Jueves, 25 de noviembre de 2004
Yo debería tener unos diecisiete o dieciocho años y comenzaban los días de plomo. Ignoraba mucho, pero presentía demasiado. Mi amigo Juan ya estaba en la leonera por ejercer su libertad. Vi una molotov caer sobre un micro y un operativo de uniformados. La gente hablaba y decía que lo que vendría habría de ser mejor. Mi estupor cabía en mi mal presentimiento: esos que asomaban sombreados tras las espaldas de los gobernantes debían ser definitivamente peor que los que estaban. Una ecuación simple, propia de una juventud inspirada en una bohemia arrancada de los libros, el huir a tiempo de la casa familiar, dormir con esperanzas y bajo otro cielo.
Yo venía leyendo mucho y desordenadamente. En esa edad uno no está para sutilezas y busca lo escabroso, lo definitivo. "Informe sobre ciegos" me sobresaltó. Luego continué con "El túnel" y "Abaddón el exterminador". "Uno y el universo" no lo entendí. Todo exudaba una angustia existencial en estado puro. Dramaturgia del dolor con fondo de un telón porteño y criminal. Locura perfumada con glicinas y gases lacrimógenos. Pasadizos de miedo, monstruos habitando bajo una piel falsamente inofensiva, mujeres caníbales.
Eso era Sábato para mí. Tal vez un escape, el saber que había alguien allí, en algún pasillo escribiendo para mí, lo que yo sentía y temía. En una revista oficialista con coristas vestidas de comandantes y editoriales antisubversivas lo descubrí. Había estado almorzando con el dictador Videla, discutiendo de los meandros de la cultura y lo terminaba considerando "un general democrático". Hoy, tras una treintena de años lo he vuelto a ver en los noticieros locales, saludado por la calle, besado por jovencitas emocionadas, conducido por una lazarilla que le dicta las respuestas al oído. Un viejito tierno que pide visitar la casa natal del Che y fotografiarse con la camiseta de Central. Y que abran las puertas del teatro El Círculo para que vaya "el pueblo" a vivarlo. Un anciano que mira concluyente y serio cómo lo aplauden, mientras que recibe de manos de Saramago una distinción. Fue piadoso el premio Nobel: omitió todo aquel asunto de la comida junto al presidente de facto con elegancia. Kirchner llegó tarde a saludar a sus Majestades: él ya está crecidito y no ignora que los Reyes son los padres, por tanto no confía en ellos. El es quien gobierna y no el Sr. Riojano, de lo contrario una apabullante tormenta se hubiese abatido sobre la ciudad en lugar de este sol obstinado y obediente que asomó durante todo el Congreso de la Lengua. O tal vez, hubiese destrozado el protocolo con sus horripilantes vestimentas. Son sólo conjeturas de uno que no participó de reunión o ponencia alguna.
Rosario está ahora en boca del mundo y sus artistas aún siguen penando por los impuestos altísimos a la hora de armar una obra, recital o cumpleaños de quince. Es buen momento para que se extingan (iba a poner "aniquilen", pero sabrán ustedes por la historia reciente, lo hecho por Luder, el Brujo y la Señora con el uso puntual de esa palabrita).
Ernesto Sábato no estuvo en el recital de cierre en el Monumento a la Bandera. Me hubiese gustado dedicarle una canción. Detrás del escenario estaba el playón junto al río en donde se alzaban los camarines para los artistas. Uno era una obra en construcción, desordenado, con agua tibia y un par de sanguchitos mustios. Pertenecía a los locales. El otro, el de los visitantes, tenía un pomposo living con ambiente africano, velas, frutas e incensarios. Hasta Sábato hubiese protestado por la injusticia, pero ya estaba lejos volando hacia sus Santos Lugares.
Mientras afinaba mi instrumento repasaba las imágenes: habían caído lágrimas en sus ojos viejos, le temblaban imperceptiblemente los dedos. Con mi arrogancia de médium de cabotaje supe lo que estaría pensando. "Jamás obtendré el Nobel, yo que he hecho ingentes esfuerzos por parecer ético; jamás podré escribir cosas nuevas; jamás conocí ni conoceré la felicidad; fui egoísta, cruel y ambicioné demasiado los premios, las alabanzas. Tuve mal carácter y tiranicé a quienes pude querer algo. Soy un esclavo de mi oscuridad, una criatura de la noche igual a los personajes que describí. Pero aún me gustan los homenajes y huelo el bronce, aunque ya es tarde para todo".
Mientras miraba la tarde con su luz terrosa sobre las islas recordé sus pinturas oscuras tan anticipatorias de las calamidades que se habrían de desatar con más furia que nunca sobre Argentina. Su angustia removedora de pintura vieja, su rabia legítima, su prosa excelente. Todos atributos que me regaló allá, cuando yo asomaba a la vida y ya descreía de lo que veía, porque lo que veía era sólo horror. Ignoro cómo se me cruzó por la cabeza el señor Blumberg y cómo lo reuní en el mismo salón mental junto a Sábato. Debe ser el dolor destilado en alambiques parecidos. Blumberg acusó al pibe Bordón de drogadicto tras ser asesinado por policías, pero luego se retractó y les pidió perdón a sus padres. Ernesto Sábato se reunió con dictadores, pero luego se redimió patrocinando la Conadep. Compensaciones de la historia que me dejan un gusto de amargor en las comisuras.
El presidente llegó tarde a saludar a la monarquía, Rosario estalló de cultura y se palpó la sensación exultante de estar en el centro de algo, finalmente. Y yo, tras los ajetreos del festejo, tuve una larga y oscura pesadilla. Atravesaba un túnel, ciego y embarrado de pena; una mano me tendía la salvación y me abducía a la luz cotidiana. Era la mano de Sábato, un tronco sarmentoso tatuado de hermosas palabras. Tenía la forma de un corazón como los que dibujan los amantes. En él estaban encerradas las palabras felicidad, justicia, humildad, humor y coraje, pero borradas por la sal del tiempo.
Letra de: Zamaba señorita de Adrián Abonizio
Zamba de los lirios, y de los laureles,
Que por no conocer maderas,
Ni las cuerdas hacen sonar,
Y ni se acuerda, que la vida sigue,
Que da lo mismo, cantar por cantar.
Zamba de los vasos, y de los oficios,
Que por no conocer un hombre,
Se refugia en el cuarto sola,
Señorita tejedora, que busca a mí,
Que yo la entiendo,..
Zamba, luz...de la oscuridad,
Ponele una pupila al viento,
Que el viento mire, nomás,
Cuando te encuentre desnuda,
No tendrá más que entrar....
