Adrián Abonizio presentó su álbum "Tangolpeando" en la Plataforma Lavardén

Adrián Abonizio presentó "Tangolpeando", su nuevo álbum de tango, con un concierto que ofreció anoche en la Plataforma Lavardén, Sarmiento y Mendoza.
Abonizio aborda el tango con el primer disco de la serie "Tricota", que denominó "Tangolpeando" y reune 12 temas de su autoría con músicas de Rodrigo Aberastegui. (Foto: H.Río)

Adrián Abonizio presentó "Tangolpeando", su nuevo álbum de tango, con un concierto que ofreció anoche en la Plataforma Lavardén, Sarmiento y Mendoza. El compositor e intérprete rosarino actuó acompañado por Erica Di Salvo (violín), Rodrigo Aberastegui (guitarra y piano), el "Muerto" Sainz (contrabajo) y Federico Pereiro (bandoneón).
El artista aborda el tango con el primer disco de la serie "Tricota", que denominó "Tangolpeando" y reune 12 temas de su autoría con músicas de Rodrigo Aberastegui.
Como un equilibrista de la música, más acostumbrado al riesgo que al camino seguro, Abonizio justifica su incursión en el tango tras ser considerado uno de los mejores compositores argentinos de música urbana y de haber integrado la denominada Trova Rosarina. "Obviamente por nacer acá y con toda la influencia sanguínea, hormonal que uno tuvo, las resoluciones filosóficas, retóricas y poéticas van a estar vinculadas con el tango", reflexionó el músico en un diálogo que mantuvo con Escenario.
—¿Por eso hace tango?
—Es como un mal necesario. Es como la gripe: todos nos hemos engripado, todos hemos silbado un tango y todos hemos compuesto un tango. Un amigo de la Academia del Tango me dijo: «Bienvenido; ahora sos un hombre de tango». Para mí fue como que le digan a un chico «Vas a jugar a la pelota con los grandes».
—¿Antes no hacía tangos?
—Estoy seguro que no hacía tangos. Obviamente por nacer acá, con toda la influencia sanguínea, hormonal que uno tuvo, las resoluciones filosóficas, retóricas y poéticas van a estar vinculadas con el tango. Pero la forma no era tango, porque uno odiaba al tango en el sentido de que representaba todo eso que uno negaba. Y es bueno negar a la generación anterior, hasta que te vas avivando y tratás de modificar para bien. Entre Jimi Hendrix y Troilo, era más atractivo Jimi Hendrix. Pero uno también escuchaba a Troilo. 
—A Pugliese le atribuyen la frase: "El tango te espera a la vuelta de los 30". 
—Los encontronazos en la sociedad nutrían al compositor de tangos. Actualmente las cosas han cambiado. Hasta que no descubramos qué tango hay que contar vamos a estar a media agua, anhelando el pasado y con miedo por el futuro. Pero yo pienso en tango todo el tiempo.
—Mencionó la época en la que el rock se contraponía al tango cuando la expresión juvenil pasaba a través de ese género. ¿Hoy el tango podrá ocupar ese lugar?
—La respuesta musical ya la dio. Yo veía que muchos grupos sonaban tan bien como Piazzolla pero les daba vergüenza parecerse. El tango es un ambiente muy faccioso, muy pudoroso, entonces muchos pibes, instrumentalmente pasaron esa línea y empezaron a mezclar con cosas más bien del Río de la Plata. Por ese lado está bárbaro. Lo que no está bien equilibrado es por el lado de los letristas. Hay un montón de tipos sueltos —entre los que me incluyo—, que no nos decidimos formalmente porque es un desafío muy importante y por ahí te dicen: "Mirá que está Manzi....". El tango tiene que ver con el afecto y no con romper lo anterior. Todo lo contrario; se trata de mantener lo anterior, cuidarlo, entederlo y honrarlo, pero ser uno. Yo no sé si voy a escribir como Manzi o como Discépolo, pero no tengo porqué considerar que no voy a escribir como ellos.
—¿Entre los que le dieron la bienvenida al tango alguno lo recibió con una sonrisa sobradora, como diciendo: "En algún momento ibas a caer"?
—No. Desde los 20 años aclaré que siempre me gustó el tango. Mi entrada al tango fue espiritual, en la noche de Buenos Aires. Un día dije: "Soy un hombre de tango", porque estaba repitiendo los modismos, la forma de vivir de los tangueros que yo me imaginaba: la relación con la noche, la no relación con el día. El tango me penetró, con perdón de la palabra. Yo vivía en Buenos Aires, entonces me llaman de la Academia del Tango para hablar de las letras del tango. ¡Había tipos de la academia dispuestos a escucharme! Entonces dije: "No solamente soy un hombre de tango que anda en la noche, sino que también me escuchan". Me cayeron todas las fichas y sigo adelante tratando de generar la mayor cantidad de tangos posibles.
—¿Para hacer tangos cambió el método de trabajo?
—No. Lo que te permite el tango es abordar temáticas que en el rock no existen. Les paso una data a todos los escritores: "Escriban tangos, porque con el tango se van a permitir largar todas las miserias".
—¿El tango es más introspectivo que el rock?
—Sí. El tango te permite ser cruel, así no lo seas; te permite hablar de cómo es la relación con las mujeres. No hace falta ser políticamente correcto. Con el tema del lunfardo, del absurdo, uno puede darse el lujo de decir: "Soy el hijo de puta más grande del universo ¿Y qué pasa?". En el rock lo tenés que justificar. 
—¿El tango es más marginal que el rock?
—Si uno lo toma así, sí. Para el tipo que escribe, te permite hacerlo desde un lugar como más oscuro, o más tragicómico, o más cómico.
—El tango puede interpretar un momento sentimental de alguien que lo escucha.
—El tango se anticipó mucho a los existencialistas franceses. El tango es lo que decía Camus del existencialismo: "Es vulnerable pero obstinado, injusto pero apasionado de la justicia, hace su trabajo sin vergüenza y con orgullo, a la vista de todos, siempre entre la pena y la belleza". El tango siempre está entre la pena y la belleza. La vida está entre la pena y la belleza. 
—Hubo una conjunción de géneros musicales que tuvo que ver con la inmigración: desde el fado hasta la canzoneta.
—Al tango lo hemos matado con todos los cantantes llorones que hemos tenido. Hemos alejado a mucha gente. Yo me quedo con el tango canyengue y criollo de Rivero, y el tango canción de los 40 o 50. Es lo que yo escuchaba. Era como un torbellino de imágenes y cuando salís a la vida decís: "Puta, esto lo escuché en tal tango, pero tengo 18 años y me gusta Jimi Hendrix. Tengo que olvidarme". Tratás de olvidarte pero el tango es una maldición. Siempre te va a encontrar a los 30. Y esto es como un juego: soy un cantor de tangos que no usa gomina, no usa saco, ni corbata. Después de la secundaria ya cantaba tangos y quería cantar como Nino Bravo. Después vinieron Los Beatles y se mezcló todo. Después llegó la Trova Rosarina y uno se va olvidando hasta que llega un momento en que uno dice: "Voy a hacer tres discos de tango".
—¿Ya tiene el material para los otros dos discos?
—Sí. Este —el primero—, es de tango más criollo, súper simple: la voz y una guitarra o dos, que es lo que predomina. Tratamos de copiar el sonido de las guitarras de (Edmundo) Rivero: el guitarrón grave y las guitarras. Es muy despojado este disco. Después tenemos otro disco que es tango-canción y se llama "Tango en años luz" y el tercero es "Psicodelia Tango". La trilogía se llama "Tricota" y éste es el primer disco.
—¿De quién escucha consejos?
—De Rodrigo (Aberastegui). Lo encontré en la calle y es como mi hijo. Lo adopté, se fue a vivir conmigo y, como en las películas, fui como un gaucho que tenía un rancho, lo encontré por ahí y se fue a vivir a mi casa cuando tenía 18 años. La llamé a la madre para que se quedara tranquila ya que estaba viviendo conmigo. Después el tipo —como en las películas de Favio— hizo su vida. Tenemos una afinidad espiritual muy grande. Ahora que tiene 28 años le pregunto: "¿Dónde aprendiste a tocar tango?"."No sé", me dice. Sabe mucho y es un tipo a quien le rindo pleitesía. Con él somos los Batman y Robin de este disco.
—A cierta edad hay que utilizar el tiempo con sabiduría.
—Tengo más de 50 años y sigo corriendo más riesgos que un pibe que empieza en el rock.
—¿Por que no incluyó tangos ajenos?
—Porque quiero tener mi propia voz de tango. Dentro de mi pluma convergen todas las plumas que yo escuché. Yo quiero tener la mía. Quiero mi pluma dentro de los caciques del tango. Me quiero ganar una pequeña estrella en la constelación del tango. No persigo ni fama ni dinero. Quiero ser una pequeña estrellita que titile dentro del firmamento del tango.
Un rosarino en la transición del rock al tango
“Tangolpeando”, el nuevo disco de Adrián Abonizio es el primero de la serie “Tricota”, que continuará con “Tango en años luz” y “Psicodelia Tango”.
El nuevo álbum editado por el sello rosarino BlueArt Records, reune 12 temas compuestos por Abonizio con música de Rodrigo Aberastegui y evoca el estilo bien criollo de los tangos de Edmundo Rivero con acompañamiento de guitarras y un bandoneón que aporta las pinceladas sonoras que terminan de redondear las imágenes tangueras.
El repertorio grabado incluye “Mi flor querida”, “Un bosque en la frontera”, “Lo tuyo está al salir”, “Río Negro”, “Pata flaca”, “Constitución de noche”, “Dealer”, “Afuera”, “Luna de alpiste”, “Paranoia S.A.”, “Calamar” y “Cómplices”.
Todos los temas fueron compuestos sobre letras de Abonizio con músicas del autor y de Rodrigo Aberastegui.
El disco fue producido artísticamente por Abonizio y Aberastegui y se grabó en los Estudios Cuarzo y los Estudios Moebio, con las participaciones de los músicos Gabriel Rivano (bandoneón), Rodrigo Aberastegui (guitarra, contrabajo, acordeón y piano), Erica Di Salvo (violín), Horacio Hurtado (contrabajo) y Hugo Pico (bandoneón).

