Recortes varios - cedido por Adrián Abonizio

Revista Crater - Año 1982

Recital en Casa Discepolín - Enero de 1983

Doble click para ampliar

Fauna Marina por Adrián Abonizio


Soy como el Tiburón
Ando solo en la oscuridad
Soy como el yacaré
Ando solo en la oscuridad
Y si alguna vez me quieres
No me des tu amor de superficie
Y si alguna vez me quieres
Evita que el aire me asfixie
Soy como un gran narval
Que nadie lo ha visto pero saben que está
Soy como una estrella de mar
No sirvo para iluminar
Y si alguna vez me quieres
No mires al cielo no me has de encontrar
Y si alguna vez me quieres
procura que nadie te enseñe a pescar
No soy como ese delfin
que vive que come en un lago artificial
Soy como el calamar
la tinta me sirve para despistar
Y si alguna vez me quieres
No anotes mi nombre en ningun memorial
Y si alguna vez me quieres
No escribas diciendo sos mi felicidad
Soy como un animal
que nada que moja su espina dorsal
Soy alegre en mi hábitat
Las penas me sirven para navegar
Y si alguna vez me extrañas
Las lágrimas tienen océano y sal
Y si alguna vez te pierdes
Busca la gente con salida al mar
No uses tu pecho de anzuelo fatal
Y si aluna vez me quieres
Derrumba los puertos que encierran al mar
No busquez no estoy en ningún manual
La tinta me sirve para despistar.

Letra de: El Témpano de Adrián Abonizio


A veces cuando pienso que todo esta perdido
voy hacia algunas formas de la muerte,
me pego un tiro con una palabra
que alguna vez me fue tan transparente.
En la ternura del agua que corre
me recuerdan la llegada de unos trenes,
sales de los mares, curvas de los puertos,
con mujeres descalzas en el verde.
Voy hacia el fuego como la mariposa
y no hay rima que rime con vivir,
no te pares, no te mates,
sólo es una forma más de demorarte.
En las tardes tranquilas cuando extraño todo
pienso que todo no es lo que perdí,
una rosa de feria y aún a costa de perder,
se pierde pero se gana.
La lucha es de igual a igual contra uno mismo
y eso es ganarla,
no te pares, no te mates,
sólo es una forma de más de demorarse.
Recuerdo la quietud de la tierra, la quietud de estar adentro,
se cree más en los milagros a la hora del entierro.
Este hombre trabajó, quién escribirá su historia.
La cal reseca, la viuda que sueña,
los amigos que siguen igual.
La gloria en zapatillas, el florero vacío,
quién sabe si se puso a pensar “para que vivo”;
vivo para no perder.
Voy hacia el fuego como la mariposa
y no hay rima que rime con vivir,
no te pares, no te mates,
sólo es una forma más de demorarse,
sólo es una forma más de demorarse,
sólo es una forma más de demorarse

Primer Recital en Televisión



Doble click para ampliar

Letra de : Amor de la bruma


Yo me fijo a tu amor
Aunque somos tan distintos
No soy quien para juzgar
Lo que la gente decente llama vicios
Cada cual combate como puede
Si te han herido

Yo me fijo a tu amor
Morada fruta amplia
Y es una luna mojada
Y le creo su olor femenino cuando me ama
Como una boca de puerto
Peligroso pero me llama

Que voy a hacer si esta cantado
Que yo cante para ella
Cantando alejo los puñales
Para acariciar sus piernas
Que voy a hacer si cantando
Yo soy flojo de la zurda
Me falla a veces la nota, el acorde
Y no lo encontramos nunca

Yo me fijo a tu amor
Sueño claro de heroína
Y en el nido del ángel
Me duermo con una guitarra tan querida
Cada cual combate como puede
Sus brumas en estos días

No debo decir nada
De la boca para afuera
Yo que llevo a los trenes
Y a los barcos siempre al borde de la lengua
Hoy no tengo quien me viaje
Me quiera o me contenga

Que voy a hacer….

Anecdotario Nº1 : Debút de barrio por Adrián Abonizio

El primer grupo que formamos en nuestro barrio Echesortu se llamó El Principio.Eramos cuatro.Cusumano, los hnos.García y yo.Compramos tres guitarras: alli nos enteramos de la presencia necesaria de un bajo.Devolvimos una y me mandaron a mi a tocarlo, puesto que era el menos ducho en tocar un instrumento.Daniel consiguió su batería comprándola a un módico precio a !un basurero que pasó por la puerta!.Yo pasé a la guitarra con serio riesgo de contraer tétanos puesto que nunca cambiaba las cuerdas y mi correa lo constituía un cable de luz grueso.Ensábamos los sábados, mientras los papás de los García demostraban una paciencia infinita:uno dormía la siesta sin q molestarse por los ruidos molestos y la mamá atendía pared de por medio a atribuladas clientas de peluquería. Nuestro debut, ya con Chianelli en órgano fue en la fábrica Ebonitt de su papá ante obreros condescendientes que aplaudieron piadosamente-Yo era el cantante del grupo, al estilo Morrison, patillas, jopo suelto, camisa ranchera y gamulán.Una chica se me acercó y me felicitó emocionada-Cantás muy bien, lástima que lo hacés en inglés!.Evidentemente mi dicción y los equipos cosntituían una mezcla terrible.Disolvimos el grupo y lo cambiamos por Irreal, donde si se quiere, empezó una carrerita ascendente que fuera semillero de canciones,solistas y nos otorgara la formación de convertirnos es espiritu y materia de lo que seríamos en el futuro inmediato: músicos que vivieran de sus trabajos.
Pero eso ya es otra historia, en donde se acumulan sustos policiales, grabaciones primerizas y recitales donde perder la virginidad.
!Proximamente la siguiente entrega!
por Adrián Abonizio

Reflexiones : Gracias no bailo

Jueves, 10 de febrero de 2005




No me avergüenza, amigos, confesar que no sé bailar. Que las fiestas, las dances y hasta los cumpleaños de quince son mis adversarios. Que si me quieren ver palidecer, estrujarme en disimulos o ponerme tieso como ante un animal feroz, sabrán que estoy palpitando la cercanía con una pista de baile y que mi fobia se hace más honda. ¿Quieren verme con arritmia? ¿Temblarme los labios, el mentón, las rodillas y correrme un sudor frío en las mejillas? ¿Quieren asistir al espectáculo de un descarado empequeñecerse? Pues invítenme a bailar, amigos, y podrán humillarme si lo quieren. Es que me avergüenza ser un bailarín anorgásmico puesto que el baile es, desde los inicios de la vida, sangre en movimiento, ritual de libertad, cortesía, disgregación de vanidades, amor de estar vivos. Me creo imposible de armar una humilde coreografía, algo hormigueante que me recorra las arterias y ponga en mi cara algo luminoso.

Yo he visto cómo la gente se embellece bailando: gorditos insignificantes se tornan atractivos con la danza; chicas más bien feas se hacen lindas con un buen movimiento que las resuma. Eso quieto que son los cuerpos nada dicen en quietud. Yo he develado incógnitas degradadas por todos, tales como el caso de una dama bellísima en compañía de un tipo feo, puesto que los descubrí bailando en las pistas de aserrín, embriagados como en estado de narcolepsia pura y así comprendí lo que los demás no pudieron: eran una pareja bailarina que no advertían los espejos ni los reglamentos, sólo se miraban en esa danza que los tenía cautivos y los tornaba superlativos. En un pueblo chico una pequeña diferencia te convierte en un sospechoso, así que siendo un tierno lobizoncito de esquina empecé a bailar para que nadie advirtiera mi secreto. Repetía lo que otros hacían y sentía una rabia sobrehumana al ver que esos desgraciados horripilantes, invisibles para las chicas siempre, adquirían ante ellas una iridiscencia de astros, un magnetismo alucinatorio. ¿A las mujeres no les importaba mi oscuridad de vate en sombras? ¿No comprendían que no quería ser Travolta sino Edgar Allan Poe? ¿Qué fuerza monstruosa me borró la alegría de un buen baile? ¿Por qué bailaba solo para proseguir con la llamada hormonal de la especie? ¿Por qué todo me hastiaba? ¿Por qué todo era un tedio y una desazón donde otros encontraban la radiante fórmula divertida?

La lectura de textos iniciáticos o la escucha de músicas exóticas trataron de justificarme: yo no bailaba porque estaba en "otra", porque era profundo y especial, porque oía a King Crimson y no a los Rolling, porque veía otras barcas en el horizontes y turbias lejanías. Porque era un pelotudo para muchos y un poco para mí también. Hubiera dado todos los Hermann Hesse y sus lobos esteparios; todos los discos de jazz, todas las pipas cortazarianas y los paseos artaudianos de manicomios, todas las chicas oscuras y fumadoras, todos los pichones montoneros y las aves spinetteanas, todas las poesías surrealistas y los realismos mágicos, a cambio de una larga noche de baile en Unión y Progreso abrazando a una morocha. Yo envidiaba a esos galanes que llegaban al boliche sabiendo quiénes eran y a lo que venían. Pelo largo ensortijado, o lacio o planchado, camisa abierta, chuequera, pantalones como otra piel y unas ganas de bailar que eran un portento. Eso que yo percibía, estoy seguro, lo habrían de olfatear las damas y en ello residían sus triunfos. Como animalitas del celo que eran, percibirían en mi el pánico de solitario sin danza y eso, que yo sabía que ellas sabían, me alejó de las pistas espantado de que me descubrieran y me abofetearan, por ejemplo. O que empezaran a gritar mi nombre y me sacaran a manotazos la remera para observar las escaras, mi epidermis de monstruo, el comienzo de unas piernas galvanizadas. Y que los galanes, para rematarme, me patearan en el piso con sus zapatos de plataforma. Esos machos que se paseaban dejando tras de sí una estela de hormonas "crandall" por siempre amarrados a una tigrecita barrial de pantalones blancos, labios estridentes y mirada somnolienta.

