de hueso y carne pasaba el pibe dientudo, cabeza baja, de unos doce años más o menos. ?Ese es el nuevo, el de los marcianos. Quisimos conocerlo y lo llamamos. Se presentó muy seriecito y lo cotejamos como baluarte para nuestro equipo: no daba ni para alcanzapelotas. Esmirriado, lauchesco, con lentes culo de botella, camisa a cuadros y además con tiradores. Le lanzamos una pelota mitad como invitación mitad para sacarnos la curiosidad. La tomó con la rodilla y la devolvió al pie del lanzador. Aquello nos gustó. Nos sentamos al cordón de la vereda. Enseguida sin que medie invitación nos preguntó si creíamos en los marcianos. Su tema favorito. El que lo había detectado, Cornaglia, creo, propuso que nos invitase a su cueva donde tenía, según el pibe, de apellido Casas, un refugio para escapar de los marcianos. ?Antes la contraseña, propuso en la puerta del pasillo que nos conducía hacia una puertita roja, lastimada por el tiempo. Dijo unas frases que repetimos. ?¡Son amigos, abuela!, expuso con naturalidad cuando entramos. Repitió mucho los ademanes de silencio y nos señaló arriba, hacia un cuartito cerrado con candado. Extrajo de una cuerda que le colgaba por debajo de la camisa la llave y abrió encendiendo una luz. Por las malas novelas posteriores supimos que aquello era un ático pero para nosotros no era más que un lavadero adaptado. Un recio olor a orines de gatos nos recibió. ?Che, ¿No ventilás nunca acá? preguntó Toledo. ?!No se puede, seguro que van a espiarme los de los platillos y me hacen sonar!, contestó un enfático Casas. Aquello era un caos apilado: una mesa de arquitecto con marcas de haber sido cagada por palomas milenarias, ahora con guano seco, rollos de papel con mapas, un globo terráqueo señalado con redondelitos rojos, paneles de plástico, fotos grisadas de planetas, caras inconfundibles de extaterrestres con ojos de hormigas. ?Che ¿Y este olor inmundo? alargué yo que no aguantaba más el ácido. Un michifuz negro me contestó de un rincón. ?Está bajo los efectos del gas paralizante de los extraterrestres, explicó Casas. Toledo se cansó, todos queríamos salir a la luz ?¿Este aroma a meo es de tus marcianos también?, y largó la risotada. El pibe lo frenó con un topetazo en la panza. Parecía una ardilla desnutrida revelándose contra un oso. Me causó gracia su enjundia; todos le oímos chillar. ?¡No te metas con ellos! ¡Te van a dejar ciego como al gato! ¡O como a la abuela! ¡No los nombrés!, ¿Entendiste? Era advertencia y una afrenta hacia la mole de Toledo. Entrecerré los ojos pensando que lo arrojaría de un sopapo al patio. Tuvo un ataque de risa, en cambio ?Qué pibe boludo resultaste, farfulló. Y nos invitó a irnos bajando él mismo las escaleras. Cuando nos volvimos, Casas seguía arriba en su torreta con el dedo extendido, acusándonos, advirtiéndonos de algo. Salimos a la calle y se armó un partido enseguida. Como lo habíamos conocido lo olvidamos. Vinieron días de colegio con frío y esa semana anunciaron por canal Cinco que el sábado divulgarían el sitio de la fortuna escondida. Era un juego que consistía en que la firma de vinos Vaschetti, organizaba una búsqueda del tesoro en una calle que era dada a conocer a través de la tele. El afortunado que obtenía la llave accedía a un sorteo por algún premio ínfimo. Podría estar en la caseta de la luz, en un árbol hueco o dentro de un hornero, quien sabe. La gente, sin más que hacer, salía en malón a jugar y encontrar aquella esquiva y pelotuda llave. Lo oímos y saltamos de las sillas. Decían que estaba por 9 de julio, a la vuelta de nuestra casa. Corrimos, ya había una multitud escarbando toda la cuadra. Pasamos por la puerta de calle del pibe Casas y la encontramos abierta. Entramos despaciosamente. En el medio del patio con su gato muerto estaba él, meado íntegramente, temblando de miedo, tartamudeando que habían llegado los marcianos, por eso la gente corría en la vereda. Por eso la abuela estaba desangrándose, acuchillada en el piso de la cocina por los seres. Salió de una pieza un mayor, el padre seguramente, quien nos inquirió qué hacíamos allí, quienes éramos y que nos retiráramos inmediatamente. Era la réplica de su hijo. Pero con un vozarrón tremendo.