Por Marcelo Menichetti / La Capital 

Próximo recital


 Sábado 8, de Septiembre  21.30 hs. en Plataforma Lavardén ,  Sarmiento y Mendoza – Rosario
ADRIAN ABONIZIO presenta su CD “Tangolpeando”.
 Acompañado por Erica Di Salvo en violín (ex integrante de la banda de Charly García), Rodrigo Aberastegui en guitarra y piano, Muerto Sainz en contrabajo y un bandoneonista invitado.

CANCIONES INSTANTÁNEAS

“Amigos: esto no es un recital, es un experimento. El texto de las canciones saldrán de vuestras iniciativas, escritas al pie y elegidas, luego, por el azar que todo lo sabe, pero no dice nada. Ustedes pondrán la temática narrativa que quieran oir y nosotros en el lapso razonable de 30 míseros segundos de interrogatorios con nuestras almas errantes, intentaremos complacerlos. Si no sale bien, el Azar tendrá la culpa, nunca nosotros.
La Piedad y la Ira irán juntas, amarraditas ambas en la barca que se llama Fortuna, Inspiración y también Naufragio.
Sed contemplativos. O sordos. O agradecidos por el intento.
Muchas gracias. Dejad si así lo quisierais vuestros correos en caso de juicios o demandas.
Se podrán oír, además, canciones ya grabadas, versionadas, conocidas, como para romper el hielo.” / Adrian Abonizio

Te asesino de placer



* En el baño de la terminal entra apurado a un retrete. En la puerta, del lado de adentro, bien grande en marcador alguien ha escrito: "Soy Johnny, recién llegado. Quiero amarte bajo la ducha. Te asesino de placer y me gusta que me filmen". Tanta explicitación y exactitud le parecen un hallazgo macabro.
*-Por día muchas mujeres están detrás mío y hasta me pagan en efectivo. Hace un silencio, bebe la cerveza y estira las piernas. ﷓Soy taxista, dice el tipo. Y cierra el primer chiste de su tarde libre.
* Ostentaba cara de enterrador y carácter mudo; se vestía como un granjero dark de las pelis yankis. Parecía un oscuro diácono de civil más que un joven argentino. Sufría de un amor imposible con el que nunca había hablado. Se anotó en un taller literario y creyó que las palabras se anticipaban o lo seguían. Lo consultó con el profesor. ﷓Dejá ese laburo que tenés, vas a sonreir de nuevo, le aconsejó. El tipo era notificador de desalojos domiciliarios pero aspiraba a ser poeta. Murió como corresponde: Baleado por un deudor enloquecido.
* Su papá lo boxeaba, reproduciendo un juego que decía practicar con su abuelo ﷓!Armá la defensa!, le increpaba en medio de resoplidos. Y la punta de sus dedos, infamantes, le rozaban la pera y los pómulos. Era una pelea encubierta de enseñanza. Entonces el chico bajaba la guardia. Aquello duró años. Una tarde, ya crecido durante un entredicho sucedió aquello de levantar a su viejo de la silla como una pluma y ponerlo contra la pared con su puño sobre la cara. ﷓Bueno, bueno, así me gusta, sorprendió el padre. Estaba gustoso: Su hijo lo había desafiado y vencido. Pero él se sintió triste por haberlo avasallado y por la rabia que había encontrado dentro suyo. A los días el padre lo invitó a ver una pelea de box juntos, pero le contestó: ﷓Eso es para los fracasados. ﷓Puede ser, pero soy yo quien te trajo al mundo, retrucó. El se sintió peor. El padre siempre parecía ganar el match.
* El viaja en un taxi a medianoche abstraído con la música de cumbia del taxista y de sus charlas. De pronto siente en la radiollamada la voz chispeante del operador: ﷓¡Sánchez está tan enfermo que hasta el auto que maneja vive medicado!. Va a usar el chiste cuando se acuerde a la vez que se identifica en su hipocondría galopante.
* El pibe observa con detalle el mechón negro que flota en la pileta del campo. ﷓¿Qué son papá?. El padre las mira entre sus dedos y dictamina. ﷓Pelos de caballo. ﷓¿Y cómo vinieron a parar acá?. ﷓Se los cortaron y vinieron por el aire. ﷓Si los caballos no vuelan. ﷓Son las cerdas, hijo, son las cerdas que le cortan. Y ante la cara de asombro del hijo él entiende que ha de sobrevenir una larga charla acerca del juego de palabras y de la zoología.
* Lee en un arcaico libro con olores a humedad. "En el siglo XIX en USA se aplicaba la 'ley del pulgar' consistente en que el marido podía azotar a la mujer con una vara siempre y cuando ésta no superase el grosor del pulgar del golpeador". Se mira los dedos, imagina el cuadro: El tipo llevado al juzgado, apremiado y castigado porque sobrepasó el ancho. ﷓Soy corto de vista, imagina que argumenta. Y al instante lo dejan libre.
* Cuando el se sentía interrumpido bruscamente, ella decía que estaban intercambiando ideas. Cuando a él le empezaron a asquear ciertos olores o ruidos corporales ella retrucaba diciendo que la naturalidad es sana. Cuando confesaba ruindades con desconocidos ella afirmaba que no eran hipócritas. Cuando ella tuvo un amante y lo confesó argumentando que lo mejor era siempre la verdad, a él le pareció un naufragio. Pero siguieron. Una día ella cayó por toda la cuenta, sin arte y expuesta a su dolor y a su endeble entereza. No pudo más andar pero él la protegió, cobijó y trabajó mucho más para mantener a ambos. No admitió jamás una disculpa y se alejaba cada vez que ella pedía perdón. Todos los días ella lo hacía, por vez primera, sinceramente. El no oía. Ella creía que eso era amor: La venganza tiene formas sublimes.
* El taxista ve una dama pulposa en la vereda cuando él la descubre evanescente. Es una ternura de belleza. El que maneja, un gordito tatuado murmura: ﷓!Está tan buena que dan ganas de cagarla a trompadas!. No lo puede creer. Entiende en ese momento de fatal epifanía por qué el mundo se encuentra en guerra y sin poesía.

Figuritas



* "La difícil", conseguir "la difícil" a cambio de una pelota de fútbol. Harto de la búsqueda y sabiendo que la inhallable era un remoto DT de Racing, tomó una de Maschio y con birome Bic trazo grueso le dibujó un cuello de camisa y una corbata. Y mandó a un ignaro a recoger el botín fraudulento. Se sorprendió cuando su enviado fue echado del negocio como un ladrón. Su venganza posterior, con los años, fue falsificar dinero. Las figuritas y la desigual competencia urden delincuentes. Se decía esto, mientras esperaba la salida en Coronda en el pabellón de evangelistas. A ellos les había hecho creer que creía. Era mejor que estar con los "comunes". Y todo por una figu.
* Ella recuerda el Menemato con repugnancia. En enero del '96 se tiraron casillas de emergencia porque impedían la traza de autopistas. Vió por tevé que un morocho sostenía la bandera argentina como una garantía ante el arrollamiento. De nada le valió. Se lo llevaron puesto. -Macri es Menem pero sin peluquín. Y siente pena por los porteños que son arrasados a toda hora.
* "Un Rolex no cambiará el mundo, pero sí lo harán las personas que lo llevan", está escrito en letras grandes y azules en el copete de la publicidad de la revista que descansa en su falda. No hace nada, sólo decide ir hasta el baño y mear sobre ella. Se queda más tranquilo sabiendo que ha dejado al bodoque ilustrado goteándole las hojas
* Un jovato usa zapatillas negras con laterales y punteras de dibujos llameantes, como las de autos de competición, ultradeportivos y veloces. Pero el viejo casi se arrastra, bastón en mano. El lo mira avanzar y se pregunta si esas llamas no estarán antecediendo al Infierno que le depara al anciano en breve.
* Hay 200 millones de soles. Son las 20.15 y está en una urgencia, la paciente precisa que le abran la muela infectada. Irradia al hacerlo un olor a pantano que él conoce. Ella es delicada, hermosa. El piensa en los planetas mientras le mira las tetas y siente que puede curar, batallar contra el mal, sanar, dar amor como una galaxia plena. -¿Te duele?. No, ya no. ¿Y por que llorás? -De vergüenza.Entonces comprende que podría regalarle un universo, dejarlo a su pies como la mayor carie sanada y luminosa. Salvarla para salvarse el mismo de sus propias ignominias que a veces le suelen doler como si tuviese una muela rota.
* -Tengola, tengola, tengola, era la muletilla que se usaba cuando a uno le mostraban las figuritas para canjear. La tengo, la tengo, la tengo, significaba aquello. Porque había que abreviar, el mundo era insignificante al lado de hallar la figurita preciada, la difícil. Solo una vez la obtuvo y fue tras larga pelea, bajándola a piedrazos de una pilita sobre un paredón, derrotando a su adversario. Pero estaba rota y la cara de Tarabini apenas se notaba. La guardó bajo un vidrio, como una mariposa muerta. No servía para llenar álbum alguno, pero era suya, la había obtenido con puntería y sudor. Suya.
* Su abuelo tenía un cine en el pueblo. Y un jeep celeste y marrón con figuras de chapón de las siluetas de Laurel y Hardy. Por las tardes desde el micrófono anunciaba los estrenos. El lo recuerda en la cocina, dialogando con su socio. -Van una de acción, una de coboys y una de llorar. Ah, y por las dudas guardamos una de pensar. Evidentemente, antes, el mundo era más sencillo.
* Fue Marco Licinio Craso el gobernador de la ex provincia de Siria quien fuera derrotado en tierras de los persas, los partos más exactamente. Confiado excesivamente en sus fuerzas de legionarios romanos fue destruido. De 30.000 soldados sólo 500 se salvaron y se convirtieron en esclavos. Eso sí, el obtuvo el oro que buscaba de la peor forma: sus captores se lo derramaron, caliente, dentro de su garganta.
* Ella lo cuenta con un indeleble orgullo, cual viajera salvada del naufragio merced a sus brazadas. Estaba siendo capturada por la religión hasta que fue a confesarse: de entre la semipenumbra emergió una voz mezclada con olor pútrido quien la conminó a contar sus secretos y así salvar su alma. Dijo cualquier cosa y se retiró descompuesta. Ese olor era el aroma de lo que le iba a deparar el futuro si tomaba la comunión. Por eso abandonó al catecismo, aduciendo un mal nauseoso al que los doctores no encontraron explicación. Pero ella sí, reservándose hasta que creció del todo, el porqué de su malestar.
* A él, todo un hombrecito, le atraen las figuritas de hadas. No tanto por su matiz femenino sino por la delicadeza y el arte ingenioso de pegarles brillitos que él juzga sobrenaturales. Para emparejar sus pruritos, extrajo de unas figuritas de su hermana esos pequeños cristalitos y se los fue pegando a las de jugadores de fútbol. No era lo mismo porque cuando lo mostró en la barra le dijeron mariquita.