Había un solo islote que me hacía esperanzadora la noche: los "lentos". Allí no era tan difícil el desafío, a pesar de mi terror por que advirtieran que no sabía "llevar" y me dejaran en medio de un tema, como se abandona a una mala bestia en el monte. Yo he contestado ante una invitación femenina y en alguna fiesta con un patético "gracias, no bailo" para desconcierto de la dama y el festejo por mi transgresión, que no era otra cosa que pánico total. Me hice observador; si no bailaba observaría; luego, algún día; pasaría en limpio, me haría músico, escribiría como una dulce venganza hacia ellos, hacia mi tortura. Solo yo sé cuánto llegué a odiar con furia a los bailarines de tango, a los tíos ebrios en la Navidad, a las comparsas, a los rockanroleros. Hoy mi estigma continúa con los bailadores tropicales y hasta con los jugadores que festejan con gracia sus goles. Les pido piedad. Soy enfermo de algo imperceptible que no sé qué es. Algo melancólico y con pies de plomo. Propongo la creación de un club de patas duras, un club de fóbicos y de tímidos, una reunión periódica de solos y solas, ampollados de tanto "planchar". Por favor, créanme, se sufre mucho. Me podrán decir: hay academias que enseñan. Sí, claro, como si fuese fácil desnudar nuestra patología: la torpeza de un cuerpo castigado, dos zapallos en los pies y la sangre de plomo. Necesitamos un centro de rehabilitación, un hospital del alma para las bestias que hemos sido heridas en la confrontación por movernos tratando de obtener felicidad y no lo hemos logrado. Créanme, seguiré inválido hasta que alguien, algo, me impacte en el centro de mi locura y me libere. Hasta tanto, le estoy debiendo a la vida el baile nuestro de cada noche.

OH ! Melancolía .


Doble click para ampliar



Hojas de paradojas por Adrián Abonizio

Jueves, 17 de marzo de 2005


El tipo construye canchas de tenis. Apisona los cascotes molidos, marca los límites, observa los desniveles del terreno. Sus ancestros edificaron terrazas imperiales allá en el Cuzco; él plancha la tierra hasta dejarla lisita. En sus uñas hay un depósito terroso y colorado que vive quieto desde siempre. Hace esta labor de jovencito y lo hará hasta su muerte: nunca jugó ni jugará al tenis.

Las salinas son un espejo envenenado. El sol allí se agranda y enceguece las córneas; la luna parece enfriar el sopor de ese doble fuego multiplicado. Trabajar allí es fatigoso y mal pago. Tanto que a veces falta la sal en sus mesas y se abstienen del condimento. Encuentran caracoles de cuando este piso de sal era mar. Caminan en el océano invisible y suelen ahogarse no por el agua, sino por la falta de ella.

El tipo trabaja en pompas fúnebres y ha ido construyendo un futuro trabajando para el pasado. Sus cimientos son el escombro de las vidas y el los mezcla con pasión artesanal; tanto que parece un gusto estar fallecido entre sus manos. Los cambios climáticos lo ponen de buen humor: habrá más ancianos dispuestos a partir y más niños en desventaja. Es una buena persona, pero vive la vida pensando en la muerte.

Matices de un mundo de sobrevivientes que van pisando sus sombras y tal vez no vean que la alocada brújula de las paradojas los ha llevado a ser centro de un absurdo. La sombra de una sombra. Agua en el agua y contrafuego en el incendio. Cristo, hijo de un carpintero, terminó su vida clavado sobre un madero. Ernesto Guevara fue declarado no apto para el servicio militar. Y a Da Vinci le auguraron un mal futuro como dibujante. El fuego es una rápida oxidación y la oxidación es una combustión gradual. Un escándalo que da notoriedad es una caída para arriba y el beso de la mafia sella la suerte de la víctima. Hay gente bonita con el alma descompuesta y horripilantes capaces de un acto poético tan sublime como anónimo. Me encanta esto de insistir buscando lo inverosímil que no sobresale, enquistado en las costumbres. En muchísimas terminales de este país, sitio simbólico del Viaje y el Tiempo, sus relojes o funcionan mal o brillan por su ausencia. Hay pescadores alérgicos a lo que sacan en sus redes y prostitutas que desconocen el orgasmo. Llaman "madre" a las superioras de los internados o congregaciones, justo allí donde la maternidad ha sido proscripta. Un pediatra atiende, amonesta y aconseja a los padres primerizos, pero no tiene hijos. En Auschwitz había un cartel a la entrada que rezaba: el trabajo os hará libres. Los religiosos trabajan de ello: obedecen y hacen obedecer un mandato que han obtenido cual franquicia comercial. Dicen recibir órdenes de un jefe que nunca verán. Dicen dialogar con él en el colmo de la paradoja: un enunciado que otorga jerarquía y poder a la invisibilidad. Hablan por Uno que nadie ha visto y sin embargo alegan ser sus ojos y sus oídos. El ginecólogo que trabaja donde otros se divierten; el cómico que vive amargado cuando está bajo el escenario, el meteorólogo que no lava su auto a pesar que ha pronosticado sol, la chica que limpia casas y que en el fin de semana se dedica a limpiar la suya como tarea lúdica, el boxeador al que le asusta ver sangre, todas son ramitas paradojales en el árbol de los malentendidos, en la enredadera surrealista que está en nuestras vidas asombrándonos, regalándonos una dimensión de asombro. Finalmente está la gente como este oscuro escriba, que escribe leyendo párrafos ajenos de buena pluma; lo que se dice palabra sobre palabra; componer en caliente, robar sin delatarse demasiado. Puede ser una hoja de paradojas si se lo mira magnánimamente, mas creo que es llanamente, hay que decirlo, envidia. Y de la hay que deducir en su favor que encierra una buena acción también: sirve para despertar la luz del movimiento en almas dormidas a pesar de ser un sentimiento mal nacido y en las sombras. Les dejo la última con respecto a los políticos: la gente pidió el "que se vayan todos" y de a uno están regresando. Constituye una mínima paradoja y una gran vergüenza.

Un discepolín sin arrabal - Lalo de los Santos - Abonizio


Una tarde al fin
Cargo sus trastos viejos y el rodes para Rosario norte
Como un camarín las luces encendidas del taxi recortaban la noche
Fumando en el coche comedor
mirando por las ventanillas
Se dijo: 'así es mejor son tristes las despedidas'
Rana del amanecer
saltando por los charcos porteños
Nunca sabias en que cama dormir y te caías de sueño
Paso el carnaval el invierno
ya te perdono
Un cuerpo de cartones
la luna en los telones
Fuiste sin saber un discepolín sin arrabal
Dibujando en un piano
las brujas de algún barrio
El viejo bar triste el ancho mundo hizo explosión
Y un ángel impedía
la letra para hacer un tango.
Llora una mujer, Y en los perfumes de las naranjas
se hizo junio de nuevo
Central fue campeón,
y en los titulares nocturnos tu alma dejo el cuerpo entero
Viste a la parca entre las luces de una estación de servicio
Se te acerco y te dijo en un desliz
Mi amor ya no hay paraíso.
Huesos sin arma atados con cuatro cables
Oculto en un 'clandestino corazón'
tus teclas silban de hambre
Paso el carnaval el invierno ya te perdono
Un cuerpo de cartones la luna en los telones
Fuiste sin saber un discepolín sin arrabal
Dibujando en un piano las brujas de algún barrio
El viejo bar triste el ancho mundo hizo explosión
Y en la vuelta de Rocha allá empezó otra historia
Repite todo el estribillo con nara na
Na ri na na ni ra ni ra…ra ra la la la la raaaah

Homenaje a LALO en el Teatro La Comedia




Entrevista de Diario Clarin a Adrian Abonizio


Doble click para ampliar

Grandes misterios del mundo adulto


Jueves, 10 de marzo de 2005
¿A quién le importan los pequeños misterios? ¿Quién se interesa por los enigmas devaluados? ¿Qué tienen de atractivo hoy la maldición de Tutankamón, el Triángulo de las Bermudas o la vida sexual del Yeti? Pavadas de la historia. Nomenclatura barata de mitos sin estirpe. Relatos de náufragos aburridos en bibliotecas con aromas a orines de roedores y papeles amarillentos. Ya se sabe hasta cómo pateó Cristo su primer penal, quién fue el arquero y si tomó carrera. Misterios quedan pocos y encima irrumpen en casa desde una pantalla.

