Foto de Archivo personal de Abonizio



Allá a lo lejos

Recortes varios - cedido por Adrián Abonizio

Revista Crater - Año 1982

Recital en Casa Discepolín - Enero de 1983

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Fauna Marina por Adrián Abonizio


Soy como el Tiburón
Ando solo en la oscuridad
Soy como el yacaré
Ando solo en la oscuridad
Y si alguna vez me quieres
No me des tu amor de superficie
Y si alguna vez me quieres
Evita que el aire me asfixie
Soy como un gran narval
Que nadie lo ha visto pero saben que está
Soy como una estrella de mar
No sirvo para iluminar
Y si alguna vez me quieres
No mires al cielo no me has de encontrar
Y si alguna vez me quieres
procura que nadie te enseñe a pescar
No soy como ese delfin
que vive que come en un lago artificial
Soy como el calamar
la tinta me sirve para despistar
Y si alguna vez me quieres
No anotes mi nombre en ningun memorial
Y si alguna vez me quieres
No escribas diciendo sos mi felicidad
Soy como un animal
que nada que moja su espina dorsal
Soy alegre en mi hábitat
Las penas me sirven para navegar
Y si alguna vez me extrañas
Las lágrimas tienen océano y sal
Y si alguna vez te pierdes
Busca la gente con salida al mar
No uses tu pecho de anzuelo fatal
Y si aluna vez me quieres
Derrumba los puertos que encierran al mar
No busquez no estoy en ningún manual
La tinta me sirve para despistar.

Letra de: El Témpano de Adrián Abonizio


A veces cuando pienso que todo esta perdido
voy hacia algunas formas de la muerte,
me pego un tiro con una palabra
que alguna vez me fue tan transparente.
En la ternura del agua que corre
me recuerdan la llegada de unos trenes,
sales de los mares, curvas de los puertos,
con mujeres descalzas en el verde.
Voy hacia el fuego como la mariposa
y no hay rima que rime con vivir,
no te pares, no te mates,
sólo es una forma más de demorarte.
En las tardes tranquilas cuando extraño todo
pienso que todo no es lo que perdí,
una rosa de feria y aún a costa de perder,
se pierde pero se gana.
La lucha es de igual a igual contra uno mismo
y eso es ganarla,
no te pares, no te mates,
sólo es una forma de más de demorarse.
Recuerdo la quietud de la tierra, la quietud de estar adentro,
se cree más en los milagros a la hora del entierro.
Este hombre trabajó, quién escribirá su historia.
La cal reseca, la viuda que sueña,
los amigos que siguen igual.
La gloria en zapatillas, el florero vacío,
quién sabe si se puso a pensar “para que vivo”;
vivo para no perder.
Voy hacia el fuego como la mariposa
y no hay rima que rime con vivir,
no te pares, no te mates,
sólo es una forma más de demorarse,
sólo es una forma más de demorarse,
sólo es una forma más de demorarse

Primer Recital en Televisión



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Letra de : Amor de la bruma


Yo me fijo a tu amor
Aunque somos tan distintos
No soy quien para juzgar
Lo que la gente decente llama vicios
Cada cual combate como puede
Si te han herido

Yo me fijo a tu amor
Morada fruta amplia
Y es una luna mojada
Y le creo su olor femenino cuando me ama
Como una boca de puerto
Peligroso pero me llama

Que voy a hacer si esta cantado
Que yo cante para ella
Cantando alejo los puñales
Para acariciar sus piernas
Que voy a hacer si cantando
Yo soy flojo de la zurda
Me falla a veces la nota, el acorde
Y no lo encontramos nunca

Yo me fijo a tu amor
Sueño claro de heroína
Y en el nido del ángel
Me duermo con una guitarra tan querida
Cada cual combate como puede
Sus brumas en estos días

No debo decir nada
De la boca para afuera
Yo que llevo a los trenes
Y a los barcos siempre al borde de la lengua
Hoy no tengo quien me viaje
Me quiera o me contenga

Que voy a hacer….

