Reflexiones: Excusas por Adrián Abonizio

Jueves, 20 de enero de 2005
Siempre pareceríamos estar más dispuestos a dar excusas que a vivir. No se buscan razones para hacer lo que se quiere, se buscan excusas, dijo alguien. Resulta una mentira piadosa, dulce y apreciada, que crece como una planta zángano dentro de otra más laboriosa y legítima, y excúsenme la solemnidad, que denomino planta de la verdad. ¡Ah, resulta tan tentadora como un pecado, tan emborrachadora de gozo que aletarga como una droga, pospone y evita el dolor! ¡Eludamos con alegría y denuedo nuestras batallas perdidas! ¡Finjamos saber y hagámosnos los misteriosos aún con nosotros mismos! ¿Para que luchar si podemos posponer, para que sufrir ahora si podemos invertir a futuro sobre el lomo terso de la diplomacia? Es como regalar flores: su repetición no invalida su eficacia.Hay diferencias sutiles entre la disculpa y la excusa. La primera tiene resonancias gentiles y conlleva el arrepentimiento. La segunda actúa como escudo de la impostura y debería avergonzarnos, pero estamos enfermos de "Excusitis" y ella, como una bacteria embrujada jamás se habrá de disculpar: es arrogante, mentirosa y meliflua igual a la hechicera de las fábulas. Y bonita además.Lejos de avergonzarnos, las excusas nos hacen conservar un inexplicable orgullo. Un placer de mentir y huir por la tangente, una felicidad infantil de haber engañado al adulto que está allí afuera, engañado.Hay excusas forjadas en el resentimiento; otras en la estupidez, la modorra o la necedad. Un equipo pierde un partido imposible y alude a las dimensiones del campo o a la lluvia. Uno debería visitar al médico aquel que nos aconsejó un chequeo pero siempre estamos ocupadísimos. Luego de cenar como leones nos mentimos con empezar el régimen el lunes. Un gobierno alude estar bien encaminado, pero arrastra una pesada herencia. Es que las excusas son dulcísimas y se maceran sobre el fuego del pensamiento mágico al que le solemos atribuir un poder inconmensurable de Sr. Destino. Si no cumplimos lo prometido o no nos animamos a empezar se deberá seguramente a que "algo o alguien" así no lo desean.Darnos cuenta de la medida de nuestra miseria, es casi imposible: la luz embriagadora produce ceguera. Un sujeto que lleva el crimen en la sangre se calzará un uniforme y tendrá licencia para matar, en nombre de la ley y el derecho. Un hincha es humillado durante años, aún antes de serlo: luego, en la tribuna, la excusa de sus salvajadas es la bandera adversaria. Hay que pegar primero antes que nos peguen.No se hace campaña para evitar muertes abortivas o enfermedades por contacto sexual con la peor excusa de todas: la divina. Nos arrima al horror oscuro de la fugacidad de las cosas y de los seres. Paranoia que convierte a los demás en enemigos de nuestro coto, nuestro dios, nuestra libertad. Creo que para muchos vivir es un excusa para no decidirse a fallecer con cierta hidalguía por eso posponen encontrarse con la cruel verdad. Una madre no se realizó por culpa de sus hijos; un taxista abandonó las artes por el puchero, otro no se casó por culpa de los padres. Algunos se tornan monstruos y otros generan simpatías. Todo depende del ángel o el demonio que nos empuje a la impostura de estos paraísos artificiales.Y cuidado conmigo, amigos: que el que suscribe fue un campeón de las excusas. La excusa para el intento de cambiarme el sexo fue pensar que así le podría gustar más a mis amigos. No ir al dentista y tener la dentición como Charly García se debió a mi halitosis y a no querer incomodar al profesional. ¿Para que recoger perros abandonados habiendo tantos pibes en el mismo estado? Es cierto, claro, que no hice ni una cosa ni la otra, pero, por algo será, no me pregunten por qué.Aduje que los tangos son tristes, pues esa libertad que se afirma a sí misma, ese existencialismo criollo, simplemente me desbordaba. No tengo más que un único amigo pero bueno (en realidad desconfío de todos, inclusive de él pero no se lo digo). El corazón me sirve solo para pensar; soy demasiado sensible para este mundo alocado. Soy un excusado en rehabilitación. He utilizado la retórica, al chantaje, la hipnosis, la piedad, el miedo, el mito del Tiempo que corre veloz, la salvación de la patria, la salud de los ancianos y el buen nombre de mi hermana como excusa para evitar males mayores. He parodiado a los honestos, fingido enfermedad y embaucado a los débiles. He acusado con falsía, suprimido pruebas incriminatorias y recusado testigos para potenciar mi excusa. He adquirido un buen nombre, he traicionado y he vaciado de contenido algunas palabras sagradas.Mi excusa es simple: soy apenas un mortal que no sabe bien qué hace; un ciudadano confundido por la palabrería de los poderosos y una víctima del sistema, mis amigos. Pobre de mi. Pobrecito, me repito. Me bancan económicamente, pues saben que no quiero ser tragado por este sistema perverso. Y si escribo acá es porque estoy esperando la edición a nivel mundial de mis obras. Créanme: sólo hago estas notas a los apurones y para entretenerme. No es excusa, pero yo estoy para otra cosa.

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