Toda esperanza resulta subversiva



* Jorge Cafrune tenía prohibida desde tiempos inmemoriales, ya sea en democracia o dictadura la Zamba de mi Esperanza, que no era de su autoría. Los censores arguían que con sólo mencionar la palabra esperanza se habría de activar un motor siniestro que promovería la sublevación, la lucha armada y el caos. Los fachos pueden ser imbéciles, calculadores, perversos pero fundamentalmente son muy supersticiosos.
* Su esposa con quien estaba casado hacía 40 años se estaba desnudando dándole la espalda. Tenía en sus nalgas una inconfundible marca del tiempo: La piel naranja. El recuerdo de los dichos de un verdulero amigo vinieron en su ayuda. ﷓Las mejores frutas son las que tienen picaduras de los pajaritos porque resultan las más dulces. Le dió una ternura infinita y se durmió envuelto en ese pensamiento amoroso.
* Son los rayos y su mutación. Suben impulsados por las torres de electricidad y en el cielo se abren como los dedos de una mano para caer con mayor furia sobre la tierra. Son engendros; Frankensteins creados artificialmente. Llevan un alma vengativa y detestan a la humanidad que los han hecho nacer sin ganas ni amor.
* El pibe lee en una revista: "Los romanos creían que Sirio, la estrella más brillante de la constelación del Can Mayor, agregaba mayor calor al sol en el verano, así fue quedando eso de 'días de perros' cuando los días son agobiantes". Mira hacia sus piernas, hacia Pingo su pichicho que luce echado junto al almohadón mientras el aire acondicionado lanza invisibles témpanos hacia ellos. Y le parece que la antigüedad era de un salvajismo sin igual, irrespetuosa y bruta. Acaricia al perro en la cabeza que ronronea asintiendo; cómodos los dos dentro la civilización que convierte a las mascotas en seres superiores.
* Hubo una leve incomodidad: Ella y el andaban mal como pareja. Era un cumpleaños. El se acercó al tipo y le dijo como advirtiendo: ﷓Ella es mi mujer. Claro, sabía que ella lo había tenido semidesnudo, en una camilla. Era masajista y el desconocido la estaba saludando como a una profesional cualquiera de la salud. Pero eso, para el doliente, creaba una intimidad abrumadora ya en pleno naufragio que él trataba de salvar como podía, aclarando cosas para oscurecer más aún el mar de fondo.
* El daba clases de ética y otras costumbres mezcladas con new age y perfomances cósmicas de salud, energía y espiritualidad: Pero era una fija que al hotel donde iba se llevaba de recuerdo una toalla, sin reparar que esa faltante la habría de reparar la chica encargada de la limpieza.
* Los amigos, igual de brutalmente honrados habían encontrado un cauce a su crueldad y acendrado machismo: Se juntaban a ver peleas de box femenino y disfrutaban de los tortazos como si fueran ellos mismos los propinadores.
* Había algo de indefinido en su alma que no podía soportar ni explicitar. El terapeuta la encrespaba: Obtenía un tema y pretendía encajonarla y así, miserablmente, tener material para meses. Su marido desocupado igual: La perseguía con mañas de acosador sentimental que la rebelaban, pero ella se inmovilizaba, no podía definir su encono. Un día los abandonó a la vez a los dos en el mismo día y se dedicó a jugar sin esas sombras chinescas y funestas a las que además había que pagarles por mes. ﷓Que se vayan a laburar, dijo apostando en la ruleta, vaso en mano.
* Tantas veces lo invitaron, tantas...el rechazaba el convite pues los consideraba tontos y antiguos. Una noche, atrapado entre fuegos dijo que sí y lejos de aburrirse la pasó de maravillas. Mucho mejor que con sus amigos del circulo áulico. En el nuevo espacio no había filmes, ni jazz, ni se debatía nada. Se comía, bebía y se hacían chistes. Sin darse cuenta llegó a una de las piezas donde terminó compartiendo el lecho con dos mujeres. ﷓Qué tarde me acordé, se dijo con el amanecer en la ventana, mientras ellas dormían entre sus piernas. Pero nunca más lo volvieron a invitar. ﷓Es extraña la gente, se dijo. Pero me lo debo merecer.
* Inglaterra envía menores de edad a combatir en Afganistán: perversiones de un imperio modelo que tiene reglamentado en las aulas el uso del puntero como elemento de castigo. Una pinturita coherente: todo pirata debe hacerse a la mar con alguna cicatriz que atestigue su sumisión a la Corona.

Ni noticias de la subversión




*Había hecho la colimba en dictadura por la zona portuaria. Recuerda haber visto todo cerrado, con alambradas y llevar siempre el dedo sobre el gatillo preocupado por la subversión. Muestra su trofeo: una libretita insignificante, negra y carente de insignias. Allí le habían indicado que estaban -a birome con letra de chimpancé- los teléfonos útiles que incluían los de la comisaría por si veía algo sospechoso. Y el del bailable Brasilia, por si algún marinero le preguntaba donde había chicas. -Girls, girls, se impacientaban y él acudía a su libretita mágica a cambio de cigarrillos importados. Los guerrilleros nunca se dejaban ver. Y menos para ir al Brasilia.
*Era chico y ya conocía algunos misterios de la naturaleza. Ahora estaba bajo la canilla del patio, su madre refrescándole la picadura de abeja. -Bueno, no llorés más, que ya pasa, lo consolaba. Pero ella ignoraba que su hijo estaba moqueando -y mucho- porque se había enterado en el Lo Sé Todo que el insecto tras dejarle su aguijón habría de morir. Por eso lagrimeaba. Más por ese dolor que por el otro.
*Ella viste de civil. Deja como todas las mañanas un billete a la señora que pide en la esquina de la zapatería. Sabe que es la madre del pibito que mató en un tiroteo de escruche. No siente culpa: sí un deber que no abandonará hasta que la trasladen o la vieja se vaya. Es dueña de su vida, ahora. Igual a los samurais, se sorprende leyendo en un libro.
*Se viste lo mejor que puede y se llega a las agencias donde venden autos importados. Por internet aprende todo lo que puede sobre modelos y cilindradas. Ante el vendedor luce como un experto. Luego, desdeñoso como cualquier rico de malhumor exige colores que no existen o modelos extraños y asegura estar dispuesto a llevarlo "cash". El vendedor consulta a la casa matriz. -Hay una demora de quince días. -¿Quince? En quince estoy afuera, en la nieve, che, se disgusta. Y se va, envuelto en la parodia, el rencor cordial y simulado. Cuando a los días lo llaman, finge extrañeza y responde que ya se compró otro modelo y que lo siente mucho, che.
*"Un delfín que estuvo en cautiverio al ser soltado mató a dos compañeros de manada. Se cree que la prisión incentiva este comportamiento", explican puerilmente en la tele. Ella la apaga, se sirve un café, mira a los edificios y parte al Juzgado de Menores, donde vive la llaga de su enigma, su sueldo y su ya casi indiferencia y pena mezclados por ser apenas una aliviadora; por no poder hacer nada.
*¡Mala farina! -mala cosa-, exclama la abuela cuando ve en tevé a la diva embarazada del ídolo de rock. -Ahora sí que lo enganché del todo, declara risueña la actriz. La ve también el Edu que está cenando. Risueña le suena a siniestra. -Eso mata al amor, alarga la abuela, mientras acaricia el gato en su falda. Al nieto le agarra un frío en el antebrazo. Piensa en su divorcio y deja de comer. La chica en la tele sonríe, no para de sonreír señalándose la panza.
*"Ya cuando nada soporte y vea unos ojos que no estime y por eso me levante de las mesas, solo para no mirarlos, tal vez empiece a ser feliz. Cuando aprenda a no sentarme en esas mesas fúnebres, ni celebrar Navidades huecas, ni saludar vecinos que ignoro, ni vacaciones inhóspitas, ni carne triste para no estar solo, a lo mejor empiece a ser feliz. Cuando abra el botiquín o lo cierre y me mire al espejo y ya no sienta el hastío de haberme equivocado y entonces deje de escribir y empiece el trajín de volver a caminar para aprender todo de nuevo, capaz que empiece a ser feliz. Como me merezco". Cierra el cuadernito con pudor: lo escribió hace unos años y desiste de hacer balances. Pide whisky doble para apurar de un trago.
*Papá viejo e hijo también. Lo espera a que salga, le ayuda con las valijas para subirlas al baúl del coche suntuoso que los llevará hasta el aeropuerto. Van de viaje juntos. Sin anhelos. Fríos, mutantes de la felicidad, residuales sombras de afecto no manifestado, fantasmones de igual sangre, callados, mustios, sin penas ni alegrías. Ambos comparten un secreto, la caja de acero que ninguno abrirá. El hijo sabe que su padre es un estafador y el padre sabe que su hijo se acuesta con jovencitos. A ambos le avergüenza la actividad del otro. Ambos sienten pavor de ser descubiertos. Por eso vacacionan juntos, para vigilarse, para desearle la muerte al otro, para olvidarse de ellos mismos.
*En el campo, las sierras o el mar uno se despierta por el silencio apabullante; en la ciudad por el ronquido de los aires acondicionados, las máquinas express o los frenos de los colectivos. Acostumbrado a la normalidad del estrépito, se ha desperezado en el medio de una paz sin ruidos sobresaltado, como en peligro. -Dios, que rara que es la naturaleza, se dice. Y enciende un cigarrillo antes de desayunar.