La sombra en los parpados,
Preparas la mesa,
Los sonidos de la noche,
Te arrugan el delantal,
Y los perfumes de las naranjas,
Te hacen soñar con la humedad,
Y hablan por tu boca, Las enredaderas
Que libres por las paredes,
Se abren a las penumbras,
Las faldas verdes y sus vestidos,
Van lentamente, bajo la Luna.
Zamba, luz, de la oscuridad.
Ponele una pupila al viento,
Que el viento mire, nomás,
Cuando te encuentre desnuda,
No tendrá más que entrar....
Que por no conocer maderas,
Ni las cuerdas hacen sonar,
Y ni se acuerda, que la vida sigue,
Que da lo mismo, cantar por cantar.
Zamba de los vasos, y de los oficios,
Que por no conocer un hombre,
Se refugia en el cuarto sola,
Señorita tejedora, que busca a mí,
Que yo la entiendo,..
Zamba, luz...de la oscuridad,
Ponele una pupila al viento,
Que el viento mire, nomás,
Cuando te encuentre desnuda,
No tendrá más que entrar....
La sombra en los parpados,
Preparas la mesa,
Los sonidos de la noche,
Te arrugan el delantal,
Y los perfumes de las naranjas,
Te hacen soñar con la humedad,
Y hablan por tu boca, Las enredaderas
Que libres por las paredes,
Se abren a las penumbras,
Las faldas verdes y sus vestidos,
Van lentamente, bajo la Luna.
Zamba, luz, de la oscuridad.
Ponele una pupila al viento,
Que el viento mire, nomás,
Cuando te encuentre desnuda,
No tendrá más que entrar....
Autor: Adrián Abonizio
La Sombra de mi guitarra de Adrián Abonizio
Canta corazón del día,
Que en la furia corre, su melancolía,
Y en la tierra roja el país deshoja,
su trabajo.
Infinitos laureles,
De algunas batallas, entre los andenes,
Me quedo esperando zapatos mojados,
Entre los trenes.
Me fui buscando el nombre,
De mi cuerpo antes de dormir,
Y al salir, una costa de neblina,
me esperará, cruzando el día,
Lejos de mí, hay quien muere ciego
Yo voy levantando mi guitarra, bajo un cielo negro,
Yo voy levantando mi guitarra, bajo un cielo negro.
El verde suave de breas,
Y en la bajada de la Costanera,
Recibe mi vida, la vida de otros,
Los que esperan.
Inmensa celda,
Repletas de aviones y máquinas nuevas,
Pero mi guitarra es una sola,
Bajo las Bandera.
Me fui buscando el nombre,
De mi cuerpo antes de dormir,
Y al salir, una costa de neblina,
Esperará, cruzando el día,
Lejos de mí, hay quien muere ciego
Yo voy levantando mi guitarra, bajo un cielo negro,
Yo voy levantando mi guitarra, bajo un cielo nuevo.
Autor: Adrián Abonizio
Que en la furia corre, su melancolía,
Y en la tierra roja el país deshoja,
su trabajo.
Infinitos laureles,
De algunas batallas, entre los andenes,
Me quedo esperando zapatos mojados,
Entre los trenes.
Me fui buscando el nombre,
De mi cuerpo antes de dormir,
Y al salir, una costa de neblina,
me esperará, cruzando el día,
Lejos de mí, hay quien muere ciego
Yo voy levantando mi guitarra, bajo un cielo negro,
Yo voy levantando mi guitarra, bajo un cielo negro.
El verde suave de breas,
Y en la bajada de la Costanera,
Recibe mi vida, la vida de otros,
Los que esperan.
Inmensa celda,
Repletas de aviones y máquinas nuevas,
Pero mi guitarra es una sola,
Bajo las Bandera.
Me fui buscando el nombre,
De mi cuerpo antes de dormir,
Y al salir, una costa de neblina,
Esperará, cruzando el día,
Lejos de mí, hay quien muere ciego
Yo voy levantando mi guitarra, bajo un cielo negro,
Yo voy levantando mi guitarra, bajo un cielo nuevo.
Autor: Adrián Abonizio
Caballos de carrera de Adrián Abonizio
CABALLOS DE CARRERA
Me imagino a la Luna sentada
Y parece que no importa nada
Me imagino a las fieras del circo
Y yo mismo en un preso de chico
Porque el mundo parece de apuestas
De caballos de carrera
Del que tiene un corazón que le hable
Y que aprenda a jugarlo en la calle.
Tengo un oficio mudo
Tengo un oficio vivo
Con una magia en cuotas
Y la fé de lo querido
El hambre te mantiene,
Solo lo necesario,
Hay quién apuesta su sangre
A la sangre del diablo
Y así pasan los días, pidiendo permiso,
Como si no quisieran darse cuenta,
Que uno mismo va, tentando a la suerte,
Como un mazo de barajas prestadas,
Hay que hacer la de uno, y si no Nada.
Fabricante de la Luna alta,
Cuando todos duermen,
voy imaginando países,
y los ato a mi suerte.
Un amor verdadero, el olor de la tormenta,
somos caballos corriendo, y alguien hace las apuestas.
Tengo un oficio mudo
Tengo un oficio vivo
Con una magia en cuotas
Y la fé de lo querido
El hambre te mantiene,
Solo lo necesario,
Hay quién apuesta su sangre
A la sangre del diablo
Y así pasan los días, pidiendo permiso,
Como si no quisieran darse cuenta,
Que uno mismo va, tentando a la suerte,
Como un mazo de barajas prestadas,
Hay que hacer la de uno, y si no Nada.
Autor: Adrián Abonizio (1984)
Me imagino a la Luna sentada
Y parece que no importa nada
Me imagino a las fieras del circo
Y yo mismo en un preso de chico
Porque el mundo parece de apuestas
De caballos de carrera
Del que tiene un corazón que le hable
Y que aprenda a jugarlo en la calle.
Tengo un oficio mudo
Tengo un oficio vivo
Con una magia en cuotas
Y la fé de lo querido
El hambre te mantiene,
Solo lo necesario,
Hay quién apuesta su sangre
A la sangre del diablo
Y así pasan los días, pidiendo permiso,
Como si no quisieran darse cuenta,
Que uno mismo va, tentando a la suerte,
Como un mazo de barajas prestadas,
Hay que hacer la de uno, y si no Nada.
Fabricante de la Luna alta,
Cuando todos duermen,
voy imaginando países,
y los ato a mi suerte.
Un amor verdadero, el olor de la tormenta,
somos caballos corriendo, y alguien hace las apuestas.