Anecdotario Nº1 : Debút de barrio por Adrián Abonizio

El primer grupo que formamos en nuestro barrio Echesortu se llamó El Principio.Eramos cuatro.Cusumano, los hnos.García y yo.Compramos tres guitarras: alli nos enteramos de la presencia necesaria de un bajo.Devolvimos una y me mandaron a mi a tocarlo, puesto que era el menos ducho en tocar un instrumento.Daniel consiguió su batería comprándola a un módico precio a !un basurero que pasó por la puerta!.Yo pasé a la guitarra con serio riesgo de contraer tétanos puesto que nunca cambiaba las cuerdas y mi correa lo constituía un cable de luz grueso.Ensábamos los sábados, mientras los papás de los García demostraban una paciencia infinita:uno dormía la siesta sin q molestarse por los ruidos molestos y la mamá atendía pared de por medio a atribuladas clientas de peluquería. Nuestro debut, ya con Chianelli en órgano fue en la fábrica Ebonitt de su papá ante obreros condescendientes que aplaudieron piadosamente-Yo era el cantante del grupo, al estilo Morrison, patillas, jopo suelto, camisa ranchera y gamulán.Una chica se me acercó y me felicitó emocionada-Cantás muy bien, lástima que lo hacés en inglés!.Evidentemente mi dicción y los equipos cosntituían una mezcla terrible.Disolvimos el grupo y lo cambiamos por Irreal, donde si se quiere, empezó una carrerita ascendente que fuera semillero de canciones,solistas y nos otorgara la formación de convertirnos es espiritu y materia de lo que seríamos en el futuro inmediato: músicos que vivieran de sus trabajos.
Pero eso ya es otra historia, en donde se acumulan sustos policiales, grabaciones primerizas y recitales donde perder la virginidad.
!Proximamente la siguiente entrega!
por Adrián Abonizio

Reflexiones : Gracias no bailo

Jueves, 10 de febrero de 2005




No me avergüenza, amigos, confesar que no sé bailar. Que las fiestas, las dances y hasta los cumpleaños de quince son mis adversarios. Que si me quieren ver palidecer, estrujarme en disimulos o ponerme tieso como ante un animal feroz, sabrán que estoy palpitando la cercanía con una pista de baile y que mi fobia se hace más honda. ¿Quieren verme con arritmia? ¿Temblarme los labios, el mentón, las rodillas y correrme un sudor frío en las mejillas? ¿Quieren asistir al espectáculo de un descarado empequeñecerse? Pues invítenme a bailar, amigos, y podrán humillarme si lo quieren. Es que me avergüenza ser un bailarín anorgásmico puesto que el baile es, desde los inicios de la vida, sangre en movimiento, ritual de libertad, cortesía, disgregación de vanidades, amor de estar vivos. Me creo imposible de armar una humilde coreografía, algo hormigueante que me recorra las arterias y ponga en mi cara algo luminoso.

Yo he visto cómo la gente se embellece bailando: gorditos insignificantes se tornan atractivos con la danza; chicas más bien feas se hacen lindas con un buen movimiento que las resuma. Eso quieto que son los cuerpos nada dicen en quietud. Yo he develado incógnitas degradadas por todos, tales como el caso de una dama bellísima en compañía de un tipo feo, puesto que los descubrí bailando en las pistas de aserrín, embriagados como en estado de narcolepsia pura y así comprendí lo que los demás no pudieron: eran una pareja bailarina que no advertían los espejos ni los reglamentos, sólo se miraban en esa danza que los tenía cautivos y los tornaba superlativos. En un pueblo chico una pequeña diferencia te convierte en un sospechoso, así que siendo un tierno lobizoncito de esquina empecé a bailar para que nadie advirtiera mi secreto. Repetía lo que otros hacían y sentía una rabia sobrehumana al ver que esos desgraciados horripilantes, invisibles para las chicas siempre, adquirían ante ellas una iridiscencia de astros, un magnetismo alucinatorio. ¿A las mujeres no les importaba mi oscuridad de vate en sombras? ¿No comprendían que no quería ser Travolta sino Edgar Allan Poe? ¿Qué fuerza monstruosa me borró la alegría de un buen baile? ¿Por qué bailaba solo para proseguir con la llamada hormonal de la especie? ¿Por qué todo me hastiaba? ¿Por qué todo era un tedio y una desazón donde otros encontraban la radiante fórmula divertida?