Torino para un obrero



* Era anarquista, como lo había sido su padre. Trabajaba en la fábrica y de tanto insistir con un número se ganó la grande. Siguió cumpliendo con marcar tarjeta para no vivir de rentas y cuando su hijo que despertaba a la adolescencia le pidió de comprar un auto, él le contestó enojado: ﷓¿Cómo un obrero va a comprarse un Torino?. Y adquirieron un Merceditas usado para la familia y una moto flamante para el pibe. El resto del dinero se fue yendo producto de una especie de mutual de préstamo de palabra que el viejo había instalado en una mesa del Bar del Carmen. Se apellidaba Barrera. Nunca agregó intereses.
* En el bar la moza mete la mano debajo y de un frasco saca unas cascaritas blancas que vuelca en el exprimido. ﷓¿Qué es eso?, interroga él en la barra y la sorprende ﷓Sh, son semillas para darle un toque de verdad al jugo. Comprende que las usa para el camouflage de líquido naranja concentrado que agrega a la fruta verdadera. ﷓Todo entra por los ojos, completa ella. El recuerda algunas noches pasadas junto a la dama y trata de reencontrarse con sus gemidos amatorios como quien recuerda con recelo las huellas de un asesino.
* Tiene cincuenta años que está cumpliendo en esta mañana de febrero. Sobre la mesa un jugador de metegol roto, un frasco de acrílico, un mate vencido y la dentadura de artificio de Drácula de su hijo, el menor. El caos lo sorprende pero ya es tarde: no tiene ganas de nada y lo ha invadido una tristeza infinita. Sólo hasta el lunes en que venga su mamá de visita y le ordene un poco mientras conversa. Le da un poco de pudor pensar que la extraña y necesita de ella como cuando debía hacer las tareas de la escuela y no quería. Sólo que ahora es adulto, se ha divorciado y no concurre más al colegio.
* El escudo tiene cinco rayas amarillas y cuatro azules. Y una planta de oro con un quinteto de estrellas. El otro, el de los adversarios es oscuro, nocturno y no le gusta la combinación de pigmentos. En los misterios evanescentes que el aire dispara, él entiende que la luz derrota a las sombras. Un pensamiento infantil pero sincero, que le ayuda. Si fuese DT no daría una charla sobre táctica: le trasmitiría a los jugadores esa inexplicable energía del sol.La táctica del espíritu iluminado, se dijo como para titular algo. No perderían jamás. Luego, persignándose encendió la radio: el partido estaba por empezar.
* Alguien lo llamó para actuar en un corto haciendo de inspector. Estuvo tranquilo y seguro durante todo el rodaje, como si supiera de antemano como era esto de filmar. El policía que llevaba dentro resultó mejor que él mismo, con mayor ética y bondad. Le dió vergüenza y se asustó tanto que se prometió no actuar nunca más.
* Ella evitaba sentir aquello pero desde que vivía en la Reserva a metros de la playa había empezado a sentir repugnancia por el malón que provenía de la ciudad. Le daba encono y pena. Dejaban restos de comida, tubos de bronceadores y ruidos. Después se iban afanosos y colorados. Le asqueaba entender que hasta el año pasado había sido una más de la piara.
* Don Adolfo tenía al gato en su falda y esperaba su serie policial con ansias -"Lo más importante de una casa no es la iluminación, ni los colores ni las habitaciones. Lo mejor de una casa es un buen sillón. Caro, a lo mejor, pero conviene invertir en salud. Un buen sillón es la base de la ventura, no obstante los humanos que andan dando vueltas tratando de impedirla". Sonó el timbre, estaba solo y por más que afuera voceaban su nombre no salió. El gato lo miró aprobatorio porque compartía su idea de la felicidad.
* La sensación era agradable. La jovencita se había dormido y en el asiento una parte de su cadera le rozaba el muslo. Pensó en despertarla para que no piense que estaba intentando una aproximación. Pero era la luz primera del día sobre el campo, estaba cómodo y sería peor si se movía. Tuvo un pensamiento: "Parecemos dos amantes que hubieran dormido juntos". A ese grado de confort extraño se llega cuando se viaja con perfectos desconocidos. A esa teatralidad amatoria.
* Ella pasó la noche con él en ese solo ambiente, tipo rancho. Lo más moderno que tenía era el agua corriente. Pobreza de fraile o de hippie. Cuando entró al baño, tras ser usado por él, y vió en el agua del inodoro dos fosforitos quemados para intentar tapar el olor, le entró una ternura enorme. De estos modos impensados suele comenzar el amor.

No me duran los kincones



* Valeria Mazza está estampada en una gigantografía sobre las vidrieras de la gran tienda de Sarmiento y peatonal Córdoba. Sonríe, asexuada y gélida desde su inconmensurabe belleza rubia. Dice amar a los chicos pobres y más de una vez tuvo gestos de ayuda hacia ellos, pero ahora, encerrada en su vestido de flores, nada puede hacer por los que duermen o mendigan en las veredas, a sus pies, como si fueran los súbditos de una deidad maligna, la luz de oro en tierras negras.
*De vez en cuando suele llamarle para hablar de los viejos tiempos y proponerle un encuentro con otros amigos de antes que nunca se concreta. Al principio se desesperaba, ahora lo toma como un juego donde el final nunca se termina ya que en ello consiste el mantener a flote los recuerdos: nunca mirarlos a la cara.
*Era una chica bella, inteligente, que había cortado con su novio recientemente. Como supo que la buscaba, obsesionado y por ende peligroso cada vez que existía la posibilidad de verlo, se mostraba desvariada, desvaída y absurda. Completaba el look con un desaliño ex profeso para no acentuar su lindura. La última vez que lo vio le confesó cosas terribles sobre sus heces y su mal aliento. El tipo, creyéndola más loca que él, se asustó y la dejó en paz. Ella festejó su triunfo comprándose ropa buena y cara, maquillada cual reina egipcia.
*Es flaco, perfil de insecto y aire de capataz. Se encuentra sentado en el bar contiguo de El Laberinto del Terror, una casona vieja con un paupérrimo laberinto hecho a paneles de plástico negro desde donde emergen tipos disfrazados de Frankestein, el Hombre Lobo, Drácula y otros que él contrata temporariamente para asustar a la gente. Luce preocupado: la mayoría, especialmente varones, se la han tomado con King Kong y en la semioscuridad lo persiguen hasta reventarlo a trompadas. Es un juego. La última escena, la de la noche anterior, es la de un pibe morocho con la cara abollada y la cabeza de gorila bajo el brazo, renunciando. ﷓-¿Como andás?, le preguntan. Y él responde: --Mal, che ¡No me duran los Kincones!
*Siente desde siempre dolor en el estómago y crónicas molestias. -﷓Al menos sé de qué voy a morir. Y siente que de este modo se le simplifica la vida. En eso está cuando una tapa de luz abierta se lo devora y le quiebra el espinazo: iba camino al hospital para el periódico control médico.
*El vive en el departamento que ocupara su abuela querida hasta fallecer. En el lugar donde cayó vencida por la enfermedad, el nieto, a modo de ofrenda ha depositado una cargada mesita con una coleccción de películas porno. Es el mayor homenaje vital que puede hacer, según la creencia de los consumidores de sexo.
*El tiempo no sucede, se trata de convencer. Sigue mirando a las chicas jovencitas como cuando él mismo tenía la edad que actualmente ostentan. No quiere admitir que generacionalmente podría ser su padre. Espera callado en el follaje, tarde o temprano comerá de las bayas frescas, solo es cuestión que el viento balancee el árbol. A veces se imagina ser el delantero optimista que sabe que una, una sola en el largo partido se le habrá de dar y concretará ese gol tan hermoso como nutritivo. "El tiempo no sucede ni pasa", piensa queriendo convencerse, cada vez más cansado y hambriento.
*El carrizal es un depósito donde caen las aguas negras, eufemismo de mierda humana. De negras pasan a grises y a alimentar un lago donde suelen crecer plantas acuáticas de indudable belleza y aroma. Esto demuestra que los desechos cuando son bien tratados terminan oliendo bien.Solo se da en la naturaeza. En la selva humana este experimento siempre es adverso o termina en una letra de tango, que bien podría denominarse "El Carrizal".
*Visto desde abajo, desde la perspectiva de alguien mirando al cielo una mariposa luce más grande que el helicóptero que cruza por detrás.La mariposa vuela desprolija, el helicóptero es certero.La mariposa parece dudar, el helicóptero conoce su destino. La mariposa es generosa, el helicóptero militar. La mariposa nos alegra, el helicóptero nos vigila.
*Se siente cómplice del trabajo que ejerce. Se le promete a la gente una vida segura para luego estafarlos. Por eso es que desde hace un tiempo el trabajo ha amenguado y las víctimas arriban en menor cantidad. Sus jefes están consternados.Todas las noches, él, que ha registrado sus teléfonos llama a los posibles incautos y los advierte del peligro. "Gracias ¿Quien es usted?", le preguntan. -﷓Uno, uno más contesta. Ya no usa pastillas para dormir.