Los míos son difíciles de sobrellevar en la adultez sin exponerlos al escarnio de la burla. Aquí empiezo: los jugadores en las canchas se ven chiquitos como hormigas, no obstante los relatores los reconocen en milésimas a pesar que nunca antes los habían visto. ¿Cómo diablos hacen? Los religiosos que aparecen en la medianoche seguramente grabarán sus programas todos en un mismo día; luego, al verse, ¿no les dará impresión esa ristra fatigosa de máximas y pasajes bíblicos? Yo aún me quedo absorto deduciendo por dónde entran los bichitos que yacen momificados dentro de los globos de luz. O que nunca sorprenda a los que escriben los graffitis. No poder comprobar la efectividad de esas botellas dispuestas en las veredas para que los pichichos no orinen. Ignorar si algunos policías ya nacieron con esa pinta de guardianes o el trajín los fue torneando. No encontrar el porqué de las curanderas cuando el empacho hace que la cinta métrica cada vez se acorte más. El misterio de algún artefacto que en la caja se veía esplendoroso y una vez abierto imposible de armar. Desconocer qué mecanismo mágico crece dentro del pabellón del oído de algunos mecánicos para que determinen que achaques tiene el auto con solo oírlo ronronear. Uno se golpea y le crece un chichón, ¿es el hueso que se hincha?. Uno mira la ciudad y tiene un pensamiento extraño: ¿cuántas muertes, cuántos nacimientos y orgasmos simultáneos se estarán produciendo? ¿Habrá alguna máquina para comprobarlo? ¿Por qué parece que la gente buena se muere antes que la dañina? ¿Qué significa ese cartel que nos anuncia que estamos siendo filmados para nuestra seguridad? ¿Será para identificar mejor a los cadáveres en caso de un robo violento? ¿Por qué en las tragedias viales los accidentados pierden sus zapatos? ¿Habrá que entrar a la eternidad descalzos? Debemos ser serios y no pensar en abstracciones. Debemos silenciar al pibe que se pregunta cosas, porque por algo crecimos y nuestras conversaciones deben versar ahora sobre los motores diesel o la consabida frigidez femenina. Sería suicida entrar a un bolichón de extramuros con tauras y asesinos en donde uno, además de ser un extraño, empiece a cuestionarse estos tópicos y provocando a los señores con acertijos, pullas y pedorreos. ¿Le parece peligroso? Mucho más lo es ir tapiando los enigmas, sintiéndonos mayores sólo porque nos aburrimos como ostras. Lo insano no está en exponerlo en sitios inconvenientes, sino en esconderlos en lugares convenientes. Por eso, amigos, yo ando con mi candidez ilustrada siempre a mano. Alguna noche pretendí sacar a bailar a la musa de los misterios para develar bajo su máscara de rouge la verdad de las verdades, pero tras mis pisotones me invitó a que no entre más a una milonga donde acceden sólo los buenos bailarines. ¿No son esas obras de arte modernas similares a las que realizan sin saberlo los albañiles en los laterales de edificios reparando la gusanera de la humedad, o los chapistas torciendo el metal? Hay mujeres que al besarlas evocan el gusto a malvón en sus labios y a animal marino en su sexo, y hombres que huelen a las cebollas crudas en su axila y a bosques quemados en su aliento ¿No seremos naturaleza plena y no lo admitimos? ¿No será el misterio mucho más sencillo de lo que parece pero que no conviene explicar? Yo admiro muchas cosas como un chico: el políglota es para mí un poseído; el que derrama una estrategia de ajedrez con eficacia un médium, y un semidiós al que dibuja una carambola de billar un gol prodigioso. Debo ser un imbécil que quiere creer en magias. Un bicho exótico que no encaja en el manicomio. Soy capaz de ver bella a una mujer sin fortuna ni gracia por el sólo hecho de haberme mirado de alguna forma particular. Soy capaz de admirar el sonido sinfónico que despide un matricero trabajando en una pieza. Y no crean que finjo ser un sensible permanente, amigos. Todo esto lo mastico en silencio. No me creo nada, pero creo en todo. No soy nadie porque soy muchos. Veo cosas que son sagradas y gratuitas sin pagar entrada. Oigo el mar o el viento sin salir de playa ni internarme en los bosques. Aprendí a ser callado y a disimular. Es que muchos me han llamado idiota por esto o impostor o aficionado a los brebajes alucinógenos. Sepan disculparme la arrogancia pero prefiero ser un boludo alegre a un inteligente triste.

Secretos bien guardados


Jueves, 27 de enero de 2005
Los secretos representan el arcón en cuyo fondo pueden mezclarse los vientos amables junto al olor de los antros sulfurosos. Todo secreto es un imán para la curiosidad y un enigma enterrado. Por la codicia y en su nombre se han derramado sangres inocentes, sucumbido estados, vulnerado doncellas. Por constituir una puerta al oro se han asesinado reyes, comprado voluntades, incendiado ejércitos, traicionado acuerdos. En fin, que los secretos son pesados de llevar. "Tengo un secreto que te quiero contar", me dijo un amigo. ¡Entonces no es un verdadero secreto, le retruqué!, que he sacrificado la audición de escenas tapiadas por el silencio a cambio del fundamentalismo de mi ética trasnochada. Un secreto es un secreto. Y es sagrado. Una tía mía, muy viejita y muy astuta decía conocer los misterios de una larga vida; al llegar a los cien años le empezaron a creer. Ya en el lecho de muerte, muchos interesados se acercaron para que les confesara su verdad. "No guardo ningún secreto, pero el creérmelo me hizo llegar a esta edad", dijo y se despidió.

El poder secreto del secreto, a veces, es ser ni más ni menos que una cosa que no existe. Hay algunos que abatirían un Estado o una religión y otros apenas ocultan cómo obtener el permiso ilegal para abrir un kiosco. Ignoro las dimensiones; sólo quiero repasar aquí algunos que me ha sido visto intuir, merced a la confianza exótica que inspiro en algunos que se abren como flores y vomitan los suyos. O si no lo hacen, me los imagino. Por ejemplo, ¿quién no tiene el secreto de haber votado a alguna ruina humana, algún pusilánime y nunca decirlo? ¿O quién no tuvo agachadas, o "fue para atrás" con uno mismo? ¿O quién no desconfió de alguien solo por su aspecto reconociéndose luego como una bestia montaraz y reaccionaria donde uno creía que habitaba una eminencia iluminada por la conciencia de clase y la bonhomía?

Todos tenemos algo que ocultar entre las ropas, bajo ellas, en el forro, en las manchas que el tintorero borra, anónimo y cómplice. Un sujeto ha sido ferviente católico, simpatizante de la Inquisición, el potro y la caza de brujas; ahora es agnóstico, librepensador y critica con fiereza a la señora que va a misa los domingos. Otro fue el tonto de la clase y hoy es un dirigente exitoso. Otro ha trabajado como ingeniero de la industria alimenticia y sólo él sabe lo que lleva dentro una inocente hamburguesa o dice ni ha dicho ni dirá nada, pero prohíbe a sus hijos comerlas. Secretos como raíces de yuyos que crecen dentro de nuestro vivero. Secretos como barcos muertos en el fondo del océano de nuestra almita perturbada. Secretos de moribundos y cartas quemadas; secretos de pasadizos inundados y mapas de un tesoro que no se puede nombrar.

Yo mismo amigos he decidido no tener cada vez menos: me pesan como torres de acero en mi conciencia. Yo he temblado de miedo viendo El Exorcista y mi novia quinceañera ha salido del cine envuelta en risas. Yo he dado una vuelta en círculos alrededor de cinco manzanas para evitar pasar frente a esa barra que me pronosticaba el escarnio y algún chichón. He transpirado frío en las cercanías de un cuzquito insignificante al que veía como un tirano saurio rex. Yo he debutado sexualmente tarde y mal. Yo me he desgraciado de los esfínteres en una primera cita: solo la dama y yo sabemos lo sucedido en ese noviazgo de una hora. He negado por tres veces y más mi amistad con un sujeto más valiente e idealista que yo por pánico a la cárcel. He distraído vueltos públicos y pasiones privadas. He fraguado la firma de mis padres en el boletín. Inventé una rifa fraudulenta. Falsifiqué un poema adjudicándomelo. He mirado a algunos hombres con deseo y me he acostado con mujeres indebidas. En mi adolescencia hambreada, a una de ellas hasta le robé el jornal y otras la confianza. Me dirán: no es grave. Para todo esto existe la confesión anochecida ante algún amigo, una noviecita comprensiva que nos absuelva con besos, la hipnosis de la religión o de la terapia. No me alcanza, amigos. Ahora que he volcado mis secretos reconozco que no me siento más liviano por ello. Al contrario, claudiqué en mis fuerzas y ya no tendré motivo para sentirme aprisionado en el mundo y convertirme así en un nostálgico cantor de tangos, en un escritor nocturno apesadumbrado. Llevo ahora algo peor, una paradoja. No conviene contar cosas escondidas pues podrán decir como yo: tengo el peor de los secretos, hago que tengo muchos pero ya no me queda ninguno.