Tengo un oficio mudo
Tengo un oficio vivo
Con una magia en cuotas
Y la fé de lo querido
El hambre te mantiene,
Solo lo necesario,
Hay quién apuesta su sangre
A la sangre del diablo
Y así pasan los días, pidiendo permiso,
Como si no quisieran darse cuenta,
Que uno mismo va, tentando a la suerte,
Como un mazo de barajas prestadas,
Hay que hacer la de uno, y si no Nada.
Autor: Adrián Abonizio (1984)
Letra de : Plantas Argentinas
Pan de los días, luz de mercurio,
En la noche alta, nadie descansa,
Por los halcones, hijos sin madres,
Dueños de la oscuridad,
Acá con cada pan que falte completar,
Es una vida menos, y una deuda más.
Canto en sangre, luz Argentina,
Llevo encendido tu olor de mujer,
Cada mañana, busco en tus rastros,
Y comprendo que hicieron con tú juventud,
Acá con cada sueño, que quede por soñar,
Habrá que hacer soñando, lo que estaba y no está más.
Edificios, papeles viejos,
Todos mis amigos están resucitando,
En una calle sentados a la sombra,
Una sombra de amor, les da reposo,
Acá con cada libro, que guarden en el pecho,
Hay palabras vivas, y una vuelta al cielo.
Como banderas, de otras naciones,
En las terrazas el viento empuja las camisas,
Yo sigo vivo, y es suficiente,
Cantando los versos, del sobreviviente
Acá con cada canto que uno tire al cielo,
Habrá una bienvenida y un recibimiento,
Habrá una bienvenida y una muerte menos.
Y veo a la gente buscando en la arena,
Resto de lo que quedó,
Y en un teatro abandonado,
Un actor pinta el mundo verde claro,
El Mundo es verde claro, como esas plantas,
Salvadas del incendio, en que crecieron,
Son plantas con espinas,
Son ARGENTINAS, y las quiero.
Autor: Adrián Abonizio
En la noche alta, nadie descansa,
Por los halcones, hijos sin madres,
Dueños de la oscuridad,
Acá con cada pan que falte completar,
Es una vida menos, y una deuda más.
Canto en sangre, luz Argentina,
Llevo encendido tu olor de mujer,
Cada mañana, busco en tus rastros,
Y comprendo que hicieron con tú juventud,
Acá con cada sueño, que quede por soñar,
Habrá que hacer soñando, lo que estaba y no está más.
Edificios, papeles viejos,
Todos mis amigos están resucitando,
En una calle sentados a la sombra,
Una sombra de amor, les da reposo,
Acá con cada libro, que guarden en el pecho,
Hay palabras vivas, y una vuelta al cielo.
Como banderas, de otras naciones,
En las terrazas el viento empuja las camisas,
Yo sigo vivo, y es suficiente,
Cantando los versos, del sobreviviente
Acá con cada canto que uno tire al cielo,
Habrá una bienvenida y un recibimiento,
Habrá una bienvenida y una muerte menos.
Y veo a la gente buscando en la arena,
Resto de lo que quedó,
Y en un teatro abandonado,
Un actor pinta el mundo verde claro,
El Mundo es verde claro, como esas plantas,
Salvadas del incendio, en que crecieron,
Son plantas con espinas,
Son ARGENTINAS, y las quiero.
Autor: Adrián Abonizio
Democracia recién nacida y una visión un tanto inocente del mundo. Quería sacarme el dolor y escribía por eso. Quería un testimonio, me sentía en la obligación cuando aún era virgen en grabaciones y tenía pavor de no poder dedicarme a la composición de canciones.
Pintar la sangre de Adrián Abonizio
Cuando la necesidad venga a pintarme las horas,
Entonces estaré tranquilo, sentado a la sombra,
Sin mucho que decir, o con mucho presiento,
Que lo no se dice, se lo huele por dentro,
Me puedo quedar tranquilo, sin pedir limosna,
Lo que quiero decir, está esperándome en la boca.
Una pareja pasa, se prende una luz cuadrada,
Y en las panaderías, hay olor a orina quemada,
Éstos son como cuadros, se abren como abanicos,
Y yo mismo me pierdo, en mis propios laberintos,
Me puedo quedar tranquilo, metido en éste momento,
Por debajo del sueño, va la sangre en movimiento.
Y vale por lo que no fui, y lo que me dijeron,
De eso no me arrepiento, eso es cosa de ellos,
Vale por los inviernos que pasé a la intemperie,
Vale por los infiernos, y por no hablar de frente
Con alguna melodía dando vuelta en la cabeza,
La vida me empujaba, a tirarme en una pieza,
Y mirar con cariño el filo de los cuchillos,
Siempre hay gente que no quiere,
Que todavía estemos vivos.
Por más vuelta que la luna, pegue alrededor del Mundo,
Lo que no cambia en un siglo, siempre cambia en un segundo,
Todo cambia, nada cambia,
Todo cambia por arriba,
Pero el cambio de fondo, vendrá seguro algún día,
Me puedo quedar tranquilo, metido en éste momento,
Por debajo del sueño va la sangre en movimiento.
Se van pintando los días,
Tienen color las semanas,
Y uno no se da cuenta como cambia la casa,
La pintura de la sangre, es roja verde amarilla,
Son los colores primarios y es la primera medida,
Con que uno se mancha los dedos, a través de la existencia,
Y no hay lienzo que alcance, ni pincel ni la paleta,
Para pintar la sangre, solo basta con sentirla,
Cuando bulle en la mañana,
Y cuando duerme, también pinta.....laralaaaa....
Entonces estaré tranquilo, sentado a la sombra,
Sin mucho que decir, o con mucho presiento,
Que lo no se dice, se lo huele por dentro,
Me puedo quedar tranquilo, sin pedir limosna,
Lo que quiero decir, está esperándome en la boca.
Una pareja pasa, se prende una luz cuadrada,
Y en las panaderías, hay olor a orina quemada,
Éstos son como cuadros, se abren como abanicos,
Y yo mismo me pierdo, en mis propios laberintos,
Me puedo quedar tranquilo, metido en éste momento,
Por debajo del sueño, va la sangre en movimiento.
Y vale por lo que no fui, y lo que me dijeron,
De eso no me arrepiento, eso es cosa de ellos,
Vale por los inviernos que pasé a la intemperie,
Vale por los infiernos, y por no hablar de frente
Con alguna melodía dando vuelta en la cabeza,
La vida me empujaba, a tirarme en una pieza,
Y mirar con cariño el filo de los cuchillos,
Siempre hay gente que no quiere,
Que todavía estemos vivos.