La fidelidad, ja, ja, ja, ja



*"Nadie te ha sido tan leal como yo", enuncia ella adornada de colgantes, pelo en la cara, boca dibujada. Cree que por serle fiel a su hombre, al que ha elegido para su experimento de Niña Drácula, es una heroína. La felicidad es otra cosa. Ambos lo saben y es una pena. Ya no pueden hablar del tema que se enriedan y terminan en guerra. El, sin ser engañado ha dado con su cornamenta por el piso y es tan enorme su fatiga que no puede levantar la testuz y agoniza. -﷓Siempre te he sido fiel, y ella levanta la antorcha para iluminar la escena fatal a la vez que cuelga de una de las astas su medallón de bruja unido al anillo de casada.
*"Nadie sabe donde queda un niño, piensa. Le gusta la idea críptica, fatalista y esperanzadora a la vez. Se le ocurrió en una reunión de padres y la largó en voz alta. -﷓Yo a veces no la entiendo. -﷓Es buena persona pero no se sabe expresar. Todos cloqueos de señoras casadas. Tal vez le envidian su buena ropa, sus modos bellos, su elegancia, su inteligencia, su distancia y su libertad. Es mucho para esta escuela. A sus espaldas le temen tanto como la denostan. -﷓No tiene hijos. ¿Qué puede saber?, elucubran. Pero la escuela marcha con nuevos aires a cargo de esta directora que ignora las reglas y que ha hecho que nadie estudie de modo que haya más tiempo para dedicarse al intento de ser menos aplicados y más felices.
*Un amigo ya mayor contó que en la juntada con compañeros de toda una vida se empezaron a tirar nombres y la abrumadora mayoría pertenecían a difuntos. Entonces él interrogó: -﷓Che ¿A que no saben quien está vivo? Del mismo modo, el tipo recordando la secuencia podría preguntarse algo similar mientras desayuna en este bar de mujeres perfectas y reconstruídas: -﷓Che... ¿A que no saben quién tiene tetas naturales?
*Se lo ve pacífico, un Buda flaco, gesto perfecto de Mona Lisa. Ahora tiene más de cincuenta y padeció una eternidad para que comprendan que su mansedumbre no es indolencia, sus dudas no son cobardía sino prudencia. Nunca maltrató, ni envidió, ni envenenó. Es un ser elevado ganándose la vida en el tercer piso de una ratonera de Tribunales. Una noche de aguacero entró en la penumbra para salvar expedientes que de otro modo se hubieran arruinado. Sus parientes, que ignoran todo de él, consideran que es un fracasado. Dios opera de forma misteriosa.
*Fue en Buenos Aires durante los años de plomo. El estaba huído de todo. Como andaba hambreado se sentó en un bar frente al Hospital de Clínicas y desayunó hasta hartarse. Luego hizo un paga dios. A los años, ya en democracia volvió al sitio y le quiso abonar al mismo mozo la adicción. -﷓Hombre, contestó el gallego. Cuando se es un estudiante o un jovencito yo les perdono. El hambre, para el que estuvo en la guerra, es algo serio. Y dio por culminada la charla. El anduvo emocionado un buen rato, aturdido de agradecimiento.
*Tiempos de dictadura. Era ayudante colocador de membranas. Consiguió un trabajo grande y lo hizo partícipe a su compañero, quien desechó la oferta. El patrón enterado lo amonestó para luego echarlo a la calle. Le recriminó la falta de lealtad a la empresa. El le contestó que para ser leal hay que cobrar mejor. Entonces el tipo gordo lo amenazó con denunciarlo por subversivo, porque tenía "contactos". Huyó despavorido: no eran tiempos de libertad en ningún sentido. Esperó a la salida de una obra al traidor y le acercó un billete: -﷓Tomá, vengo a traerte tu parte. El otro, sin entender la ironía, se le quedó mirando como a un loco.
*Tulio se enteró que su esposa lo engañaba con uno de sus mejores amigos, pero guardó el secreto yéndose a vivir solo. Ninguno en el grupo lo supo, hasta que dedujeron el asunto, puesto que a ambos nunca más se los volvió a ver juntos. Pasó el tiempo y Tulio seguía como si nada. Una noche, volviendo en auto del trabajo, otro se encargó de hacerle la pregunta fatal sobre que sentía o había sentido. -﷓Nada, cosas que chocaban. Vergüenza ajena, a lo mejor. No supe que hacer, porque a los dos los quise mucho. Ahora el problema es de ellos. Y encendió, impasible, un cigarrillo.
*Por el parque, cerca del Laguito, hay un enchufe en un árbol que lleva su carga por un cableado hasta la altura. Lo usan quienes cortan el pasto y el dueño del carrito de hamburguesas. Una vez vio caído cerca a un gran pájaro y constató que tenía el pico chamuscado, seguramente por querer quedarse con algo de aquella chispa invisible, con la energía articial que manaba desde aquel árbol eléctrico.

Les juro que puedo volar



Ocurrió en Córdoba. El loco del pueblo se había propuesto volar, definitivamente. Como en el lugar común de todas las poblaciones, siempre habrá uno que lo intente. Armó una mochila de maderas y dispositivos erróneos, unas alas de nylon, cosidas burdamente y subió en aquella mañana de domingo hasta El Nevado. Todo el pueblo lo seguía o esperaba a los costados de la pendiente, antes del precipicio. Ninguno lo detuvo. Ya era hora de que el tipo compruebe aquello. Sin más ceremonias tomó valor y se largó corriendo hacia abajo para lanzarse al vacío. No hizo más de veinte pasos que enredado en sus piolines, tropezó y llegó rodando hasta la base de lanzamiento, hecho un despojo de sangre, tela y plástico. El detalle fue que de la perrada que ladraba enervaba surgió su pichicho y al no reconocer que aquello era su dueño lo mordió. -﷓Soy yo Boby, tranquilo, fueron sus últimas palabras.
 Le trajeron un reloj de New York comprado en el barrio chino, muy berreta. Impresionaba de lejos. De cerca un pedacito de plástico bien dispuesto. La perillita se falseó, la malla de descascaró pero le quedó adentro la magia oriental. Descubrió que al detenerse, trabado en sí mismo, las agujas quedaron marcando una hora que invertida era igual: las 20.10 -﷓al revés serían las 13.40 o las 20.10 si uno no mide el tamaño de las agujas--. Es como el amor, donde no hay ley aunque todo es circular y según se mire.
Son feas pero sonríen: pasean, recorren el circuito deportivo con una fe que las hace victoriosas.Y se tornan lindas porque tienen ganas de serlo. Para él, que se encuentra deprimido, aquello es una epifanía, un mensaje de que todo no está perdido. Pasa y las piropea como lo haría si se encontrara con la mismísima Pampita.
 Ya divorciado trajo a vivir a su hijo adolescente con él. Por la privacidad es que ha hecho un despliegue único; concederle una entrada aparte con un tabique y de un viejo garage hacer la habitación para el pibe. En algunos sábados siente las llaves, murmullos y luego una risa de mujer, siempre distinta. El intenta concentrarse en la película. Cada vez las voces y los gemidos amatorios van subiendo en calidad y cantidad. Una noche se descubrió con el oído en la mampara e imaginándosela, pues la había espiado cuando bajaron del taxi. -﷓Una bestia hermosa, se dijo. Avergonzado, se sentó a ver 2001, Odisea del Espacio con una mezcla de orgullosa envidia.
 "¿Cuando una ropa de salir se hace para todos los días? ¿Cuando una zapatilla se torna chancleta?". En estos detalles ella piensa regando las plantas, mientras coteja que ya no la piropean o la miran con estudiada concentración y nada más. Entonces sin resentimiento tira a la basura algunos adornos que la acompañaron por siglos cree ella. Se desnuda frente al espejo, oye a Serrat, se sirve un té frío con vodka y se acaricia intuyendo que ya deben ser las siete y su novia está por visitarla.
 Aquí, comida al paso, parecen decir los autos estacionados, porque los gorriones dan vuelta y vueltas sobre la trompa y el parabrisas del Citroen azul. A él le encanta la coincidencia, mirando el sitio donde han quedado impregnados los insectos de la ruta. -﷓Parrilla a la parrilla sería ¿no? --le cuenta a la moza, quien apurada por los pedidos le dispensa una sonrisa, pero sabe que no entendió.
 En la calle en una esquina de viento, huyendo de un conteiner abierto empiezan a escapar hojas y mas hojas de cuaderno. Ella las recoge por su instinto profesional de maestra. Son de una nena y le impresiona como si tuviera en sus manos restos de mortaja. Junto al caparazón verde de la basura empieza el reguero de dibujitos, oraciones, escrituras. Se le pone la piel de gallina. Parece tener en sus manos la marcas inocentes de una muertita.
 Los restaurants al paso en las inmediaciones de la zona bancaria y cerca del mediodía le dan arcadas: ve en lugar de gente, pollos sentados, comiendo granza en un criadero
 "Dios no es perfecto: muchos no creen en él". Y este pensamiento pueril lo deja a mano con quien hasta hacía poco había sido su guía, protector y amigo. Su perfección empieza desde el momento en que dejamos de adorarlo, lee. Pero todo se desarma, se torna áspero, legítimo y bélico cuando enciende la tevé y ruega o increpa a su dios para su equipo no pierda.