La lectura de textos iniciáticos o la escucha de músicas exóticas trataron de justificarme: yo no bailaba porque estaba en "otra", porque era profundo y especial, porque oía a King Crimson y no a los Rolling, porque veía otras barcas en el horizontes y turbias lejanías. Porque era un pelotudo para muchos y un poco para mí también. Hubiera dado todos los Hermann Hesse y sus lobos esteparios; todos los discos de jazz, todas las pipas cortazarianas y los paseos artaudianos de manicomios, todas las chicas oscuras y fumadoras, todos los pichones montoneros y las aves spinetteanas, todas las poesías surrealistas y los realismos mágicos, a cambio de una larga noche de baile en Unión y Progreso abrazando a una morocha. Yo envidiaba a esos galanes que llegaban al boliche sabiendo quiénes eran y a lo que venían. Pelo largo ensortijado, o lacio o planchado, camisa abierta, chuequera, pantalones como otra piel y unas ganas de bailar que eran un portento. Eso que yo percibía, estoy seguro, lo habrían de olfatear las damas y en ello residían sus triunfos. Como animalitas del celo que eran, percibirían en mi el pánico de solitario sin danza y eso, que yo sabía que ellas sabían, me alejó de las pistas espantado de que me descubrieran y me abofetearan, por ejemplo. O que empezaran a gritar mi nombre y me sacaran a manotazos la remera para observar las escaras, mi epidermis de monstruo, el comienzo de unas piernas galvanizadas. Y que los galanes, para rematarme, me patearan en el piso con sus zapatos de plataforma. Esos machos que se paseaban dejando tras de sí una estela de hormonas "crandall" por siempre amarrados a una tigrecita barrial de pantalones blancos, labios estridentes y mirada somnolienta.

Había un solo islote que me hacía esperanzadora la noche: los "lentos". Allí no era tan difícil el desafío, a pesar de mi terror por que advirtieran que no sabía "llevar" y me dejaran en medio de un tema, como se abandona a una mala bestia en el monte. Yo he contestado ante una invitación femenina y en alguna fiesta con un patético "gracias, no bailo" para desconcierto de la dama y el festejo por mi transgresión, que no era otra cosa que pánico total. Me hice observador; si no bailaba observaría; luego, algún día; pasaría en limpio, me haría músico, escribiría como una dulce venganza hacia ellos, hacia mi tortura. Solo yo sé cuánto llegué a odiar con furia a los bailarines de tango, a los tíos ebrios en la Navidad, a las comparsas, a los rockanroleros. Hoy mi estigma continúa con los bailadores tropicales y hasta con los jugadores que festejan con gracia sus goles. Les pido piedad. Soy enfermo de algo imperceptible que no sé qué es. Algo melancólico y con pies de plomo. Propongo la creación de un club de patas duras, un club de fóbicos y de tímidos, una reunión periódica de solos y solas, ampollados de tanto "planchar". Por favor, créanme, se sufre mucho. Me podrán decir: hay academias que enseñan. Sí, claro, como si fuese fácil desnudar nuestra patología: la torpeza de un cuerpo castigado, dos zapallos en los pies y la sangre de plomo. Necesitamos un centro de rehabilitación, un hospital del alma para las bestias que hemos sido heridas en la confrontación por movernos tratando de obtener felicidad y no lo hemos logrado. Créanme, seguiré inválido hasta que alguien, algo, me impacte en el centro de mi locura y me libere. Hasta tanto, le estoy debiendo a la vida el baile nuestro de cada noche.

OH ! Melancolía .


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Hojas de paradojas por Adrián Abonizio

Jueves, 17 de marzo de 2005


El tipo construye canchas de tenis. Apisona los cascotes molidos, marca los límites, observa los desniveles del terreno. Sus ancestros edificaron terrazas imperiales allá en el Cuzco; él plancha la tierra hasta dejarla lisita. En sus uñas hay un depósito terroso y colorado que vive quieto desde siempre. Hace esta labor de jovencito y lo hará hasta su muerte: nunca jugó ni jugará al tenis.

Las salinas son un espejo envenenado. El sol allí se agranda y enceguece las córneas; la luna parece enfriar el sopor de ese doble fuego multiplicado. Trabajar allí es fatigoso y mal pago. Tanto que a veces falta la sal en sus mesas y se abstienen del condimento. Encuentran caracoles de cuando este piso de sal era mar. Caminan en el océano invisible y suelen ahogarse no por el agua, sino por la falta de ella.

El tipo trabaja en pompas fúnebres y ha ido construyendo un futuro trabajando para el pasado. Sus cimientos son el escombro de las vidas y el los mezcla con pasión artesanal; tanto que parece un gusto estar fallecido entre sus manos. Los cambios climáticos lo ponen de buen humor: habrá más ancianos dispuestos a partir y más niños en desventaja. Es una buena persona, pero vive la vida pensando en la muerte.