Por más vuelta que la luna, pegue alrededor del Mundo,
Lo que no cambia en un siglo, siempre cambia en un segundo,
Todo cambia, nada cambia,
Todo cambia por arriba,
Pero el cambio de fondo, vendrá seguro algún día,
Me puedo quedar tranquilo, metido en éste momento,
Por debajo del sueño va la sangre en movimiento.
Se van pintando los días,
Tienen color las semanas,
Y uno no se da cuenta como cambia la casa,
La pintura de la sangre, es roja verde amarilla,
Son los colores primarios y es la primera medida,
Con que uno se mancha los dedos, a través de la existencia,
Y no hay lienzo que alcance, ni pincel ni la paleta,
Para pintar la sangre, solo basta con sentirla,
Cuando bulle en la mañana,
Y cuando duerme, también pinta.....laralaaaa....
Autor: Adrián Abonizio
Anecdotario: Nº 2 - Años pesados
No siempre íbamos presos pero de vez en cuando pasábamos una tardecita.La que más recuerdo es una de septiembre-pelo largo, pantalón de bambula, colita en el pelo y una carterita que contenía mis documentos, unas letras de temas y un grabador con temas registrados en ensayos-Me cerraron el paso en una esquina de Echesortu como si fuese el mismísimo Camilo Cienfuegos.-Hijo de puta, me repetía un morocho alto.-Hablá, decime una sola cosa y sos boleta, hijo de puta.Empeñado como estaba en dedicarle esas frases a mi mamá, no advirtió que otro, un policía viejo, lo retiraba de su apremio verbal hacia mi persona y ordenaba que me metieran en el Falcon por averiguación de intereses.Luego en la comisaría, revisado y dado vuelta como una media y tras ser interrogado a cerca de mi trabajo, profesión, dedicación, ideario político, inclinaciòn sexual y religiosa y comprendido que era inocente de la hoguera me dejaron salir.-El grabador, reclamé al morocho que había ofendido a mi santa madre.-Devuélvamelo.Le dije imperioso.El policía viejo se lo quitó no sin antes por curiosidad depositarlo en un escritorio y apretar el botón anaranjado para comprobar que habia.Tras escuchar algo de la maraña de sonidos que pomposamente denominábamos temas, sencillamente le susurró al morocho agresivo.-Viste, pelotudo que no valía la pena quedártelo!
Y me dejaron ir.
Y me dejaron ir.
Letra de : Cantándole a los vivos
CANTANDOLE A LOS VIVOS
Que difícil es mirar arriba
Cuando la luz se escapa,
Y la costumbre de esos días,
Pedir permiso para entrar en nuestra casa
Qué difícil es vivir sereno
Cuando el castigo es agrio con los buenos
Y no hace falta ni nombrarlos,
A los que ayudan a cerrarte el corazón con barro
Cae desde el cielo, una lluvia de venenos,
Siempre fue así, y así lo será,
Quiero seguir en una tierra donde el cielo
Se mantenga por estar,
Cantándole a los vivos...
Una guitarra al mediodía,
Los chicos que juegan arriba,
Que difícil es tener oficios,
Éste oficio flaco como el pan de la alegría
Llegaron barcos con negros,
A ésta tierra de cazadores,
Yo en mi rutina no me lamento,
De perseguir todavía años con flores,
Cae desde el cielo, una lluvia de venenos,
Siempre fue así, y así lo será,
Quiero seguir en una tierra donde el cielo
Se mantenga por estar,
Cantándole a los vivos...
Autor: Adrián Abonizio (1984)
Escribí ésta canción en la misma època que Plantas. Un casado joven , primera convivencia femenina, enamoramiento y el recuerdo de largas siestas sin dormir trabajando en otra cosa, mirando el mundo desde un oficio ajeno , odioso.
Que difícil es mirar arriba
Cuando la luz se escapa,
Y la costumbre de esos días,
Pedir permiso para entrar en nuestra casa
Qué difícil es vivir sereno
Cuando el castigo es agrio con los buenos
Y no hace falta ni nombrarlos,
A los que ayudan a cerrarte el corazón con barro
Cae desde el cielo, una lluvia de venenos,
Siempre fue así, y así lo será,
Quiero seguir en una tierra donde el cielo
Se mantenga por estar,
Cantándole a los vivos...
Una guitarra al mediodía,
Los chicos que juegan arriba,
Que difícil es tener oficios,
Éste oficio flaco como el pan de la alegría
Llegaron barcos con negros,
A ésta tierra de cazadores,
Yo en mi rutina no me lamento,
De perseguir todavía años con flores,
Cae desde el cielo, una lluvia de venenos,
Siempre fue así, y así lo será,
Quiero seguir en una tierra donde el cielo
Se mantenga por estar,
Cantándole a los vivos...
Autor: Adrián Abonizio (1984)
Escribí ésta canción en la misma època que Plantas. Un casado joven , primera convivencia femenina, enamoramiento y el recuerdo de largas siestas sin dormir trabajando en otra cosa, mirando el mundo desde un oficio ajeno , odioso.
Letra de : Corazón del Milagro
CORAZÓN DEL MILAGRO
Abre corazón del milagro, ésta tarde,
Quiero tener un lugar donde mirarme,
Y las horas no pasen largas,
Como el cielo en la niñez
Como el cielo en la niñez.
Una cuchilla trae las tormentas,
Están lloviendo las catedrales,
Todo huele a menta en las calles,
Como el cielo en la niñez.
Hay una película vieja que habla de vos,
Todavía no conocías la desnudez,
En la pieza está tronando mi sangre,
Éste debe ser mi oficio, he de creerte, he de creer
Abre corazón de milagro, ésta tarde,
Quiero tener un lugar donde mirarme,
Y las horas no pasen largas,
Como el cielo en la niñez
Como el cielo en la niñez.
Entre los pliegues de tu vestido,
Debe de haber un invierno justo,
Fantasmas de lo perdido, cielo y sombra,
Para éste hombre.
Hay una película vieja que habla de vos,
Todavía no conocías la desnudez,
En la pieza está tronando mi sangre,
Éste debe ser mi oficio, he de creerte, he de creer
Autor: Adrián Abonizio
Abre corazón del milagro, ésta tarde,
Quiero tener un lugar donde mirarme,
Y las horas no pasen largas,
Como el cielo en la niñez
Como el cielo en la niñez.
Una cuchilla trae las tormentas,
Están lloviendo las catedrales,
Todo huele a menta en las calles,
Como el cielo en la niñez.