Y no tener nada que mostrar es peor que esconder, créanme.

Letra de: Amigos de lo ajeno - (Todo es humo 2002)



Amanece en la ruta dicen las putas de esta canción
Yo que fui camionero conozco el quiero truco sin flor
Me echaron del paraíso por un petiso hincha e Colón
Me sorprendió en una playa con su Canalla novia de Unión
Y a quien voy a convencer con mi forma de querer
Siempre lo ajeno, me pagaron por bueno,
y no hay devolución
Me llamaban el cuervo en el recuerdo del pre-escolar
Le robaba a un gordito hijo querido de un concejal
Hoy lo he visto en los diarios con su prontuario de funcionario
Eran tantas macanas que el mismo diablo se persignaba
Y a quien van a convencer con su forma de querer
Siempre lo ajeno, les pagamos por buenos,
y no hay devolución
Amanece en la ruta oyen las putas mi confesión
Le he robado a los grandes pa’segurarme cien años de perdón
Me quede con el vuelto de un viaje incierto al Paraguay
Y en la fonda de Marga vendí la carga aun sacristán
Y a quien voy a convencer con mi forma de querer
Siempre lo ajeno, nos pagaron por buenos y no hay devolución
Amanece en la ruta veo tu foto sobre el tablero
Para cuando te encuentre no habrá perdón ni siquiera del cielo
Te me fuiste en la mitad de una noche en navidad
Con mi dinero, en el bolso de cuero iba mi corazón
Te me fuiste en la mitad…Amigos de lo ajeno pierden el corazón
Te me fuiste en la mitad…Esta es la ley del juego y no hay devolución

Y a quien voy a convencer…Y no hay devolución…

Letra de : Cuerdas Auriazules



Tengo sangre de Central
Auriazules son mis venas
En mi vida paralela al convertirme en artista
Pesaron más sus conquistas que mi triunfo personal
Me pasaban a buscarLos muchachos de la esquina
Fue bohemia mi rutina acostarme con los gallos
Dormía tan solo un rato todo por ver a Central
Nunca es magra la semilla
Si crecen los corazones
La riegan las emociones
Que pueblan los arrabales
Todas mis cuerdas vocales
Son azules y amarillas
En mi oficio de cantor
En distintos escenarios
Al recordar a Rosario yo extrañaba ese calor
Que me dormía abrazado a las diez del matador
Nunca es magra la semilla...

Autor: Adrián Abonizio

Recital en Café Cultura Nación


Carnet de prensa para ver a los Canallas!!


Cuenta Adrián que cuando más jovén y nadie lo reconocía,
su pasión por los canallas lo llevó a hacer cualquier cosa.
Entre ellas un amigo, le hizo un carnet de periodista para que él pueda entrar todos
los domingos a para ver al equipo de sus amores sin tener que pagar, pero sentado
al lado de un montón de periodistas que no tenían mucha pasión por Rosario Central, je!
Y bueno, que no haría uno por ver a su equipo favorito ?

Nominado a los Premios Gardel


DOBLE CLICK PARA AMPLIAR

Letra de : Club de Almas


ESCRIBO ESTA CANCION COMO UNA MAS
SIN SABER DONDE IR, SIN CONTINUAR
LA ESCRIBO PARA MI MIRANDO EL RIO,
TAN NEGRO, TAN NOCHE
PRENDE LA CATEDRAL SU LUZ DIVINA
Y UN ALMA PIDE PISTA EN UN CAFE
SE QUE ENLOQUECERE SIENDO EXTRANJERO,
DESEANDO TU CUERPO
ROSARIO SE DURMIO DE HAMBRE Y SUEÑO
LE DIERON DE COMER SOLO UN RECUERDO
DIFICIL ES VOLVER SIN HABERSE IDO
ESTRIBILLO
CADA VEZ QUE PISO ALGUN LADRILLO HAY UNA SOMBRA
QUE ME DICE POR FAVOR YA QUEDATE
ES MEJOR BESAR LA BOCA QUE UNO QUIERE
CON LA BOCA DE LA RABIA Y DE LA FE
CLUB DE ALMAS
RONDEAU ES PURA LUZ PARECEN LLAMAS
RECIBE A UN CHEVALLIER MOSTRANDO UN ALMA
CLUB DE ALMAS QUE ESTAN SIN PARAISO,
TAN NEGRO, TAN NOCHE
ROSARIO SE DURMIO........

Letra de: Camarines


Cara de mujer, enamorada
un vacío de rubor no dice nada
Estás con un reflejo, un torbellino con un lápiz de escribir
La dirección para el ángel que no encuentra la casita
la ciudad,donde nunca más se sufre
Me serviste un tinto y un jazmín del aire
me manché en el camarín
con rouge del traje
Estabas reflejada y enmarcada
en una luz de festival que no culmina
y la luz voltaica te devora
y son horas de partir lejos de este perro mundo
La luz se fue y empezé a soñar
y yo canté hasta no dar más
una vez más pedían más
y los odié y odié el lugar
y cuando abrí los ojos ya no estabas más.

Letra de: Príncipe del manicomio


Soy el rey , de la charca más sudaca
comprendí que no se ataca la mano que da’ e comer
me contaron me bajaron de la rama
me marearon en la cama
de este barco japonés,
en un hueco , de electrodo y pis de gato
desayuno, asesinatos con fondo de Luis Miguel
me nombraron príncipe del manicomio
de tanto ver al demonio en la borra del café.
Por eso amor te pido , no me olvides.

Siempre creímos que lo cerca estaba lejos que lo blanco del espejo
era polvo del común activistas para un mundo estrafalario
marionetas sin salario manejadas al tun-tun
hoy soy héroe de un electro medicado un cobayo transtornado
por la granza del doctór tanto tiempo abonado a este abismo
me hice guía de turismo recorriendo el pabellón.

Por eso amor te pido, no me olvides.
por la noche desvelados enfermeros
me dicen “sos el primero que se va a tomar el tren”,
en papel de medicamento antes de que me haga efecto
la redonda que tome , ya es de noche las estrellas en el frasco
sobre el hospital Carrasco simulan amanecer
y te escribo calladito y tan contento
hoy por fin al fin recuerdo tu nombre que olvidé.

Por eso amor te pido, no me olvides
por eso amor te pido
querida Inés
por eso amor te pido Ester
por eso amor te pido Grisel
Por eso amor te pido Mariel
por eso amor te pido Raquel
por eso amor te pido como te llames,
yo grabé nombres que quiero
yo grabé nombres que quiero.

Por eso amor te pido...

Letra de : Y Ahora


YO SE QUE TE MARCO, LA LUZ DE LAS ESQUINAS
Y EL OLOR DEL TALLER, Y EL DOLOR DE ESA VECINA
QUE UNA NOCHE, ... SE OLVIDO DE RESPIRAR
TU MAMA ESTA BIEN, VENDE LIBROS DE COCINA
TU PAPA NO ESTA BIEN, LO ECHARON DE SOMIZA
Y SE LA PASA,... EN LOS BILLARES TODO EL DIA
Y AHORA TE TOCA A VOS, Y AHORA TE TOCA A VOS
SER UNO EN UN MILLON
ESTO ES ARGENTINA, CAMBALACHE DE OCACIONDO
TURISMO DE AVENTURA PARA TU CORAZON
PORQUE......
TU VECINO SE FUE, A TRABAJAR DE UNIFORME
DICE ES PARA COMER, NO ES QUE LE GUSTEN LOS BOTONES
PERO LO MANDAN,... A VIGILAR A TUS AMIGOS
LA LUNA YA SALIO, EN ESTE BARRIO PERDIDO
PARECE UNA PASTILLA, DENTRO DE UN VASO DE VINO
CON ESTA MEZCLA MI AMOR,... LA NOCHE YA ESTA EN PELIGRO
DECIS QUE ME QUERES, PERO QUERERME TE ASUSTA
LA CULPA ES DE LA TV, VES DEMASIADAS PELICULAS
VOY A QUEMARLA UNA NOCHE, ... ASI TERMINA TU ANGUSTIA

Letra de: Rieles de San Pedro

Que me importaba el tiempo
que había entre tren y tren
una ciudad descascarada, ciudad siempre lloviendo
Languida voz de la tarde
por la noche duele más
en los kioscos venden siluetas
Irene Paraná
Tristeza de los rieles
tristeza la de tu ca aaa aaa sa
y tu ge-eee-eente
Aprovecha ahora que te vas
vas al único vas hacia el único lugar
la tristeza que veses la tristeza que traes
prende una luz mojada
que no es ta-a-aaaaaaarde
Como se levanta el polvo
allí en la terminal
y en que lugar de esta provincia
sin tomarme una copa ire e-e-eeee!!!