Matices de un mundo de sobrevivientes que van pisando sus sombras y tal vez no vean que la alocada brújula de las paradojas los ha llevado a ser centro de un absurdo. La sombra de una sombra. Agua en el agua y contrafuego en el incendio. Cristo, hijo de un carpintero, terminó su vida clavado sobre un madero. Ernesto Guevara fue declarado no apto para el servicio militar. Y a Da Vinci le auguraron un mal futuro como dibujante. El fuego es una rápida oxidación y la oxidación es una combustión gradual. Un escándalo que da notoriedad es una caída para arriba y el beso de la mafia sella la suerte de la víctima. Hay gente bonita con el alma descompuesta y horripilantes capaces de un acto poético tan sublime como anónimo. Me encanta esto de insistir buscando lo inverosímil que no sobresale, enquistado en las costumbres. En muchísimas terminales de este país, sitio simbólico del Viaje y el Tiempo, sus relojes o funcionan mal o brillan por su ausencia. Hay pescadores alérgicos a lo que sacan en sus redes y prostitutas que desconocen el orgasmo. Llaman "madre" a las superioras de los internados o congregaciones, justo allí donde la maternidad ha sido proscripta. Un pediatra atiende, amonesta y aconseja a los padres primerizos, pero no tiene hijos. En Auschwitz había un cartel a la entrada que rezaba: el trabajo os hará libres. Los religiosos trabajan de ello: obedecen y hacen obedecer un mandato que han obtenido cual franquicia comercial. Dicen recibir órdenes de un jefe que nunca verán. Dicen dialogar con él en el colmo de la paradoja: un enunciado que otorga jerarquía y poder a la invisibilidad. Hablan por Uno que nadie ha visto y sin embargo alegan ser sus ojos y sus oídos. El ginecólogo que trabaja donde otros se divierten; el cómico que vive amargado cuando está bajo el escenario, el meteorólogo que no lava su auto a pesar que ha pronosticado sol, la chica que limpia casas y que en el fin de semana se dedica a limpiar la suya como tarea lúdica, el boxeador al que le asusta ver sangre, todas son ramitas paradojales en el árbol de los malentendidos, en la enredadera surrealista que está en nuestras vidas asombrándonos, regalándonos una dimensión de asombro. Finalmente está la gente como este oscuro escriba, que escribe leyendo párrafos ajenos de buena pluma; lo que se dice palabra sobre palabra; componer en caliente, robar sin delatarse demasiado. Puede ser una hoja de paradojas si se lo mira magnánimamente, mas creo que es llanamente, hay que decirlo, envidia. Y de la hay que deducir en su favor que encierra una buena acción también: sirve para despertar la luz del movimiento en almas dormidas a pesar de ser un sentimiento mal nacido y en las sombras. Les dejo la última con respecto a los políticos: la gente pidió el "que se vayan todos" y de a uno están regresando. Constituye una mínima paradoja y una gran vergüenza.

Un discepolín sin arrabal - Lalo de los Santos - Abonizio


Una tarde al fin
Cargo sus trastos viejos y el rodes para Rosario norte
Como un camarín las luces encendidas del taxi recortaban la noche
Fumando en el coche comedor
mirando por las ventanillas
Se dijo: 'así es mejor son tristes las despedidas'
Rana del amanecer
saltando por los charcos porteños
Nunca sabias en que cama dormir y te caías de sueño
Paso el carnaval el invierno
ya te perdono
Un cuerpo de cartones
la luna en los telones
Fuiste sin saber un discepolín sin arrabal
Dibujando en un piano
las brujas de algún barrio
El viejo bar triste el ancho mundo hizo explosión
Y un ángel impedía
la letra para hacer un tango.
Llora una mujer, Y en los perfumes de las naranjas
se hizo junio de nuevo
Central fue campeón,
y en los titulares nocturnos tu alma dejo el cuerpo entero
Viste a la parca entre las luces de una estación de servicio
Se te acerco y te dijo en un desliz
Mi amor ya no hay paraíso.
Huesos sin arma atados con cuatro cables
Oculto en un 'clandestino corazón'
tus teclas silban de hambre
Paso el carnaval el invierno ya te perdono
Un cuerpo de cartones la luna en los telones
Fuiste sin saber un discepolín sin arrabal
Dibujando en un piano las brujas de algún barrio
El viejo bar triste el ancho mundo hizo explosión
Y en la vuelta de Rocha allá empezó otra historia
Repite todo el estribillo con nara na
Na ri na na ni ra ni ra…ra ra la la la la raaaah