Hay una película vieja que habla de vos,
Todavía no conocías la desnudez,
En la pieza está tronando mi sangre,
Éste debe ser mi oficio, he de creerte, he de creer
Abre corazón de milagro, ésta tarde,
Quiero tener un lugar donde mirarme,
Y las horas no pasen largas,
Como el cielo en la niñez
Como el cielo en la niñez.
Entre los pliegues de tu vestido,
Debe de haber un invierno justo,
Fantasmas de lo perdido, cielo y sombra,
Para éste hombre.
Hay una película vieja que habla de vos,
Todavía no conocías la desnudez,
En la pieza está tronando mi sangre,
Éste debe ser mi oficio, he de creerte, he de creer
Autor: Adrián Abonizio
Letra de : Mi dulce Señorita de Adrián Abonizio
Mi dulce Señorita (1988 )
Señorita,
no toda la verdad viene escrita
Señorita, el mundo elige sus victimas
pobrecita,
junto al mástil en mañanitas,
parecías una congelada estampita
En los mapas
calcados con papel y tinta china
flaca estaba la sombra de tus pantorrillas
Fuimos parte,
de tu soledad, tus buenos días
pero no te dabas cuenta que nos envenenaron la comida
En los actos
a veces tu voz los presidía
Y yo actuaba como el cantor de la partida
viejo cine
entrada por la calle Alsina
perdí la inocencia, escapando de la justicia divina.
Señorita
el mundo elige sus víctimas,
Si acá me ve usted, con el revólver ganándome la vida
Autor: Adrián Abonizio
Señorita,
no toda la verdad viene escrita
Señorita, el mundo elige sus victimas
pobrecita,
junto al mástil en mañanitas,
parecías una congelada estampita
En los mapas
calcados con papel y tinta china
flaca estaba la sombra de tus pantorrillas
Fuimos parte,
de tu soledad, tus buenos días
pero no te dabas cuenta que nos envenenaron la comida
En los actos
a veces tu voz los presidía
Y yo actuaba como el cantor de la partida
viejo cine
entrada por la calle Alsina
perdí la inocencia, escapando de la justicia divina.
Señorita
el mundo elige sus víctimas,
Si acá me ve usted, con el revólver ganándome la vida
Autor: Adrián Abonizio
Letra de : Beso tu dolor de Adrián Abonizio
BESO TU DOLOR (1989)
Cuando el viento hace sus valijas
Y los ves pasar
Los ojos de tu compañera
Dicen que te vas
Te baten te vas
Buscando excusas
¿Quién pagará la luz?
Recorriendo esquinas
Tomando en algún club
No llores más
Que no vale la pena
No llores más
Nunca vale la pena
Cada vez que pido pan
Piedra libre de tu voz
Para que pintar un cuadro
Si soñarlo es mejor.
Autor: Adrián Abonizio
Cuando el viento hace sus valijas
Y los ves pasar
Los ojos de tu compañera
Dicen que te vas
Te baten te vas
Buscando excusas
¿Quién pagará la luz?
Recorriendo esquinas
Tomando en algún club
No llores más
Que no vale la pena
No llores más
Nunca vale la pena
Cada vez que pido pan
Piedra libre de tu voz
Para que pintar un cuadro
Si soñarlo es mejor.
Autor: Adrián Abonizio
Letra de: Haciendo falta de Adrián Abonizio
HACIENDO FALTA (1985)
Sé que con canciones sólo invento sueños
Apenas un puente para hablar mejor,
Pero voy haciendo falta donde creo
Y siempre me parece estar en la mitad.
Me salvé de estar en frentes de batallas,
De estar encerrado por pintar mi corazón,
No hay justicia ya lo sé para nosotros,
Depende como la suerte talle la ocasión,
Talle la ocasión.
Si embargo la gente sigue estando,
Cargando hijos y trabajo,
Como si se abriera algo,
Una luz de primavera,
El sol de cada mañana,
Me parece que no pega
Yo sigo estando sordo por explosiones,
La presión de mi sangre me hace ver aviones,
Miro aquellos 20 años,
El país me acompañaba
Hoy lo único que está cerca
Es la canción que me falta
Para hacerla linda y que se me salve
Y que me ayude a comprender
Que la industria de la luna
Con su línea imaginaria
Eran palabras ajenas
Metidas en mi propia casa.
Sé que con canciones no construyo nada
Apenas un puente para hablar mejor
Pero voy haciendo falta donde creo
Y siempre me parece estar en la midad
Me salvé de estar en frentes de batallas
De estar encerrado por pintar mi corazón
No hay justicia ya lo sé para nosotros
Depende como la suerte talle la ocasión,
Talle la ocasión.
Autor: Adrián Abonizio
Sé que con canciones sólo invento sueños
Apenas un puente para hablar mejor,
Pero voy haciendo falta donde creo
Y siempre me parece estar en la mitad.
Me salvé de estar en frentes de batallas,
De estar encerrado por pintar mi corazón,
No hay justicia ya lo sé para nosotros,
Depende como la suerte talle la ocasión,
Talle la ocasión.
Si embargo la gente sigue estando,
Cargando hijos y trabajo,
Como si se abriera algo,
Una luz de primavera,
El sol de cada mañana,
Me parece que no pega
Yo sigo estando sordo por explosiones,
La presión de mi sangre me hace ver aviones,
Miro aquellos 20 años,
El país me acompañaba
Hoy lo único que está cerca
Es la canción que me falta
Para hacerla linda y que se me salve
Y que me ayude a comprender
Que la industria de la luna
Con su línea imaginaria
Eran palabras ajenas
Metidas en mi propia casa.
Sé que con canciones no construyo nada
Apenas un puente para hablar mejor
Pero voy haciendo falta donde creo
Y siempre me parece estar en la midad
Me salvé de estar en frentes de batallas
De estar encerrado por pintar mi corazón
No hay justicia ya lo sé para nosotros
Depende como la suerte talle la ocasión,
Talle la ocasión.
Autor: Adrián Abonizio
Letra de : La Marca de Septiembre de Adrián Abonizio
LA MARCA DE SEPTIEMBRE
Septiembre mes de vino
Por el agua viaja un estandarte
Banderas de guerra
Pide guerra a la sangre
Corazón submarino
Vendrá por mí
Por el vino que no te ofrecí.
Septiembre se extiende
Países dormidos
Yo viaje parado
Al sol agradecido
No cambia la marca
De lo comprendido
Yo llevo tus cartas
Septiembre mes de vino
Me vino a salvar
Me vino a salvar
Me vino a salvar.