Autor: Adrián Abonizio

Letra de: Te hablo


Te hablo desde el corazón
yo se lo que es vivir en las tinieblas
parece que el alma se queda
sin salir a escena
Te hablo desde más acá
sigo buscando lo imposible
hacer qu la vida sea vivible
y no engañar
Habrá pasado mucho tiempo largo
habrá quedado tanto en el costado
habrá llegado un tiempo tan distinto
seguro te habrás enamorado
Si esto es la vida
no se que hacer para que creas
te han confinado te han lastimado con mentiras
no puedo prometerte nada
no puedo decirte nada
más que vivas
Te hablo desde el corazón
no vala ya vivir arrepentido
no hay deudas posibles,ni culpas
te matean pero te dejan vivo
Habrá pasado...
Si esto es la vida... más que vivas, más que sigas, más que vivas, más que sigas.

Letra de: Dormite Patria















Dormite patria sobre mi camisa
olvidate pronto de los que te pisan
dormite patria que la noche es fria
y hay un viento blanco sobre la avenida.
Quiero llevarte como cuando era otro
y te lucia flamante sobre el guardapolvo
todavia no habia crecido, y estabas prendida
a mi solapa blanca ,como un papelito

Dormite patria que los corazones
te haran de almohada para los pulmones.
Dormite patria que suena la radio
y alguen que te nombre lo dice cantando
quiero llevarte porque siempre es invierno
y no tenes un techo y estan los lobos sueltos
Malena, Carlitos Gardel y los caudilloslas madres de los pañuelos
y los hijos de mis hijos.El que vende flores yo que canto esas canciones
esas chicas de las tiendas los que arreglan los motores
te vamos a hace una ronda
que abarque todo el mapa y entre provincia y provincia
no habra limites ni nada.
Dormite patria como mi enamorada
llevo tu corpiño atado en mi lanza
el ultimo aliento la cancion que me queda
es que seas distinta a la que vi en la escuela.
Quiero llevarte como cuando era otro
y te lucia flamante sobre el guardapolvo
todavia no habia crecido y estabas prendida a mi solapa blanca
como un papelito.Dormite patria que en la cuadra aqui cerca
suena ya la murga para que te duerma
Dormite patria pero dormi conmigo
para que la muerte se lleve al domingo.

Letra de : Azules



Son azules los cuadernos, hechos de papel araña
azules son los cabellos, en la piel de los fantasmas
son tan azules los huesos en los mares de difuntos.
Azules las medialunas que se comen en Neptuno
azules son los tapados de los ciegos del invierno
cuando mudan de pelaje sabiendo que ven por dentro.
Azules los comisarios ,los dientes de los moriscos
la aleta de las sirenas y el orín de San Francisco
Azules tus ojos negros como azules son las redes
que en un fondo de areniscas ,azules vuelven los muelles
Azules las alambradas, las bielas y los pistones
y azul es el fin del mundo que cabe en esta birome
Azules los relojeros cuando en su casa mortuoria
las agujas son matungos sudando azul en la noria
azul el cordón de vida los higos si están maduros.
Los jazmines de los libros y la lengua del bromuro
y explico que soy azulcianótico de cansancio
cuando escribo en el papel azul del enamorado.


En ésta foto cedida por Adrián muestra una habitación donde se escribió más de una de éstas bellas canciones. Cobijo de musas

Letra de: Todo es Humo



A veces me parece tengo la verdad
Y es la punta de un cometa
A veces en los ojos tengo gusto a mar
Y es sudor apenas
A veces tengo miedo de mirarte
Y que desaparezcas
Todo lo tengo dura un segundo fugaz, fugaz.
Y a veces me entretengo en contar las estrellas
Y no duermo nunca
Cuando la ciudad se estira yo despertare
Antelare que la luna.
A veces tengo miedo de mi mismo
Por lo que me prometí
Todo lo tengo dura un segundo fugaz, fugaz.
A veces me encuentro en fotos de ocasión escuela nocturna
La noche y el deseo de escapar de todo, no termina nunca
A veces me parece estar a punto de develar los misterios
Después comprendo que no hay nada como este momento
Todo lo tengo dura un segundo fugaz, fugaz.
Fugaz, fugaz. Fugaz, fugaz. Fugaz, fugaz. Fugaz, fugaz.
Fugaz, fugaz. Fugaz, fugaz.

Cuando se lanzó el CD se obsequiaba con el compac un billete como éste 10.000 australes sin ya ningún valor, significando que hasta el dinero es Humo y se esfuma.

Letra de: La Carta de un ladrón



Quiero segar los campos y detener las mareas
Para que no sufras tanto el día que yo me muera
No soy santo del camino ni ladrón que desconoce
Que no nos matan las balas,
Tan solo algún mal de amores
Dicen que perdimos todas las esperanzas
La ilusión es un río que moja solo las plantas
Y que estamos perdidos, rendidos casi sin fuerzas
Y que andamos fugitivos en nuestras propias leyenda
Pese a todo te quiero amor
Lo que digan de mi es un error
Y si el desierto es mi tumba
Y mi amistad la botella
Tiro una al mar ,
Yva con ella mi amor
Diciéndote que esta no es
Solo la carta de un ladrón, la carta de un ladrón
la carta de un ladrón
Nunca conocí el riesgo que te da libertad
Y elegir el silencio y cuando poder hablar
No soy santo del camino, ni ladrón que desconoce
Que no nos matan las balas,Tan solo algún mal de amores.
Pese a todo...
Solo la carta de un ladrón, la carta de un ladrón
la carta de un ladrón

Letra de :Corazón de barco


Tengo el corazón en dos mitades
que apenas pueden sostenerse, la derecha tira al viento
y la izquierda tira redes.
Y al abrir los ojos de mañana
cuando comprendo donde estoy
veo que el mundo cabe en mi cama
pero me creo lo que no soy.
Corazón de barco, furia reprimida,
marea alta, con las velas cortas
si lo que importa no es esta vida.
Corazón de barco, todo lo abandonas
será tu origen de bosques lejanos
eso de andar buscando lo imposible.
La abulia de los domingos clava su arenal en mi,
estoy desnudo, solo recuerdo el astillero donde nací.
Y me hago daño sabiendo que alguien vendrá desde la orilla
me creo libre, pero dependo que ella se suba a mis costillas.

El Capitán Abonizio en charla técnica


Homenaje a Carmelo



El Gran Pez es una canción que escribí cuando se estaba muriendo mi papá.Va en un disco que se llamará "Embarcaciones".El Gran Pez es una película de Tim Burton que refleja fielmente la admiración y el rechazo de alguien por su padre, cuyo único pecado fue el haber sido demasiado fantasioso.Yo tuve un papá así.Por eso el tema.Va en mayúsculas lo de Padre Celestial-el que está arriba-, Padre Padrone-otra película, creo que de Buñuel sobre la esclavitud en tiempos franquistas-y Padre Mía, en femenino, ya que las deidades contienen ambos sexos.
Escribir sobre mi viejo puede ser largo y tedioso para otros, para mi es fascinante.Porque el lo fue.Fue cruel y honrado, brutal y generoso, sabio y despistado.Esquizofrenia amorosa que heredé.Mi papá tuvo muchos errores, pero tuvo intuición; jamás me puso trabas a nada y si bien le puedo achacar que me dejó "solo" también me enseñó a fortalecerme en soledad.No significa que tuve un ejemplar aprendizaje, sino que me ayudó a escribir el prólogo de un buen libro, espero que largo, donde yo lo debo escribir en solitario y cada hoja intentará ser la más legítima. Con eso me alcanzó.No me dio libros ni intectualidades vanas.Me dió la libertad de elegir, me dió un consejo atinado y otro desopilante.La vida me lo hizo de carnadura humana, sin poses y eso es magnífico, real, y ayuda a consolidarse.También me dió el absurdo, la posibilidad de entre soñarme con pavadas, entreteniéndome sin televisiones, solo con visiones.
Eso tienen que hacer un padre, no impedir, no cerrar puertas y dejar correr como si uno fuese un río o mejor para el caso de este tema, un pez, un Gran pez, hermoso y libre.
Ojalá yo lo logre con el mío, con mi pececito.
El Gran Pez


Yo nací de todos los padres que hay en la vida
Padre Celestial, Padre Padrone y Padre Mía

Yo escuché canturrear la canción más lunar en la tierra elegida
En una canción no se hace la vida pero la obliga

Padre
Padre del ojo ausente y la vigilia
el árbol , el fruto y la furia indebida
Padre perdono tus penas tus hojas cansadas sin clorofila
¿Quien soy yo para hablar del Gran Pez, la dulce mentira?
Alguien habrá de juntar tus ramas caídas
Alguien habrá de juntar mis ramas caídas

Yo no pesqué el Gran Pez lo pescó mi papá con sedal homicida
Y esa noche su carne comimos y así sin querer yo me hice caníbal

Padre el que enseña y ofrece sabiendo que hay peces que tiran y tiran
Y cuando un padre decrece su boya es madera del fin de una vida


Años A


Recital en El Alma Bar


Entrada al recital Alfabeto de locos



¿Como se hace? por Adrian Abonizio



Jueves, 03 de marzo de 2005
¿Cómo se hace?