Homenaje a LALO en el Teatro La Comedia




Entrevista de Diario Clarin a Adrian Abonizio


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Grandes misterios del mundo adulto


Jueves, 10 de marzo de 2005
¿A quién le importan los pequeños misterios? ¿Quién se interesa por los enigmas devaluados? ¿Qué tienen de atractivo hoy la maldición de Tutankamón, el Triángulo de las Bermudas o la vida sexual del Yeti? Pavadas de la historia. Nomenclatura barata de mitos sin estirpe. Relatos de náufragos aburridos en bibliotecas con aromas a orines de roedores y papeles amarillentos. Ya se sabe hasta cómo pateó Cristo su primer penal, quién fue el arquero y si tomó carrera. Misterios quedan pocos y encima irrumpen en casa desde una pantalla.

Los míos son difíciles de sobrellevar en la adultez sin exponerlos al escarnio de la burla. Aquí empiezo: los jugadores en las canchas se ven chiquitos como hormigas, no obstante los relatores los reconocen en milésimas a pesar que nunca antes los habían visto. ¿Cómo diablos hacen? Los religiosos que aparecen en la medianoche seguramente grabarán sus programas todos en un mismo día; luego, al verse, ¿no les dará impresión esa ristra fatigosa de máximas y pasajes bíblicos? Yo aún me quedo absorto deduciendo por dónde entran los bichitos que yacen momificados dentro de los globos de luz. O que nunca sorprenda a los que escriben los graffitis. No poder comprobar la efectividad de esas botellas dispuestas en las veredas para que los pichichos no orinen. Ignorar si algunos policías ya nacieron con esa pinta de guardianes o el trajín los fue torneando. No encontrar el porqué de las curanderas cuando el empacho hace que la cinta métrica cada vez se acorte más. El misterio de algún artefacto que en la caja se veía esplendoroso y una vez abierto imposible de armar. Desconocer qué mecanismo mágico crece dentro del pabellón del oído de algunos mecánicos para que determinen que achaques tiene el auto con solo oírlo ronronear. Uno se golpea y le crece un chichón, ¿es el hueso que se hincha?. Uno mira la ciudad y tiene un pensamiento extraño: ¿cuántas muertes, cuántos nacimientos y orgasmos simultáneos se estarán produciendo? ¿Habrá alguna máquina para comprobarlo? ¿Por qué parece que la gente buena se muere antes que la dañina? ¿Qué significa ese cartel que nos anuncia que estamos siendo filmados para nuestra seguridad? ¿Será para identificar mejor a los cadáveres en caso de un robo violento? ¿Por qué en las tragedias viales los accidentados pierden sus zapatos? ¿Habrá que entrar a la eternidad descalzos? Debemos ser serios y no pensar en abstracciones. Debemos silenciar al pibe que se pregunta cosas, porque por algo crecimos y nuestras conversaciones deben versar ahora sobre los motores diesel o la consabida frigidez femenina. Sería suicida entrar a un bolichón de extramuros con tauras y asesinos en donde uno, además de ser un extraño, empiece a cuestionarse estos tópicos y provocando a los señores con acertijos, pullas y pedorreos. ¿Le parece peligroso? Mucho más lo es ir tapiando los enigmas, sintiéndonos mayores sólo porque nos aburrimos como ostras. Lo insano no está en exponerlo en sitios inconvenientes, sino en esconderlos en lugares convenientes. Por eso, amigos, yo ando con mi candidez ilustrada siempre a mano. Alguna noche pretendí sacar a bailar a la musa de los misterios para develar bajo su máscara de rouge la verdad de las verdades, pero tras mis pisotones me invitó a que no entre más a una milonga donde acceden sólo los buenos bailarines. ¿No son esas obras de arte modernas similares a las que realizan sin saberlo los albañiles en los laterales de edificios reparando la gusanera de la humedad, o los chapistas torciendo el metal? Hay mujeres que al besarlas evocan el gusto a malvón en sus labios y a animal marino en su sexo, y hombres que huelen a las cebollas crudas en su axila y a bosques quemados en su aliento ¿No seremos naturaleza plena y no lo admitimos? ¿No será el misterio mucho más sencillo de lo que parece pero que no conviene explicar? Yo admiro muchas cosas como un chico: el políglota es para mí un poseído; el que derrama una estrategia de ajedrez con eficacia un médium, y un semidiós al que dibuja una carambola de billar un gol prodigioso. Debo ser un imbécil que quiere creer en magias. Un bicho exótico que no encaja en el manicomio. Soy capaz de ver bella a una mujer sin fortuna ni gracia por el sólo hecho de haberme mirado de alguna forma particular. Soy capaz de admirar el sonido sinfónico que despide un matricero trabajando en una pieza. Y no crean que finjo ser un sensible permanente, amigos. Todo esto lo mastico en silencio. No me creo nada, pero creo en todo. No soy nadie porque soy muchos. Veo cosas que son sagradas y gratuitas sin pagar entrada. Oigo el mar o el viento sin salir de playa ni internarme en los bosques. Aprendí a ser callado y a disimular. Es que muchos me han llamado idiota por esto o impostor o aficionado a los brebajes alucinógenos. Sepan disculparme la arrogancia pero prefiero ser un boludo alegre a un inteligente triste.