Cuando salíamos el tipo ya estaba arriba, en la puerta roja del cuartito y señalándolos nos repetía aquello de que habían venido por fin los dueños de las estrellas y aleluya, alabado sea el Dios de todas las criaturas infernales en sus naves espaciales, liberadas en el barrio para que nos arrepintamos de todos nuestros pecados, ahora y en la hora de nuestra muerte.

abonizio@hotmail.com

Abremente - Homenaje a Luis Alberto Spinetta



01. Plegaria para el niño dormido Liliana Herrero
02. Credulidad Rodolfo García, César Silva y Marcelo Torres
03. Cielo de ti Cecilia Zabala y Quique Sinesi
04. Los libros de la buena memoria Franco Luciani Grupo
05. Laura va Carlos Aguirre Grupo
06. Barro tal vez Marcelo Katz
07. Ludmila Banda Hermética
08. Jabalíes conejines F.Lerman, G.Liamgot y C.Rossi
09. Quedándote o yéndote Adrián Abonizio, S.Sainz y R.Aberastegui
10. Preciosa dama azul María Elía y Diego Penelas
11. Muchacha Alejandro Franov
12. Yo miro tu amor Javier Malosetti
13. Alas de la mañana L.Epumer, P.Aznar, L.A.Spinetta y C.Judurcha


Adrián Abonizio participa del Homenaje a Spinetta en el nuevo disco.

MI TERCER LIBRO



"Deportivo Pocho" del sello Ciudad Gótica bajo la anuancia del Instituto del Paraná.
Son relatos, cuya excusa es el fútbol en la preadolescencia, pero que intentan pintar una aldea, un barrio en pleno crecimiento como sus protagonistas.Las luces y sombras de una Argentina, que al ritmo del olor de potrero, se fue integrando o desintegrando con un fondo de repiquetear de pelota en los baldíos o en las esquinas

Recital en El Alma Bar



Éste recital se realizó el 17 de Septiembre de 1998 en el Alma Bar con la invitación especial de Pepe Tajame, prestigiosa voz rosarina del grupo "Sin anestesia", juntos cantaron la canción Camarines, obasionada por el público presente. El Abo sin bigotes parece otro no?

Cuadro de hitorietas




CUADROS DE HISTORIETAS


ROSARIO, HERVIDA EN CICATRICES Y CERCADA EN DISPAROS
HEGEMONIA AUSTRAL DE UN CUERPO DILATADO
MONEDERO LUNAR QUE GUARDA BESOS GIGANTES
OTRAS INQUIETUDES, BOCAS DE SOMBRAS
SABUESOS DE TU REUMA
TRANSPIRACION ENERGETICA
LAMPARA DE UN PLASMA DULCE

TE DEJÉ ASÍ , SUDANDO ESE CONSABIDO ACEITE QUE
LOS TERRAPLENES GUARDAN PARA LOS CONSTELADOS QUE PARTEN
Y UN POCO DE HUMO FABRIL PARA QUE LOS QUE LA EXTRAÑEN
ASPIREN AL DORMIRSE EN INCIERTAS CAMAS DE LOS ARRABALES
TE DEJÉ CON LOS CORPIÑOS A MEDIO FLORECER
Y FURIOSO OLOR DE MALVONES DE LA CALLE PARANÁ
CON UNA TAPIADA HERMOSA Y LOS BORRACHOS LLAMANDO
AL GUARDABARRERAS