Autor: Adrián Abonizio
Septiembre mes de vino
Por el agua viaja un estandarte
Banderas de guerra
Pide guerra a la sangre
Corazón submarino
Vendrá por mí
Por el vino que no te ofrecí.
Septiembre se extiende
Países dormidos
Yo viaje parado
Al sol agradecido
No cambia la marca
De lo comprendido
Yo llevo tus cartas
Septiembre mes de vino
Me vino a salvar
Me vino a salvar
Me vino a salvar.
Autor: Adrián Abonizio
Letra de: Los Años Felices de Adrián Abonizio
Los años felices (1988)
Cuando decís que el corazón
Es un cazador solitario
Y que se muere de sed
Si no lo regamos
Es la tuya, la nuestra, la mía.
Donde manda capitán,
Como un mal necesario,
Es costumbre elegir,
De lo peor lo menos malo
Es la tuya, la mía, la nuestra.
Hay una niña, un rufián,
Un Falso Caballero,
Un Cantante Genial,
Y un Soberbio Usurero,
No es la nuestra, es de ellos, nunca es nuestra
Y Dios para completar,
Te manda los voltajes,
Y para cuenta de tu mal,
La luz hay que pagarle
No es la nuestra, es de ellos, siempre es de otros.
Autor: Adrián Abonizio
Cuando decís que el corazón
Es un cazador solitario
Y que se muere de sed
Si no lo regamos
Es la tuya, la nuestra, la mía.
Donde manda capitán,
Como un mal necesario,
Es costumbre elegir,
De lo peor lo menos malo
Es la tuya, la mía, la nuestra.
Hay una niña, un rufián,
Un Falso Caballero,
Un Cantante Genial,
Y un Soberbio Usurero,
No es la nuestra, es de ellos, nunca es nuestra
Y Dios para completar,
Te manda los voltajes,
Y para cuenta de tu mal,
La luz hay que pagarle
No es la nuestra, es de ellos, siempre es de otros.
Autor: Adrián Abonizio
Letra de: Miedo del Miedo por Adrián Abonizio
MIEDO DEL MIEDO (1983)
Tiene el gesto sereno de los inválidos
Pero una tormenta le cruza entre las piernas
Tiene miedo del miedo y de las culpas ajenas
El llora por lo que no lloraron
Pero no mata porque es pecado
Una tormenta le cruza entre las piernas
Y está lejos de lo humano
De lo humano.
Tiene un miedo secreto de los secretos
Y los que hablan del tiempo nuestro
El habla por los que se cayeron
Y dejaron como clavos, en canciones
Otro secreto.
Escucha en esa calle como nombras cosas
Pero nadie nombra noche de rondas
Volvió a pesar suyo tiene todo en contra
Lo encontraran abrazado
Pecho a pecho, de una sombra.
Si se equivoca el mismo se dice
El barco quieto en aguas se rinde
La vida pasa como una ceguera
Y se alumbra o no alumbra
Es cosa nuestra.
Si el mar queda lejos a él le da lo mismo
Son tantos los puentes, tanta la noche
Corre la persiana, buscando en el aire
En la gente que no se rinde,
Buscando una lluvia que lo alivie.
Los que ganan premios y tienen amores
Los que se dicen son los mejores
Las que con el pelo tiñen las sonrisas,
Compañero, éste viaje son quien los mira
Y como él tienen miedo.
Tiene el gesto sereno de los inválidos
Pero una tormenta le cruza entre las piernas
Tiene miedo del miedo y de las culpas ajenas
El llora por lo que no lloraron
Pero no mata porque es pecado
Una tormenta le cruza entre las piernas
Y está lejos de lo humano
De lo humano.
Tiene un miedo secreto de los secretos
Y los que hablan del tiempo nuestro
El habla por los que se cayeron
Y dejaron como clavos, en canciones
Otro secreto.
Escucha en esa calle como nombras cosas
Pero nadie nombra noche de rondas
Volvió a pesar suyo tiene todo en contra
Lo encontraran abrazado
Pecho a pecho, de una sombra.
Si se equivoca el mismo se dice
El barco quieto en aguas se rinde
La vida pasa como una ceguera
Y se alumbra o no alumbra
Es cosa nuestra.
Si el mar queda lejos a él le da lo mismo
Son tantos los puentes, tanta la noche
Corre la persiana, buscando en el aire
En la gente que no se rinde,
Buscando una lluvia que lo alivie.
Los que ganan premios y tienen amores
Los que se dicen son los mejores
Las que con el pelo tiñen las sonrisas,
Compañero, éste viaje son quien los mira
Y como él tienen miedo.
Letra de : Santo y Ladrón
SANTO Y LADRÓN (1985)
A Moreira
Alguien en silencio recoge sus nombres
mastica su rabia en la amargura del anonimato
sólo su color de piel, sus facciones de su rostro,
flores velas y ofrendas en la creencia del santificado
“Un gaucho como yo no se rinde a la policía
si tengo que morir que sea con el fierro encima
todos contra uno
así mata cualquiera
me voy para los bañados
para preparar la guerra”
Sólo un crucifijo, medalla , escapulario,
50 centavos y un cartel con orden de captura.
Un recuerdo y un poema que está en todas las ranchadas
Si la ley me ha sido injusta morir por todos no me cuesta nada.
Autor: Adrián Abonizio
A Moreira
Alguien en silencio recoge sus nombres
mastica su rabia en la amargura del anonimato
sólo su color de piel, sus facciones de su rostro,
flores velas y ofrendas en la creencia del santificado
“Un gaucho como yo no se rinde a la policía
si tengo que morir que sea con el fierro encima
todos contra uno
así mata cualquiera
me voy para los bañados
para preparar la guerra”
Sólo un crucifijo, medalla , escapulario,
50 centavos y un cartel con orden de captura.
Un recuerdo y un poema que está en todas las ranchadas
Si la ley me ha sido injusta morir por todos no me cuesta nada.