Secretos bien guardados


Jueves, 27 de enero de 2005
Los secretos representan el arcón en cuyo fondo pueden mezclarse los vientos amables junto al olor de los antros sulfurosos. Todo secreto es un imán para la curiosidad y un enigma enterrado. Por la codicia y en su nombre se han derramado sangres inocentes, sucumbido estados, vulnerado doncellas. Por constituir una puerta al oro se han asesinado reyes, comprado voluntades, incendiado ejércitos, traicionado acuerdos. En fin, que los secretos son pesados de llevar. "Tengo un secreto que te quiero contar", me dijo un amigo. ¡Entonces no es un verdadero secreto, le retruqué!, que he sacrificado la audición de escenas tapiadas por el silencio a cambio del fundamentalismo de mi ética trasnochada. Un secreto es un secreto. Y es sagrado. Una tía mía, muy viejita y muy astuta decía conocer los misterios de una larga vida; al llegar a los cien años le empezaron a creer. Ya en el lecho de muerte, muchos interesados se acercaron para que les confesara su verdad. "No guardo ningún secreto, pero el creérmelo me hizo llegar a esta edad", dijo y se despidió.

El poder secreto del secreto, a veces, es ser ni más ni menos que una cosa que no existe. Hay algunos que abatirían un Estado o una religión y otros apenas ocultan cómo obtener el permiso ilegal para abrir un kiosco. Ignoro las dimensiones; sólo quiero repasar aquí algunos que me ha sido visto intuir, merced a la confianza exótica que inspiro en algunos que se abren como flores y vomitan los suyos. O si no lo hacen, me los imagino. Por ejemplo, ¿quién no tiene el secreto de haber votado a alguna ruina humana, algún pusilánime y nunca decirlo? ¿O quién no tuvo agachadas, o "fue para atrás" con uno mismo? ¿O quién no desconfió de alguien solo por su aspecto reconociéndose luego como una bestia montaraz y reaccionaria donde uno creía que habitaba una eminencia iluminada por la conciencia de clase y la bonhomía?

Todos tenemos algo que ocultar entre las ropas, bajo ellas, en el forro, en las manchas que el tintorero borra, anónimo y cómplice. Un sujeto ha sido ferviente católico, simpatizante de la Inquisición, el potro y la caza de brujas; ahora es agnóstico, librepensador y critica con fiereza a la señora que va a misa los domingos. Otro fue el tonto de la clase y hoy es un dirigente exitoso. Otro ha trabajado como ingeniero de la industria alimenticia y sólo él sabe lo que lleva dentro una inocente hamburguesa o dice ni ha dicho ni dirá nada, pero prohíbe a sus hijos comerlas. Secretos como raíces de yuyos que crecen dentro de nuestro vivero. Secretos como barcos muertos en el fondo del océano de nuestra almita perturbada. Secretos de moribundos y cartas quemadas; secretos de pasadizos inundados y mapas de un tesoro que no se puede nombrar.