Cada vez estoy más seguro de mis inseguridades. Si algo sé es que dudo. Si algo conozco es la herrumbre de la brújula, las riendas torcidas de mi cabalgadura, la mellada espada de mi saber. Cada día urdo la trama de mi retórica detrás de donde espío al enemigo que acecha. Cada vez soy más elocuente y escribo mejor: debajo de las palabras uno puede ocultarse con la inmunidad que da el oficio. Aquí va mi testimonial: un amigo de la infancia me hizo empeñar el sueldo y la fe, pero siento que lo ultrajo al decirle que me ha traicionado, pues aún lo quiero. Y humillarlo a él es hacerlo conmigo y con nuestro pasado de hermandad. Lo peor es que él lo sabe y actúa en consecuencia. Soy así de idiota. Cuando tropiezo me pregunto, con sinceridad infantil: ¿cómo se hace, cómo es, cómo era, cómo será? ¿Cómo decir que no a una reunión de ex alumnos sin que crean que soy arrogante? ¿Cómo expresarles que tengo impresión de que vean lo que ha hecho el tiempo con nosotros y que ya no somos los actores en aquella escenografía de errante y sospechada felicidad, tan irreal como antigua? ¿Cómo hacer para eludir esa charla con una ex novia que propone vernos para repasar lo actuado y uno carece de la gallardía de confesar que aquello nunca fue realmente importante para nuestro corazón? ¿Cómo explicar el amor hacia una divisa sin caer en las frases "es un sentimiento, una pasión, algo distinto"? ¿Cómo dar el pésame o una mala noticia utilizando las palabras correctas?

Qué difícil es todo. Qué fobia a la mala praxis espiritual que he desarrollado. Ay, que pavor ancestral de intuir que uno no sabe hacer nada más que lo instintivo, como el comer y el digerir; el amor físico y algunos rudimentos de la caza diaria. Amar sin presentir. Soy así de idiota. No poder evitar mirar a unas señoritas con quienes, de concretar algún encuentro amatorio, nos darían cadena perpetua como pena leve. El no dejar de sentir culpa por el pavor ante ese morocho mal entrazado que en la esquina nos pide algo, una moneda, un cigarrillo, pero no la vida. Sospechar que una obra de arte que los críticos ponderan como sublime resulta ser un bodrio, pero no opinar. Ni poder burlarnos de ese taxista verborrágico y sabiondo que aconseja cómo vivir y no atrevernos siquiera a decirle en la cara (que vendría a ser su nuca) que no lo soportamos. ¿No sería mejor confesar nuestro pánico al dentista, a los perros bravos, a las alturas o las profundidades y a las películas de terror para niños? ¿No sería más sano dejar de lado nuestra torpe elegancia, nuestro rosario de mentiras piadosas, nuestro patético escudo perdonavidas?

Muchos me creen un arrogante, otros un pusilánime; no soy ni uno ni lo otro: soy apenas uno que no sabe como actuar en ciertos casos. Se me presenta un señor de hábitos y pretende darle la extremaunción a un pariente que está al partir de donde no se vuelve. ¿Cómo disimular que estoy aturdido por el absurdo de que alguien crea ser intermediario de turismo en semejante viaje? ¿Cómo poner cara de entendido ante las explicaciones de nuestro mecánico que engorda sus honorarios pues intuye que uno apenas sabe que el auto tiene una varillita para medir el aceite y un laberinto de cosos y cositos extraños? Sólo a mí me han elegido para levantar las copas en un casamiento o aniversario y tener que desear buenos augurios que todos sabían no se cumplirían. He comido en restaurantes mucho después de haber trabajado en la cocina de muchos de ellos y para no contrariar la invitación comí disimulando la repugnancia. He entrado a concesionarias a preguntar precios de bólidos inalcanzables y a pesar de la mirada despectiva del vendedor seguir adelante cual Isidoro Cañones dilapidando fortunas. He sido sometido a entrevistas laborales en donde invariablemte debía ser agradable, sabiendo que sería imposible y que ya estaba perdiendo el puesto de antemano. He sido conminado a opinar sobre algún trabajo artístico a requerimiento de su inoportuno autor y no me he atrevido a expresar que jamás había asistido a algo tan horripilante. He asistido a reuniones de bien pensantes donde estaba mal opinar a favor de un poquito de pornografía, la mano dura de Perón o la belleza de las canciones melódicas, temiendo que a uno lo arrojen por el balcón. Alguna dama me ha inquirido en su alcoba por sus formas o su celulitis o su ropaje y en todos los casos he dicho que estaba todo en su lugar y combinaba con armonía, a pesar de ver panoramas de derrumbes. He sido abordado por un enjambre de pibes angelitos que venden porquerías en las mesas y a todos les he comprado por temor a que me vean como insensible. He tenido pensamientos funestos sobre nuestros rivales en la cancha, tales como quebraduras expuestas, descuartizamientos por perros policía, ahogamientos en el pozo, más luego, arrepentido, hasta les he deseado que nos hagan un gol.

Ay, amigos, me siento un idiota con buenos sentimientos, cobarde, mediador sin temple, esquizo del amor y del odio, verde para grandes batallas, viejo para las pequeñas. Apenas un rudimento de hombre. Siento pena por mí pero más por la especie humana. Hay que mentir, fingir con crueldad, aparentar denuedo, pasión y generosidad, tal vez me vaya mejor. Habrá que tomar con suficiencia los elogios infundados; con falsa humildad la gloria que nos adjudican y no nos pertenece; usar la condescendencia en los triunfos equivocados. Me irá un poco mejor y no tendré que andar balbuceando sobre el cómo se hacen o se dejan de hacer las cosas que no sé llevar a cabo, esta nota incluída, esta falsa modestia.

Culpemos a los otros por Adrián Abonizio

Culpemos a los otros jueves, 11 de noviembre de 2004

Hablemos de quienes hacen de su vidas un ejercicio práctico: echar la culpa a los demás de todo, sin reparar en gastos. La viga en el ojo propio. Pero un ojo de aire culto, responsable, único. Empiezan por algo grande y frondoso: nuestro país. Ellos han leído, están muy informados y se creen librepensadores. Saben del granero del mundo y del faro de América. Todo junto mezclado y en conserva. Eramos ricos y se acabó el queso, luego nos endeudamos, dilapidamos la herencia y nos rendimos ante la banca apátrida internacional. ¿Quién propició todo esto? Ellos son inocentes. Han nacido en una familia de inmigrantes enaltecidos por la prosa libertaria. Tienen un pasado obrero, un alma comunista, un origen barrero. Ellos han aprendido la historia. Juzgan con dedo acusador a los políticos y a los militares, incluidos el general Perón y la Evita capitana. Ah, si el pueblo comprendiera, se dicen. Esos desprotegidos en la estafa; los de felicidad escamoteada, los hermanados en solidaridad, los unidos del sur a quienes violaron en el cuarto oscuro. Y hablan del pueblo argentino tan conmovidos como turistas perpetuos. Algún día se liberarán, deducen. Mientras, omiten el pago en término y las reuniones sindicales en su empresita. Atormentados por una pena dulce se rasgan el pecho, lloran en los altares de sus amantes, en los confesionarios psicológicos y hacen de esta dramaturgia un buen libreto. Leen a Benedetti, se conmueven con la sensiblería arrogante de Sábato, escuchan a Víctor Heredia o a Silvio Rodríguez, se orinan por Cuba y, finalmente, luego de un paso fugaz por acuerdos, alianzas y alguna presidencia de mesa, en rencorosa resignación por haberlo intentado todo se dedican a lo suyo. Envidian a los combatientes de Sierra Maestra, pero ellos lo hubieran hecho mejor. Los desaparecidos fueron muy valientes, pero les faltó estrategia. Los líderes usan mucha demagogia. Y así continúan para sus adentros. Yo estudio a estas especies y me sube por la lámpara de la sangre como una luz de piedad. No tengo odio, solo hastío por la brutalidad de doble moral, por sus miserias de alcoba y sus terrores que disfrazan de ideología. Ellos me miran con desdén sugiriendo alguna lectura vivificante y no dudan de mi lucidez: dudan de mi pragmatismo. ¿Para qué mortificarnos si los demás hacen todo al revés? El país se les escapó en algún momento o habrá hablado como oráculo cuando ellos dormían y nadie les avisó. ¿Que la ciudad está sucia, llena de ratas y basura tirada? Obviamente, la culpa es de los demás, los que descuidan lo que es de todos, se indignan; mientras, vacían el cenicero del auto distraídamente mirando la franja marrón del río y oyen noticias desde una emisora bien pensada. No se puede ni ir a tomar un café tranquilo; a cada momento entra un pibe a pedirles una moneda. ¿La culpa? De los padres que los dejan a la buena de Dios, de esta sociedad pauperizada que los encarcela en el vino y la coyuntura. Entienden su malaria congénita pero se indignan: no los dejan abstraerse en sus meditaciones. Siguen ahora con las drogas. Tienen un hijo que anda en cosas raras: la responsable es la sociedad corrupta en modelos y los maestros sin ideas preventivas. Nunca le faltó nada y ellos en su papel rector ya les han prevenido que así, de ese modo suicida, les están haciendo el juego al imperialismo de los alcaloides y a la dominación extranjera. Comprenden su necesidad de ruptura y la búsqueda de tribus alternativas. Han intentado sobornarlos con regalos para que dejen las malas juntas, pero nunca les han hablado al alma del cachorro. Continúan con el sexo: su hija tiene un montón de cortejantes y ningún esposo. La retan, la ofenden, pero no pueden apartarla de la idea fija. Ella está embarazada. Comprenden la revolución hormonal: le han dejado en su dormitorio un video sobre el tema hace unos años. Jamás se sentarán a hablar del asunto hasta que ella no lo pida, porque respetan en exceso su libertad. Pero la terminan dejando sola. Les echan la culpa a sus esposas, presas de un modelo femenino estereotipadamente pasivo y complaciente que fue lo que impidió la enseñanza del autocuidado. Mientras, digieren aun la noticia que, ella, su “compañera” como les gusta decir, se escapó con un tipo más próspero. Seguro que el modelo burgués de una terapia de grupo o una sociedad capitalista y de consumo le están llenando la cabeza. Y cuentan toda esta letanía sin anestesia, al borde del ridículo y el cinismo. Son peores que los que critican. Se comprometen pero de mentirita. Su solidaridad es un enervamiento de ficción. Dicen ser de izquierda y actúan como de derecha. Creen ser sensibles y son bestias; van a cagar como se dice, en la casa del vecino. Una noche cualquiera matan a tiros a ese taxista que les frena delante suyo: él se la buscó. Los quince años de prisión son culpa de la Justicia enferma de este país colonial. Los mete presos a ellos y libera a los mafiosos. Son víctimas del sistema. Enferman como héroes en el exilio. Una vez muertos, la culpa es de Dios, ese opiáceo de los pueblos, por derivarlos a este corredor oscuro sin una luz decente. —Dios, ese ateo, rabian por debajo y lo acusan de hereje y si fuera necesario de judío. El solo, tiene la culpa entera de sus males. —Y así le va, dicen mientras descienden sin parar hasta el fondo del pozo de los tiempos por el peso de la piedra ilustrada que habita en sus corazones