NOTICIAS


 Adrián está terminando Tangolpeando, su esperado CD del sello Blue Art que sale a fin de año definitivamente para el arbolito, junto con " Cuando llueve". Edit.Ciudad Gótica- relatos de contratapas del Rosario 12.

Somos todos como niños


* Ambos son jovencitos implumes y atienden un kiosco de revistas de calle Córdoba. Dibujan con frenesí pero sin arte en los ratos libres que son muchos. Caballos dibujan. Caballos criollos. De cuerpo entero. Cabezas. Cuando recibieron una revista con las reproducciones de Dalí uno dijo -¿Los relojes chorreando es como de los faloperos, no?- No, eso se llama subrrealismo, le respondió el otro. Y empezaron a copiar al español. -¿Por qué no dibujan lo de antes en vez de esas boludeces?, les inquirió el padre, tutor artístico y asignador del sueldo de ambos. Como respuesta ahora dibujan caballitos chorreantes: Son espantosos, pero les asegura la dignidad vulnerada.

* Escuchó hablar del reloj biológico; El, quien tiene horarios rotativos y trabaja una semana de mañana, la otra de tarde y la restante de noche. Escuchó delirios sobre mutaciones. De mañana es un hornero, de tarde un cascarudo y de noche un murciélago. En las horas libres duerme, hibernando como un oso. Se aparea cada dos meses. Es el único animal que paga por tener sexo.

* La noche era escandalosamente bella, salieron a la terraza tras un ensayo. El patio, las plantas en la altura, los pigmentos fosforescentes cercanos al farolcito amarillo. Y la luna que creció de golpe, llena, redonda. Esos momentos sublimes donde nadie dice nada. Hasta que el brillo delató a un nuevo cartel, más grande que la luna que dejó ver una hamburguesa horrible, gigantesca y la leyenda chorreante de "un cuarto de libra de queso". El asco los invadió a todos.

* Ella es una maestra que llegó del campo, ya mayor, y vino a dar a una escuela exigente, con chicos avispados y padres paranoicos. Los chicos la abruman y los padres la cuestionan. Confunde ser atacada con su incapacidad absoluta para gobernar con arte y eficacia el grado. Se victimiza pero ni le salen lágrimas, no sabe llorar. Es incapaz de indignarse y de sentir océanos profundos en su alma hueca. Por todo ello, para sí, se suele decir ?me discriminan porque vengo del interior.

* Hay sitios que dan miedo porque nos reducen al confinamiento y la prisión: Las comisarías. Y hay otros de implícita ternura desde su fachada como guarderías infantiles o tiendas de bebés. Los primeros suelen estar atendidos por gentiles y los segundos por personas horrorosas. Así es la vida, incongruencia pura.

* Le ocurrió algo exótico y de aire fatal: Llenó sin mirar dentro del termo con agua y mateó hasta terminar el contenido. Cuando vació el resto para llenarlo nuevamente vió caer en la pileta un escorpión muerto, calcinado por el calor hirviente. Hace dos días que aquello sucedió y cada marea o escozor o tensión que siente en su cuerpo lo atribuye al poderoso influjo del veneno que siente circularle por toda su anatomía y que lo terminará fulminando. Pero los días pasan y no se atreve a una consulta.

* "Por favor espere a ser llamado", lee impreso en el vidrio. En esos lugares de trámites ella ha comprobado que inevitablemente las ventanillas son siempre seis. Y dos son los que atienden. Hay un tercero, flotante que los charla, se sonríen, pierden el tiempo, la fastidian y enervan. Hablan de sus cosas. El que los distrae siempre lleva una taza de café en la mano, al descuido. Los ametrallaría, haciendo saltar los vidrios, salpicando todo de rojo. Pero hace palabras cruzadas para no tentarse.

* Es una señora que vive en un pasillo, cuida de su perra, baldea el pasillo y escucha la radio. Laprida al fondo. Se indigna de pronto con las noticias: Las potencias saquean y hacen explotar las ciudades de Medio Oriente cada día. Y nadie hace nada. Para quitarse de encima el odio y la incredulidad, para rebelarse y no sentirse cómplice va hasta el club de la vuelta y se inscribe en un curso de danzas árabes.

* La vendedora de tarjetas magnéticas de Entre Ríos y Urquiza es observada por un caballero que desde el tercer fijo la ojea por la ventana: La posición oblicua cae en un ángulo que le permite ver el rostro y los senos. Ella, un día, lo advierte, mira hacia arriba y lo sorprende, como llamada por un pálpito. Lejos de indignarse a la jornada siguiente se pinta de rojo furioso los labios y se calza una blusa blanca ajustada. En cada señor que adquiere una, ella cree ver que es él quien se ha atrevido a mirarla cara a cara.

* Un niño de seis años lee a Max Cachimba, le gustan los Monty Pyton, Les Luthiers y Cha Cha Cha. En el colegio lo acusan de no "prestar atención". La queja llega escrita a sus padres. El los interroga y se explaya. -Se volvieron locos en mi escuela...¿cómo se presta una atención si capaz que no la devuelven?. Festeja el chiste, pero los papás saben que tienen por delante el enigma mayor de sus vidas, ¿qué hacer con él, cómo explicarle, cómo va a aprender a moverse en la selva donde gobiernan los más estúpidos de la cadena zoológica?

* Tiene caspa y además es semicalvo. El sobrino, jugando sobre él, descubrió el sembradío y le ha dicho que lleva miguitas para que los pajaritos coman. Por la noche, su novia le advierte en la cama sobre la ceniza escamosa. El cuenta lo de su sobrino. Ella hace un mohín. -Lo que quieras, pero es asqueroso igual. Esa noche decide abandonarla.

Quién entiende a las mujeres


* ¿Es acaso una campaña del Imperio Informático para meter miedo? En su hotmail primero sale escrito. Advertencia: cuide su cuenta. Luego: Cómo defenderse con alarmas. Y la definitiva: Aviso, te han eliminado. ?Hay gente de vida cretina que juega a la guerra del miedo, se dice, metiéndose de lleno en el sol de la calle. Y sabiendo que esto no es nada en comparación.

* Casualidad pigmentaria: El conteiner es verde y el pibe que entra, trabando la exclusa con un palo está vestido color loro. Sería Linterna Verde si no fuese morocho, aindiado, anduviera sucio y extrajera de la caverna plástica un par de zapatillas grises que se empieza a probar. Es más ágil que el superhéroe, pues ha salido en segundos y ya está saltando sobre el calzado: Precisa volar por la ciudad y carece de efectos especiales.

* Cada seis meses lo mismo: Se empieza a desmoronar. Es un ciclo perfecto. Siente mareos, depresión, cansancio y abulia. Se hace chequeos que le dan invariablemente mal pero nada grave. Después de pasar por médicos y autorizaciones de órdenes decide un día curarse y se reestablece, aburrido de sentirse mal. -Hasta que un día no salga más y venga la muerte, se comenta para si fatalista y previsible. Pero sabe que no es verdad: Sólo debe aprender a soportarse.

* Ella es como la caja negra de un avión. Así son los secretos de la que cuida el rectángulo lleno de guita del banco español rojizo y aromatizado, mientras afuera bulle la primavera y los reflejos de los autos veloces parecen retazos de filmes que se proyectaran sobre las cabezas de los clientes. Nada de esto dice, con nadie habla de sus imágenes. Algún atardecer va a reventar de colores y la encontrarán en su cama, traslúcida y sin nada adentro. Ese día, recién valorarán su poética.

* Le suena el celular en la cintura, donde ya hace meses ha dejado de usarlo en ese lugar por temor al cáncer. Pero le suena, lo siente reclamarle. Alguien le habla del síndrome del miembro fantasma pero él descree. No obstante, el costado le vibra cinco o seis ves al día. Incluso cuando está desnudo, durmiendo.

* En la ciudad no hay más clásico de fútbol pero lo revive cuando dos empleados de correos, repartiendo correspondencia se cruzan en una ochava. El rubio lleva la auriazul y el morocho la rojinegra, en el diseño de sus uniformes.

* Todo empezó con un casual "-señor, me dice la hora" desde la voz de una jovencita. Luego la notificación que ya falta muy poco para empezar los trámites jubilatorios. En los colectivos ni mira a los chicos sentados por temor a que alguno le ceda el asiento.

* Nunca pensó ni remotamente en la posibilidad homosexual de que gustase de un hombre. Pero ahora que la posibilidad inversa existe -alguien gusta de él, se lo han confirmado-, lejos de horrorizarse se siente calladamente halagado. Sabe que nunca dormiría con otro hombre ni lo besaría, pero gustarle a alguien no deja de ser un viento de nutritivo polen inmerso en la adrenalina del bienestar. Lo reconfortante es que no siente pavor.

* Es rubia, bonita y habla con su celular. Habla apoyada en el semáforo de Santa Fe. Del otro lado la secreta dicha parece estar contestándole. Y sucede que con cada gesto de afirmación de la buena ventura cambia la luz con mayor entusiasmo.