Autor: Adrián Abonizio
Letra de : Palestinos de Adrián Abonizio
PALESTINOS ( 1988)
La luna me pone nervioso
El cielo un escándalo azul
Y hay una canción de amor en el aire
Escucho la radio temblando
La sangre me corre en el dial
En Beirut nadie mata por matar, por matar
El pecado no es hablar, es caer,
El pecado no es hablar, es caer
Estrella azul sobre el fondo blanco
Palestina que hora es
Palestina que hora es
Autor: Adrián Abonizio
La luna me pone nervioso
El cielo un escándalo azul
Y hay una canción de amor en el aire
Escucho la radio temblando
La sangre me corre en el dial
En Beirut nadie mata por matar, por matar
El pecado no es hablar, es caer,
El pecado no es hablar, es caer
Estrella azul sobre el fondo blanco
Palestina que hora es
Palestina que hora es
Autor: Adrián Abonizio
Campeonatos de barrio por Adrìan Abonizio
Siempre había campeonatos en mi barrio. Por qué ocurrían, no se lo preguntaba uno, pequeño eslabón en la cadena. Sencillamente sucedían y hacia allí íbamos, atraídos por ese imán de jugar a reglamento como una postal anticipada de los partidos reales. En miniatura se reproducía lo que acontecía, allá en la altura, donde héroes y villanos batallaban todos los domingos y que la radio reproducía con denuedo. He aquí un listado:
* Campeonatos religiosos. Eran organizados por parroquia con canchita propia y muy cuidada. Anteponían la civilización a la barbarie, con premios santificados, vigilados desde la altura. Un ángel de pantalones cortos, espada contra los dragones y limpieza de pecados a través del sudor. Estaban prohibidas las malas artes, las puteadas y los apellidos judíos. Todo olía a sacro y los organizadores eran, por lo general, laicos entusiastas chupacirios gozosos en observar que, mediante el deporte, se llegaba a Dios. Intervenían colegios de nombres exóticos y casi siempre ganaban los más fervorosamente cristianos. Al final, se repartían premios, se comulgaba y se ofrecía chocolate y medallita para la indiada catequizada.
* Campeonatos malevos. En una cancha rasa, con peladuras y cascotes en las áreas. Los equipos no respetaban edades y se podía observar a pibes con barba junto a párvulos. El asunto era ganar, las patadas estaban permitidas y eran consentidas por los mayores. El árbitro, era por lo general, algún mamado que apenas caminaba y que donaba penales al local. Terminaban en batahola con intervención de adultos y el premio jamás se pudo observar, porque nunca existió y el juego de camisetas puesto de señuelo consistía en dos o tres dadas a los caciques. Tardíamente, llegaba la policía para suspender la lidia, cuando todo había pasado y la pelota estaba desaparecida.
* Ínter colegios. Sin bravura, pasión ni arte. Se armaban con lo que había, no se entrenaba y eran una buena excusa para lucirse ante alguna damita del colegio. A veces se castigaba con media falta la inasistencia si no se completaban los siete. Uno se maceraba las piernas jugando pero nadie atendía el juego: Las maestras miraban todo de lejos, el profe de Educación Física intentaba darle filo a alguna profesora y todo culminaba con algún hurra. Si se perdía, el lunes, los que habían quedado marginados por troncos tenían su venganza en la burla comadrona durante el recreo. Los que estábamos para más, veíamos a esos campeonatitos como un entrenamiento. Además, los partidos eran sobre piso embaldosado roto y las rodillas sufrían como en una guerra. Nadie ganaba y tampoco importaba. Olvidables.
* Campeonatos "Desafíos". Eran los anticipos de los partidos "chivos". Había cuatro bravos y los demás acompañaban. Se sabía de antemano la semifinal entre el cuarteto y para eso se preparaban desde ventas de choripanes hasta apuestas. Los grandes, haciendo gala de la estupidez y la codicia y algún velado fracaso sentimental, hablaban con los pibes, los arengaban como una final y terminaban patéticos, sudados: los boys solo trataban de jugar bien, divertirse. Ajenos a la timba. Corría una leyenda; siempre en esos partidos se rumoreaba que vendría alguien, de algún club grande. Cualquier intruso de sobretodo pasaba a ser el espía próspero. Se ponía garra, tesón y de ser posible, arte. Los viejos, aspiraban a algún pase suculento, salvarse de sus vidas tristes con batacazo infantil. Nunca ocurrió nada.
* Campeonatos familiares. Eran entre vecinos sin afrentas ni odios antiguos. Se hacía para confraternizar, coronando un onomástico, un homenaje y se proponía el fair play, la comida rica y el buen romance entre el día de sol peronista y las manadas reunidas: no importaba el ganador y la idea pretendía descender como un hálito hacia las camisetas jóvenes. Lo sentíamos como un insulto y solo los contagiados de este imbecilidad sin competencia, se desconcentraban y perdían. El guerrero se llevaba el premio, mordiendo aún cuando le pidieran condescendencia. Por lo general en estos encuentros, aprovechaban para hacer jugar a los relegados; un hijo del presidente del club o del bazar mayorista que había expuesto unas ollas de premio o el pibe de la tienda que daba crédito a todo el barrio.Reunión sin estirpe de lucha, solo aire familiar .Volvía uno vacío de esos sitios, por más que se trajese un trofeo envuelto en papel strassa. Se lo ocultaba detrás de los otros, los que aún destilaban a sangre fresca.
Recuerdo que los partidos importantes se charlaban, se estudiaba al rival y hasta llegué a ver una pizarra de colegio en manos de un improvisado Dt. Era como en las películas de circo romano, pibes en pugna y la noche anterior, si la confrontación lo ameritaba, ya se sentían las temidas pirañas en la panza. El insomnio, la ausencia de masturbación y el despertar de un salto dos horas antes, para hacer el bolso, esperando con impaciencia que toquen el timbre era el bagaje obligado, pues, dado que uno era un jugador de fuste, te pasaban a buscar, privilegiándote.
Hoy, en algunos domingos, mientras me preparo para salir a correr en soledad, intentando curar al sol mis dolencias, me digo que daría lo que me queda en salud, por un timbrazo corto y mi salida a la calle, donde ya me habría de estar esperando, un Ford cascarudo negro o una Estanciera con cuatro o cinco pibes dispuestos a pelear y un chofer bien dispuesto, orgulloso en su tarea de chofer de gladiadores.
* Campeonatos religiosos. Eran organizados por parroquia con canchita propia y muy cuidada. Anteponían la civilización a la barbarie, con premios santificados, vigilados desde la altura. Un ángel de pantalones cortos, espada contra los dragones y limpieza de pecados a través del sudor. Estaban prohibidas las malas artes, las puteadas y los apellidos judíos. Todo olía a sacro y los organizadores eran, por lo general, laicos entusiastas chupacirios gozosos en observar que, mediante el deporte, se llegaba a Dios. Intervenían colegios de nombres exóticos y casi siempre ganaban los más fervorosamente cristianos. Al final, se repartían premios, se comulgaba y se ofrecía chocolate y medallita para la indiada catequizada.