Carnavales de alegría por Adrían Abonizio

No es verdad que los carnavales me ponen melancólico por lo que tuvieron de felices. No constituyen un pasado emblemático de alegrías pasadas ni fervor póstumo. No eran más que la vigilia de las armas en una semana de vértigo y novedad. Mi única melancolía fue comprender, en el amanecer de las cosas, que la pena verdadera estaba en el primer fracaso amoroso, la sordera de un país caníbal y que habría de caminar mucho y mal todo aquel no nacido en cuna de oro. En la escuela obligatoria y en la familia desarmada. La patria de la inocencia. La patria de las cosas mágicas. La patria del anochecer en que uno se dormía protegido por el retumbar de las comparsas que ensayaban en los barracones. Los carnavales no igualaban nada: mostraban lo que éramos.

Eran una droga poderosa: uno podía sangrar en una pelea que el Rey Momo lo curaba. A uno se le podía morir un tío que el carnaval lo amenguaba. O un padre hastiado molernos a patadas o mordernos un perro rabioso o caer por goleada que el carnaval todo lo sanaba. Ser chicos era una maldición de indiferencia. Lo único nuestro y poderoso era el juego de agua en la siesta, en que uno olvidaba masturbarse o mirar canal cinco, para salir a mojar chicas. Recuerdo que se evitaba gastar agua en las feas y ese estigma me duró hasta hoy: cuando puedo voy hacia una y le declaro un amor de paso como para redimirme. La impiedad y el sarcasmo, el erotismo, la victoria o derrota estaban en los carnavales. Algunos les ponían a las bombuchas piedritas o venenitos de paraíso para que doliera; otros pintura para que manchara y los más osados orina para que oliera. Yo despreciaba esas prácticas pero al tener una puntería endiablada, me solían contratar los más grandes como mercenario a cambio de fotos porno. Cuando me hastié del contrato vil (diez víctimas por una foto de la Sarli) escapé y allí, en el atardecer con olor de glicinas y el recio sudor que exhalaban los mayores que se habían estado corriendo con cubos de agua, descubrí la hilera de cantores que esperaban su oportunidad de inscribirse para trepar alguna noche al escenario. Cantaban cosas tremebundas, horrorosas, lúgubres, pero al ser carnaval la gente perdonaba esas letras mortuorias, esa vergüenza ajena mientras llovían serpentinas sobre sus cabezas engominadas de artistas y resonaban los compases fúnebres de sus vidas de tango.

Nada importaba, la gente era bestial pero feliz; los ignoraba o compadecía con aplausos, nada importaba y esos tipos habrían de ser prontamente olvidados en las postrimerías de una bacanal inocente y con luz de amanecer, sin sexo ni borracheras de cuchillos y en una claridad de patios mojados con la evocación de besos que no fueron. Mirábamos a esos cantores. Los veíamos pasar derrotados y pese a que veníamos de una carnicería y éramos curtidos soldados de línea, jamás se nos hubiera ocurrido burlarnos. ¡Ah esos cantores amateurs caminando la plaza del barrio cabizbajos, tomando agua de los bebederos porque no tenían ni para una gaseosa y regresaban a sus oscuros barrios metiéndose en la noche de los vencidos! ¡Ah, esos gorditos tímidos, esos flacos venosos, esos colorados refunfuñantes! Esa sí era una Señora Melancolía; era la derrota, la auténtica derrota de un pueblo. Lo comprendí después, cuando uno ya no vería jamás las cosas desde afuera. Una noche fuimos al desfile y pasaron mascaritas, marcianos con cabezas de engrudo, parsimoniosos carros con guirnaldas, triunfadoras gentiles de dientes blancos, reinas del disfraz perfecto, candomberos falsos con hollín en las caras, negros ficticios, todos seguros de sus vidas y el podio que los aguardaba. Entre la gente, cubierta su cabeza con una bolsa de nailon dura, andaba un tipo que besaba en la boca a los hombres. Aquello me sacudió, algo siniestro se estaba incubando bajo las farolas y yo lo había descubierto: era el margen, la pobreza, la miseria. Eran los cantores sin laureles, las feas a quien nadie mojaba ni sacaba a bailar, eran los mariquitas que debían esconder su cara.

Allí, en ese espacio perfumado, con estrellas simulando bombitas sentí que me alcanzó un rayo y me abrió una herida con la comprensión cabal de mi destino: jamás sería como los triunfadores, jamás me compraría un traje luminoso y jamás estaría del lado de los ganadores. Lo supe ahí, como supe también que escribiría para redimirlos. Eso marcó mi vida y signará mi muerte. Y la gente habla tontamente de los carnavales como con melancolía tenue, como la postal de un cielo perdido y maravilloso. Melancolía legítima en suma, pero no entienden la mía y es razonable: la gente en general elige a los ganadores, pero ignoran que la sombra que proyectan sobre ellos es de falso oropel, de un agua florida descompuesta y de un Rey Momo que se les está riendo en la cara desde siempre. 8 de Febrero de 2005

Somos por Adrián Abonizio


Somos la mayoría silenciosa. Los que nos hemos vuelto previsibles para evitar tener más enemigos de la cuenta. Gente muy particular, sin embargo, a la hora de retratar su espíritu. Gente que está sola y espera. Gente a la que saludan en el ascensor y despierta confianza sin andar sonriendo demasiado. Es la que asiste a todos los asados de confraternidad y la que no esconde el vino bueno. Es gente que separa a los belicosos, que no duda en acercarse a los accidentes a dar una mano ni en prestar unos pesos al que está en el naufragio, ni en llamar a la radio por alguna cosa que indigna, ni deja de creer en los misterios y en mitologías caseras. Gente que está sola y resiste. Somos los que hemos votado equivocados a sabiendas. Los que no gustan de las multitudes cuando van para el mismo lado y los que saben los distintos lados que tienen las personas. Somos los que hemos inventado o adquirido artefactos inútiles, viajes imposibles, cuentos estúpidos y lo seguiremos haciendo. Somos los que no sabemos contar chistes en las fiestas. Somos los que no claudican fácilmente pero que amainan su entusiasmo si hay traición. Somos el fruto equivocado de dioses con dispepsia y los ángeles caídos sin siquiera haber levantado el vuelo. Somos a quienes ignoran a la hora de los premios, pero a quienes llaman para una confesión. Los que ayudan al ahogado y los últimos en irse de la evacuación. Hemos asistido a entierros y velorios aun cuando odiamos esas ceremonias sólo porque nos han pedido que estemos allí. Hemos tragado sapos, comidas rápidas, placebos, malos gobernantes y horas muertas sólo porque había que hacer algo que no fuera la inmovilidad. Somos los que lloramos en los cines y siempre llevamos monedas sueltas para pagar la culpa de tener un poco. La misma que nos mueve hacia Greenpeace porque en nuestro pasado hemos interrumpido alguna cadena alimenticia y derrotado algún bello animal hoy en extinción. Somos un alfabeto para locos y muchos nos creen cuerdos. Somos a veces el felpudo de Dios y en otras Dios nos ceba mates. Somos ciclotímicos, indecisos, festivos, angustiados, solidarios. Somos cómodos y ruines en pequeñeces; sin embargo viviríamos como ascetas y seríamos capaces de ofrendar la vida por un motivo valedero. Somos los que esperamos una buena causa, el amor perfecto y un más allá pero en la tierra. Somos los dadores de ánimo y los que creemos que las felonías templan nuestra paciencia. Somos sabios pero no podemos demostrarlo: somos pudorosos en nuestros vaticinios. Conocemos el alma humana como pocos, sabemos de sus agachadas y sus virtudes, confiamos aún y sin embargo olvidamos llevar con nosotros suero antiofídico. Muchos cuentan heroísmos de sobremesa: nosotros mantenemos reserva sobre los nuestros. Muchos fracasan en nimiedades y son admirados por el valor desplegado: nosotros hemos subido y después caído de pendientes aún más altas y en secreto nos hemos lamido las heridas sin nadie cerca para consolarnos. Muchos dicen ser un mojón de integridad, honestidad e hidalguía: nosotros callamos para evitar que nos tilden de envidiosos porque a veces intuimos el fraude cercano.