* El la quiere retener en Rosario. Es su hija pero ni la atiende. Lo hace de rabia porque su ex esposa se fue a vivir a España con otro. La mamá, necesita tenerla con ella, pero la hija extraña a ambas familias carnales. Para que entren en razones el juez debería proponerle a los padres que la hija en común se quede a vivir en medio de océano, en una islita donde ellos no la perturben con sus miserias. Pero no tiene imaginación ni sabiduría.

* Sólo su perro y su analista conocen a fondo su doble vida. Ambos a veces lo miran, pero el bicho es el que menos parece cuestionarle alguna cosa. A los dos alimenta puntualmente.

* Ese no encarna más, extiende ella desde el trono arrogante de su soberbia belleza de reina de la videncia adquirida. -¿Por qué?, inquiere él, quien le gustaría atragantarla de un beso o de un baldazo de agua saborizada. Señala a un viejo -es cruel esa basura, susurra. El se siente insignificante y paralizado de tanta altanería. Están bajo una luz violácea y ella le comunica que la rueda de la vida gira en sentido estricto. El suspira -con todo lo que tengo por hacer. -A vos te falta mucho todavía, culmina ella con un apio en la boca. El clima esotérico poco favorece a su idea de llevarla a la cama. Por eso, recio, con la noche perdida, sorprende con un eructo. -!Fantástico! se alboroza ella, !Los espíritus liberan los malos efluvios!. Ahora sí confirma para sí la oración fundacional del macho criollo: "¿Quién entiende las mujeres?".

Por pudor se mezcló entre la gente



* Sube la pendiente natural de la vereda por Maipú hacia San Lorenzo y se sorprende en una vidriera, encorvado como un alpinista ?La vida tendría que tener más de estos altibajos terrenales, así no se notan a simple vista los defectos corporales.

* Cuando alguien cierra el mensaje a su celular con un "bs" que significa besos él deduce que en Buenos Aires el epígrafe resultaría una redundancia abreviada.

* Recibe invitaciones por correo para hacerse crecer el cabello. Alguien le comentó que hay un método que consiste es extraer pelos del culo, de la zanja oscura, para implantarlos pues crecen más firme. Aún no sabe si es una joda o qué. Por las dudas, ayer mientras se bañaba tomó un espejo y se examinó el trasero: Comprobó que de ser necesario tiene de sobra: Luego se avergonzó por ser tan crédulo. Y más aún cuando su novia le preguntó qué había estado haciendo con su espejito que dejara olvidado sobre el borde del bidet.

* Martín le dicen, o Luis algunos. Cualquier nombre que le pongan él acepta pues el suyo es intraducible. Cantonés chino. Lo hicieron de un equipo fantasmal: Tiro Federal y a él le gustó el emblema del tigre pues de donde proviene constituye un animal sagrado. Pero lo que hace no tiene nada de sagrado: Cuenta y recuenta las botellas de vinagre y al llegar a la heladerita con quesos siempre comprueba que le faltan trozos pues se los distraen demasiado algunos clientes veloces ?!Chirizos!, explota en su media lengua. Y refunfuña, pretendiendo decir "chorizos". ?¿Chizitos? ¿Qué pasa con los chizitos?, le contesta la cajera, burlona y parapetada detrás de la registradora gris que conserva su perfume y su aburrimiento.

* Una vez al mes, por motivos laborales se reúnen algunas horas para intercambiar ideas y proyectos en un bar de Barrio Martin: pero hablan de él, terminan haciéndolo. Son ex novias suyas. El lo sabe. Lo que le da mayor aprensión no son las infidencias o que lo destruyan en el recuerdo sino porque tiene la poderosa sensación de que se juntan a hablar como de un difunto.

* Vió a una señora momificada, pero encorvada caminando con cara de mona y progmatismo ?mandíbula saliente? que se le cruzó en la peatonal y llevaba en brazos como ofreciendolo a un bebé de quien no quiso fijarse en el aspecto. Temía encontrarse un feo cuadro de Goya. A veces contempla sin maldad lo espantoso del mundo y se arrima a preguntas tales como? ¿Por qué la alguna gente tiene hijos? ¿Para qué?. Se averguenza un poco pero olvida rápidamente.

* Descubrió en la multitud con la detección certera de rayos X a una ex compañera de la primaria, deteriorada, casi senil y le dió un vuelco el corazón. Por pudor, se mezcló entre la gente y se cruzó de vereda. La sorpresa fue mayúscula: Ella había hecho lo mismo y en sus ojos vió la fingida sorpresa que tenía Lucrecia Bernardi, que así se llamaba, al encontrarse cara a cara.

* Encuentra los parecidos de una gran familia invisible. Sube al colectivo una chica y detrás un señor mayor: por el perfil, el aire similar deduce que son hija y padre respectivamente. Pero no sucede lo que preevé. Ella pasa la tarjeta y él la suya. Y se sientan separados. La genética no existe ni existe el presentimiento, menos aún el golpe de visión. O bien todas estas cosas hermanadas que no dejan de asombrarlo. Somos una interminable manada mutante y a la vez iguales, muy iguales quienes no se hablan entre sí por miedo a que las devore un lobo ancestral.

* La doctora es joven alta, atractiva y levemente andrógina. Se han hecho amigos. El juega en el consultorio, le pide medicación exótica y se pesa distrayéndose con la balanza: Le cuenta chistes, enigmas; ella sus experiencias de guardia. De pronto, en un alto de la charla mientras le mide la presión, ella se confía. ?Vos que sabés tanto, tenés que ayudarme?. El atiende ?Preciso algo para el alma, algo que me cure. El se conmueve y se decepciona. Le da la mano y se apena por la soledad que suele haber tras los títulos y los guardapolvos blancos.

* En televisión hay un coro de hipoacúsicos dirigidos por una señora que ladra, destrozando sucesivamente Merceditas y el Ave María. Será un coro de señas, sordos plenos pero ignoran que quien las conduce es una burra que las conduce al naufragio auditivo. La gente, tal vez se conmueve más, pero él siente un hormigueo de verguenza en el pómulo que lejos de causarle gracia lo apena. ?Hay que avisarle a esta gente, se dice. Y toma la dirección del coro. Cuando era chico fue a cantar para los ciegos y le rayaron con unas pezuñas de peludo la guitarra flamante. Y sintió, con culpa, una leve repugnancia que no supo identificar y menos aún poner en palabras.

* El cortejo fúnebre pasa despacio por el Parque Independencia pero a la vez como una exhalación tortuosa. Distingue a un gordo morocho al volante que preside y que llena toda la ventanilla con su corpachón; detras otros autos y cerrando la fila tres taxis: Toda la gente va apretada, encimada, con la ventanillas cerradas por el frío. El único que viaja cómodo es el muerto.

* Hablando de muertos, el portero limpia todas las mañanas un rectángulo de mármol, marrón veteado, recién puesto. Es cerca de la cortada Verano, al sur. Parece el lateral de un gran panteón. Dentro, ?era el piso seis? en otra década de sangre joven el supo acostarse con una señorita que podía hacer revivir a los muertos. Pero ya esa loza y la falta de recuerdos la han sepultado y las únicas flores posibles son el rememorar aquellos melancólicos polvos del atardecer, mientras su esposo abría el restaurante.

* La felicidad es leve, poderosa, menguante e inhallable. Se la puede descubrir acccidentalmente, impalpable pero rotunda. Es una felicidad sin testigos que le va a durar todo el fin de semana: Dos chicas al pasar; la más bonita lo miró de lleno al cruzarse en la entrada de una tienda. Son esas miradas que liberan del dolor de sienes y la ausencia de besos. Salvan la vida. Por eso a la tardecita, mientras oía pesares se encontró sonriéndole a quien los contaba porque estaba recordando esa mirada. Lo han amado en segundos y sin testigo alguno. Le están narrando un infierno, pero la avenida Pellegrini se parece a la puerta de un Edén.

Fotografiando la zona


* Se suele despertar en los albores del día con nombres de jugadores de fútbol retintineando en la oscuridad. -Vanderley, le dice la voz. Y lo ve con la camiseta de Peñarol. -O Willington o Candau o Bernao. No sabe qué significa el llamado de esos nombres. Tal vez un anhelo del fútbol pausado, como el andar de los astronautas. El jugar elegante y práctico de otra epoca. O aludirán a un pasado de radio, sin cuerpos ni siluetas ni colores. Pero lo que más lo inquieta es el relato de un anónimo cronista que susurra!. "!..Viene..viene el centro cruzado, un buscapie propiamente!". A veces en esos momentos abre los ojos y otea por las hendijas de la ventana que aún no es de día y él está despierto, malgastando esa media hora previa al campanazo del reloj, enredado en figuritas viejas, en el álbum que nunca pudo completar porque la difícil era Didí.

* Las mujeres lo desesperan. El ve belleza donde nadie la ve, él siente acordes complejos donde hay apenas un instrumento intocable, él sabe lo que hay dentro de cada mujer y a la vez no sabe nada. El completa sus vidas cuando las ve de espaldas. -Una nuca, la cadenita, el pelo húmedo camino al trabajo o volviendo de él. Y presume que en esa cabellera sin rostro lo espera la felicidad que le es negada desde el comienzo de los tiempos.