Yo mismo amigos he decidido no tener cada vez menos: me pesan como torres de acero en mi conciencia. Yo he temblado de miedo viendo El Exorcista y mi novia quinceañera ha salido del cine envuelta en risas. Yo he dado una vuelta en círculos alrededor de cinco manzanas para evitar pasar frente a esa barra que me pronosticaba el escarnio y algún chichón. He transpirado frío en las cercanías de un cuzquito insignificante al que veía como un tirano saurio rex. Yo he debutado sexualmente tarde y mal. Yo me he desgraciado de los esfínteres en una primera cita: solo la dama y yo sabemos lo sucedido en ese noviazgo de una hora. He negado por tres veces y más mi amistad con un sujeto más valiente e idealista que yo por pánico a la cárcel. He distraído vueltos públicos y pasiones privadas. He fraguado la firma de mis padres en el boletín. Inventé una rifa fraudulenta. Falsifiqué un poema adjudicándomelo. He mirado a algunos hombres con deseo y me he acostado con mujeres indebidas. En mi adolescencia hambreada, a una de ellas hasta le robé el jornal y otras la confianza. Me dirán: no es grave. Para todo esto existe la confesión anochecida ante algún amigo, una noviecita comprensiva que nos absuelva con besos, la hipnosis de la religión o de la terapia. No me alcanza, amigos. Ahora que he volcado mis secretos reconozco que no me siento más liviano por ello. Al contrario, claudiqué en mis fuerzas y ya no tendré motivo para sentirme aprisionado en el mundo y convertirme así en un nostálgico cantor de tangos, en un escritor nocturno apesadumbrado. Llevo ahora algo peor, una paradoja. No conviene contar cosas escondidas pues podrán decir como yo: tengo el peor de los secretos, hago que tengo muchos pero ya no me queda ninguno.

Y no tener nada que mostrar es peor que esconder, créanme.

Letra de: Amigos de lo ajeno - (Todo es humo 2002)



Amanece en la ruta dicen las putas de esta canción
Yo que fui camionero conozco el quiero truco sin flor
Me echaron del paraíso por un petiso hincha e Colón
Me sorprendió en una playa con su Canalla novia de Unión
Y a quien voy a convencer con mi forma de querer
Siempre lo ajeno, me pagaron por bueno,
y no hay devolución
Me llamaban el cuervo en el recuerdo del pre-escolar
Le robaba a un gordito hijo querido de un concejal
Hoy lo he visto en los diarios con su prontuario de funcionario
Eran tantas macanas que el mismo diablo se persignaba
Y a quien van a convencer con su forma de querer
Siempre lo ajeno, les pagamos por buenos,
y no hay devolución
Amanece en la ruta oyen las putas mi confesión
Le he robado a los grandes pa’segurarme cien años de perdón
Me quede con el vuelto de un viaje incierto al Paraguay
Y en la fonda de Marga vendí la carga aun sacristán
Y a quien voy a convencer con mi forma de querer
Siempre lo ajeno, nos pagaron por buenos y no hay devolución
Amanece en la ruta veo tu foto sobre el tablero
Para cuando te encuentre no habrá perdón ni siquiera del cielo
Te me fuiste en la mitad de una noche en navidad
Con mi dinero, en el bolso de cuero iba mi corazón
Te me fuiste en la mitad…Amigos de lo ajeno pierden el corazón
Te me fuiste en la mitad…Esta es la ley del juego y no hay devolución

Y a quien voy a convencer…Y no hay devolución…

Letra de : Cuerdas Auriazules



Tengo sangre de Central
Auriazules son mis venas
En mi vida paralela al convertirme en artista
Pesaron más sus conquistas que mi triunfo personal
Me pasaban a buscarLos muchachos de la esquina
Fue bohemia mi rutina acostarme con los gallos
Dormía tan solo un rato todo por ver a Central
Nunca es magra la semilla
Si crecen los corazones
La riegan las emociones
Que pueblan los arrabales
Todas mis cuerdas vocales
Son azules y amarillas
En mi oficio de cantor
En distintos escenarios
Al recordar a Rosario yo extrañaba ese calor
Que me dormía abrazado a las diez del matador
Nunca es magra la semilla...

Autor: Adrián Abonizio

Recital en Café Cultura Nación


Carnet de prensa para ver a los Canallas!!


Cuenta Adrián que cuando más jovén y nadie lo reconocía,
su pasión por los canallas lo llevó a hacer cualquier cosa.
Entre ellas un amigo, le hizo un carnet de periodista para que él pueda entrar todos
los domingos a para ver al equipo de sus amores sin tener que pagar, pero sentado
al lado de un montón de periodistas que no tenían mucha pasión por Rosario Central, je!
Y bueno, que no haría uno por ver a su equipo favorito ?