* Campeonatos malevos. En una cancha rasa, con peladuras y cascotes en las áreas. Los equipos no respetaban edades y se podía observar a pibes con barba junto a párvulos. El asunto era ganar, las patadas estaban permitidas y eran consentidas por los mayores. El árbitro, era por lo general, algún mamado que apenas caminaba y que donaba penales al local. Terminaban en batahola con intervención de adultos y el premio jamás se pudo observar, porque nunca existió y el juego de camisetas puesto de señuelo consistía en dos o tres dadas a los caciques. Tardíamente, llegaba la policía para suspender la lidia, cuando todo había pasado y la pelota estaba desaparecida.
* Ínter colegios. Sin bravura, pasión ni arte. Se armaban con lo que había, no se entrenaba y eran una buena excusa para lucirse ante alguna damita del colegio. A veces se castigaba con media falta la inasistencia si no se completaban los siete. Uno se maceraba las piernas jugando pero nadie atendía el juego: Las maestras miraban todo de lejos, el profe de Educación Física intentaba darle filo a alguna profesora y todo culminaba con algún hurra. Si se perdía, el lunes, los que habían quedado marginados por troncos tenían su venganza en la burla comadrona durante el recreo. Los que estábamos para más, veíamos a esos campeonatitos como un entrenamiento. Además, los partidos eran sobre piso embaldosado roto y las rodillas sufrían como en una guerra. Nadie ganaba y tampoco importaba. Olvidables.
* Campeonatos "Desafíos". Eran los anticipos de los partidos "chivos". Había cuatro bravos y los demás acompañaban. Se sabía de antemano la semifinal entre el cuarteto y para eso se preparaban desde ventas de choripanes hasta apuestas. Los grandes, haciendo gala de la estupidez y la codicia y algún velado fracaso sentimental, hablaban con los pibes, los arengaban como una final y terminaban patéticos, sudados: los boys solo trataban de jugar bien, divertirse. Ajenos a la timba. Corría una leyenda; siempre en esos partidos se rumoreaba que vendría alguien, de algún club grande. Cualquier intruso de sobretodo pasaba a ser el espía próspero. Se ponía garra, tesón y de ser posible, arte. Los viejos, aspiraban a algún pase suculento, salvarse de sus vidas tristes con batacazo infantil. Nunca ocurrió nada.
* Campeonatos familiares. Eran entre vecinos sin afrentas ni odios antiguos. Se hacía para confraternizar, coronando un onomástico, un homenaje y se proponía el fair play, la comida rica y el buen romance entre el día de sol peronista y las manadas reunidas: no importaba el ganador y la idea pretendía descender como un hálito hacia las camisetas jóvenes. Lo sentíamos como un insulto y solo los contagiados de este imbecilidad sin competencia, se desconcentraban y perdían. El guerrero se llevaba el premio, mordiendo aún cuando le pidieran condescendencia. Por lo general en estos encuentros, aprovechaban para hacer jugar a los relegados; un hijo del presidente del club o del bazar mayorista que había expuesto unas ollas de premio o el pibe de la tienda que daba crédito a todo el barrio.Reunión sin estirpe de lucha, solo aire familiar .Volvía uno vacío de esos sitios, por más que se trajese un trofeo envuelto en papel strassa. Se lo ocultaba detrás de los otros, los que aún destilaban a sangre fresca.
Recuerdo que los partidos importantes se charlaban, se estudiaba al rival y hasta llegué a ver una pizarra de colegio en manos de un improvisado Dt. Era como en las películas de circo romano, pibes en pugna y la noche anterior, si la confrontación lo ameritaba, ya se sentían las temidas pirañas en la panza. El insomnio, la ausencia de masturbación y el despertar de un salto dos horas antes, para hacer el bolso, esperando con impaciencia que toquen el timbre era el bagaje obligado, pues, dado que uno era un jugador de fuste, te pasaban a buscar, privilegiándote.
Hoy, en algunos domingos, mientras me preparo para salir a correr en soledad, intentando curar al sol mis dolencias, me digo que daría lo que me queda en salud, por un timbrazo corto y mi salida a la calle, donde ya me habría de estar esperando, un Ford cascarudo negro o una Estanciera con cuatro o cinco pibes dispuestos a pelear y un chofer bien dispuesto, orgulloso en su tarea de chofer de gladiadores.
Letra de : Cambios de Adrián Abonizio
No hay un cambio si fueron disueltos
y dejaron los estados desiertos
la tecnología europea
se rompe en la cordillera.
y conejitos de indias somos
por suerte no hay otra vida
como nos promete el cura.
No hay un mango en las arcas del cielo
se robaron los diez mandamientos
un video clip neoyorquino
vale menos que un vaso
ser de esta tierra es pecado
y ser fieles al pasado,nos convierte en esclavos.
Cuanto duras, cuanto deseas
el deseo de desear
el deseo de cambiar,esta tierra colombina
te embriaga pero te quita
un poco de alegría
por que todavía te duelen las heridas.
Disculpame no quiero cantarte mas
los soldados se pintan como tu mamá
y hay un señor elegido que a todos pide permiso
Menos a vos que viste la vida
por una consigna y hoy no vale cinco guitas
marihuana entre rejas hoy corres la coneja
como el ciego del subte que canta villancicos
aunque no sea navidad.
Cuanto duras, cuanto…
Autor: Adrián Abonizio
Letra de: Postales del Alma mía
Nací de noche casi maullando
como los gatos del arrabal.
La luna en fuego y las tres Marías
que me cantaban " no llores mas”.
El sueño grande, la casa chica
bramaba cerca el ferrocarril.
Grillos y sapos, lechuzas tuertas
fueron la orquesta que dirigí.
Cayeron lluvias de agua y de balas
salvé la vida porque hubo un dios.
Silbé las letras y a mi guitarra
el encordado se le enlutó.
Hoy canto algunas cantando aquellas
Canto por nadie, canto por vos.
Postales mías del alma viva
fotografiando lo que yo soy.
Una canción de cuna a transistores
folclore, tango y el locutor.
Mitad " Spiker" y mitad fantasma
una postal del alma era su voz.
Pero un sonido alucinatorio
mi dormitorio electrificó.
Y el barrio entero bailó esa noche
la chacarera de otra nación.
Y en esa esquina de nombre antiguo
mi luna silba en el callejón.
Las tres Marías ya se casaron
y oyen por radio la evocación.
Tienen maridos con vías lácteas
y una familia tan estelar.
Polvo de estrellas que hoy me titila
sobre el costado de esta postal.
Mezclamos vino en un mismo vaso
mi hijo hoy canta como un violín.
Nana de cuna sin transistores
es la mejor canción que escribí.
Autor: Adrián Abonizio
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