* Se encuentran en la calle. Son dos amigas. -Estemos en contacto, dice una. -!Dale!- chorrear de entusiasmo lleno de dientes -!A ver si nos vemos un día de estos!, retruca la otra. Se sonríen. El afirma que se volverán a ver seguramente, pero claro, en otra dimensión o dentro de una década. Le dan ganas de acercarlas y regalarles una hora de café para que se pongan al día con sus mundos y no necesiten mentir tanto

* -Ja,ja, le responde la amiga por el mensaje que él ha enviado y que a ella le causa gracias. Ese ja,ja congelado en letritas cuadriculadas lo desespera. -Qué ja, ja, pelotuda, se dice, pero no lo pone, claro. No hay ningún ja, ja. La risa no se escribe. Los libros se leen y la voz es la voz siempre, no esos arrebatos comunicacionales donde se escribe sin sonido, se transpira sin correr y se hace el amor sin desnudarse.

* Hay ropa tendida en un patio, toda violeta. Uniforme de un restaurant. ¿Cómo se lavarán las manchas de grasa, tuco, vino, sopas, manteca?. Tarea imposible. Habría que quemar cada pila con cada lavado: Una fogata azulina y gris y rehacer toda esa humanidad manchada de los efluvios de una civilización que engorda como un cerdo. Pobre, se dice. Distingue a la madraza lavando a mano toda esa torre de ropa mugrosa y construye un mal tango de piletón y viejita que lo desanima. Por suerte el lavadero simplifica todo. Que lo hagan todo las máquinas que para eso le damos de comer fichas manoseadas.

* Tiene cerca de cuarenta y aún hoy se sigue preguntando sin resolver el enigma de dónde afloran esa gotitas de agua pernennes que están en todas las farolas encastradas en el cemento del piso y que suelen enmarcar las entradas de algunos edificios. Y ni hablar de los insectos muertos atrapados en los globos de vidrio: Un misterio todavía insondable.

* Hay una dama que le escribía por el messenger que el descartó porque andaba con la panza llena y además que no lo satisfacía físicamente. Le parecía vulgar y ansiosa de un encuentro. Ahora que volvió a estar solo, se arrepiente y la añora, transformándola en la más atractiva de las mujeres, la mas apetecible y la más misteriosa. Pero ella lo bloqueó.

* Por la Plaza Montenegro, domingos a la mañana en la cola del 137 esperan siempre un grupo de negros haitianos. Pertenecen a una congregación que viene de rezar por allí cerca. Siempre la ve: es una reina ancestral, diamantina, de piel azulina. Viste de violeta y de negro. Zapatos en punta y una cara preciosa. Siempre anda con un chaperón que puede ser su hermano o su novio. Cree que lo mira, pero no sabe cómo acercarse. Sueña con cambiar de vida rotundamente y este cambio la incluiría si no mediaran las distancias.

* El colectivo tiene una barra a la altura de las caras que al estar dispuestas en una elevación errónea, hace que para ver por arriba uno tenga que estirar el pescuezo y para ver debajo encorvarse. Cuando le toca uno de estos modelos suele meditar acerca de la crueldad humana como la una acechanza brutal y sin arreglo.

* Obama aparece en el noticiero: Tiene las sienes grises. Ya empezó con los crímenes, y no toma helados en su Hawai natal o besa a los niños: ahora apunta a las barriles de petróleo y continúa la saga de cowboys. -Un sherif negro, piensa. Un Ku Kux Klan al revés. Le hace acordar a Antonioni, el morocho cabeza mota de la cuadra de su niñez que en busca de aventuras se fuera a Norteamérica a trabajar de sastre en Hollywwood. Mira a Obama y se pregunta si no será su amigo de la infancia con la identidad cambiada.

* En el parque las parejas jovencísimas sueltan el mantel y toman mate, como lo hacen los viejos. Ella, la chica vestida de aldeana tirolesa tiende con practicidad la mesa sobre el césped, saca mermelada, unta, ceba mates. Parece su madre cuando lo llevaba al Parque Alem y deduce que todos, más allá de los almanaques, nos terminaremos pareciendo a alguien.

* Lejos, en alguna parte del final del domingo suena la sirena de un barco y el aullido de un gol en la garganta de un locutor. Reconoce que están en mismo tono y eso lo amansa como si al fin hubiese en el universo un poco de certeza, cordialidad y un abrazo entre las cosas invisibles.

* Cuando piensa y siente en la posibilidad de ser plenamente feliz lo inunda una generosidad que le permite ver a sus enemigos con un odio mesurado, objetivo y hasta fraternal. Pero le ocurre muy, pero muy pocas veces.

* El día es soleado, apabullante de pajaritos,luz. -¿Cómo está el día?, pregunta ella, aún en la cama y bajo las colchas, depre y con la culpa a flor de piel. -Para los optimistas es un día perfecto, contesta él para reconfortarla en algo.

* Recuerda que tiene que llevar el lunes sin falta la partida de nacimiento para un trámite. ?Toda partida es un nacimiento y todo nacimiento es una partida, escribe en su cabeza. Igual a la pintada del Parque España: El cuerpo tiene fecha de vencimiento, el alma no. Le da pudor, quisiera no ser tan obvio. Al fin se toma el 128 hacia los confines de Rosario.

Aldo busca un horizonte


-Tengo la que me cuelga que parece un bonzai, se reconoce en el espejo, chanchina rosadita, de orificios oscuros con pelambre amarronada. -Cuanto hace que no la meto, a ver...y enumera hasta perderse en los polvos malhabidos; abonados entre las mesitas de luz con vidrio encima, el vaso de alcohol dulzón en la petaca, el tabaco apretado en los pulmones, los cortinados que simulan discreción pero ocultan vidrios agujereados y refaccionados malamente con diarios, el olor a perfumes no tan desagradables pero que el resume como aromas de la pobreza disimulada mientras ella invariablemente gira su cara, siempre la misma, por más que las modelos de su sombra de pesadilla sean siempre diferentes: Achinadas, mofletudas, solas damas pérfidas maduras de corazón helado y pasados luctuosos, muertas a la deriva en el océano donde el mismísimo Aldo navega en una balsita de alcahofa y pasto obligado condescendiente a espiar en la soledad ajena. Ellas controlando el relojito o repasando mensajes de su celular o a lavarse si se puede pero rápido e irse por el pasillito y hasta siempre mi amor, mi gordi querido, chau chau, volvé pronto.

Se mira -Arco superciliar izquierdo, se dice, hinchado por la piña que le pegara el cana antes que el otro, el grandote policía de apellido Mendiolaza aparecido quien sabe de donde, se apiadara o comprendiera todo ese merengue y lo sacara, destrabándolo del infortunio. Las muñecas con unas marcas de acero que lo indignan y que solo vió en las películas de torturados. Ahora está de pie, con sus patas de búfalo, desnudo frente al espejo, recién bañado, a punto de salir para la terminal y subirse al de las 16.30 con destino a Runcal, donde según el aviso piden personal de vigilancia para empresa ribereña de producción de pescado. Huir de la yeta, rajar, ofenderse pero sacarle el cuerpo al dolor intenso de no poder dar un paso sin salpicarse. Nada más: Un adiós indiferente de los dos. Inteligente era ella, tanto como para darse cuenta que él debía huir del encierro de los dos, se corrige mientras se pone las medias y el calzoncillos y se contempla frente al espejo largo del ropero y se dispara con el dedo hacia el medio del pecho; un tiro certero que lo desnuca y la sangre salta y su nombre que aparece mal escrito en el periódico local, con errores de tipeo y todo el trámite hasta que reconozcan el cadáver y el epílogo funerario.

-Lo haría para darle un disgusto a Mary, y siente temor al evocarla porque ha entendido que el solo pronunciamiento de su nombre le agrisa los rasgos y le da una puntada en el corazón pese a que ya ha sido destrozado de un balazo propio -¿Cómo se verá la cara de ella ante mi, fiambre en la morgue, sabiendo que no tengo nada y debe cargar con el muerto?. ¿Lloraría?. ¿Podría comer después, tendría acidez, pena, depresión, lástima, arrepentimiento? ¿Pensaría en los gastos?. Se persigna como antes de entrar a una cancha y sale de la habitación a la que nunca más retornará. Hotel San Carlos, mufa, baba del diablo, trampera de buche.

Afuera el sol le hace caricias en su narizota colorada y estornuda de placer. Detiene con el brazo un remis blanco, del año de Onganía -A la Estación, le dice al chofer. -¿Cuál? ¿Tren o micros?. Tiene un instante aéreo, de liviandad. Tomo un tren, quien sabe para donde y me bajo quien sabe donde o voy en busca del destino escrito en el diario en el guión que estoy tecleando desde lejos, mientras que desde arriba sobre él, Aldo, Aldito solitario se ve morirse de miedo ante la aventura o ante la posibilidad de no conseguir empleo que le permita comer. -De colectivo, gracias. Y parte, se parte ya mil veces partido en varios pedacitos que saltan y rebotan en el piso de madera lustrada de la terminal con olor a lustre a la vez que llega el colectivo verde y gris plateado que lo lleva hacia un confín donde nunca estuvo y que promete calor, ciénaga y olvido. Eso por sobre todo, olvidar, ser nadie, ser otro, ser padre de dos nenas como de figuirín, lejanas, recortadas en cartón y de una esposa a la que trata de difuminar pero no lo logra porque sabe que sin ser gladiador ni héroe está haciendo lo correcto: Partir, romperse en fragmentos para evitar que todos, que cuatro almas lo hagan en lugar de la de él solamente. Aldo, Aldito, fantasma y angelito de las terminales que de aquí en más habrán de ser tu sino como si fueses ya una hinchada golondrina enferma de pelaje impermeable y habrás entendido que no te deben doler ni la ausencia, ni el horizonte terroso ni el pago que perdiste como también lo perdiera Martin Fierro, allá lejos, en las hojas de un librito que caprichosamente recordás ahora de pronto, con el pie en el primer escalón del colectivo que te lleva quien sabe donde.