Anecdotario: Nº 2 - Años pesados

No siempre íbamos presos pero de vez en cuando pasábamos una tardecita.La que más recuerdo es una de septiembre-pelo largo, pantalón de bambula, colita en el pelo y una carterita que contenía mis documentos, unas letras de temas y un grabador con temas registrados en ensayos-Me cerraron el paso en una esquina de Echesortu como si fuese el mismísimo Camilo Cienfuegos.-Hijo de puta, me repetía un morocho alto.-Hablá, decime una sola cosa y sos boleta, hijo de puta.Empeñado como estaba en dedicarle esas frases a mi mamá, no advirtió que otro, un policía viejo, lo retiraba de su apremio verbal hacia mi persona y ordenaba que me metieran en el Falcon por averiguación de intereses.Luego en la comisaría, revisado y dado vuelta como una media y tras ser interrogado a cerca de mi trabajo, profesión, dedicación, ideario político, inclinaciòn sexual y religiosa y comprendido que era inocente de la hoguera me dejaron salir.-El grabador, reclamé al morocho que había ofendido a mi santa madre.-Devuélvamelo.Le dije imperioso.El policía viejo se lo quitó no sin antes por curiosidad depositarlo en un escritorio y apretar el botón anaranjado para comprobar que habia.Tras escuchar algo de la maraña de sonidos que pomposamente denominábamos temas, sencillamente le susurró al morocho agresivo.-Viste, pelotudo que no valía la pena quedártelo!
Y me dejaron ir.

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