FINADA BORDALESA PARA LOS AMADORES DE LOS BRINDIS
AMARILLA LUZ QUE EN LA NOCHE DE MATIENZO DICE Y NO DICE NADA
ROSARIO CAPERUCITA DE PIERNAS LARGAS
PISANDO HOJAS YA CREPITADAS EN MI AUSENCIA
ROSARIO GALPÓN DE FIRMAMENTOS QUE HACÍAN LLAMAR A LOS PERROS
DE BARRIO A BARRIO BUSCANDO EN LOS ASTRAL UNA RESPUESTA
Y YO HIBERNABA, ESCRIBIA EN LOS CUADERNOS
PERO TE ESTABA DEJANDO
MEDIA MELANCOLÍA ABIERTA, SÓLO LO NECESARIO PARA NO LLORAR EN VANO

LA OTRA MITAD , UNA LUZ DE ALUMINIO QUE PERCIBIMOS CON AQUEL
MI AMIGO QUE PARTIÓ HACIA DENTRO SUYO Y ME TRANSFORMÓ EN SU CONOCIDO
Y QUE HOY VINO A PONER EN MI PUERTA EL TIMBRAZO DEL ADIÓS
Y ESO QUE ÉRAMOS INMORTALES , ENDIABLADOS, JURAMENTADOS
CAPERUCITA VISIBLE APENAS
VIMOS TUS OJOS QUE NOS DESPEDÍAN
CRUZADA DE BRAZOS Y PIERNAS ESTABAS
INCLINDADOS TUS DECLIVES SOBRE UNA VEGETACIÓN DE GUIRTARRA ELÉCTRICA

TE DEÉ ASÍ, COMO QUIÉN HUELE LA BARRENADORA EN UNA MINA
Y SE SABE ÉL MISMO EL MINERAL A DESHACER
TE PLANTÉ EN UN CANTERO, A MEDIA NOCHE DE CUARTO CRECIENTE
JUNTO CON LOS PLANETAS QUE BULLÍAN EN EL VESTIDO
Y ESA MÚSICA COMO DE FANFARRÍAS MEJICANAS
TANGOS HECHOS CON LOS CUERNOS DE LOS TROLEBUSES
Y EL REPIQUETEAR DE LAS BOMBARDAS
ESTRUJÁNDOTE PARA SER COMO UNA NAPA DE ALGO DULZÓN
CON ESE TELÓN DY HIERRO EMBRUJADO TE DEJÉ,
CON ESA ESTACIÓN PARALÍTICA DEL OESTE QUE A NADA LLEVA
Y NADA TRAE SÓLO LOS CUADERNOS CON TIERRA
EN MI PLEXO SOLAR
EN DONDE TE ESCRIBÍA Y TE ENTERRABA COMO UN IMÁN
TE REMOJABA COMO UNA MANZANA, TE BEBÍA COMO UNA ENAMORADA
TE ESTABA DEJANDO
Recibimos algo de dinero, bienvenido por cierto desde Jujuy hasta de Europa e incluso horas de estudio gratis por parte de Paez, pero aun es insuficiente para terminar.Estamos en mitad del rio y la orilla no esta tan cercana:por ello a no decaer y de ser posible nunca sera negada una pequeña ayudita de los amigos.Gracias.

Mas adelante detallaremos los nombres de los ayudantes de naufragios que estan impidiendo que esto no se hunda.

...desde Barcelona.......