Odiamos en silencio, nuestro pudor supera las broncas. Hemos regresado con el ojo mocho por defender otros destinos pero hemos atribuido el golpe a una colisión casera. También amamos en silencio pero cuando decidimos hablar ya es tarde. Nos conformamos a veces con hacer tiempo en la vida y ello nos enrojece de rabia. Queremos ser distintos que nuestros resignados vecinos pero copiamos sus fórmulas y sólo nosotros sabemos que no estamos entregados aun. Nos engañamos para no matarnos. Nos camuflamos para evitar las estridencias de las alabanzas. Nos plegamos a otros sabiéndonos mejores; que dentro nuestro no hay un apacible cordero sino un samurai a la espera. Tomamos cafés con imbéciles haciéndonos los distraídos porque hay que comer mientras que esperamos que los rayos de una justicia esquiva los partan para siempre. A ellos, los que afean el paisaje y hacen la vida más gris.

Soñamos con un regreso a la naturaleza pero somos alérgicos a los mosquitos. Somos cautivantes con nuestras derrotas y es el humor negro lo que nos redime de crucifixiones. Somos almas en tragedia y bufones ante la desgracia. Somos políticamente correctos y equivocadamente liberados. Creímos en el peronismo, en el bien común, en el psicoanálisis y hasta en Fito Páez hasta que entendimos cómo es todo. Creíamos en tantísimas cosas que pasaron a ser sólo cosas. Somos machistas y feministas a la vez. Somos homosexuales sin serlo; retrógrados sin caverna; perdonavidas que son perdonamuertes. Leemos a escondidas libros sobre horóscopos y miramos novelones y pornografía y oímos música no permitida. No somos la madre de todos los prejuicios, pero sí sus parientes cercanos. A veces creemos haber nacido en el cuerpo equivocado: tendríamos que vivir cerca del mar y escribir a nuestros amigos sobre el pigmento de los corales y las bocas de los tiburones azules.

Pero somos de acá. Esta es nuestra migraña y nuestra cabeza feliz, nuestra frontera y nuestro horizonte sin fin, nuestra taquicardia y nuestro fervoroso corazón. A veces en la noche sentimos pasar un tren y nos oprime el alma algo poderoso con gusto a escarcha y noche. Quisiéramos no estar más con nosotros, huir, ser otros, olvidar que somos la mayoría silenciosa, que estamos solos.

Y que no entendemos si ya es tarde para todo o será que todavía no hemos empezado.4 de Noviembre de 2004

Cine de Super Acción por Adrían Abonizio

Recuerdo haber sido chico y sentirme muchos a la vez. Recuerdo pedir un vaso de agua (no llegaba a la pileta de la cocina) y empinarlo de un sorbo con gesto suficiente a pesar que ese trago ardía. Recuerdo limpiarme la boca con el antebrazo. Recuerdo estar lleno de polvo del desierto y dispararle a mi madre por la espalda. Luego que la bala atravesaba el cuerpo del villano, un killer discreto como yo, ordenaba whisky para todos y que siguiera la música. Recuerdo haber visto huir a mi perra hasta un caserón vecino porque se negaba a tropezar caracoleando como los caballos de los cowboys, mientras era apedreada. En Mundo Insólito describían a las tortugas marinas gigantes relatando que ni una bala de fusil podría atravesar sus caparazones. Tomé el Maheli 5 y 1/2 de aire comprimido y la perforé: más que apenado por la tragedia estaba ofuscado por el embuste. Al tiempo el olor cadavérico me delató pero mi mamá adujo una cierta inimputabilidad que me salvó. Corzo, un gordito retraído, cayó al otro día a un zanjón y se rompió una pierna: habíamos visto en la pantalla cómo un pibe rubio, pero en blanco y negro, se estrellaba contra unas rocas empujado por un amiguito.

También por esos días aparecieron unas series sobre Hombres Mosca que se deslizaban por los edificios para destripar cajas fuertes: con el Chino trepamos el frente inmaculado de los Cusumano, dejando las huellas de nuestras manos y pies en el lugar del crimen. No había nadie en esa casa pero el dueño nos buscó durante una semana. Cosa de chicos, dijeron muchos y el caso fue archivado.

Otra peli era sobre la maldición de la Momia, con Boris Karloff, así que secuestramos a la hermanita del Tony, la vendamos con una sábana, usamos su cuna invertida a modo de sarcófago y la embutimos en el ropero a esperar que resucitase. Los gritos atrajeron a los guardias que tomaban el fresco en la vereda, así que disimulamos y dijimos cualquier cosa: al fin y al cabo resultó ser una momia chapucera, bastante alcahueta. Con la Laurita intentamos una violación que copiamos de la serie La Ciudad Desnuda, pero nadie supo cómo hacerlo. De Los Tres Chiflados, Moe era el elegido: pegaba, ordenaba y se parecía un poco a Hitler. Todo iba bien hasta que al Cady se le saltaron dos dientes y no vino a jugar más. Todas estas escenas que imitábamos ocurrían en lejanas comarcas o en decorados fastuosos, de allí que reproducirlos le confería a la acción la gracia de un film dentro de otro.

Un atardecer copiamos como pudimos una toma donde una pandilla espía a una chica bañándose a través de una banderola en una terraza zigzagueante de neones. Ella tenía las tetas blancas como las amantes de los hampones pero allí las podíamos ver completas. La función terminó cuando el Flaco Paludi pisó mal y se vino abajo. A ella le dieron algunos puntos en la cabeza y al Flaco le sacaron muchos vidriecitos del estómago. Si hasta lo visitamos en el hospital como habíamos observado que hacían los camaradas de guerra entre sí y le dejamos a escondidas un paquete de Colmena. La señora no dijo nada: ella sabía que habíamos visto cómo un tipo semidesnudo que no era su esposo huía por los fondos. De ahí en más nos dejó mirar por la claraboya todo lo que quisiéramos.

En todas las de Cine de Súper Acción indefectiblemente los malos eran los árabes, los indios, los africanos de la selva, los mejicanos. Morían cientos de ellos antes que el héroe cayera herido antes de pronunciar la frase convenida: "Es solo un rasguño" y una mujer tan hermosa como anhelante le daba agua en la boca y lo cuidaba cambiándole de vez en cuando unos trapos húmedos puestos sobre su frente ardida en fiebre. Con nosotros nada de eso ocurría. Eramos blancos, ganadores, una fija completa, pero cuando volvíamos del campito nadie nos socorría. Llegábamos rengueando, con las camisetas rotas y algún ojo morado, pateando la pelota con distracción, como si arrastráramos la cuadriga de un ejército derrotado. Ellos, los demonios negros de las calles de tierra, los de habilidades envenenadas y alegría salvaje; ellos los sucios negros piojosos eran los causantes de nuestra penuria. Y los imbéciles adultos repetían la frasecita como si nada. "Y, son cosas de chicos". No, no eran cosas de chicos, eran cosas de negros de mierda ; eran cosas de seres monstruosos y gigantescos; eran desgraciados a los que los peronistas que pintaban con brea las paredes pidiendo por el Líder, denominaban excluidos, marginales. Y que nosotros padecíamos hasta la humillación más asquerosa. Ellos los defendían, pero claro, ninguno había sido escupido ni barrido a patadas por ellos. ¿Acaso Perón impidió que nos robaran la bandera y la pelota? ¿Dónde estaba el General cuando a Tiburcio lo llevaron detrás del cementerio y después de hacerle aquello lo dejaron encerrado en un panteón? ¿Volvió en su avión negro a descargar metralla dentro de sus cuevas inmundas cuando me cortaron el dedo meñique? No, no, no. Solo sé que enloquecí después de aquello y que vendado y todo asesiné gatos, ahorqué canarios, llené de bosta las ropas en las terrazas, oriné sobre los autos estacionados; largué a los cielos mi furia vengadora, mi rabia impropia de niño, mi traición de película, nuestra derrota. Aquello fue el final. Las madres no hallaron un culpable visible y juramentadas en Supremo Tribunal de Guerra comparecimos y fuimos castigados en consecuencia. Recibimos la condena ceremoniosamente, con las cabezas gachas. Pero la sentencia nos causó gracia: nos obligaban a no juntarnos en barra durante un mes.

Sólo nos permitirían ver Cine de Súper Acción. 13/01/05