Este e-mail lo subimos a pedido de Adrián. No es la intención de publicar cosas personales, pero sin duda éstas frases movilizaron al capitán Abonizio .(he reservado el correo) pero desde ya me parece muy bello lo escrito por ésta fans-

To: abonizio@hotmail.comSubject: Miriam, desde Barcelona...Date: Sun, 21 Jun 2009


Barcelona, noche de sábado casi verano.
Mi hombre destrozado en la cama después de un ensayo agotador, me deja el tiempo y espacio de soledad habitada de la que me satisface.
Así que bueno, hoy le toca el turno a cierto grado de nostalgia lúcida, lo suficientemente lúcida como para mantener la presencia aún entre el cotorreo incesante de las carcajadas burlonas de la Miriam de fondo ante éstas situaciones. Impulsa, pese a todo, la pregunta (LAAAA pregunta), la que lleva al viaje interno conocido:

“Y quién era yo?”

Risotadas de la Miriam de fondo. Empieza a dolerle la mandíbula y el estómago (veinte años después, cortá el tango, amor).

Pero persiste, tenaz.
Gusto a mate en la boca.
Suena en el aire la voz de Adrián, con ésa inagotable capacidad de ponerme palabras y sonidos, ahora como hace 20 años. Que 20 años son nada. La tristeza que ves es la tristeza que traes…

Imágenes…mi primer cigarrillo intentando sentirme más mujer, más adulta (muy Lalo). Recital de Adrián, año 84’, mis 15 añitos y un derby 10 fumado en 3 horas mate mediante.
Mates infinitos entre los acordes tuyos.
La joven muerte de mi papá por ésos años de los que escapé..
La voz de mi vieja.
Los amigos de El Cairo.

Antes de irme del país me fui a Córdoba a dejar un barquito en un riachuelo de las sierras, con la nota “será su origen de bosques lejanos eso de andar buscando lo imposible”. En el Paraná me era difícil, ése no se deja abandonar. Poco después me subía a un avión rumbo al abismo, con el corazón en dos mitades que apenas pueden sostenerse. Y así siguen ésas jodidas mitades viejo, intactas. Elegí la libertad del desarraigo, bonita y jodida libertad donde las haya. Cada uno se divide como malamente puede.

Y te dejé haciendo el trabajo. Ya sé que vos por ahí ni te enterás, pero cuando me fuí te dejé encomendado el trabajo de ser y decir todo lo sos y decís, que de alguna manera a mí me permite ser y decir allí. Así la ausencia miente.

Ay, hermano! con mis 40 años igual que con 20, todo sigue siendo humo.

La noche y el deseo de escapar de todo no terminan nunca,
A veces me parece estar a punto de develar los misterios,
después comprendo que no hay nada como éste momento, fugaz, fugaz…
… …
Vine a buscarte y te encontré, Google mediante, el que todo lo sabe.
Esta noche llenaste el espacio,
y tomé mates,
y fumé mucho aunque sea del todo inconveniente,
y lagrimeé,
y sonreí,
y me reí,
y me conmoví,
y tuve sabor a mate en la boca,
Y me puse a soltar letras locas en papeles nuevos.

Ahí estás, qué alegría.
Aquí estoy y ahí estoy, más o menos.
Barcelona está radiante, calurosa y cínica.

Espero encontrar el disco de tu nuevo proyecto por las calles de Rosario la próxima que vaya. Y espero poder oírte, que un viaje a Rosario sin oír a Adrián es como un alfajor sin dulce de leche. Estupendo el blog, y estupendo el apoyo de Fito, que ya te lo merecés pero que muy sobradamente.

Un abrazo gigante que traspase todos los océanos de espacio y de tiempo que hagan falta…

Miriam

FITO AYUDA A ABONIZIO

Recibimos de parte de Fito Paez la ayuda consistente en tres días de estudio, inmejorable envión para proseguir-El disco empezó y se va emparchando con buena voluntad lo que se pueda.
Gracias a él y a todos.

Adrián Abonizio

Respuesta de fans desde Santa Fé

Pienso que mi propuesta debe ir al blog. Les hablo a los fans de nuestro idolo Adrian Abonizio , mi propuesta es que le demostremos entre todos los fans , lo valiosa que fue y es ,su musica en nuestras vidas , actualmente se encuentra con problemas economicos para grabar su disco .Ahora en las malas, se debe reflejar lo que sentimos por el , ayudandolo sus fans de toda una vida , pienso que juntos lo podemos lograr colaborando con $ 100 cada uno o mas si se puede , y en unos dias lo tenemos grabando su nuevo disco y todos felices .Ojala esten de acuerdo , Asi se dara cuenta , lo importante que es su persona y su musica en nuestro pais!!!

Marisa Artale

Mensajes desde España

Hola Adrián.
>
> Mirá vos lo que es internet.
>
> Poder agradecerte las letras de unas pocas canciones que más me
> abrieron el corazón desde que empecé a escuchar música.
>
> A ver cuando te pasás por acá, creo que hay gente con ganas de
> escucharte.
>
> Seguramente conocés el Café Central > http://
> www.cafecentralmadrid.com/ . Allí siempre hay espacio y buenos oyentes.
> Me ofrezco a hacerte la gestión cuando tengas ganas de pasarte.
>
> Un cordial saludo.
>
> Pablo Suñer.

ATENCIÓN EDITORIAL HOMOSAPIENS

ESTE ES UNO DE LOS TANTOS MENSAJES QUE RECIBIMOS
>
> Hola. Mi nombre es Virginia Balmaceda. Soy sociologa, de Rosario. De momento me encuentro en Alemania escribiendo mi tesis de maestria sobre rosarinos.
> Quisiera saber como comprar el libro "Aguafuertes del paraiso rosarino", quizas se puede mandar via reembolso a San Juan para que mis padres me lo manden. Intente comprarlo en Homo Sapiens pero nunca llego :-(
> Agradezco cuaquier infomacion, porque el aporte de Abonizio en la practica discursiva de rosarinos me parece fundamental.
> Muchas gracias!!!!!!!!!
>
> Virginia B.


>
Creo que se tendría que editar nuevamente el libro. Daniel Mura

Abonizio un artista que intenta variantes!!

NOTICIAS PARA FANS



El jueves 25 de junio en un sitio a designar , Abonizio, presenta el libro "Deportivo Pocho" del sello Ciudad Gótica bajo la anuancia del Instituto del Paraná.
Son relatos, cuya excusa es el fútbol en la preadolescencia, pero que intentan pintar una aldea, un barrio en pleno crecimiento como sus protagonistas.Las luces y sombras de una Argentina, que al ritmo del olor de potrero, se fue integrando o desintegrando con un fondo de repiquetear de pelota en los baldíos o en las esquinas

Próximamente Nuevo CD de Abonizio

En junio se empieza a grabar "La Madre de todas las batallas" nuevo Cd. del sello Típica.
Los músicos son: Carlo Seminara, en percusión.Mariano Sayago en bajo y Chula Vanegas en guitarras.Abonizio toca guitarras y canta, además de componer los catorce temas que componen el álbum.Son todos inéditos y soporta y mantiene con eficacia el sonido más el color del denominado "Rock nacional", esta vez incursionando casi en nada en matices folclóricos o tangueros.
En BsAs, está terminando "Embarcaciones" junto a Sergio sainz y Rodrigo Aberastegui.Disco que hace un año largo vienen derivando corriente abajo hasta culminar en el gran puerto de la edición que habrá de ser en julio.Ritmos latinos, brasileños especialmente con una tendencia acústica muy fuerte.Aquí Abonizio comparte composiciones, letras, arreglos con los demás integrantes en un tándem donde se intercalan y se mixturan las funciones.
Además., aquel postergado "Tangolpeando" -un disco de tango-aún espera ver la luz este año.
Tres proyectos distintos en distintas etapas de génesis y nacimiento.

Entrevista radial a Abonizio

Gracias a la gente de Una que sepamos todos


http://unaquesepamos.blogspot.com/